miércoles, 28 de mayo de 2008

Alejandro Romualdo.






La noticia salió súbita y contundente: Ha fallecido el poeta Alejandro Romualdo Valle Palomino. Familiares cercanos comunicaron el deceso a una emisora local y de pronto supimos cuán difícil es comprender el deceso de un vate, que en los últimos años de su vida, acogió la soledad como el compromiso íntimo de su rutina creativa. Esa soledad, se rodeó de mucha compañía; aquellos sectores populares con los cuales se identificó en obra y pensamiento.

Alejandro Romualdo, prominente poeta de la generación del 50, tiene el mérito de aproximarnos a una poesía comprometida, social, que representa uno de los jalones más importantes de la creatividad poética en el Perú. Con voz propia y ritmo inacabable, el fragor, la importancia de lo humano y el mensaje optimista por un nuevo mundo, sembró con ternura y compromiso, ese camino áspero y difícil que es fundar la felicidad humana con justicia social.

En 1946 estudio Letras en la Universidad de San Marcos y en 1951 en Madrid. A su regreso trabajó incansablemente como colaborador en el diario “La Crónica”, el semanario “Idea”. Alentó nuevas generaciones de poetas en la revista “Cultura Peruana”, donde presentó a los noveles escritores de su generación.

El periodismo fue la pasión que desarrolló con mucho ímpetu. Fue un magnifico caricaturista político –firmaba sus dardos con el seudónimo de Xanno-, dichas caricaturas ridiculizaban el discurso doble y los hechos distintos al mensaje que ofrecían gobernantes y funcionarios.

En 1949 obtuvo el premio nacional de poesía con su poemario: La torre de los alucinados. Posteriormente publicó: Poesía (1954) [que contiene: Cámara lenta (1950), El cuerpo que tú iluminas (1951), Mar de fondo, España elemental y Poesía concreta], Edición extraordinaria (1958), Desde abajo (1961), Como Dios manda (1967), El movimiento y el sueño (1971), Cuarto mundo (1972), En la extensión de la palabra (1974), Poemas (1975), Poesía íntegra (1986), Mapa del Paraíso (Antología) (1998). En colaboración con Sebastián Salazar Bondy, publicó: Antología general de la poesía peruana (1957).

En estos últimos años trabajó en la Universidad Particular San Martín de Porres, dictando cátedra sobre periodismo, y estuvo dedicado a la pintura en su casa de San Isidro.

Este pequeño homenaje para un gran poeta, con el reconocimiento de su obra poética, y como maestro de nuevas generaciones, he insertado líneas arriba el reportaje publicado en “Cultura Peruana”. Lima, enero de 1954, Vol. XIV, p. 6.


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