martes, 28 de junio de 2011

OLVIDO QUE NUNCA LLEGAS


Artidoro Velapatiño acaba de publicar su poemario: Olvido que nunca llegas (Cuadernos del Sur, 2011). Siguiendo una tendencia reflexiva nos plantea la comunión entre poesía y música, como momento discursivo del recuerdo de sus seres más queridos, los que ya no habitan este mundo. La memoria tiene como punto de partida y llegada a diversos géneros musicales, que van desde Jazz, tango, folk popular y telúrica del Perú profundo.

Los motivos del poeta parten de la necesidad del testimonio surgido de una experiencia personal muy profunda que ha sabido comunicar el sobrecogimiento de sucesos luctuosos tanto en su natal Huamanga, como la muerte de sus más apreciados amigos y familiares, momento que transige la soledad y su entrelazamiento en su universalidad como acto humano.

Olvido que nunca llegas trae a mi recuerdo las noches de tertulia que Velapatiño compartió con mi padre y los poetas del GIPM. Los autores y temas musicales que menciona son los que acompañaban las conversaciones sobre tópicos diversos; la emoción y el clima que creaba el ambiente musical, son momentos que el poeta ha sabido recrear y mostrarnos en el poema Ricardo III. El recuerdo, la rememoración del pasado son el motivo para rendir homenaje y mostrarnos que el poema puede señalarnos caminos insospechados donde lo testimonial se eleva en un acto tan humano y universal, que puede incluir contextos culturales tan distintos, creando una unidad de existencia.

Inserto además, un extracto de valoración del texto poético escrita por Gabriela Caballero Delgado.

Olvido que nunca llegas

Entre recuerdo y recuerdo
mato una ilusión.
Ilusión que a mí me mata
mientras más ilusión hay
¡Ay!, olvido que nunca llegas.

Walter Humala Lema.


Ricardo III

Now is the winter of our discontent
My kindong for a horse!

Ahora en el invierno de nuestro descontento
más allá de en medio del camino de esta quimera
la camanchaca agita granos de arena en el viento
y otra vez es la soledad oscura golondrina que no hace verano


ENTRE RUMAS DE DISCOS LIBROS DISEMINADOS Y POLVO
SUENA SILENTE “COOL BLUES”
              Y CHARLIE BIRD
ES ROCÍO EN LA NIEBLA
LEÑITA PRENDIDA EN LA TARDE GRIS


Ahora que no son las cinco en punto de la tarde
Ignacio sigue dibujando preludios de muerte
              sin sol ni arena
y nosotros
           sumando hechos que no suman hecho
           haciendo cuentas y son puros cuentos


SIGUE CHARLIE SONANDO SILENTE DESDE
                                       RECÓNDITOS ABISMOS
ENTRE LAS CASCADAS DE ERROL
                           Y FUERTE VIBRATO
En qué creer
en quien creer
ahora que este frío nos sacude
y mañana no es otro día
y nada es como creíamos antes de ayer
ni como decíamos ayer
y preferiríamos entonces
                  no hacer
                  no decir
                  no escribir


¡Oh Bartleby!
Ahora que sentires y decires van camino hacía Utopía
y nuestros sueños se estrellan
contra la incomparable realidad


AHORA ES “SO WHAT”
Y ESA ANGUSTIOSA SENSACIÓN DE ESTAR TAN LEJOS Y TAN CERCA
DE LO QUE SE BUSCA Y NO SE HALLA
MILES DAVIS: TROMPETA Y LÍDER
              LUZ Y SOMBRA           RÍO Y PIEDRA
               SOL Y ARENA             HUELLA Y VACÍO
                              ABSURDA PUREZA
                      MARAVILLOSA IMPERFECCIÓN
JOHN COLTRANE: SAXO TENOR
                  MULTITUD Y SOLEDAD
                  VUELO INFINITO ENTRE EL ÉTER Y LA NADA
BILL EVANS: PIANO
               RUMOR DE PUQUIAL EN LONTANANZA
               REBOTANDO ENTRE LAS PIEDRAS DEL CAMINO
PAUL CHAMBERS: BAJO
                SILENTE HUELLA DEL VENADO
                ENTRE EL FULGOR DE RAYOS QUE NO CESAN
JAMES COBB: BATERIA
              TRUENO ANTES Y DESPUÉS DEL ARCO IRIS
              TEMPESTAD EN LA ABSURDA CALMA


Ahora que las palabras se quiebran
y las doctrinas estallan gota a gota en océanos inmensos
y las parábolas emulan sólo ficciones
y los predicadores predican en el desierto
y los sembradores cosechan vacíos y silencios
¡Que hacer! ¿Qué decir?


JOAN BAEZ
            ENTRE DIAMANTES Y MUSGOS
            ES LLANTO DE OJOS AZULES EN MEDIO DE LA LLUVIA
            SONRISA EN LA CERRAZON DE AGOSTO


La mediocridad es piel de zapa que viste de cuerpo entero
y sólo la rutina hace labor de hormiga
y no son las cinco en punto y Salieri absuelve a los mediocres del mundo
y nada cambia y sin embargo cambian los vientos la lluvia los caminos
y somos los desterrados en territorios de nadie


SINFONÍA 25 EN SOL MENOR
                          ¡WOLFGANG AMADEUS!
                           ESCÚCHALO Y BASTA


Y ahora es entonces que nos ahoga el humo de los recuerdos
Hernán y Rosa
que se fueron como se van los días en silencio
simplemente
dibujando auroras en algún rincón de este inmenso territorio
                                                                                 [que somos
y su presencia es gotita de rocío en las retamas
que amarillan amarillando los caminos
y ya no hay ausencias ni olvido


KIRWAYO
           EN LA OSCURIDAD DE LA NOCHE
                            ENDULZANDO EL AMARGO
           CON LA CRECIENTE TERNURA DE SU TRINO
              EN LA ENCORDADA
                ES BICHITO DE LUZ
                  EN ESTE ANCHO CAMINO


Y nuevamente entonces es cuando a luz de luna
¡Oh viejo maestro!, vienen otra vez las interminables noches entre
                                                                              [tangos
de Tita o blues de Bessie
63 o más variaciones de eternos dados y caña la de las buenas
tu voz tronando entre las hojas de cipreses versos de Gelman o
Elvio y
ese rumor del Rímac tan cerca y tan cerca
y dicen Víctor los que dicen que te has ido
así de simple
que te has ido


BESSIE
       TRÉMULA ANUNCIA
           EXTRAÑO FRUTO
                     QUE CUELGA
                           DEL ARBOL
                     DESPUÉS DE LOS CHACALES
                             Y ESA SED DE SANGRE
                        ENTRE BORRASCAS Y CUMBRES
                             AMARGAS DULZURAS
EN ESTA INMENSA SOLEDAD DE GUITARRAS Y AGUACERO


Y no hay tristezas viejo amigo ni partidas
poeta
otra vez en el rescoldo de nuestro fogón
tejeremos esperanza tras esperanza
buscando quimeras
y ese asalto al cielo
que un día soñamos al pie de la vida


JULIO SOSA
             RETUMBA ENTRE ESTAS PAREDES
                          Y MAÑANA IREMOS TEMPRANO
                                SIN FLORES NI AMARGURAS
                                   CON EL SOL ENTRE LAS MANOS
                                                  Y ESA VOZ
                                                  Y ESA VOZ
Y AHORA ES GARDEL EL MOROCHO
NO MÁS SOLEDAD NI SILENCIO ESTA NOCHE


Y entonces
otra vez es la soledad un ancho río
y tú
sólo tú
eres frescura de trébol en esta inconmensurable sed
aura en los amaneceres o mediodías
luz de agosto
en esta desesperada espera
venadita de silente y suave huella
en estas infinitas alturas donde sólo florecen cactus
y blanca y dura tierra


………………………………………


Walpurgis Nacht


                                                         Si yo pudiera unirme
                                                         a un vuelo de palomas
                                                         y atravesando lomas
                                                         dejar mi pueblo atrás,
                                                         juró por lo que fui
                                                         que yo me iría de aquí;
                                                         pero los muertos
                                                         están en cautiverio
                                                         y no nos dejan salir
                                                         del cementerio.
                                                        Joan Manuel Serrat
TRES


Es la noche no habrá más luna ni en mayo ni en octubre
cierra las puertas las ventanas cierra hora es de los cadáveres redivivos
que tu sangre nuestra sangre acechan y rondando están tu esquina
convocando está el Conde a sus lobos sus vampiros sus arpías
infestan de ratas cada rincón de tu casa
pon oídos sordos a cantos de sirena no sea que seas tú elegido
y mañana sólo seas recuerdo.


Afuera sopla el viento y aquí adentro quién sabe si esperamos
o desesperamos
noche de brujas noche de diablos de aparecidos o desaparecidos
quien duda


ayer la guitarra                       hoy rumor de balas
ayer el canto                            hoy gritos y susurros
ayer la siembra                       hoy pastos incendiados
ayer el sueño                           hoy la eterna angustia
ayer la vida                              hoy la muerte por doquier


       tiempos otros de luz y de sombra y era la poesía
       hoy es la poesía tiempos sombríos y qué lejos el alba
                 tierra mía qué te han hecho
                 qué nos han hecho amada mía.


Es la noche y no hay ya consejas en la penumbra
sólo se aguardan historias terribles o utopías que iluminados
                                                                         [profetas anuncian
Los más queridos entre los queridos
acaso no están más entre nosotros
y mañana seguiremos huellas que no serán ni rastro
juntaremos cadáveres con nuestros perros de guía.


Qué tiempos estos que sólo despojos cosechamos
que no hallamos sino lagos de Estigia o barcas de Caronte
sin ofrendas que ofrecer a nuestros viajeros
es la noche aúllan lobos y pronto llegarán sicarios
que no dejarán piedra sobre piedra
y harapientas viejas como ratas barrerán con lo que queda
o recogedores de carniceros que anuncian glorias inmarcesibles
con la guadaña de lanza y la palabra divina por escudo
te arrancarán los últimos frutos de tu simiente
o la vida misma en nombre del pueblo y de altos principios.


Es la noche tiemblan las ramas en el viento
y mañana sabremos qué fue de nosotros y de los otros.


SEIS
                                                                                            (A Carlos Falconi)


Préstame tu canto wauqechay tu canto préstame
ahora que nos faltan las palabras y los decires nos sobran
y tanto viento malo arrecia wauqechay
y hasta los puquiales en sangre revientan
y en llanto se desangran las paqarinas
qué decir wauqechay
y qué no decir
préstame tu canto.



                 Huamanga tierra que duele
                 grandiosa en tu desgracia


Tantos que se fueron dónde estarán
no nos queda ni tiempo para contar los días con sus noches
wauqechay
ahora que el olvido nunca nos llega
cuando las pesadillas ahuyentan nuestro sueño
qué hacer wauqechay
ahora que esta espera nos desespera
y qué no hacer wauqechay
habiendo tanto que hacer como decía el Cholo wauqechay
y sin embargo
hay que vivir y ponerse el cuerpo todos los días
en esta tierra que es nuestra tierra
donde tantos muertos nos nacen wauqechay.


              La libertad es tu gloria
              tus himnos hacen la historia


Qué lejos las noches de luna cuando a la pacapaca jugábamos
eran nuestros gritos quebrando el silencio
era nuestra la alegría la misma de la plaza de Tambo
qué lejos wauqechay y tan cerca sin embargo
con ese frío tan intenso y ese rumor del agua lejano
y ese temblor de molles y alisos en el viento
y ahora cunanqa wauqechay
imataq kay willaykuway wauqechay
qué noches son estas hermanito
noche de cuchillos largos
cuando los muertos son asesinados y los cadáveres degollados.


           Taytachas rikchapakuchkan
           chakinsi paskarikuchkan


Y aquí no ha pasado nada dirán
tal vez sea como en Macondo sólo cuento de locos o borrachos dirán
wauqechay
donde los muertos son sombras de tiempos que nunca fueron
así dirán hermanito así dirán


Y ayer íbamos a los ríos atarraya al hombro
buscando truchas donde había y donde no había también
juntábamos guindas duraznos nísperos peras capulís
y no eran de viento nuestros molinos de cabuya eran
¿te acuerdas? wauqechay
ahora sólo despojos y llanto y no más diáfanas lluvias
ni arco anunciando el iris colores de la vida
qué juntar sino cuerpos aún tibios
qué juntar sino wawas sin padre ni madre
sólo recuerdos wauqechay sólo recuerdos
¡ay! Olvido que nunca llegas.


            Sonqonsi rauray raurachkan
            ñawinsi kausaypakachkan


Cada guitarra canta
no te acobardes en la puerta
las noches son largas wauqechay
pero terminan hermanito al canto del gallo terminan
otra vez buscaremos truchas en el río
y serán los peces multiplicados
sacaremos papas de la pachamanca como flores que en el río flotan
bajaremos nuevamente por las curvas infinitas
a Tambo y juntaremos lo que juntar debemos.


             Ñaqañas qatarimunga
                manañas waqay kanqachu


Templa tus cuerdas wauqechay
alista tu canto
mañana de mañanitas habremos nuevamente que cantar
y serán las trillas regresadas y abriremos nuevas sequías
y habrá que cortarse árboles otra vez como siempre
y para nosotros habrá también mañana
y habrá cuándo
y ya no serán las dichas de contrabando.


          Llakitas paywan tanqasun
               intilla lloqsemunanpaq


Todavía llora el Torobamba
y cómo no wauqechay
tantos que se han ido hermanito
que nunca habrá para ellos ni pequeña sombra de olvido
todos están en el aire en el árbol en el lucero en la retama
Rasuwillka con su eterna nieve
testigo es de tanto sombrío tiempo
de tantos huesos en la tierra esparcidos
y aún habremos de cosechar tanta tristeza.


              Lamarpis supay llamkaschkan
                  Huantapis sonqolla rauran


La oscuridad de la noche es triste, es verdad
en esa oscuridad vivimos
pero del llanto viene el agua purita
y de la sangre crecen frutos
wauqechay
Incarry juntará sus miembros mutilados
éstate seguro hermanito
hablarán los Wamanis
y los Apus nos escucharán como antes.


                       Cuerpollas qoñilla kaptin
                       manañas qanra kanqachu


Cuando estemos todos juntos wauqechay
como antes ¿te acuerdas? hermanito
como antes cuando juntos todos estemos
y regresen nuestros muertos y con ellos nosotros
wauqechay abriremos nuevos surcos.


                        Takllata qapiykullaspas
                            allpata wuachachillanqa


Nuestro cielo limpio como agua de paqarina
será nuestro como antes
cuskam takisun wauqechay llapanchik kuska
hermanito
kusi yachachiq kallpa wiñachik qatun takiwan
wauqechay.


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Artidoro Velapatiño Castilla (Ayacucho, 1947). Es profesor en matemáticas por la Universidad Nacional de Educación Enrique Guzmán y Valle (La Cantuta). Magíster en Matemática por la Pontificia Universidad Católica del Perú. Fue catedrático de la UNJBG de Tacna hasta 1995, año en que se jubila. Actualmente es docente en el Instituto de Telecomunicaciones e Informática (ITEL).
Fue miembro destacado del Grupo Intelectual Primero de Mayo. Desde su llegada a Tacna se integró al movimiento literario, publicando en revistas y diarios tacneños. Y es, sin duda, una figura fundamental de la generación del 70. Asimismo, dirige hasta la actualidad el cine club Orson Welles, desarrollando diversos ciclos de proyección fílmica en la ciudad.
Codirigió las revistas La Cossa Nostra y Canto y Seña, y es parte del comité editorial de Parásito & Huésped. Ha publicado los poemarios A tiempo completo; De entre los muertos; y las plaquetas Comandante Che Guevara, presente; al otro lado del camino.


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EL PAPEL DE LA MÚSICA COMO ESPÍRITU QUE CONDUCE A LOS RECUERDOS EN RICARDO III.

                                                                         Gabriela Caballero Delgado.


En “Ricardo III”, poema-metáfora, aparece una polifonía musical que va tornándose en protagonista de los versos, además de ser un diálogo general con la angustia y las nostalgias de épocas y amigos anteriores. El texto poético está estructurado en tres partes:

1. La condición y naturaleza del poeta frente al mundo.

2. Evocación a través de la música de los seres arrebatados por la muerte.

3. Desesperanza final del yo poético que anuncia su propia muerte como una necesidad de renuncia ante el fracaso de sus sueños.

El poeta situado más allá de la mitad de su vida, apremiado por el desconcierto y la soledad, en un mundo que no es regido más por certezas y tiempos cronológicos, habrá de refugiarse en la soledad y la música que le permiten el quiebre de las estructuras lógicas universales –aludiendo a la naturaleza efímera e inexistente de todo orden temporal: ‹‹ahora que no son las cinco en punto›› -. El tiempo será recogido entonces, por los hechos interiores del yo poético en el viaje retrospectivo de la memoria. La música se aproxima al alma del hombre que parece desistir de toda esperanza. La ausencia del cambio es dolorosamente evidente y el mañana no anuncia nuevos días. En medio de todo, el poeta se reconoce como un ser que prefiere no hacer más ni decir tampoco –Bartleby1−, revelando su condición humana desposeída de sueños, rehusando seguir adelante porque sabe lo inútil de su lucha. Ante el mundo, el yo poético es consciente de su soledad e incomunicación y permanece refugiado entre libros y discos diseminados. Ha elegido su soledad y exclusión ante lo inexorable de la destrucción, la nada y la mediocridad del mundo. Aguardando sólo la muerte o el olvido. Oponiéndose a toda esperanza, porque el que sueña y todavía espera, terminará estrellándose irremediablemente contra el bloque duro de la realidad: límite de todo idealismo y concepción pesimista de la vida. La música expresa la lucha interna del poeta, refleja su gusto por la antítesis, transmite imágenes sensoriales, se hace portadora de significados2. La melodía es un signo tan válido como las palabras e incluso con mayor capacidad evocadora. En ella se encuentra el espectáculo de la naturaleza. En las invenciones de su técnica poética, el poema entero se descubre como la concepción rítmica que el poeta tiene del cosmos. La naturaleza será despertada a través del canto. La música es esencia creadora más que recurso, superior a las palabras que ahora sólo se quiebran, porque estas no siempre nombran realidades, no siempre designan verdades o trasmiten enseñanzas. En un mundo en que la labor creadora del hombre –incluso a través de la palabra- es anulada, en que la mediocridad se eterniza y se hace cotidiana la búsqueda de ayuda externa a lo que debería ser el esfuerzo personal, en que pretendemos disfrazar nuestra imperfección con piel de zapa; en un ámbito en que se niega la armonía y el equilibrio, persistiendo la violencia, el desorden y la confusión; aparece el poeta inmerso en su soledad y retraimiento, rodeado de libros, discos y polvo, huyendo de los hombres vulgares y del vacío del mundo. Es este el espacio en que se halla al poeta, él es conocedor del lugar en donde está: los dominios del hombre connotan su angustia. La música lo abstrae de esta realidad y lo conduce por el viaje del recuerdo. Se convierte en el espíritu semejante a sí mismo, análogo a su alma, que aparece con distintas voces. Por eso escucha al quinteto más importante de jazz, integrado por figuras claves de la música del siglo XX, músicos de vanguardia que buscaron nuevas formas de interpretación, llevando la música hacia nuevos territorios armónicos, en la interacción de los instrumentos: trompeta, saxo, piano, bajo, batería. Miles Davis, John Coltrane, Bill Evans, Paul Chambers, James Cobb. Tienen la fuerza musical de evocar a los elementos de la naturaleza, su interpretación recrea el mundo: Luz y sombra, río y piedra, sol y arena, multitud y soledad, rumor de puquial en lontananza, silente huella del venado entre el fulgor de rayos, trueno antes y después del arco iris. En su angustia e impotencia frente a la insustancialidad de los hombres, el yo poético se encuentra en el canto de Joan Baez, se identifica con su música de protesta, con ella y con su búsqueda de un estilo personal; para el autor, ella es “…llanto de ojos azules en medio de la lluvia / sonrisa en la cerrazón de agosto”. Se hace evidente la preferencia del poeta por músicos que renuevan y transforman situándose en la vanguardia. La genialidad de Mozart y su desbordante capacidad de imaginación, lo conmueven. El dulce canto de Kirwayo es dulzura que lo emociona: “Kirwayo / en la oscuridad de la noche / endulzando el amargo / con la creciente ternura de su trino” El blues de Bessie Smith, el tango de Tita Merello están asociados a la expresión del pueblo, a la naturaleza social del poeta. El canto, la música de Serrat, Chopin, Rubén Blades, Manuelcha Prado, García Zárate… van tomándolo de la mano secuencialmente permitiéndole la evocación de seres que han desaparecido.

En torno al poeta, sólo seres humanos ausentes y esta nueva ausencia de la muerte asumirá entonces una doble naturaleza: Por un lado, es una muerte cotidiana; por otro, insondable extravío.


LA MUERTE COTIDIANA, ANUNCIADORA DEL REENCUENTRO CON LOS MUERTOS.

Los amigos y maestros, si bien se han marchado cuando menos lo esperaba el poeta, no han dejado de ser. Continúan existiendo como parte de la naturaleza. Mutaron sus formas. Se fundieron con el paisaje, retornando a una existencia anterior, a la comunión primigenia entre el hombre y la naturaleza. Aquí, el yo poético evoca a sus maestros y amigos, entre ellos: Víctor Mazzi, el Gringo Viejo, Percycha. Y ante su partida, sólo puede reclamarles afectuosamente por la repentina muerte. Víctor es el recuerdo permanente de las reuniones nocturnas en su casa, la bohemia, el blues, el tango mientras leían poetas de vanguardia social como Juan Gelman y Elvio Romero. La música y la poesía son explicación del entorno ideológico-social del yo poético, expresión de sus mismas inquietudes y búsquedas, capacidad de asombro. Los versos de Gelman cargados de ternura, ironia y violencia. La poesía de Elvio, invadida por la contradicción entre la naturaleza y el ser humano, el bien y el mal. La casa y el recuerdo del maestro están unidos a la naturaleza rural de Lima: cipreses, rumor del río. El afecto al amigo, el poder de la evocación y la nostalgia del pasado, han tornado inexistente a la muerte. Esta es sólo el decir, la suposición –nueva alusión al proceso de desmaterialización que la propia palabra connota-. La partida, por ser imposible de comprobar, es ilusoria. Negándose así, la anulación que significaba la muerte misma y preservando la existencia. El poeta le asigna una nueva naturaleza en comunión con la vida, fortaleciéndose la presencia del hombre. La existencia que se afirma a través de la memoria.

El Gringo Viejo, quien parece haber olvidado su compromiso de inmortalidad en el vino –elixir de la vida-, se ha marchado a otros espacios metafísicos. El maestro que multiplica amistades con la sola referencia de su nombre y supo ser amigo de las causas justas se ha ido, ¿dónde estará? - se pregunta el poeta. Seguramente continúa luchando por las utopías, distanciándose de los bárbaros, con toda su ciencia y su grandeza. La evocación de los amigos es entrañable, colmada de afecto y admiración. El poeta sabe que los grandes hombres no pueden irse, sólo se vuelven uno con el paisaje, como Percy y su libertad absoluta en la naturaleza. El poema revela entonces una concepción animista del mundo: HOMBRE-MUNDO-VIDA. La cosmovisión del poeta le permite creer en la transfiguración de formas, en la conservación de la esencia en la naturaleza. La comunión del hombre con el mundo, la tierra, el paisaje y todo cuanto lo rodea, son parte del yo poético. Ocupamos nuevos espacios tras la muerte. En esta parte del libro, la muerte es sólo el tránsito apacible hacia nuevas formas de existencia. Únicamente aguardamos el reencuentro para dar continuidad a los sueños y esperanza.”


NOTAS

1 Bartleby, personaje del cuento del mismo nombre, de Herman Melville.

2 “No hay colores ni sones en sí, desprovistos de significación: tocados por la mano del hombre, cambian de naturaleza y penetran en el mundo de las obras. Y todas las obras desembocan en la significación; lo que el hombre roza, se tiñe de intencionalidad, es un ir hacia… el mundo del hombre es el mundo del sentido.” Paz, O. (2005): El arco y la lira. México, FCE, p.19.

domingo, 19 de junio de 2011

POESÍA ITALIANA SIGLO XX.

Presento aquí una muestra de tres poetas representativos de la escuela hermética italiana. La selección presenta un breve esbozo de la evolución estética de los tres poetas más importantes, fundadores de la novísima poesía que emergió en el siglo XX. Esta escuela concibe la poesía como revelación, alejada del gran público lector. En ellos, el texto poético se sustrae de la cotidianidad y se presenta como atemporal, en el que la literatura no se empeña en fines prácticos inmediatos.

La poesía hermética italiana funda un espacio muy importante en la poesía contemporánea, añade una condición intimista y autorreflexiva, necesaria en su visión de la perspectiva social concurrente. El primer autor, Salvatore Quasimodo, en su primera etapa creativa, su poesía es representada en forma escueta, minimalista, de contenido simbólico. Posteriormente, abandona el hermetismo, sus temas poéticos se centran en problemas sociales, utiliza la analogía entre las esclavitudes humanas actuales y la mitología griega. En el segundo autor, Eugenio Montale, su poesía es breve, austera y de sinuosa sintaxis. Muestra mucho apego a temas referidos a cosas y hechos concretos.

Finalmente el tercer poeta, Giuseppe Ungaretti, en su obra poética se visualiza La búsqueda de un nuevo sentido que revalorice la palabra, reduciéndola a sus elementos más esenciales, remodelando el verso, creando nuevos ritmos, buscando la esencialidad de su significado.


Salvatore Quasimodo*

Y súbito la noche

Hendido por un rayo de sol
todo hombre está solo
sobre el corazón de la tierra;
de pronto,
la noche que cierra.

(Versión de Carlos López Narváez)


Otoño

Otoño manso, yo me poseo
y me inclino ante tus aguas para beber el cielo,
suave fuga de árboles y abismos.

Áspera pena del nacer
me encuentra unido a ti;
y en ti me quebranto y repongo:
pobre cosa caída
que la tierra recoge.


La Poesía

Una noche en que la nieve adormecía ángeles sobre las cumbres
y, sobre los tejados, derramaba crisantemos,
quizá, al lado de mi cuerpo frío, buscó calor,
desnuda como todas las canciones de los nómadas,
pura como todas las rosas de los huertos desconocidos,
donde las rugosas glebas y los búcaros de las flores blancas
ofrecen rocío a los pájaros sedientos.

Acaso, siempre había estado a mi alrededor,
en mi casa de frágil soñador,
abierta a las estrellas cenicientas
que desde el cielo traen los besos de los niños muertos sin amor.

Ahora, es como un incensario de ágata purísima
que arde entre las columnas de la habitación de amatista,
donde la hora matutina, huyendo de mis besos de Nocturno,
dejó el amor y el llanto de todos los caminos del mundo.

Arde, y el incienso es sonrisa de muchacha,
arde y el hachís es caricia de boca
sobre los pechos de una mujer perfecta.

En la hora en que las luciérnagas se encienden
sobre los vaporosos cristales de los castillos encantados,
y las canciones del sueño tienen cadencias de estrellas,
sumisamente, besándonos en los ojos,
recitamos el Cántico del sol,
nuestra plegaria del crepúsculo,
que nos abre las puertas azules del sueño.

Ella me enseñará a hablar en la oscuridad;
mis canciones no tienen sol,
como el rebaño que, sonando sus esquilas,
a las fuentes desciende con las cabezas inclinadas.

(Traducción de Antonio Colinas)


Sílabas a Erato

A ti se pliega el corazón en soledad,
exilio de oscuros sentidos
en el que transmuta y ama
lo que ayer parecía nuestro
y ahora está sepultado en la noche.

Semicírculos de aire resplandecen
en tu rostro; te me apareces
en el tiempo que la primera ansiedad aflige
y me vuelves blanco, lenta la boca
a la luz de la sonrisa.

Por tenerte te pierdo
y no me aflijo: todavía eres bella,
quieta en dulce posición de sueño:
serenidad de muerte extremo gozo.


Canto de Apolo

Noche terrenal, en tu exiguo fuego
me complací alguna vez
y descendí entre los mortales.

Y vi al hombre
inclinado sobre el regazo de la amada
escuchándose nacer,
y transformarse entregado a la tierra,
las manos juntas,
abrasados los ojos y la mente.

Yo amaba. Frías eran las manos
de la criatura nocturna:
otros terrores acogía en el vasto lecho
donde al alba me despertó
un aleteo de palomas.

Luego el viento depositó hojas
sobre su cuerpo inmóvil;
se alzaron sombrías las aguas en los mares.

Amor mío, yo aquí me aflijo
sin muerte, solo.


De una mujer echada entre las flores.

Se adivinaba la estación oculta
por el ansia de las lluvias nocturnas,
por los cambios de las nubes en el cielo,
undosas leves cunas;
y yo estaba muerto.

Una ciudad suspendida en el aire
era mi último exilio,
y en torno me llamaban
las suaves mujeres de otros tiempos,
y la madre, renovada por los años,
con su dulce mano escogía entre las rosas
y con las más blancas ceñía mi cabeza.

Afuera era de noche
y los astros precisos seguían
ignotos caminos en curvas de oro
y las cosas vueltas fugitivas
me llevaban a rincones secretos
para hablarme de jardines abiertos de par en par
y del sentido de la vida;
pero a mí me dolía la última sonrisa
de una mujer echada entre las flores.


Nacimiento del canto.

Manantial: luz resurgida:
hojas arden róseas.

Yazgo sobre ríos colmados
donde son islas
espejos de sombras y de astros.

Y me arrolla tu regazo celeste
que nunca nutre de alegría
mi vida diferente.

Muero para volver a tenerte,
aunque sea desilusionada,
adolescencia de los miembros
enfermos.

* S. Q. Nació en Módica, Sicilia el 20 de agosto de 1901, falleció el 14 de junio de 1968 en Amalfi. Recibió el Premio Nobel de Literatura en 1959. Publicó: Aguas y tierras (1930). Oboe sumergido (1932). Erato y Apolión (1936). Y de repente la noche (1942). La vida no es sueño (1949). La tierra incomparable (1958). El poeta y el político (1960). Dar y tener (1966).






Eugenio Montale*


El vacío

Ha desaparecido también el vacío
donde, en un tiempo, se podía encontrar refugio.
Ahora sabemos que también el aire
es una materia que gravita sobre nosotros.
Una materia inmaterial, lo peor
que podía tocarnos.
No está bastante lleno porque debemos
poblarlo de hechos, de movimientos
para poder decir que le pertenecemos
y nunca le huiremos aunque muramos.
Atestar de objetos aquello que es
el solo Objeto por definición
sin que a él le importe nada, Oh torpe
comedia. ¡Y con qué celo la recitamos!



La forma del mundo
Si tiene el mundo la forma del lenguaje
y el lenguaje la forma de la mente,
la mente son sus plenos y vacíos
no es nada o casi y no puede salvarnos.

Así habló Papirio. Ya era noche
y llovía. Pongámonos a salvo,
dijo, y avivó el paso no advirtiendo
que era suyo el lenguaje del delirio.

(Versión de José Ángel Valente)


Encuentro

No me abandones tú, tristeza mía,
sobre el camino
que azota el viento extraño
con su cálido soplo, y cede; cara
tristeza al viento que se extingue: y empujada
por éste hacia la rada,
donde la última voz exhala el día,
viaja una niebla, alta se pliega un ala
de cormorán.

El tajo al lado del torrente, estéril
de aguas, vivo de piedras y argamasas;
tajo de humanos actos consumidos,
de mortecinas vidas declinando
más allá del confín
que en círculo se cierra: rostros secos,
manos, caballos en hilera, ruedas
chirriantes: vidas no: vegetaciones
del otro mar que la oleada vence.

Se avanza en el camino de cuajado
lodo sin rastro
como una procesión de encapuchados
bajo la rota bóveda, caída
casi hasta reflejar escaparates,
en un aire que envuelve nuestros pasos
densos e iguala los sargazos
humanos fluctuando en las cortinas
de bambú murmurante.

Si me abandonas tú, tristeza, único
presagio vivo en este nimbo, siento
que alrededor de mí se extiende
un rumor como de esferas cuando
una hora está próxima a sonar;
y caigo inerte en la apagada espera
del que no teme ya
en esta orilla sorprendida por la ola
lenta, que no aparece.

Tal vez vuelva a tener una apariencia:
en la rasante luz
un movimiento me conduce junto
a una mísera rama que en un tiesto
crece sobre una puerta de hostería.
A ella tiendo la mano, hacerse mía
siento otra vida, huella de una forma
que me fue arrebatada; y como anillos
en los dedos no hojas se me enroscan
sino cabellos.

Y nada más después. ¡Oh sumergida!:
desapareces como habías venido
y nada sé de ti.
Tu vida es tuya aún: entre las raras
vibraciones del día ya esparcida.
Ruega por mí,
para que yo descienda otro camino
distinto de una calle de ciudad,
en el aire perdido, ante el tropel
de los vivos; que te sienta a mi lado, que
descienda sin ruindad.

(Versión de José Ángel Valente)


Rememoro tu sonrisa...

Rememoro tu sonrisa, y es para mí como el agua límpida
hallada al azar en la pedrera de un arenal,
exiguo espejo en el que mira una hiedra sus corimbos;
y encima el abrazo de un tranquilo cielo blanco.
Ese es mi recuerdo; no sabría decir, en la distancia,
si en tu rostro se expresa libre un alma ingenua,
o si verdaderamente eres un fugitivo que el mal del mundo
     extenúa
llevando su sufrir consigo como un talismán.

Mas esto puedo decirte, que tu imaginada efigie
sumerge mis caprichosas inquietudes en una oleada de calma,
y que tu semblante se insinúa en mi gris memoria
sencillo como la copa de una joven palmera...

(Versión de F. Ferrer Lerin)

* E.M. Nacido en  Génova el 12 de octubre de 1896. Falleció en Milán el 12 de septiembre de 1981. Recibió el Premio Nobel de Literatura en 1975. Ha publicado: Ossi di seppia (Huesos de sepia, 1925). Le occasioni (Las ocasiones, 1939). Finisterre (1943). Quaderno di traduzioni (1948). La bufera e altro (El vendaval y otras cosas, 1956). Farfalla di Dinard (Mariposa de Dinard, 1956). Xenia (1966). Auto da fè (1966). Fuori di casa (Fuera de casa, 1969). Satura (1971). Diario del '71 y del '72 (1973). Sulla poesia (Sobre la poesía, 1976). Quaderno di quattro anni (Cuaderno de cuatro años, 1977). Altri versi (1980). Diario póstumo (1996).





Giuseppe Ungaretti*

La Piedad

1
Soy un hombre herido.
Y yo quisiera irme
y llegar finalmente,
piedad, a donde se escucha
al hombre que está sólo consigo.
No tengo más que soberbia y bondad.
Y me siento exilado en medio de los hombres.
Más por ellos estoy en pena.
¿No sería digno de volver a mí?
He poblado de nombres el silencio.
¿He hecho pedazos corazón y mente
para caer en servidumbre de palabras?
Reino sobre fantasmas.
Hojas secas,
alma llevada aquí y allá…,
No, odio el viento y su voz
de bestia inmemorable.
Dios, ¿aquéllos que te imploran
no te conocen más que de nombre?
Me has arrojado de la vida:
¿me arrojarás de la muerte?
Quizá el hombre también es indigno de esperanza.
¿Hasta la fuente del remordimiento está seca?
El pecado, qué importa
si ya no conduce a la pureza.
La carne apenas recuerda
que tuvo fuerza una vez.
Loca y gastada está el alma.
Dios mira nuestra debilidad.
Queremos una certeza.
¿Ya ni siquiera te ríes de nosotros?
Compadécenos entonces, crueldad.
No puedo seguir amurallado
en el deseo sin amor.
Muéstranos una huella de justicia.
Tu ley, ¿cuál es?
Fulmina mis pobres emociones,
libérame de la inquietud.
Estoy cansado de gritar sin voz.

2
Carne melancólica
donde una vez pululó la alegría,
ojos entreabiertos del despertar cansado,
¿ves tú, alma demasiado madura,
lo que seré caído en la tierra?
Está en los vivos el camino de los difuntos,
nosotros somos una riada de sombras,
y ellas el grano que explota en el sueño,
de ellas es la lejanía que nos queda
y de ellas la sombra que da peso a los nombres.
La esperanza de una gran sombra
¿sólo es esto nuestra suerte?
¿Y no serías tú más que un sueño, Dios?
Temerarios, por lo menos un sueño
queremos que sea semejante a ti.
Es parto de la locura más clara.
No tiembla en nubes de ramas
como pájaros de la madrugada
al borde de los párpados.
En nosotros está y languidece,
llaga misteriosa.

3
La luz que nos aguija
es un hilo cada vez más sutil.
¿Sólo deslumbras matando?
Dame ésta alegría suprema.

4
El hombre, monótono universo,
cree acrecentar sus bienes,
y de sus manos febriles
no salen, sin fin, más que límites.
Pegado al vacío,
a su hilo de araña,
no teme ni seduce
más que a su propio grito.
Evita el desgaste haciendo tumbas,
y para pensarte, Eterno,
no tiene más que blasfemias.

(Versión de Jesús López Pacheco)



A la salida

Quién viniera conmigo a través de los campos

el sol se esparce en diamantinas
gotas de agua
sobre la frágil hierba

Me recuesto con
el placer
del apacible corazón del universo
Las montañas crecen
en corrientes de sombra lila
y se perfilan contra el cielo

En la luminosa cúpula arriba
el hechizo se ha roto

Y yo retorno hacia mí
y anidado me escondo dentro de mí mismo

Versa, 27 Abril 1916


La muerte meditada

Canto quinto
Has cerrado los ojos,
nace una noche
nena de falsos huecos,
de ruidos muertos
como de corchos
de redes caladas en el agua.

Tus manos se hacen como un soplo
de inviolables lontananzas,
inaferrables como las ideas,

y el equívoco de la luna
y el balancearse, dulcísimos,
si quieres posármelas sobre los ojos,
tocan el alma.

Eres la mujer que pasa
como una hoja
y dejas en los árboles un fuego de otoño.

(Versión de Jesús López Pacheco)


Los ríos

Me apoyo en este árbol mutilado
abandonado en esta hondonada
que tiene la languidez
de un circo
antes o después del espectáculo
y miro
el pasaje quieto
de las nubes sobre la luna

Esta mañana me he tendido
en una urna de agua
y como una reliquia
he reposado

El Isonzo fluyendo
me pulía
como a una de sus piedras

He alzado
mis cuatro huesos
y me fui
como un acróbata
sobre el agua

Me he arrodillado
junto a mis ropas
sucias de guerra
y como un beduino
me he inclinado a recibir
el sol

Este es el Isonzo
donde mejor
me he reconocido
una dócil fibra
del universo

Mi suplicio
es cuando
no me creo
en armonía

Pero aquellas ocultas
manos
que me amasan
me regalan
la rara
felicidad

He repasado
las épocas
de mi vida

estos son
mis ríos.

Este es el Serchio
al cual están unidos
dos mil años casi
de mi gente campesina
y mi padre y mi madre

Este es el Nilo
que me ha visto
nacer y crecer
y arder la inconsciencia
en las extensas llanuras

Este es el Sena
y en su turbulencia
me he mezclado
y me he conocido

Estos son mis ríos
reunidos en el Isonzo

Esta es mi nostalgia
que en cada uno
me vislumbra
ahora que es de noche
que mi vida me parece
una corola
de tinieblas

(Trad. Rodolfo Alonso)


* G.U. Nacido en Alejandría, Egipto el 8 de febrero de 1888, fallecido en Milán el 2 de junio de 1970. Publicó: El puerto sepultado (1916). Alegría de náufragos (1919). Sentimiento del tiempo (1933). El dolor (1947). La tierra prometida (1939). La vida de un hombre (1977) En esta última se recoge toda su poesía editada. Participó en la primera guerra mundial. Ejerció la docencia en Roma y Brasil.

martes, 7 de junio de 2011

EL PROYECTADO VIAJE A BUENOS AIRES DE JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI

Cada 14 de junio en Perú se celebra el natalicio de José Carlos Mariátegui, inserto aquí el artículo escrito por Eduardo Ibarra Sánchez sobre el atropello que sufriera nuestro Hamutaq por parte del gobierno de Augusto B. Leguía. Muchos articulistas han escrito como anécdota esta parte de la historia del naciente socialismo peruano, cuando la crisis mundial de 1929 apretaba en las economías sumidas bajo el imperio yanqui, y el gobierno de Augusto B. Leguía decidió reprimir con mayor dureza las organizaciones sindicales y políticas.

Eduardo Ibarra muestra los detalles y la trama interior del desenlace de la represión sufrida por José Carlos Mariátegui. Esclarece los motivos por los cuales el Amauta necesitó emigrar a Buenos Aires y establecerse con su familia, para continuar con el proyecto socialista para el Perú.

El pensamiento de Mariátegui aún apasiona y muestra a los estudiosos de la realidad peruana como seguir un camino creativo de interpretación y un derrotero de un Perú nuevo dentro de un mundo nuevo.

El Proyectado Viaje a Buenos Aires de José Carlos Mariátegui.

Eduardo Ibarra Sánchez

El esclarecimiento de las causas y del objeto de este viaje, tiene, sin la menor duda, especial importancia, pues, a más de exigir la crítica a las versiones antojadizas y malintencionadas de algunos autores, permite, como consecuencia de ello, subrayar la actitud de Mariátegui ante la lucha interna en el Partido Socialista del Perú. Este es el propósito del presente artículo.



I



En enero de 1927, Luis Valcárcel y Carlos Manuel Cox fueron apresados a raíz de una conferencia dictada por el primero en la ciudad de Arequipa. Valcárcel fue puesto en libertad algunos días después, mientras Cox fue deportado. Este evento denunciaba ya la actitud del gobierno de Leguía ante el movimiento que generaba la revista Amauta y constituye el antecedente más o menos inmediato de la represión de junio.

En el número 9 de la revista Amauta (mayo 1927), dedicado a la acción antiimperialista, habían aparecido, entre otros, artículos como Mientras ellos se extienden, de Jorge Basadre; Ellos y nosotros, de Martínez de la Torre; América para la humanidad, de Dora Mayer; Nuestro nacionalismo, de Núñez Valdivia; Sobre el papel de las clases medias en la lucha por la independencia económica de América Latina, de Haya de la Torre. Este contenido central desató, pues, las furias del gobierno de Leguía y de los intereses que representaba y, así, el 5 de junio Amauta fue clausurada, Mariátegui fue recluido en el Hospital Militar de San Bartolomé y decenas de luchadores sociales fueron confinados en la isla de San Lorenzo (1).


Editorial de la revista Amauta, después de sufrir censura por el gobierno de Augusto Bernardino Leguía.
En carta del 10 de junio de 1927, dirigida a La Prensa, Mariátegui denunció la patraña gubernamental: “1ª- “Acepto íntegramente la responsabilidad de mis ideas, expresadas claramente en mis artículos de las revistas nacionales o extranjeras en que colaboro o de la revista “Amauta”, fundada por mí en setiembre último, con fines categóricamente declarados en su presentación; pero rechazo en modo absoluto las acusaciones que me atribuyen participación en un plan o complot folletinesco de subversión”. “2ª- Remito a mis acusadores a mis propios escritos, públicos o privados, de ninguno de los cuales resulta que yo, marxista convicto y confeso, -y como tal, lejano de utopismos en la teoría y en la práctica- me entretenga en confabulaciones absurdas como aquella que la policía pretende haber sorprendido y que tampoco aparece probada por ninguno de los documentos publicados”. “3ª- Desmiento terminantemente mi supuesta conexión con la central comunista de Rusia (o cualquiera otra de Europa o América); y afirmo que no existe documento auténtico alguno que pruebe esta conexión. (Recordaré a propósito que cuando se dio cuenta de los resultados del registro de la oficina rusa de Londres, se anunció que no se había encontrado, entre las direcciones o datos de corresponsales de América, ninguno relativo al Perú)”. “5ª- Tengo segura noticia de que la reunión sorprendida por la policía en el local de la Federación Gráfica, ha sido una reunión de la editorial Obrera “Claridad” que nada tenía de ilícita ni clandestina. Las citaciones respectivas se publicaban en los diarios”. “No rehuyo ni atenúo mi responsabilidad. La de mis opiniones las acepto con orgullo. Pero creo que mis opiniones no están, conforme a la ley, sujetas al contralor y menos a la función de la policía ni de los tribunales” (2). Y en carta del mismo mes de junio, dirigida a La Correspondencia Sudamericana, precisó: “En el Perú no se ha descubierto ninguna conspiración comunista. La policía no ha podido apoyar sus enfáticas aseveraciones en ninguna prueba seria. Los documentos publicados consisten en cartas cambiadas entre estudiantes desterrados y obreros de Lima, que no contienen más que la reafirmación de ideas fervorosamente profesadas y la enunciación de propósitos de propaganda”. En las mismas líneas, hizo un balance de la represión: “reclusión en la Isla de San Lorenzo de cuarenta ciudadanos, entre escritores, intelectuales y obreros; clausura de la revista “Amauta’”, órgano de los intelectuales y artistas de vanguardia; deportación de los poetas Magda Portal y Serafín del Mar a la Habana; acusaciones y vejámenes a la poetisa uruguaya Blanca Luz Brum, viuda del gran poeta peruano Juan Parra del Riego; cierre por una semana de los talleres y oficinas de la Editorial Minerva; prisión mía en el Hospital Militar donde permanecí seis días, al cabo de los cuales se me devolvió a mi domicilio con la notificación de que quedaba bajo la vigilancia de la policía” (3).



Con este esclarecimiento y esta denuncia, Mariátegui desinfló la patraña y mostró ante la opinión pública nacional e internacional las dimensiones de la represión.

En una carta de Gamaliel Churata a Mariátegui del 2 de julio de 1927 se habla de la idea del segundo de viajar a Buenos Aires: “De cuanto tiene usted la amabilidad de comunicarme en relación a sus planes, nada me impresiona mejor que su idea de ir a Buenos Aires. Estoy completamente convencido que usted no debe esperar a que el Gobierno del país le impida seguir publicando Amauta, sino que debe usted alzar anclas con motivo de lo ocurrido y plantarse en esa capital, donde así como se acrecienta su figura de apóstol de una espiritualidad continental autóctona, irradia su obra en condiciones que luego la harán indestructible” (4). Por su tenor, es claro que la carta de Churata respondía a una de Mariátegui (5). “Con motivo de lo ocurrido”, dice Churata, y esto sugiere que el maestro le había referido puntualmente la represión desatada por el gobierno de Leguía contra el movimiento popular e intelectual, el cierre de Amauta y su misma prisión, quedando estos dos últimos hechos como las causas de su idea de viajar.


Horacio Quiroga, Samuel Glusberg y Leopoldo Lugones. foto de 1929. Glusberg mantuvo una correspondencia activa con Mariátegui, fue representante de la revista Amauta en Buenos Aires.
La primera noticia directa de Mariátegui relativa a dicha idea que proporciona la Correspondencia aparece en su carta a Samuel Glusberg del 30 de setiembre: “Trataré de reanudar en Lima la publicación de “Amauta”. Si no pudiera conseguir la reconsideración de su clausura, me dedicaré a preparar mi viaje a Buenos Aires para establecer ahí la revista, que tiene extensa base de circulación americana, y seguro éxito en el Perú, donde la considerable importación de revistas argentinas consiente introducirla en gran escala, aun en el caso de que se prohiba su entrada. Me sería absolutamente imposible permanecer sofocado aquí material e intelectualmente. Mi presencia en el Perú debe tener un objeto. Si lo pierde, nada la justifica” (6).



En la carta del 15 de octubre de 1927 a Enrique Bustamante y Ballivián, Mariátegui ratificó la causa y el objeto de su idea de viajar a la capital argentina y precisó algunos conceptos significativos: “El descomunal bluff del complot comunista se ha desvanecido, en tanto. De suerte que, apenas restablecido, he podido abordar el problema de la reorganización de “Amauta” dentro de ambiente más sereno. Yo me lo había planteado desde el primer momento en los siguientes inflexibles términos: o se me consentía continuar “Amauta” en Lima o yo tomaba el camino del destierro para establecerla en Buenos Aires. La rigidez de este esquema no procede naturalmente de que yo considere indispensable para la salud del Perú ni para la misión de su vanguardia la salida de “Amauta”, sino de que identifico momentáneamente con esta obra las posibilidades y el sentido mismo de mi trabajo intelectual en el Perú. Aparte de que, personalmente, considero imposible vivir dentro de una atmósfera física y espiritualmente sofocante. La justificación de mi permanencia aquí, la encuentro enteramente en mi trabajo” (7).

En esta etapa hay algunas otras referencias a la idea del viaje en cartas como la de Luis E. Valcárcel del 7 de julio de 1927, la de Herrera del 6 de noviembre del mismo año, la de Glusberg de diciembre del mismo año también, la de Alberto Hidalgo sin indicación de día y mes pero con indicación del año anotado en este mismo párrafo.

Tanto las declaraciones de Mariátegui como las de sus amigos prueban, pues, que la idea del viaje a Buenos Aires se derivó de la clausura de Amauta y del acoso policial que se prolongó más allá de la represión del 5 de junio. Y que su objeto era “establecer ahí la revista”. Como se ha visto, la publicación de Amauta en Argentina y su introducción al Perú, incluso por vía ilegal, fue una posibilidad considerada ya por Mariátegui en setiembre de 1927. Sin embargo, como se ha visto también, el maestro trataba de conseguir el levantamiento de la clausura de su revista y, así, permanecer en el país. Por otro lado, como dice la cita, no consideraba “indispensable para la salud del Perú ni para la misión de su vanguardia la salida de “Amauta”, lo que significa que en su espíritu el maestro no anidaba ningún sentimiento egotista ni en su pensamiento la idea de que la misión de la vanguardia dependía rígidamente de la salida de la revista. Ciertamente en su proyecto político, Amauta cumplía la función de cribar la vanguardia: “Amauta” cribará a los hombres de la vanguardia –militantes y simpatizantes– hasta separar la paja del grano. Producirá o precipitará un fenómeno de polarización y concentración” (8). Pero la cita sugiere que esta función podía ser cumplida también por otro medio, o incluso que podía ser acometida de alguna otra forma. Consideraba Mariátegui, sin embargo, que, temporalmente, sus posibilidades y el sentido mismo de su trabajo intelectual en el Perú se identificaba con la obra de Amauta, y que, debido a esto, su permanencia en el país dependía de que pudiese seguir publicándola. A esas alturas su idea de viajar era, pues, una disposición condicional.

Convalescencia de Mariátegui en Hospital luego de la amputación de su pierna izquierda. Con los miembros de la revista Obrera Claridad, Lima 1924.
En una del 25 de octubre de 1927, Carlos Sánchez Viamonte le transmitió a Mariátegui: “Encantado con las noticias que me da de su salud y deseando (perdóneme el egoísmo) que se vea precisado a radicarse entre nosotros para seguir publicando Amauta” (9). En una del 29 del mismo mes y año, Oscar Herrera le informó al maestro: “Siguiendo mi costumbre contesté su carta aprovechando el primer correo salido después de su recepción y le hablaba entonces de la favorable acogida que Ud. Tendría en esta gran ciudad por las gentes de letras, que conocen bastante su obra y aprecian su valor debidamente. Le decía posteriormente, al escribirle por segunda vez sobre la posibilidad de su venida a ésta, que el Dr. Alfredo Palacios se había comprometido espontáneamente a presidir una manifestación que le recibiría a Ud. en la estación del ferrocarril” (10). Estas cartas –remitida la primera desde La Plata y la segunda desde Buenos Aires– demuestran que, a cuatro meses de la represión de junio, la noticia del viaje de Mariátegui había circulado ampliamente en Argentina. En una del 1º de noviembre de 1927, Samuel Glusberg ratificó las palabras de Herrera: “Aquí se le aprecia mucho y de venir usted a Buenos Aires se encontraría con numerosos amigos” (11).



Así, pues, mientras las clases dominantes peruanas acosaban y reprimían a Mariátegui, argentinos y peruanos residentes en Argentina le abrían los brazos para que continuara allí su acción revolucionaria.

En diciembre de 1928, es decir a seis meses de su clausura, Mariátegui logró que el número 10 de Amauta viera la luz (12). Por esto se quedó en el país, aunque sin desechar la idea de su traslado a Buenos Aires. En su carta a Glusberg del 10 de enero de 1928, explicó esta situación: “He conseguido reanudar la publicación de “Amauta” en Lima. Pero, naturalmente, los azares de la política criolla pueden, después de un tiempo, interrumpirla otra vez. La policía peruana no sabe distinguir entre especulación ideológica y conspiración o montonera. Si “Amauta” sufriera una nueva clausura, renunciaría a la tarea de rectificar el juicio de esta gente y me dirigiría a Buenos Aires donde creo que mi trabajo encontraría mejor clima y donde yo estaría a cubierto de espionajes y acechanzas absurdas” (13). Es decir Mariátegui mantenía viva la idea de viajar, pues sabía perfectamente que el acoso a su persona no era una cuestión episódica, sino permanente.

En una del maestro a Nicanor A. de la Fuente del 29 de diciembre de 1927, se puede leer: “Quiero comunicarle yo mismo la reaparición de “Amauta”. El número ha encontrado aquí entusiasta acogida y caluroso comentario. “Amauta” entra en una fase de estabilización” (14). Ciertamente la represión del 5 de junio había significado únicamente un corte temporal en el desarrollo normal de Amauta, en la lucha por dotar a las clases trabajadoras de una conciencia de clase, en el proceso de criba de la vanguardia, lo que determinó el optimismo que expresa lo citado, optimismo que no amenguaba, sin embargo, el espíritu alerta de Mariátegui: “los azares de la política criolla pueden, después de un tiempo, interrumpirla otra vez”.

 

II



La situación de permanente vigilancia y acoso en que Mariátegui tenía que trabajar por dotar al proletariado peruano del instrumento político para su emancipación, acusó una segunda etapa a partir de setiembre de 1929. En esta fecha el gobierno de Leguía confinó en la Isla de San Lorenzo a Juan Jacinto Paiva, colaborador del periódico Labor, prohibió la publicación del número 11 de este periódico y, mediante sus polizontes, amenazó a algunos vendedores por exhibirlo. En la carta del 25 de setiembre de 1929 a Esteban Pavletich, el maestro comentó estos hechos: “Nos han suprimido en estos días “Labor” que había llegado al Nº10. Este número precisamente tuvo gran éxito en las masas. Pero, por esto mismo atrajo demasiado la atención de la policía, que espiaba su desarrollo. Parece que un artículo sobre “Talara, feudo de la Internacional Petroleum Co.”, dio lugar a una gestión de esta empresa todopoderosa contra nosotros. Hemos reclamado al Ministerio de Gobierno; y las organizaciones obreras, según sé, presentarán memoriales sosteniendo nuestra demanda; pero parece imposible que de inmediato obtengamos éxito. Dado el golpe contra “Labor” no se querrá volver atrás fácilmente”. “Ha sido apresado, poco antes de la prohibición de “Labor”, uno de nuestros compañeros, Juan J. Paiva, venido no hace mucho de París. No se le puede acusar sino por sus lecturas y su correspondencia, porque no había tenido tiempo de relacionarse extensamente en el ambiente obrero. Se le han secuestrado sus libros y algunas cartas. Esto es todo lo que obra contra él en poder de la policía; pero es bastante para que, inflado convenientemente, permita a ésta imaginarse que está sobre la pista de algún complot” (15).

Expresando una idea que, constatadamente, le venía de la represión de 1927, en una a Samuel Glusberg del 10 de junio de 1929 Mariátegui confesó: “Me acosa aquí, en general, la represalia siempre cobarde de toda la gente que combato o que, simplemente, desprecio por su estupidez, su mediocridad, su arribismo. Por eso, se apodera de mí con frecuencia el deseo urgente de respirar la atmósfera de un país más libre. Si no me apresuro a satisfacerlo es, más que por mi invalidez física, de la que todavía no me he curado en lo posible, por no dar la impresión de que abandono, cansado y vencido, mi lucha” (16).

Foto 05: Es posible que la existencia de este periódico [Labor] resulte incómoda a las grandes empresas mineras que infringen las leyes del país en daño de sus obreros; es posible que tampoco sea grata al gamonalismo latifundista, que se apropia de las tierras de las comunidades, celosamente amparadas por “LABOR” en su sección “El Ayllu”. Pero ni uno ni otro hecho me parecen justificar la clausura de este periódico por razones de orden público."

Es claro, pues, que eran las condiciones de vigilancia y acoso permanentes las que seguían acicateando a Mariátegui a viajar a Buenos Aires. Pero además, hay que tener en cuenta que tales afirmaciones son posteriores en ocho meses a la fundación del Grupo Organizador del Partido Socialista y paralelas a la Conferencia Comunista realizada en Argentina, por lo que podemos imaginarnos que en ellas se reflejaban también las enormes dificultades que significaban para el maestro, reducido a una difícil movilidad, la actividad clandestina y la relación con los compañeros extranjeros. Por otra parte, las mismas afirmaciones demuestran que, desde 1927, en el espíritu de Mariátegui se debatían dos sentimientos, dos convicciones: 1) “el deseo urgente de respirar la atmósfera de un país más libre”; 2) “no dar la impresión de que abandono, cansado y vencido, mi lucha”. Este dilema, este debate interior, lo expresaría ulteriormente en diversas formas.

Como ha quedado dicho, en setiembre el gobierno de Leguía clausuró Labor. En carta del 9 de octubre a José Malanca, el maestro se extendió sobre el tema: “Nos han suprimido “Labor”. Las organizaciones obreras están acordando memoriales de adhesión a nuestra demanda para que se nos permita continuar su publicación. Pero, con motivo de ciertas o supuestas conspiraciones en el ejército, extrañas en todo caso al movimiento sindical, todo papel suscita alarmas y sospechas. Se ha notificado a la imprenta para que no se publique nada mío ni de los obreros. No sé aún si esta notificación concierne en alguna forma a “Amauta”, cuyo número 26 está listo, a toda costa, como la vez pasada. Si la clausuran, saldré del país. Preferible será esto a resignarme a que ahoguen mi voz en silencio. Sin “Amauta”, sin “Labor”, sin una tribuna, no sabré resistir a la necesidad desesperada de respirar la atmósfera de un país libre” (17).


Lima 1929, Bosque de Matamula. Acompañan a Mariategui Nömi Milstein, Miguel Adler, Blanca del Prado, Ricardo Florez, José Malanca, Jorge Del Prado y Ricardo Martínez de la Torre.
En una a Glusberg del 21 de noviembre de 1929, relató el asalto policial a su casa: “No tengo a la vista su última, tan interesante y grata, por haberme sido secuestrada el lunes último a las 8 p.m. con toda mi correspondencia privada y la administrativa de “Amauta”. A esa hora, o algunos minutos antes, charlaba yo en mi estudio con Héctor Ruiz Díaz, el pianista argentino, y Ricardo Vegas García, corresponsal de “La Nación” de Buenos Aires, sobre la venida de Waldo Frank. (…). No habíamos avanzado mucho en esta conversación cuando se presentó en mi casa, aparatosamente, la policía. Varios agentes encabezados por uno de los jefes de Investigaciones penetró en mi estudio. Se me notificó de que había orden de detenerme y registrar mi domicilio. A Vegas García y Ruiz Díaz se les dijo que estaban también presos. Ambos protestaron y yo insistí en que Ruiz Díaz era un conocido artista extranjero. Nada valió. Fueron conducidos a la comisaría próxima donde se les retuvo hasta el día siguiente. Había orden estricta de que se detuviera a todas las personas que se encontraran en mi casa. Mientras esto ocurría en mi biblioteca, otros agentes entraban violentamente en el interior de la casa con revolver en mano intimando rendición a las muchachas sirvientas y a un jovencito que copiaba a máquina un ejercicio escolar. Siguió el registro. Como quince agentes ocupaban las habitaciones registrando los muebles. Varios más se estacionaban en la entrada. En la calle, policía uniformada completaba el personal en operaciones. La pesquisa no perdonó ningún mueble. Se me extrajo de los bolsillos mi vieja cartera, antigua compañera de viajes y penurias, y todos mis papeles. De mi sillón de ruedas, se sacó entre otros papeles el cable de Waldo Frank y las copias de la carta y el cable de invitación, publicados ese día por la prensa. Hasta las 2 y ½ duró la cosa. Tuve que hacer enormes esfuerzos para impedir que se llevaran mi biblioteca. No pude impedir que se incautaran de mi correspondencia, la de “Amauta”, los libros administrativos, recortes de mis artículos, originales y apuntes, libros y revistas y hasta fotografías artísticas. Quedé informado de que estaba preso e incomunicado en mi casa. 8 policías recibieron encargo de custodiarme y se instalaron en una habitación interior y en el hall, entrando y saliendo ruidosamente. Toda mi familia veló. Había el peligro de que esta gente introdujera armas o cualquier cosa con el objeto de comprometerme y denunciarme en la prensa, sin que yo pudiera rectificar, porque los periódicos no publican en estos casos sino lo que tiene el VºBº policial”. (…). “Toda persona que llamaba a la puerta era detenida. En esta forma, fueron detenidos el pintor Ricardo E. Flórez, el escritor José Diez Canseco, tres estudiantes del Seminario de Cultura Peruana, el secretario-administrador de ‘Amauta’ y estudiante de letras Navarro Madrid, un mensajero de la revista, la escultora Carmen Saco y el joven pintor Jorge del Prado. Sé que se han hecho más o menos 180 prisiones. Los agentes se jactaban de una gran movilización. A la misma hora habían allanado y ocupado treinta domicilios. Entre los presos se encuentran Adler y su novia Nömi Milstein; y la persecución tiene un curioso carácter anti-semita. (…). El gobierno que acaba de imponer a los obreros de las minas de Morococha, después de una huelga, la renuncia al aumento que exigían, defiende probablemente los intereses la gran compañía minera del Centro Cerro de Pasco Copper Corporation. Se aprovecha del raid contra los organizadores obreros, para hostilizar a los artistas y escritores de vanguardia que me ayudan a mantener “Amauta”. “Sólo el escándalo que en los más diversos elementos causó la noticia de mi prisión y la de todos los míos en mi casa –divulgada por las personas del barrio– y la intervención de algunas personas influyentes ha podido librarme de una situación insostenible. Pero los calabozos siguen llenos de presos. Probablemente, había la intención de afirmar que en mi casa se había sorprendido una gran reunión de conspiradores. Contra lo de costumbre, pues recibo de 6 a 8 y a esa hora se hace en mi estudio animada tertulia, no se encontraban conmigo sino dos personas tan extrañas a toda propaganda subversiva como Vegas García y Ruiz Díaz. (…) Se trata, también, de crear el vacío a mi alrededor aterrorizando a la gente que se me acerque. Se trata… de sofocarme en silencio. Mi propósito de salir del Perú con mi mujer y mis niños se afirma ante estos hechos. No puedo permanecer aquí. No me quedaré sino el tiempo necesario para preparar mi viaje. Saldré del Perú como pueda. Si se me rehusaran los pasaportes, desde ahora comprometo a todos mis amigos para que denuncien mi situación, así como para que gestionen el viso de las legaciones” (18).



En la carta del 22 de noviembre a César Miró, insistió en los diversos aspectos de su reseña y especificó algunas cosas: “A mí procedieron a registrarme sin miramiento alguno, como a un criminal, incautándose de mi cartera y hasta de mis tarjetas de visita”. (…). “Se apoderaron, sin embargo, de una colección italiana de obras socialistas y de otros libros, folletos y revistas”. “Nuestro secuestro duró hasta la tarde de anteayer miércoles. No se permitía salir a nadie. Mi mujer o las sirvientas sólo podían ir a la esquina para efectuar sus compras, acompañadas por la policía”. “Como es natural, se habla de conspiración comunista. Los judíos son considerados como miembros de una organización de agitadores. Mi casa es designada como el centro de la conspiración. Se me atribuye especial participación en la agitación de los mineros de Morococha, que en reciente huelga, que ha alarmado mucho a la empresa norte-americana, han obtenido el triunfo de varias de sus reivindicaciones, entre otras la de su derecho a sindicarse. El gobierno acaba de obligar a los obreros a renunciar al aumento que gestionaban. Y se teme que nosotros defendamos o incitemos a los obreros a la resistencia”. “Hasta este momento no se me ha devuelto ni un libro ni un papel, a pesar de que según declaraciones del Ministro se ha dado orden de que cese toda medida contra mí. Garantías muy relativas, sin duda, si se apresa en provincias a quien ha tenido alguna vez relación conmigo y si se trata de aislarme en el terror”. “Paiva continúa preso en la Isla. (…). No hace falta agregar que “Labor” continúa prohibida. Ni tampoco que estoy más decidido y obligado que nunca, mientras permanezca en el Perú, a no cejar en la lucha por el socialismo y por la organización del proletariado” (19).

Mariategui y los trabajadores mineros de Morococha, octubre 1929. Ricardo Martínez, Jorge del Prado, Gamaniel Blanco, Alejandro E. Loli, Abel Vento, Ramón D. Azcurra y Adrián C. Sovero. Durante la huelga minera, Mariátegui asesoró a los trabajadores en conflicto con la empresa norteamericana Cerro de Pasco Copper Co. lo que motivó la presión de la embajada de dicho país para que se apresase al amauta y su entorno.

El 25 del mismo mes, le escribió a R. Pineda, a la sazón Director de Policía: “El funcionario de policía que dirigió el registro, Dr. Vergara, me aseguró al practicar esta operación que todo me sería devuelto. Pero ni aun aquello que habría sido fácil examinar en poco tiempo, como mis tarjetas de visita, mis colecciones de fotografías artísticas, mis legajos de recortes y originales y los archivadores de la Sociedad Editora “Amauta” me ha sido restituido hasta la fecha” (20).

Un día después le informó a Joaquín García Monje: “Se me ha hecho decir que no se me molestará y que “Amauta” puede seguir apareciendo; y en este momento se me avisa que se me devolverán mis papeles. Pero ya sé a qué atenerme respecto a estas garantías. Tengo la impresión de que no podré permanecer en el Perú mucho tiempo. Mi primera determinación fue pedir mis pasaportes para Buenos Aires. Luego, he vuelto a mi decisión de hace dos años, después de otra agresión: la de combatir por mis ideas en el Perú mientras sea en algún modo posible. Tengo derecho a un poco de descanso y a un período de tranquilidad. Pero no quiero que se piense que abandono el campo. El rol, del deportado o exilado es más fácil; pero a mí me ha atraído siempre lo difícil” (21).

En la carta del 29 de noviembre, lo puso al corriente a Glusberg: “El escándalo causado por las medidas contra mí y los míos y la energía serena con que los obreros han defendido a sus presos, han impuesto una rápida rectificación. No se ha publicado nada, no se ha dicho nada; pero ya no habrá elementos para hablar, como de costumbre, de complot comunista. El globo está desinflado sin exhibición. Creo, sin embargo, que si dispondré de más tiempo y calma para preparar mi viaje a Buenos Aires, ése será siempre mi camino. No me es posible trabajar rodeado de acechanzas. Aunque me cueste un gran esfuerzo vencer el temor a la idea de que abandono el campo por fatiga o por fracaso, no puedo llegar a un extremo límite de sacrificio físico y mucho menos imponerlo a los míos” (22).

Samuel Glusberg (segundo izquierda) coordinó la llegada de Mariátegui a Buenos Aires.
En la del 18 de diciembre a Glusberg también, informó: “Conversando con Frank, que ha sido muy gentil y deferente conmigo en todo instante, me he afirmado en mi intención de marchar a Buenos Aires” (23). En la del 9 de febrero de 1930, igualmente a Glusberg, escribió: “Quería, además, tener algo definitivo que decirle respecto a mi viaje a Buenos Aires, y en estos días me era difícil avanzar en la organización de este viaje, totalmente decidido, pero cuyo plazo preparatorio depende del arreglo de algunas cuestiones, como la continuación de “Amauta” en Lima por el tiempo que esto sea posible, etc.”. “Tengo el propósito, le repito, de realizar de toda suerte este proyecto. Creo que en abril próximo estaré en aptitud de partir. (…) Se ha llegado, estando yo en Lima, a insinuar a las revistas en que colaboro la supresión de mi colaboración. Cierto que el hombre del régimen a quien se le ocurrió esta mezquina represalia, Rada y Gamio, parece próximo a dejar el Ministerio de Relaciones Exteriores, desde donde ejercitaba su influencia. Pero no faltan los Rada. Y no me asombraría que, a poco de mi salida, me fallasen algunas colaboraciones del Perú, en proporción que podría afectar gravemente la suma mensual prevista” (24). En la del 6 de marzo de 1930 al mismo destinatario, indicó: “Los raids se hacen en Lima frecuentes, desde que la crisis financiera y comercial aguza la alarma; pero, desde noviembre, se han trasladado al sector politiquero, donde se cree que se conspira aprovechando de los elementos de descontento. No sería raro, sin embargo, que en cualquier momento la nerviosidad de esta gente nos cause alguna molestia. Todo se puede esperar del miedo”. “Empiezo esta semana, coincidiendo con Ud., la organización de mi viaje” (25). En la del 10 de marzo a José Malanca, dejó escrito: “Hágale Ud. saber [a Seoane] que probablemente en mayo estaré en Santiago, en viaje a Buenos Aires; y que mi viaje aconsejado por muchas razones, que Ud. en gran parte conoce, está completamente resuelto. Sólo una inesperada falla en mi salud u otro accidente puede frustrarlo” (26). En la del 16 de marzo a Juan Marinello, apuntó: “Preparo mi viaje a Buenos Aires (…) “Amauta” continuará publicándose en Lima; pero si al ausentarme yo le crearan dificultades, la trasladaría a Buenos Aires” (27). En la del 25 de marzo a Glusberg, precisó: “Sin ningún contratiempo de última hora, espero partir a principios de mayo” (28).



Es decir que, entre diciembre de 1929 y marzo de 1930, Mariátegui se afirmó en su decisión de trasladarse a Buenos Aires y, así, comenzó a organizar este traslado. Pero, contrariamente al período anterior y aun a su carta del 11 de diciembre de 1929 a Mario Nerval (29), ahora pensaba que Amauta continuaría publicándose en Lima y que sólo si afrontase problemas la establecería en la capital argentina. Antes, como se ha visto, había señalado que su labor intelectual estaba identificada con esta revista, pero su decisión última hace ver que ello no quería decir que pensara que necesariamente tuviera que establecerse con ella en Buenos Aires. No teniendo problemas por el momento, consideraba que Amauta podía continuar publicándose en el país, pues, al afirmarse en setiembre de 1928, “categóricamente, marxista” (30), más que nunca representaba al colectivo que, en el mismo mes, constituyera “la célula inicial del Partido” (31). Esta es una cuestión que hay que tener muy en cuenta.

Mariátegui, pues, no quería dar la impresión de que abandonaba el campo por fatiga o por fracaso y declara que, mientras permanezca en el Perú, está más decidido y obligado que nunca, a no cejar en la lucha por el socialismo y por la organización del proletariado. Vale la pena relievar estos conceptos. Específicamente, la frase mientras permanezca en el Perú no significaba que, salido del país, no pensara continuar su lucha revolucionaria, sino únicamente que las condiciones de acoso y represión en las que tenía que actuar aquí no podían llevarlo a una inacción que para él hubiera sido injustificable. Por esto su proyecto de trasladarse a Buenos Aires no significaba ninguna renuncia a la lucha por la organización del proletariado y el socialismo. Todo lo contrario.

En la carta del 4 de abril a Mariátegui, Glusberg le anunció: “Lo recibiremos como se merece: con todas las luces encendidas” (32). Pues bien, lo que acabamos de esclarecer en el párrafo anterior prueba que Mariátegui habría llegado a Buenos Aires también con todas las luces encendidas.

III



Es claro, pues, que el maestro proyectó su viaje a Argentina debido a la vigilancia, acoso, represión y amenaza que permanentemente ejercía el gobierno contra su persona. No obstante, comentadores malintencionados falsean esta verdad histórica intentando que otras fueran las razones. Circula, por ejemplo, desde hace tiempo -y es repetido hasta ahora- el comentario de José Aricó según el cual Mariátegui se aprestó a trasladarse a Buenos Aires a causa de la hostilidad con que la Internacional había tratado algunas de sus posiciones en los debates de la Conferencia Comunista de 1929 (33). Incluso llegó a decir en una ocasión: “¿Cómo puede percibir Mariátegui el Congreso del 29 si llevando un conjunto de planteamientos es derrotado? Se tiene que batir en retirada” (34). Pero esta antojadiza y torpe opinión –que difama a Mariátegui– está categóricamente desmentida por todos los testimonios del maestro y sus amigos, recapitulados en el presente artículo.

En conclusión, el proyecto de viaje de Mariátegui a Buenos Aires no tuvo nada que ver con la controversia en la Conferencia Comunista Latinoamericana de 1929. Esta realidad queda clara incluso por el hecho de que precisamente en Buenos Aires se encontraba entonces la sede del Buró Sudamericano de la Internacional.

IV



Si en 1927 la idea de viajar a Buenos Aires era nada más que eso, una idea, en 1929 se transformó en un verdadero proyecto. Mariátegui prácticamente tomó la decisión de su traslado a Buenos Aires en noviembre de 1929 y, en abril de 1930, este traslado era inminente. Por esto el 21 de aquel mes de noviembre escribió: “Mi propósito de salir del Perú con mi mujer y mis niños se afirma ante estos hechos. No puedo permanecer aquí. No me quedaré sino el tiempo necesario para preparar mi viaje. Saldré del Perú como pueda. Si se me rehusaran los pasaportes, desde ahora comprometo a todos mis amigos para que denuncien mi situación, así como para que gestionen el viso de las legaciones”. Sin embargo, una vez más el maestro se debatía en su dilema. Por esto, cinco días después, el 25, anotó: “Tengo la impresión de que no podré permanecer en el Perú mucho tiempo. Mi primera determinación fue pedir mis pasaportes para Buenos Aires. Luego, he vuelto a mi decisión de hace dos años, después de otra agresión: la de combatir por mis ideas en el Perú mientras sea en algún modo posible”. Pero tres días más tarde, el 29, resolvió: “Creo, sin embargo, que si dispondré de más tiempo y calma para preparar mi viaje a Buenos Aires, ése será siempre mi camino”. El drama humano o, mejor dicho, el drama revolucionario en el que se debatía, alcanzó su solución en marzo de 1930. Lo prueban estas palabras dirigidas a Glusberg el 6 de dicho mes: “Empiezo esta semana, coincidiendo con Ud., la organización de mi viaje”. También lo prueban otras palabras, de las cuales citamos éstas del 25, que aparecen en su última a Glusberg: “Sin ningún contratiempo de última hora, espero partir a principios de mayo”.

V



En el ensayo El diálogo creador de José Carlos Mariátegui, que introduce al libro Correspondencia (1915-1930), Antonio Melis sostiene que “En las mismas gestiones para preparar el viaje a Buenos Aires, hay ausencias que son tan importantes como las presencias. No deja de llamar la atención el hecho de que todos los puntos de referencia de Mariátegui son ajenos al ambiente comunista. El llamado a la solidaridad con el dirigente peruano contra las agresiones de Leguía no se traduce en un apoyo efectivo a su desplazamiento” (35). Ya se ha visto que en noviembre de 1929 Mariátegui comprometió a sus amigos para que denunciaran su situación y gestionaran el viso de las legaciones. Esta idea, la idea de recurrir a sus amigos, tanto peruanos como extranjeros, orientó la preparación de su viaje. Esta orientación le permitía la necesaria cobertura para un establecimiento adecuado en la capital argentina y, en último análisis, expresaba su estilo de trabajo en el marco de la legalidad. Puede ser, claro está, que, paralelo a esto, dirigentes de la Internacional se inhibieran de darle el apoyo material que requería para establecerse en Buenos Aires.

Lima 1930, con el grupo de Luciano Castillo y Alcides Spelucin. Ambos se apartaron del Partido Socialista por discrepancias con Mariátegui sobre la adopción de los acuerdos de la Conferencia de Buenos Aires de 1929.

Por otro lado, algunos autores especulan sobre un distanciamiento entre Mariátegui y la Internacional derivado de las divergencias constatadas en la Conferencia de Buenos Aires. Pero esto no pasa de ser una conjetura sin base. En julio de 1929 el Segundo Congreso Mundial de la Liga contra el Imperialismo eligió a Mariátegui como miembro del Consejo General de la Liga. En la Reunión del 1º de Marzo de 1930 del CC del PSP, Mariátegui presentó la moción de afiliación a la Internacional: “El C.C. del partido adhiere a la Tercera Internacional y acuerda trabajar por obtener esta misma adhesión de los demás grupos que integran el partido” (36). Y bien, si el primer hecho basta para probar que la Internacional tenía a Mariátegui en alto aprecio, el segundo basta para probar que éste supo distinguir entre la Internacional y algunos de sus dirigentes. Y ambos hechos demuestran a una que, por parte y parte, las divergencias, a pesar de su objetivo antagonismo en el plano teórico, eran políticamente tratadas como no antagónicas, como cuestiones que debían resolverse en el marco del debate interno (37). Por esto su discusión se pospuso para la siguiente Conferencia.

VI



En su testimonio publicado el 3 de octubre de 1930 en la revista Mundial, Fausto Posada, que había sido cronista obrero del periódico La Razón, recogió estos juicios del escritor uruguayo Emilio Frugoni: “A Mariátegui, baldado, no se atrevió el dictador a deportarlo; pero llegó a ponerlo bajo la vigilancia de un centinela de vista. He ahí el mejor símbolo de su personalidad y el más gráfico reconocimiento de su condición eximia. Aquel centinela de vista vigilando a un hombre paralítico representa ante la Historia el cuadro vivo y la paradoja desconcertante de la vida fecunda de ese hombre de ideas. Mariátegui imposibilitado para la acción; pero con el cerebro despierto y la pluma en la mano era la revolución en persona. Era la acción, a pesar de todo y era frente a él que debía colocarse, con el arma pronta, el símbolo de la autoridad y el orden” (38).


El estudio de la obra de José Carlos Mariátegui convoca convicción y admiración por sus propuestas para el Perú y latinoamérica. Tumba del Amauta, Cementerio Presbítero Maestro, Lima. Fotografía de Fidel Dolorier Torres.
En estas condiciones de operatividad, en la que “el arma pronta” dibujaba el extremo a que habían llegado la vigilancia, el acoso, la represión y la amenaza gubernamentales, Mariátegui llevó adelante la polémica con el empirismo de Haya y el dogmatismo de dirigentes de la Internacional, alcanzó a reanudar la publicación de Amauta, escribió su esencial libro Defensa del Marxismo, publicó el periódico Labor, fundó el Partido Socialista del Perú, redactó los Principios programáticos del Partido Socialista y las importantes tesis El problema indígena, Antecedentes y desarrollo de la acción clasista y Punto de vista anti-imperialista, publicó sus célebres 7 ensayos de interpretación de la realidad peruana, escribió el “libro perdido” Ideología y Política, organizó la Confederación General de Trabajadores del Perú, preparó el libro El alma matinal y otras estaciones del hombre de hoy, organizó e instruyó a los delegados al Congreso Sindical de Montevideo y a la Conferencia Comunista de Buenos Aires, combatió el socialismo domesticado de Castillo, cruzó lanzas con Ravines, etcétera, etcétera, etcétera. Estos hechos dan la medida del espíritu de lucha del fundador del Socialismo Peruano.

Después de la Conferencia de Buenos Aires y del regreso de Paiva y Ravines al país, Mariátegui se vio reducido a una situación minoritaria en el CC del PSP en punto al nombre del partido, la cuestión nacional y la política concreta (40). Mariátegui, zahorí como pocos, lo sabía perfectamente. No obstante, su renuncia a la Secretaría General, obligada por su inminente viaje a Buenos Aires, no significó una renuncia a su militancia, ni formal ni de facto. No significó tomar las de Villadiego ni una expresión del individualismo cursi, pequeño burgués, de poner a la persona por encima de la organización. Su proyecto de viaje y su justificada renuncia a la Secretaría General fueron, por el contrario, precisamente la afirmación de su militancia en el PSP. Esta actitud da la medida del espíritu de partido del fundador del Socialismo Peruano.

Vigilado, acosado, reprimido, amenazado, Mariátegui, como se ha visto, desarrolló un inmenso trabajo teórico, político y organizativo. Vigilado, acosado, reprimido, amenazado, su proyecto de trasladarse a Buenos Aires estaba, como se ha visto también, plenamente justificado. Ni cansado ni vencido, no renegó, pues, la lucha interna en el PSP. Ni cansado ni vencido, se aprestaba a continuar la lucha contra el dogmatismo, por la organización del proletariado y por el socialismo. Todo esto y, en general, toda su obra teórica y práctica, da la medida de la grandeza del fundador del Socialismo Peruano.

José Carlos, nuestro Amauta de toda vida, pasó a la eternidad el 16 de abril de 1930, y esa grandeza suya es la imagen en la que cada agonista del Socialismo Peruano debe saber encontrar permanente inspiración.


Notas:
[1] En el tomo 2 de sus Apuntes para una interpretación marxista de historia social del Perú, Martínez de la Torre dejó esta sumaria nota sobre el “complot comunista” urdido por el gobierno de turno: “la Embajada de los Estados Unidos presionó al Gobierno de Leguía para que suspendiera la revista y persiguiese a sus redactores y colaboradores”. “Para poder “legalizar” este atropello, Leguía y sus polizontes inventaron un “complot comunista” (p.273). En adelante el libro de Martínez será citado como Apuntes.

[2] Correspondencia (1915-1930), Lima, 1984, t.I, pp. 289 y 290. Esta carta fue dirigida desde el hospital-prisión de San Bartolomé y publicada por La Prensa, El Comercio y La Crónica.

[3] Ibidem, pp.293 y 294. Esta carta fue publicada en el número 29 de La Correspondencia Sudamericana, 15.08.1929.

[4] Ibidem, pp.295-296.

[5] Esta carta, infortunadamente, no aparece en el libro Correspondencia.

[6] Ibidem, p.304.

[7] Ibidem, p.307.

[8] O.C., t.13, p.238.

[9] Ibidem, p.309.

[10] Ibidem, p.310.

[11] Ibidem, p.312.

[12] En oportunidad de la reaparición de Amauta, Mariátegui escribió en el editorial: “No es ésta una resurrección. “Amauta” no podía morir. Habría siempre resucitado al tercer día. No ha vivido nunca tanto, dentro y fuera del Perú, como en estos meses de silencio. La hemos sentido defendida por los mejores espíritus de Hispano-América” (OC, t.13, p.244).

[13] Correspondencia, t.II, p.330.

[14] Correspondencia, t.I, p.320.

[15] Correspondencia, t.II, pp.634-635.

[16] Ibidem, p.577.

[17] Ibidem, p.644.

[18] Ibidem, pp.671 y ss. Las elipsis son nuestras. Esta descripción del asalto a su casa es objetiva y era necesaria. Por esto Mariátegui aclara en la misma misiva: “No quiero hacerle una descripción patética. Me es profundamente antipático este género. No tengo costumbre de quejarme. La última vez que estuve preso, -cuando la clausura de “Amauta”- me abstuve de toda actitud dramática. Llamé el caso en el artículo de reaparición de “Amauta” un accidente del trabajo. No le añadiré, pues a esta sumaria descripción, que ya temo empiece a tomar un color de queja, sino que la ocupación de mi casa y el secuestro de mi persona y de todos los míos, niños y sirvientas se prolongaron hasta ayer”.

[19] Ibidem, pp.675 y ss. Las elipsis son nuestras.

[20] Ibidem, p.681.

[21] Ibidem, pp.682-683.

[22] Ibidem, pp.685-686

[23] Ibidem, p.695.

[24] Ibidem, p.725. La elipsis es nuestra.

[25] Ibidem, p.736.

[26] Ibidem, p.738.

[27] Ibidem, p.745. La elipsis es nuestra.

[28] Ibidem, p.747.

[29] En esta carta dice: “No hace falta agregar que “Amauta”, mientras yo esté aquí, seguirá saliendo. Su prestigio internacional, por otra parte, la defiende. Pero se trata de sofocarla aterrorizando a sus propagadores y simpatizantes. A la clausura sensacional, se prefiere el estrangulamiento silencioso” (Correspondencia, t.II, p.691).

[30] O.C., t.13, p.104.

[31] Martínez de la Torre, Apuntes, t.II, p.397.

[32] Correspondencia, t.II, p.751.

[33] Este infundio es de cuño hayista. En su libro Y después de la guerra, ¿qué?, Haya escribió que los acuerdos de la Conferencia Comunista de 1929 “determinaron el apartamiento completo de Mariátegui de toda actividad política y la preparación de su viaje a Buenos Aires para dedicarse exclusivamente a su actividad intelectual” (Editorial PTCM, Lima, 1946, p.225).

[34] Ricardo Luna Vegas, Mariátegui y el Perú de ayer, de hoy y de mañana, Lima, 1981, p.87.

[35] T.I, pp.XLI-XLII.

[36] Martínez de la Torre, Apuntes, t.II, p.512. Esta moción de afiliación a la Internacional no fue una iniciativa resultante de los acontecimientos de la Conferencia de Buenos Aires, como sostuvieron Castillo y sus seguidores en su carta de renuncia a sus cargos en el Comité Central y en el Comité Ejecutivo del PSP –y que, como bien se sabe, se convirtió en una renuncia de facto al partido– , sino una confirmación de un acuerdo fundacional: “Constituir la célula inicial del Partido, afiliado a la III Internacional” (Acuerdos de la Reunión de La Herradura, 16.09.1928, ibídem, p.397).

[37] Hubo, eso sí, durante las sesiones de la Conferencia, algunas actitudes despectivas en relación a la obra de Mariátegui. En su libro La agonía de Mariátegui. La polémica con la Komintern, Flores Galindo, equivocado en muchos aspectos de esta polémica (no en todos), ilustra dichas actitudes con un testimonio de los propios delegados peruanos: “Tal vez con un cierto afán conciliador y para romper la marginación que comenzó a gestarse, en una de las interrupciones de la reunión, Pesce se acercó a Codovilla para entregarle algo que era motivo de orgullo y afirmación de los delegados peruanos: un ejemplar de 7 Ensayos de interpretación de la realidad peruana. Codovilla, que tenía en esos momentos también por azar el folleto de Ricardo Martínez de la Torre sobre el movimiento obrero en 1919, mirando a Pesce y con la seguridad de ser escuchado por los otros delegados, dijo en su habitual entonación enfática que la obra de Mariátegui tenía muy escaso valor y por el contrario el ejemplo a seguir, el libro marxista sobre Perú, era ese folleto de Martínez de la Torre. La anécdota fue referida por Pesce y refrendada por Julio Portocarrero” (Lima, 1980, p.27. Negrilla en el original).

[38] Lévano, César, Mariátegui o la estrategia de masas, en 7 ensayos cincuenta años en la historia, autores varios, Lima, 1979, p.243.

[39] Paiva y Ravinez se habían convertido en partidarios de denominar Comunista al partido peruano, y Hugo Pesce y Julio Portocarrero regresaron de Buenos Aires prácticamente ganados por esta posición. Por esto no extraña que, treintaiséis días después del fallecimiento de Mariátegui, la Reunión del 20 de Mayo de 1930 decidiera por mayoría absoluta el nombre de Comunista para el partido, con el solo voto discrepante de Martínez de la Torre, quien mantuvo la posición del maestro de denominarlo Socialista. Todavía en vida de Mariátegui, Ravines publicó el artículo El problema indígena en América Latina (El Trabajador Latinoamericano, Montevideo, marzo-abril de 1930, año II, Nº30), cuyo texto niega las tesis mariateguianas sobre la cuestión. En octubre de 1930, es decir apenas seis meses después de fallecido Mariátegui, el Primer Pleno de la Confederación General de Trabajadores del Perú estableció en uno de sus acuerdos que “Sobre el problema indígena reconoce su carácter fundamentalmente económico y el derecho de los indios no sólo a la reconquista de sus tierras, sino también a disponer de sí mismos, organizando sus propias repúblicas aymaras y keshwas” (Amauta, año IV, agosto-setiembre, nº32). Julio Portocarrero presidió este Pleno, y suscribió el acuerdo. Desde luego, este cambio operado en su opinión sobre el tema (en la Conferencia Comunista de Buenos Aires había defendido la posición mariateguiana) no pudo haber sido intempestivo. Finalmente, Ravines y otros eran partidarios de la política de “clase contra clase”, acordada por el VI Congreso de la Internacional (17 de julio-1º de setiembre de 1928), política contraria a la de Mariátegui, la cual, como se sabe, en todo y por todo se ajustaba a la realidad peruana. Los primeros pujos para “desamautizar” el partido comenzó, pues, en vida de Mariátegui, y sólo fue posible después que la muerte lo abatió.

18.12.10.