domingo, 8 de febrero de 2015

Keiko (y II)

Inserto este interesante artículo suscrito por Pedro Salinas publicado hoy (08/02/2015) en el diario La República. El articulista toma el punto central del orden del día en la política peruana: el desplegamiento de una solapada y bien orquestada campaña de medios periodísticos, -cuyos propietarios fueron corrompidos por la dictadura fujimorista-, para captar futuros electores. Estos propietarios de diarios, televisoras y medios digitales (hoy prófugos de la justicia, acumularon riquezas a costas del erario nacional) desarrollan campañas mediáticas para el regreso del fujimorismo en el 2016. La opinión de Salinas puede ser chocante para los indiferentes y causar ira en las huestes del dictador, pero representa y refleja lo que piensa un gran sector de la población peruana, hastiada de mentira tras mentira, que a cada momento nos lanzan apostando en la falta de memoria de lo que ha significado un gobierno dictatorial, que está señalado como el más corrupto en la historia del Perú.




Keiko (y II)
Pedro Salinas

Tomado de:

l fujimorismo es una amenaza para la democracia, y hay que combatirlo, dije la semana pasada en esta misma página, y una panda de bufones desaforados, aparentemente desconocedores de lo que ocurrió en el Perú de los noventa, me llenaron de insultos en Twitter.

No es que imaginara que aquello no ocurriría, porque era hartamente previsible, pero pensé encontrar por ahí, ilusamente, algún fujimorista sensato o espabilado, capaz de darse cuenta de que, si su candidata hiciese un nítido deslinde con el sombrío pasado que encarna dicha organización, con disculpas públicas incluidas, entonces disminuiría un tanto las sospechas en torno al movimiento. Pero ya lo dije. Pequé de iluso. El fujimorismo sigue siendo lo mismo de siempre. El mismo de ayer, es decir.

¿Y cuál es ese fujimorismo? El que sigue aplaudiendo el golpe artero contra el Estado de Derecho de inicios de los noventas. El que aplaude que la libertad de prensa fuese cancelada y reemplazada por medios envilecidos por el soborno y por el miedo. El que respalda las infamias y calumnias contra sus críticos y opositores. El que apoya que la justicia haya sido prostituida, con jueces digitados por el poder político, cuando Alberto Fujimori decidió controlar férreamente el Poder Judicial, entronizando así la arbitrariedad en el país. El que celebra que las instituciones fundamentales hayan sido avasalladas para que el autócrata hiciese lo que le viniera en gana. El que respalda que la
SUNAT, como sucedió durante el régimen fujimorista, se vuelva a convertir en una herramienta mafiosa de extorsión con el propósito de cooptar adeptos y/o aniquilar adversarios. El que aboga por volver a abolir y atajar todo mecanismo de fiscalización. El que encuentra delirantes justificaciones para explicar los engaños, atropellos, asesinatos y latrocinios que se perpetraron después del zarpazo de abril de 1992, hasta convertirse en cosas “normales”. El que considera “liberalismo” a aquella política económica que desnaturalizó un sistema y, en lugar de crear riqueza para todos, permitió el saqueo sistemático y el derroche de recursos. El que tolera y ovaciona el autoritarismo y sus estratagemas para torcer leyes y perennizarse en el poder. Porque todo esto, y más, es lo que representa el fujimorismo, del cual no se ha desmarcado, hasta la fecha, Keiko Fujimori.

Y mientras que ello no ocurra, de forma convincente y cabal, tengo todo el derecho de considerar al fujimorismo como una peste autoritaria, o una lacra vergonzante, aunque ahora tenga representación en el Congreso y aparente ser un partido político, pues ni lo uno ni lo otro, valgan verdades, lo convierte en una fuerza democrática.

Que exista un 33% de intención de voto a favor de Keiko solo significa que la historia se puede volver a repetir. Que no aprendimos la lección.

Que nunca hicimos un verdadero examen de conciencia para identificar qué hizo posible que aquella pésima tradición de preferir a los regímenes antidemocráticos se instale en los peruanos. Que nuestra memoria sigue siendo corta o inexistente. Que el desvarío puede apoderarse nuevamente de nuestra sociedad. Que la corrupción ya tiene carta de ciudadanía en el Perú. Que nuestra escala de valores e ideas no ha mejorado a pesar de lo que padecimos. Que cada elección votamos peor que en la anterior. Que los gobiernos que sucedieron al autócrata y corrupto Alberto Fujimori, no cumplieron con su obligación de reconstruir la democracia sobre bases firmes. Que el futuro se vuelve a tornar pesimista. Que el pasado ominoso puede resucitar. Que el 2016 puede sorprendernos con aquello que González-Prada llamó “la tiranía con máscara de legalidad”.

A menos que levantemos la guardia para evitar que la historia se repita, claro. Y ello supone, desde ahora, volver a izar la bandera de la resistencia cívica y ciudadana contra el retorno del fujimorismo que nos robó la dignidad. Y que, estoy seguro, de tornar las hordas fujimoristas, intentarán nuevamente secuestrar lo más importante y preciado que tenemos: nuestra libertad.

En este sentido, no estaría demás recordar. Recordar lo que realmente pasó, porque esa es una manera de prevenir males futuros; de alertar a los incautos; de vacunar a los distraídos, que, como vemos a pastos en las redes sociales, se quedan tan fascinados y tan pasmados ante el ‘cuentazo’ que se han tragado, que, como los niños cuando el mago se saca una paloma de la manga, ahora creen, sin un ápice de duda, que el fujimorismo con Keiko será mejor.

Pobres ilusos. No se han dado cuenta de que, si Keiko gana, tendrán luego la sensación de que un piano de cola les cayó encima.


Pedro Salinas (Lima, 1963) es periodista y escritor. Ha conducido y dirigido diversos programas de radio y TV. En 1994 obtuvo, con César Lévano, el Premio Nacional de Periodismo y Derechos Humanos. Es autor de un par de obras de ficción y de varios ensayos. Además de ser columnista de La República, también escribe en el semanario Hildebrandt en sus trece. Es autor del blog Lavozatidebida.lamula.pe y en Twitter es @chapatucombi. Conduce también un programa diario en radio Exitosa (95.5FM).

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