lunes, 18 de abril de 2016

Cuatro centurias del cronista Garcilaso de la Vega, Inka. (Intelectual Peruano del siglo XVI).

                                                         


Roque Ramírez Cueva
-Parte uno-
A los escribanos o letrados que llegaron junto con la soldadesca invasora, a los que nacieron del connubio inga e hispano, a quienes fueron invadidos y ofrecieron resistencia se les puede agrupar en  cronistas españoles, mestizos e indios. Por cierto esta es una certera afirmación tomada de las investigaciones realizadas por Francisco Carrillo (1). Y sin duda Garcilaso de la Vega, a pesar que lo consideramos nuestro Inka  el forjador de las primeras letras peruanas, se le encuentra entre los cronistas mestizos.

A Phelipe Waman Puma de Ayala, también considerado muy nuestro por su origen, por el dominio de varias de nuestras lenguas nativas –aparte del runa simi y el aymara- de las que da evidencia en sus testimonios escritos, pero sobre todo por redactar y componer las valiosas páginas impugnadoras de su Primer Nueva Crónica y Buen Gobierno, se le considera un cronista indio junto a Titu Cusi Yupanqui con su Relación de la conquista del Perú y Joan de Santacruz Pachacuti Yamqui Salcamaygua, que escribió su Relación de antiguedades deste Reyno de Piru. Francisco Carrillo nos dice de Waman Puma que, “Él es indio, y él está haciendo una propuesta y evidentemente está tomando un punto de vista indio; está defendiendo a los indios…” (2).

Ahora bien, si vamos a tratar de los aportes de Garcilaso de la Vega, Inka ¿por qué empezar mencionando otros cronistas? Diremos que la agrupación que hizo Francisco Carrillo no es arbitraria, tiene la certeza lógica de una secuencia histórica dada. Si con la llegada de las huestes bastardas hispanas (por la convivencia de genes que intercambiaron con los árabes bereberes) vinieron los cronistas hispanos, éstos no vinieron sólo con pedestres ambiciones de riqueza sino que trajeron consigo un instrumento desconocido para nuestros ancestros y que sirvió para sojuzgarlos: la escritura.

Los Inka y Khipukamayuq que tenían su propio sistema comunicativo acusaron el impacto de ese nuevo instrumento comunicativo. Es cierto que primero no le dieron importancia, pero muy pronto le tomaron respeto cuando no temor. De todos nosotros es conocido el episodio del Inka Atawallpa y su discusión con el fraile Valverde que hablaba a través de un breviario de catecismo –lo de que dicho cura portaba la Biblia es parte de la historia narrada en falso- pidiendo  adorar al Dios cristiano. Los invasores aprovecharon el desconocimiento de la escritura alfabética por parte de los tawantisuyanos, para tener un pretexto y capturar y eliminar la cabeza que controlaba ese imperio del sol y del oro. Leyendo justo a Garcilaso, este nos da testimonio que a los españoles sólo les interesaba el oro y plata, aquellos destruyeron templos y casas de los Inkas buscando los codiciados metales incluso entre las rendijas inexistentes de los muros líticos, su tecnología arquitectónica hizo imposible que existieran.  
Waman Puma, nos testimonia la anécdota de Atawallpa y Valverde:
“Y pregunta el dicho Ynga a fray Uisente quien se lo auia dicho. Responde fray Uisente que le auía dicho euangelio, el libro. Y dixo Atagualpa: Y anci se la dio y lo tomó en las manos, comensó a oxear las hojas del dicho libro. Y dize dicho Ynga: «Que, como no me lo dize? Ni me habla a mi el dicho libro!” Hablando con grande magestad, asentado en su trono, y lo echó el dicho libro de las manos de dicho Ynga Atagualpa” (3)
Luego, con la aplicación de bulas papales, registro escrito de visitas punitivas y normas legales que se hicieron presente por medio de la escritura en soporte de papel, a través de las cuales se les usurpa tierras y minas y otras riquezas, con las que se les acusa y tortura y elimina por conservar su religiosidad de apus y pacarinas; decíamos, entonces recién los Inka, las panakas y sus funcionarios entendieron que ese nuevo elemento tenía sino poder, enorme punición. Es justo Garcilaso el Inka (por descendencia natural) quien percibió la importancia de prestarle interés a dichas palabras insertadas en tinta y papel, él intuyó que asimilando el idioma y su escritura se permitiría conocer el otro mundo que venía con los hispanos desde las Europas.

En ese propósito a Garcilaso Inka no le interesó defenestrar a los invasores, aparte que no los consideró como tales, más bien quiso aproximar -no en plan de juntar- ambos mundos porque consideraba su avance logrado. De allí que idealizó en todo aspecto a la sociedad del Tawantisuyo. Francisco Carrillo ha dicho, “Precisamente hoy en el Perú se acepta a Garcilaso como el intérprete de nuestras relaciones con el mundo europeo”. (4) Basada en esta idea garcilasista es que la celebración de los quinientos años de la llegada de Colón a América se plantea como un encuentro, y no como un choque de sociedades y culturas, la idea de los historiadores y gobernantes pro hispanistas y los propios europeos es negar o mantener ocultos hechos tan importantes como la resistencia insurreccional y cultural que opusieron nuestros ancestros tawantisuyanos desde Inkas, guerreros, Kuracas, hasta los precursores de la emancipación política de la clase criolla dominante, sin olvidar la gesta inmensa de Túpac Amaru II. La insurrección duró siglos y aún se mantiene porque es obvio que las mayorías no  conquistan la ansiada emancipación económica y política.

Y si un cronista mestizo percibió la importancia de asimilar el idioma y su escritura alfabética porque era –ya dijimos- instrumento de sojuzgamiento, también los cronistas nacidos de la raigambre tawantisuyana, por nacimiento natural y por concepción ideológica, en tanto defensores del indio, entendieron que era muy necesario alfabetizarse en ese nuevo lenguaje que trajo el invasor. De lo contrario no podrían denunciar los abusos y exacciones, no podrían saber cuál era el pensamiento y plan del opresor. Una vez alfabetizados en la lengua del invasor, los cronistas indios se invistieron de “lenguas” (traductores) para rescatar el pensamiento, la cultura e historia de la sociedad tawantisuyana que era otra manera de ofrecer resistencia, además de las armas.

Para entender mejor esto de la importancia de conocer o desconocer el idioma del dominante, y los traumas que genera en sociedades dominadas citamos a la historiadora Raquel Chang-Rodríguez (5), quien lo expone claro:
“Que el arte de escribir fue una de las importaciones europeas que distinguió la cultura occidental de las aborígenes americanas fue bien y tempranamente entendido por Garcilaso de la Vega Inca. Ninguna explicación posterior capta en toda su magnitud el impacto y las consecuencias de la introducci6n del signo como el “cuento gracioso” sobre los primeros melones producidos en la comarca de los Reyes, relatado por el Inca cuando en el Libro IX de sus Comentarios Reales detalla las cosas que los castellanos han llevado al Perú que no havia antes dellos”
  Raquel Chang-Rodríguez menciona que el “cuento gracioso” narrado por Garcilaso Inka se refiere a que unos hatunrunas fueron encargados de llevar la nueva fruta traída de España y sembrada en los andes de un destinatario a otro, junto con unas cartas, y en el camino sintieron curiosidad y ganas de probar los melones que transportaban, pero como llevaban consigo las cartas pensaron que éstas los delatarían porque creían que tenían ojos para informar, por eso cuando vencieron el temor y se dispusieron a probar bocado escondieron las cartas al otro lado de un muro, así no podrían ser delatados.

De igual modo, desde la otra perspectiva, se hace importante que quien domina tendrá por objetivo principal alfabetizarse en la lengua de los dominados con el fin de ejercer un control más efectivo tanto para cobro de tributos como para ejercer sanción y persecución de la religiosidad que se oponía al evangelio cristiano, sobre todo si se trata de una lengua arraigada y general en una nación donde se hablan decenas de lenguas. Garcilaso Inka, en el séptimo libro, capítulo IV, “de la utilidad de la lengua cortesana” testimonia (6)
“Y así los indios Puquinas, Collas, Urus, Yuncas y otras naciones, que son rudos y torpes, y por su rudeza aun sus propias lenguas las hablan mal, cuando alcanzan a saber la lengua del Cozco parece que echan de si la rudeza …que tenían y que aspiran  cosas políticas y cortesanas y sus ingenios pretenden subir a cosas más altas; finalmente, se hacen más capaces y suficientes para recebir la doctrina de la Fe Católica, y cierto, los predicadores que saben bien esta lengua cortesana se huelgan de levantarse a tratar de cosas más altas y declararlas a sus oyentes…”
El Inka Garcilaso aporta con unas primeras nociones al surgimiento de identidad de aquello que, después del período colonial y ya afirmada la república, se va a concebir como sentimiento de lo peruano. Garcilaso conoce que el mundo de los Inkas no es un panacea ni tampoco la sociedad española, él, hijo de una kolla de Cusco, ha sufrido marginación y trato xenofóbico, pero en su propósito de idealizar ambos mundos va generando caracteres de la nueva sociedad que va surgiendo, después de sometido el Tawantisuyo y sus emperadores.

Entre muchos aspectos, desde el comentario acerca del nombre que le dan los invasores a nuestra nación tawantisuyana va entendiendo que ésta ya no es ni será la misma, por eso su inicial complacencia con el nuevo nombre que le han impuesto las huestes peruleras venidas de España, Pirú. Garcilaso supo que ese no era el nombre de la magnificente nación de sus ancestros, y lo acepta al no refutar y exigir la reivindicación del nombre original, a pesar incluso de saber que no proviene del runasimi. Ya a partir de 1570, años en que reside en Montilla (España) como tiempo presente habla del Perú, sólo en su rememoración y testimonio del pasado Inka de 1560 atrás –año en que ya reside en España- evoca el nombre del Tawantisuyo. Él dice (7):
“…con ser de los modernos [se refiere a cronistas españoles], todos le llaman Perú y no Pirú. Y como aquel paraje donde esto sucedió acertase a ser termino [frontera] de la tierra que los Reyes Inkas tenían por aquella parte conquistada subjeta a su Imperio, llamaron después Perú a todo lo que hay desde allí, que es el paraje de Quitu… [al Sur]”.  (Corchetes nuestros.)
Su entronización por todo lo de nuevo que se estaba generando en el país y su anhelo de pre figurarlo con mixtura de tradiciones hispano andinas, es una preocupación que le viene del desarraigo y la carencia de identidad. No es tawantisuyano ni español, difícilmente es  aceptado en ambos territorios, es ese afán de ser alguien con una tradición definida que lo lleva a ser complaciente con el invasor sin justificarlo y a idealizar el Tawantisuyo como sociedad útopica. Él habla de imperio porque conociendo el reino español, pienso que imagina tiene algo de grandeza, y nomina a la sociedad regida por los Inkas con tal vocablo, sin intuir que dicha voz de “Imperio” descalifica a la Nación de los Cuatro Suyos.

Ello lo configura de un perfil contradictorio. Cuando leemos en sus Comentarios Reales que acepta bien, sin poner reparo, a las autoridades  españolas en asuntos de superposición de símbolos religiosos, de superioridad humana, de ventajas tecnológicas no está adulando al visorrey y sus encomenderos; simplemente está tratando de evitar la censura del Rey hispano, bien aconsejado por los clérigos de la Inquisición. De allí que habla de hechiceros y huacas y cosas del demonio cuando hace referencia a la religiosidad cosmogónica de los tawantisuyanos. Por otro lado, su hiperbólico entusiasmo por describir la majestuosidad de los templos del Sol, y un perfil magnánimo de los regentes del tawantisuyu, así lo confirma. Garcilaso comenta (8): “…Fueron tan increíbles las grandezas e aquella casa [Templo del Sol] que no me atreviera yo a escrebirlas, sino las hubieran escrito todos los españoles historiadores del Perú. Mas ni lo que ellos dicen ni lo que yo diré alcanza a significar lo que fueron./…” 

Incluso para lograr obtener la respectiva autorización de parte de los reyes, que le permita llevar a la imprenta sus Comentarios Reales, eludiendo la “Santa” Inquisición; Garcilaso Inka les propone a los censores similitud y no desigualdad de ambos mundos. Veamos: “Mundo Viejo y Mundo Nuevo, es por haberse descubierto aquél nuevamente para nosotros, y no porque sean dos, sino todo uno”.

A propósito, de estas dos últimas citas, Garcilaso también nos muestra su doble personalidad que adquirió; primero siendo criado por las mujeres de la panaka cusqueña a la que pertenece su madre, y luego por la forma de vida en que crecen las familias españolas por vinculación paterna, en Montilla convivirá con su tío. Como intelectual, no académico, evidencia que en él se ha arraigado la ética y altos principios vertidos por los amautas o harawicos. Acusado de transcribir a Blas Valera, nuestro Inka Garcilaso no obvia las fuentes ni la autoría empleada en la redacción de su crónica. Aspecto de gran interés, lo cual no hacen los cronistas de convento, e incluso hoy en las universidades modernas se conculcan derechos de autor, y se piratean ideas, hipótesis, nociones.

Terminamos esta primera parte, haciendo notar con la pluma de Raúl Porras que hay un perfil que nos permite describir como peculiar al Inka Garcilaso. El maestro sanmarquino afirma que la anécdota narrada entre soldados españoles y un indio sobre el nombre del Perú, “y las deducciones de candorosa filología que el Inca extrae de él, son de la más pura esencia garcilasista, es decir, que le dan a la historia el color y la gracia de los cuentos” (9).

Claro que en ciertas ocasiones es objetivo en sus testimonios como cuando hace referencia breve de la resistencia bélica de los Inkas de Vilcabamba rodeando el Cusco, contra las huestes españolas. O cuando intuye que la escritura alfabética de los españoles fue emulada por el registro contable y narrativo que se hace en el soporte de cuerdas llamado khipu, cuando percibe que los amautas y los khipucamayuq son los filósofos que ejercen un pensamiento reflexivo. Esto del Khipu como sistema comunicativo que reemplaza la escritura occidental, y el pensamiento reflexivo ejercido por filósofos llamados hamuta’q son tesis tomadas del libro inédito de Víctor Mazzi Huaycucho, pronto a publicarse.(10)

Mas del tema de la ética en el intelectual Garcilaso, y de su percepción de los filósofos hablaremos en una segunda parte.

Notas Bibliográficas.
(1)Carrillo Espejo, Francisco. Enciclopedia Histórica de la Literatura Peruana. 6: Cronistas Indios y Mestizos I. Lima. Ed. Horizonte. Lima, 1991.
(3)  Waman Puma, de Ayala. Nueva Corónica y Buen Gobierno. Copenhague. WEB El sitio de Guaman Poma, Biblioteca Real de Dinamarca. Capítulo de Conquista española y guerras civiles. 385 [387] Atagualpa Inga y Fray Vicente Valverde.
(4)http://victormazzihuaycucho.blogspot.pe/2008/12/francisco-carrillo-felipe-guamn-poma-de.html
(5)http://revista-iberoamericana.pitt.edu/ojs/index.php/Iberoamericana /article/viewFile/3728/3897
(6)De La vega, Inka Garcilaso. Comentarios Reales de los Incas, Antología. Lima. Colección Peruanos Imprescindibles, Libro 1. Emp. Editora El Comercio. 2005. 302 pp.
(7) De La Vega, Inka Garcilaso. Comentarios Reales de los Incas. Antología. Ibid. Libro primero, capitulo IV, P.36
(8)De La Vega, Inka Garcilaso, Ibid. Libro tercero, capitulo XX, P. 110
(9)Porras B. Raúl. Pequeña Antología de Lima, El nombre del Perú. Lima. Colección Peruanos Imprescindibles. Libro 12. Edit. El Comercio. 2005. 359 pp.
(10)Mazzi Huaycucho, Víctor. Inkas y Filósofos, Yachay y Hamut’ay. Lima. Libro inédito. Probable año de publicación. 2016.

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