Tejedora de Chinchero- Cuzco. |
Cambiar los paradigmas*
ace
más de un siglo, en la Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas que se
realizó en Copenhague en 1910, Clara Zetkin propuso la creación del Día
Internacional de la Mujer, fecha de compromiso y lucha, pero también de
homenaje a las mujeres que a lo largo de la historia combatieron la desigualdad
social, económica, política y cultural. En esa perspectiva, adjunto un capítulo
de mi libro: Mujeres peruanas. El otro lado de la Historia.
Ciudadanía y Sufragio
Resulta paradójico que el ideal de transformar
la sociedad con un nuevo orden social y cultural impulsado por los filósofos de
la Ilustración mantuviera a las mujeres subordinadas al hombre. Como dijera en
1673, el filósofo cartesiano Poulin de la Barre en su libro Sobre la igualdad
de los sexos: "el sexo castiga a la mitad de la especie a una perpetua
minoría de edad"1. Es más, pensadores de entonces coincidieron con
Rousseau, uno de los ideólogos de la educación como “fuerza transformadora de la
sociedad”, cuando en Emilio planteó que,
“toda la educación de las mujeres está hecha especialmente
para agradar al hombre; si el hombre debe agradarle a su vez, es una necesidad
menos directa, su mérito está en su potencia, agrada por el solo hecho de ser
fuerte. Convengo en que no es esta ley del amor, pero es la de la naturaleza,
anterior al amor mismo”2.
La propuesta de Rousseau consistía en una
sociedad de productores independientes donde la propiedad privada fuera
considerada como un derecho individual, y como dice en El contrato social
(1762), existiera “la igualdad de todos los ciudadanos en el sentido de que
todos deben disfrutar de los mismos derechos”3. En el Discurso sobre
los Orígenes de la Desigualdad (1755), precisa que se trata de una propiedad
pequeña puesto que un derecho ilimitado
propiciaba la explotación, pero como las mujeres no podían poseer propiedades
productivas ni grandes ni pequeñas, integraban la sociedad civil, pero no eran miembros
de pleno derecho. Es más, Rousseau pensaba que era necesario mantenerlas en
situación de dependencia porque los juicios y opiniones que vertían estaban
mermados por sus “pasiones inmoderadas”, por lo que necesitaban de la
protección y guía masculina para enfrentarse al reto de la política4.
Lógica nada extraña en esa época. Según Macpherson “un demócrata del siglo
XVIII podía concebir una sociedad de una sola clase y excluir a la mujer; igual
que un antiguo demócrata ateniense podía concebir una sociedad de una sola
clase y excluir a los esclavos”5.
Los
profundos cambios originados durante la Revolución Industrial y la Revolución
Francesa (1789), posibilitó que las mujeres se incorporan a la lucha por lograr
que todos los seres humanos tengan los mismos derechos y obligaciones, como
cuando en 1789, Luis XVI proclamó la convocatoria de los Estados Generales a
fin de que la nobleza, el clero y el pueblo presenten sus reclamos, excluyendo
a las mujeres. Entonces, se lanzaron a las calles y marcharon hacia Versalles.
En la sublevación de 1789, como en la de mayo de 1793, las mujeres fueron,
"como dirían las autoridades de la época, “las agitadoras”6.
“¿No han violado el principio de igualdad de
derechos al privar con tanta irreflexión a la mitad del género humano; es
decir, excluyendo a las mujeres del derecho de la ciudadanía?”7, se
preguntaba entonces Condorcet. Pero al instaurarse la nueva república, la
Asamblea rechazó su solicitud de implementar una educación en términos de
igualdad para hombres y mujeres. Entre 1793 y 1794, los jacobinos cerraron
clubes de mujeres prohibiendo su presencia en cualquier tipo de actividad
política. El nuevo código civil napoleónico, cuya extraordinaria influencia ha
llegado prácticamente a nuestros días, se encargaría de plasmar legalmente
dicha «ley natural»8. Ante lo cual, Voltaire, criticaba que a pesar
de que las mujeres habían demostrado ser capaces de gobernar en varias
monarquías hereditarias de Europa, “el hombre siempre ha sido señor de la
mujer, fundándose en esta fuerza casi todo lo del mundo”9.
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Flora Tristan |
Un cambio importante se produjo con el
socialismo utópico10 que surgió como respuesta a la difícil
situación de los trabajadores explotados. En 1830, Charles Fourier (1772-1837),
vinculó la opresión económica a la opresión sexual, y sostuvo que el status de la mujer permitía
medir el nivel de progreso social de una determinada sociedad y caracterizo la
igualdad entre los sexos como un rasgo esencial del socialismo. En ese período,
Flora Tristán propugnó la reivindicación de las mujeres desde una perspectiva
feminista, política, y social en su condición de obrera11, con lo
cual "se adelantó a Marx"12, señalando en su libro La
Unión Obrera que “la mujer es el proletario del mismo proletario”13
Pero es Carlos Marx en los Manuscritos de 1844, quien definió la
familia como la primera relación social y a la mujer como la primera propiedad
del hombre. El enfoque marxista concluye que la emancipación del hombre y de la
mujer sólo se lograra con la transformación de las estructuras socioeconómicas,
y en ese sentido la liberación de la mujer forma parte de la teoría y práctica
de la lucha por la emancipación de toda la sociedad. “La relación inmediata,
natural, -dice Marx- del hombre con el hombre es la relación del hombre con la
mujer y del carácter de era relación puede concluirse hasta qué punto el hombre
se ha comprendido a sí mismo como ser genérico, como hombre. La relación del
hombre con la mujer es la relación más natural del ser humano con el ser
humano.
Corresponde a este período un notable ensayo
titulado: Vindicaciones de los derechos de las mujeres, de Mary Wollstonecraft
(1759-1797), quien contra la imagen recurrente de la mujer como un ser débil,
superficial y pasivo, sostuvo que no sólo era capaz de asumir el reto político
sino también el liderazgo, pero que la carencia de educación y el aislamiento
doméstico habían frenado su desarrollo como ciudadanas de pleno derecho. En
1844, Elizabeth Candy Staton, Lucrecia Mott, Mary M'Clintoch, Jane Hunt y Marta
Wright, celebraron la primera Convención de Mujeres, e hicieron pública una
resolución llamada "Declaración de Sentimientos y Resoluciones de Séneca
Falls", donde exigieron igualdad de condiciones ante la ley, la religión,
la educación y el trabajo.
Nació así el movimiento feminista y
sufragista, "una de las manifestaciones históricas más significativas de
la lucha emprendida por las mujeres para conseguir sus derechos"14,
que congregó a las mujeres sin distinción de clases sociales, ideologías y
credos, pero coincidentes en reclamar los derechos que les negaban. En 1882, Hubertine
Auclert, socialista y defensora del sufragio femenino, fue la primera en
proclamarse feminista en su revista La Citoyenne, término que fue aceptado en
el primer congreso feminista realizado en Paris en mayo de 1892 por Eugénie
Potonie-Pierre y sus compañeras del grupo Solidarité. A partir de lo cual, el
término se fue extendiendo hasta que nació en el siglo XIX como “movimiento a
través del cual la mujer proclama el derecho a la autonomía, su derecho a ser
ciudadana, su derecho al trabajo, a la educación y a una plena participación
política15.
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Clara Zetkin |
Basándose en la teoría marxista, August Bebel
escribió en 1879 La mujer y el socialismo, un importante libro que alcanzara a
tener 53 ediciones. Para Bebel la liberación de la humanidad no era posible sin
la independencia social y equiparación de los sexos. Su aporte fundamental
radica en destacar la necesidad de tres factores para lograr la emancipación
femenina: 1. Incorporación al trabajo productivo. 2. Activa participación
social, política y presencia en la dirección y orientación de la sociedad
socialista. 3. Socialización de las tareas domésticas. Es necesario aliviar el
trabajo en el hogar que ha pesado durante siglos exclusivamente sobre sus
hombros: Sin revolución de la vida doméstica, señaló, no podrá liberarse la
mujer16.
La lucha por la igualdad de derechos en el Perú
La recuperación de la Guerra con Chile y la
pérdida del salitre, marcaron el comienzo del siglo XX en el Perú. Aunque la
producción de azúcar, algodón y minera estuvo dirigida fundamentalmente al
mercado internacional, un lento proceso de industrialización dio lugar al
surgimiento de la clase obrera, y con ello la organización en demanda de
mejores salarios, y la jornada de ocho horas de trabajo. La primera huelga
importante se produjo en Lima en 1887 dirigida por el gremio de panaderos que
dio lugar a la Sociedad Obrera de Panaderos "Estrella del Perú", que
en 1905 celebró por primera vez el Primero de Mayo. Período de marcada
influencia del anarquismo en el movimiento obrero cuya predominancia comprendió
de 1911 a 1919.
Es en este período cuando las huelgas se
intensificaron que surgieron los primeros núcleos de mujeres que lucharon por
sus derechos en el movimiento anarcosindicalista. Con anterioridad, existieron
grupos femeninos pertenecientes a la corriente mutualista orientados a
actividades educativas y de apoyo a las familias como: la Sociedad Labor
Femenina, Sociedad de Empleados del Comercio Bien del Hogar, Sociedad Progreso
Femenino, Sección Femenina del Comité Obrero de Lima, y la Sección Femenina del
Centro de Confraternidad y Defensa Obrera.
El feminismo anarquista surgió en Buenos Aires
en la década de 1890 en un contexto signado por tres factores que distinguían a
la Argentina de los países de América Latina del siglo XIX: crecimiento
económico, flujo masivo de inmigrantes europeos, y la formación de un
movimiento laboral activo y radical. Su vocero oficial fue La Voz de la Mujer,
que apareció el 8 de enero de 1896 y se imprimió durante un año. En el
editorial del primer número las mujeres proclamaron:
“Cuando nosotros (despreciables e ignorantes
mujeres) tomamos la iniciativa de publicar “La Voz de la Mujer”, ya lo
sospechábamos ¡oh modernos cangrejos! Que vosotros recibiríais con vuestra
mecanística y acostumbrada filosofía nuestra iniciativa porque habéis de saber
que nosotras las torpes mujeres también tenemos iniciativa y ésta es producto
del pensamiento: ¿sabéis? También pensamos” 17.
Durante la huelga de los sindicatos textiles
de Vitarte entre 1914 -1915, hubo una mayor presencia de las mujeres
fundamentalmente en tareas de abastecimiento y sostenimiento de la huelga. El
auge de las inversiones en los sectores agro-exportadores y mineros en grandes
haciendas que cultivaban caña y algodón agudizó las contradicciones, y en
setiembre de 1916 estalló la huelga general de jornaleros del valle de Huara y
Sayán. Después de varios días de negociación los obreros llegaron a un acuerdo
con los hacendados: 50% de aumento salarial y la jornada de ocho horas. Pero
fueron engañados, poco después se enteraron que ningún hacendado había firmado
el convenio.
Un año después, el 14 de junio de 1917, los
jornaleros iniciaron otra huelga que se prolongó durante dieciocho días en los
cuales paralizaron la ciudad, y se implantó el estado de sitio y la ley
marcial. Inicialmente las mujeres apoyaron la huelga sin intervenir
directamente; "eran vendedoras de mercado, al mismo tiempo que amas de
casa, agricultoras, pastoras"18. Pero cuando los soldados de
caballería salieron a las calles con la intención de sofocar la huelga, las
mujeres suspendieron la venta en el mercado en señal de protesta, y el 16 de
junio se produjo un cruento enfrentamiento entre soldados y trabajadores, en el
que murieron Irene Salvador y Manuela Chaflajo, mártires de la jornada de las
ocho horas. Esta acción de las mujeres de Huara y Sayán constituye la primera
manifestación femenina en la lucha sindical19.
Fue una acción significativa, pero aislada. El
proceso de industrialización encontró en el proletariado femenino mano de obra
barata, y escasa conciencia sindical. Por otra parte, la Ley 2851 de protección
a la mujer, aprobada en 1918, prácticamente no fue cumplida, y los legisladores
no le otorgaron las garantías que las nuevas corrientes sociales consideraban
indispensables20. Sin ninguna protección, las obreras soportaron
jornadas excesivas, salario insuficiente, "amenazas y despotismo, y cuanta
negación de derecho o trato inhumano pueda idearse21. El embarazo
fue considerado un "delito", y por la misma jornada de trabajo las
mujeres ganaban 40 y 60% menos que los obreros.
Entre 1917 y 1920, Miguelina Acosta Cárdenas y
Dora Mayer, dirigieron "La Crítica", el periódico del anarcosindicalismo,
con artículos que abordaron temas relacionados con las reivindicaciones de las
mujeres obreras, y la grave situación económica a consecuencia de la Primera
Guerra Mundial. El 13 de enero de 1919 el movimiento obrero impulsó un paro
general por la jornada de ocho horas y en protesta por el alza del costo de
vida. Cuatro meses después en la conformación del Comité Pro-Abaratamiento de
las subsistencias, entidad deliberativa y convergente de instituciones, figuró
entre las primeras acciones la convocatoria a una Asamblea Femenina. El 22 de
mayo de ese año, en el local de la Federación de Estudiantes del Perú, hicieron
uso de la palabra los líderes sindicales, Nicolás Gutarra y Carlos Barba, y en
representación de las mujeres: Evangelina Antay, Rosa de Saury, Elisa
Perrichino, Teresa Ticipiano, y Miguelina Acosta Cárdenas, que demandaron la
creación de un Comité Femenino. A propuesta de Zoila Aurora Cáceres, se convocó
a un mitin de mujeres para el domingo 25 de mayo de 1919 a las 3 de la tarde en
el Parque Neptuno22.
En el mitin, María Augusta Arana destacó en su
discurso el trascendental hecho de que hombres y mujeres obreros se unieran en
el terreno de la lucha sindical. Sin embargo, ningún documento de la época
registra las demandas de las obreras, solo figura que en ese mitin las mujeres
desfilaron portando grandes letreros que decían: "¡Abajo los
capitalistas!", “¡Viva la organización femenina!". Conquistada la
jornada de las ocho horas, en 1919, la presencia del anarcosindicalismo fue
disminuyendo en el movimiento obrero, y lo mismo ocurrió con el intento de
organización de las mujeres obreras, por las limitaciones del ideario
anarcosindicalista opuesto a la participación femenina en la política formal, y
por consiguiente, también al sufragio femenino.
La única huelga de obreras que está registrada
en los documentos de la época se produjo en la Fábrica de Tejidos La Victoria.
Empresa textil obligaba a las obreras a trabajar tres horas suplementarias los
sábados por la tarde, sin pagarles la remuneración del 7% adicional que
establecía la ley. Ante lo cual, las obreras se organizaron, convocaron
asambleas, y finalmente decretaron una huelga que se prolongó hasta que
lograron que se reconocieran sus derechos. En esa ocasión, "Labor” destacó
la acción ejemplarizadora de las obreras cuando "las manos femeninas se
levantaron en alto para votar por la dignidad de la obrera textil y la
elevación de la conciencia proletaria"23.
La presión de las obreras hizo posible que en
1929, cuando la organización sindical culminó una etapa decisiva en su proceso
de unificación con la fundación de la Central General de Trabajadores del Perú,
CGTP, que se plasmara en el "Manifiesto a la clase trabajadora del
país",
"todo este cúmulo de calamidades que pesa sobre la
mujer explotada no puede resolverse, sino es a base de la organización
inmediata; de la misma manera que los sindicatos tienen que construir, sus
cuadros juveniles, deben de crear sus secciones femeninas, donde se educarán
nuestras futuras militantes femeninas"24.
Entre 1917 y 1920, Miguelina Acosta Cárdenas y Dora Mayer, dirigieron "La Crítica", el periódico del anarcosindicalismo, con artículos que abordaron temas relacionados con las reivindicaciones de las mujeres obreras, y la grave situación económica a consecuencia de la Primera Guerra Mundial. El 13 de enero de 1919 el movimiento obrero impulsó un paro general por la jornada de ocho horas y en protesta por el alza del costo de vida. Cuatro meses después en la conformación del Comité Pro-Abaratamiento de las subsistencias, entidad deliberativa y convergente de instituciones, figuró entre las primeras acciones la convocatoria a una Asamblea Femenina. El 22 de mayo de ese año, en el local de la Federación de Estudiantes del Perú, hicieron uso de la palabra los líderes sindicales, Nicolás Gutarra y Carlos Barba, y en representación de las mujeres: Evangelina Antay, Rosa de Saury, Elisa Perrichino, Teresa Ticipiano, y Miguelina Acosta Cárdenas, que demandaron la creación de un Comité Femenino. A propuesta de Zoila Aurora Cáceres, se convocó a un mitin de mujeres para el domingo 25 de mayo de 1919 a las 3 de la tarde en el Parque Neptuno22.
La vertiente feminista
En 1911, María Jesús Alvarado Rivera
(1878-1971), dictó en la Sociedad Geográfica de Lima la primera conferencia
sobre “los fundamentos y los fines del feminismo como movimiento mundial de la
liberación de la mujer”25. Un año antes se había realizado el Primer
Congreso Femenino Internacional de la República Argentina, organizado desde
1908 por la Asociación Universitarias Argentinas a propuesta de la Dra. Julieta
Lanteri para celebrar el Centenario de la independencia. No sabemos si María
Jesús Alvarado llegó a conocer los aportes de este evento en el que
participaron mujeres académicas, políticas y obreras, “cumpliendo el objetivo
de vincular a las mujeres de todos las posiciones sociales, entre las obreras
de todos los gremios, entre las que trabajan en el silencio del hogar y en la
acción militante de asociaciones”26.
Dos
años después, en 1914, María Jesús Alvarado Rivera fundó la primera
organización feminista peruana, Evolución Femenina, integrada principalmente por
mujeres de clase media, orientada a lograr dos objetivos: la incorporación de
la mujer al trabajo, y conseguir la igualdad jurídica. Iniciando así el debate
en torno a la emancipación de la mujer, el derecho al sufragio, la educación y
el acceso a cargos públicos.
Con el
propósito de capacitar a las mujeres, Evolución Femenina creó la Escuela-Taller
Moral y Trabajo. En el discurso de inauguración, María Jesús Alvarado señaló
como las principales causas por las cuales las mujeres de sectores populares se
prostituían, el abandono, la falta de educación, y oportunidad laboral.
La
decadencia de la moral social, nunca se origina en la libertad y cultura de la
mujer, por el contrario son su esclavitud é ignorancia las que relajan las
costumbres; cuando la mujer se cree nacida para el placer y al servicio del
hombre, su ideal supremo es ser la odalisca preferida, y la sociedad toda se
convierte en un harén; pero cuando tiene conciencia de la dignidad humana y de
sus destino social, se dignifica a sí misma, y dignifica al medio”27.
Posteriormente,
Evolución Femenina impulso la creación de la Escuela de Enfermeras, y desplegó
un gran esfuerzo para lograr la participación de las mujeres en las Sociedades
de Beneficencia Pública, "aspiración que nadie podía impugnar pues estas
funciones no estaban reñidas con las aptitudes y condiciones femeninas"28.
Con este fin retomó la iniciativa que en 1913 los diputados José Balta y Samuel
Payán habían presentado a la Cámara de Diputados. Se trataba de un proyecto de
ley que posibilitaba la incorporación de las mujeres al trabajo en las
Sociedades de Beneficencia Pública; pero por mayoría “los padres de la patria”
le negaron un derecho que ya existía en varios países, y en Argentina desde
1823.
El
Comercio.
Lima, 24 de Septiembre de 1914
Memorial de Evolución Femenina a la Cámara de Diputados
Sobre el ingreso de mujeres a las Sociedades de Beneficencia
Pública
Exmo. Señor Presidente de la Honorable Cámara de Diputados.
Exmo. Señor: Que teniendo nuestra
Institución por objetivo fundamental propender al mejoramiento y dignificación
de la mujer peruana y ampliar su radio de acción social, para que pueda
ejecutar eficazmente sus eficientes, nobles y generosas aptitudes en beneficio
de la colectividad, y conocedora de que en esa Honorable Cámara de encuentra un
proyecto de Ley suscrito por los Honorables señores José Balta y Samuel Sayán
Palacios, que sanciona el ingreso de mujeres a las Sociedades de Beneficencia,
pedimos a VE., se digne estimular a la Comisión a la cual pasó el citado
proyecto, para que emita su dictamen y pueda ser debatido y aprobado, como no
dudamos que lo harán los señores representantes, pues dada la elevada cultura
de todos y cada uno de los miembros de esa Honorable Cámara, no se les ocultará
que en la nueva organización de las sociedades modernas es precisamente, el
ramo de beneficencia el campo en que la mujer está llamada a actuar, prestando
al Estado un precioso contingente de servicios conducentes al bien general y al
progreso del país.
María J. Alvarado Rivera. Presidenta; Juana Jansohn. Vice-Presidenta; Miguelina
Acosta Cárdenas. Secretaria; Emilia D. de Gaige. Tesorera; Teresa G. de
Fanning; Elena Gonzáles; Luisa G. Llona; Lydia K. de Mac Knight; María Julia
Salardi; Augusta Ugarte; Evangelina Antay; Angélica Ronceros; María Irene
Larragoytia”29
Durante
dos años a través de charlas, conferencias, artículos y memoriales, Evolución
Femenina prosiguió una tenaz lucha con este objetivo porque, tal como sostuvo María
Jesús Alvarado, "no existe en el Perú, razón alguna para continuar
manteniendo a la mujer rezagada a las últimas filas, olvidada y humillada,
excluida de los cargos públicos, privando así inconsultamente a la sociedad de
su benéfico concurso; es tiempo ya e imperiosa la necesidad de llamarla a
colaborar en la actividad nacional"30.
Recién
en agosto de 1915, la Cámara de Diputados aprobó el proyecto de ley, lo que
significó un triunfo para Evolución Femenina y para todas las mujeres. Sin
embargo, la organización feminista no pudo conseguir la igualdad jurídica de la
mujer. Esta acción no mereció el apoyo ni de los parlamentarios ni de las
mismas mujeres, que por entonces no comprendieron el significado que revestía
formar parte de la sociedad como persona con derechos políticos y cívicos. En
el Memorial enviado a la Cámara de Diputados el 7 de octubre de 1914 y que
fuera archivado sin discusión, Evolución Femenina cuestionó severamente el
Código Civil promulgado en 1851, influenciado por el tradicional dominio sobre
la mujer y por los prejuicios sociales, y que establecía en el Art. 28:
"Están
bajo la Patria Potestad las mujeres que dependen de sus maridos, los hijos
menores que dependen de sus padres, los incapaces", y en el Art. 1247:
"Tienen impedimento para contratar: los menores no emancipados y las
mujeres casadas sin autorización del marido. Los locos o fatuos. Los pródigos
no declarados"31.
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Zoila Aurora Cáceres |
Data de 1924 el surgimiento de otra
organización de mujeres, “Feminismo Peruano”, fundado por Zoila Aurora Cáceres.
Asesoró en 1930 la organización del primer Sindicato de Costureras, y de las
trabajadoras de la Compañía Peruana de Teléfonos, en 1931. Implementó varias
acciones para conquistar el sufragio femenino y la igualdad de salarios en
condiciones políticas adversas. El tema ni siquiera figuró en el debate del
Congreso Constituyente (1933-1936); sin embargo, la Constitución Política de 1933, en su Artículo
86°, le otorgó a las mujeres alfabetizadas mayores de edad el voto en
elecciones municipales, derecho que no pudieron ejercer hasta 1963 debido a las
permanentes interrupciones del proceso democrático. En 1938 el casi extinguido
grupo insistió sin éxito en el derecho al voto político, la igualdad de
salarios, el ingreso de la mujer al servicio diplomático y a la policía, y la
fundación de un instituto médico de higiene y profilaxis sexual.
En este período también destacaron varias
escritoras en un ambiente cultural dominado por las voces y el discurso
masculino. Leonor Espinoza de Menéndez, publicó en Arequipa en 1915 la primera
novela que se definió feminista en el Perú: Zarela, una novela feminista. En el
prólogo, Francisco Mostajo, destaca en esta obra presentada como una novela de
tesis, el riesgo que la autora podría correr, y la califica como “hija del
propio esfuerzo”. Zarela relata las
vicisitudes de varias mujeres de la elite arequipeña, cuyas vidas se mueven
inmersas en desgracias por enfrentarse a una sociedad tradicional y al poder de
la Iglesia. Constituyó la primera expresión literaria feminista, incluso diez
años antes que María Jesús Alvarado publicara su novela también feminista,
Nuevas Cumbres, que tuvo poca repercusión; en cambio, Elvira García y García en
su libro La mujer peruana a través de la historia, proporciona importante
documentación sobre la autora de Zarela, una novela feminista32.
Otra importante escritora fue Zoila Aurora
Cáceres Moreno, segunda hija del mariscal Andrés Avelino Cáceres y Antonia
Moreno. Su infancia estuvo marcada por
la Guerra del Pacífico, cuyos recuerdos aparecen en su libro La princesa Suma
Tica, en el que revela la admiración por el patriotismo de su madre33.
En 1909 publicó en París, Mujeres de Ayer y de Hoy, y fundó la "Unión
Literaria de los Países Latinos". En ese período conoció al escritor
guatemalteco Enrique Gómez Carrillo, con quien se casó, separándose al poco
tiempo.
Su
libro, Mi vida con Enrique Gómez
Carrillo34, relato autobiográfico de los primeros meses de su
matrimonio, es un diario íntimo, doloroso, donde aunque no se explicita el
carácter homosexual de Gómez Carrido, el conflicto está presente en todo el
libro. Se trata de “la versión de la vida íntima de un hombre y una mujer que
alcanzaron reconocimiento en la sociedad
española y francesa de fines del siglo diecinueve y en las primeras
décadas del veinte”. Posteriormente viajó a Italia y Alemania donde su padre
ocupaba el cargo de Representante del Perú. La admiración que sintió por él
está expresada en la coautoría de su libro de narración histórica, La Campaña
de la Breña. Memorias del mariscal del Perú D. Andrés A. Cáceres.
* Sara
Beatriz Guardia. Mujeres peruanas. El
otro lado de la Historia. Lima: 2013, 5ta edición.
Notas.
1 Amelia Valcárcel. Sexo y Filosofía. Barcelona,
1991, p. 9.
2 Jean-Jacques
Rousseau. Emilio o De la Educación. Madrid, 1998, p. 535.
3 Jean-Jacques
Rousseau. El contrato social. Madrid,
1988, p. 76.
4 David
Held. Modelos de democracia. Madrid,
1991, p. 100.
5 Ibídem, p. 100.
6 D. Godineau.
Citoyennes Tricoteuses. Les femmes du peuple à Paris pendant la Révolution.
Aix-en-Provence, 1988.
7 Condorcet.
"Essai sur l’admission des femmes au droit de la cité". Las Mujeres y
la Revolución. Barcelona, 1974.
8 Ana de
Miguel. “Feminismos”. 10 palabras claves sobre la mujer. Navarra, 1995, p. 226.
9 Voltaire.
Diccionario Filosófico. Tomo III. Buenos Aires, 1964, p. 184.
10 Federico
Engels, refutó las tesis del socialismo utópico en su libro: Del socialismo
utópico al socialismo científico, publicado en 1892.
11 Flora
Tristán. Union ouvrière. Paris, 1986.
12 Jorge
Basadre. Apertura. Textos, Cultura y Política, escritos entre 1924 y 1977.
Lima, 1978, p. 246.
13 Magda
Portal. Flora Tristán, precursora. Lima, 1983, p. 21.
14 Mary Nash -
Susana Tavera. Experiencias desiguales: Conflictos sociales y respuestas
colectivas. Madrid, 1995, p. 58.
15 Karen
Offen. "Definir el feminismo: un análisis histórico comparativo". Historia Social No. 9, Valencia, 1991,
p. 110.
16 August
Bebel. La mujer y el socialismo. La
Habana, 1974, p. 45.
17 La Voz de
la Mujer. Periódico comunista-anárquico. Argentina, 2002, pp. 12, 17, y 21.
18 Carolina
Carlessi. Mujeres en el origen del
movimiento sindical. Crónica de una lucha. Huacho, 1916-1917. Lima, 1984,
p. 124.
19 Ibídem, p.
124.
20 Mary
González. "La mujer y la lucha
entre el capital y el trabajo". Labor,
1 de mayo de 1929, p. 8.
21 Labor.
"Por la mujer que trabaja". Año 1. No. 3, Lima, 8 de diciembre de
1928, p. 8.
22 Ricardo
Martínez de la Torre. Apuntes para una
interpretación marxista de la Historia del Perú. Tomo I, Lima, 1949.
23 Labor.
"Por la mujer que trabaja". Año 1
No. 5. Lima, 15 de enero de 1929,
p. 2.
24 Labor.
"Manifiesto de la Central de Trabajadores del Perú a la clase trabajadora
del país". Año 1 No. 10. Lima, 7 de
setiembre de 1929.
25 Raúl
Fornet-Betancourt. Mujer y filosofía en
el pensamiento iberoamericana. Barcelona, 2009, p. 75.
26 Graciela
Tejero Coni. Presentación. Primer
Congreso Femenino Internacional de la República Argentina. Mayo 1910.
Buenos Aires, 2010, p. 9.
27 María S.
Castorino. Evolución Femenina: Una mujer extraordinaria. Lima, 1969, pp. 14-15.
28 Ibídem,
p.69.
29 Ibídem, pp.
67, 69.
30 "El
Comercio". Lima, 24 de setiembre de 1914.
31 Castorino. Evolución Femenina: Una mujer extraordinaria. Ob. Cit., pp. 71-72.
32 Isabelle
Tauzin-Castellanos. “Zarela: La emergencia del feminismo en Arequipa”.
33 Mujeres y Género en la historia del Perú. Lima, 1999.
33 Sofía.
Pachas Maceda. Aurora Cáceres “Evangelina.” Sus escritos sobre arte peruano.
Lima, Seminario de Historia Rural Andina. UNMSM, 2009.
34 Lucía Fox
Lockert. “Dialéctica en la subversión de los sexos en la autobiografía de
Aurora Cáceres”. Mujeres que escriben en América Latina. Lima, 2007, P. 409.
Sara Beatriz Guardia. Escritora. Investigadora de la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la Universidad de San Martín de Porres. Lima-Perú. Directora del Centro de Estudios La Mujer en la Historia de América Latina, CEMHAL. Presidenta de la Comisión del Bicentenario Mujer e Independencia en América Latina. Directora de la Cátedra José Carlos Mariátegui.
Ha publicado:
Mujeres peruanas: El otro lado de la Historia. Lima, 1985, 1986,1995,2002, 2013.
Una mirada femenina a los clásicos. Lima, 2010.
José Carlos Mariátegui. Una visión de género. Lima, 2006.
La flor morada de los Andes. Lima, 2004.
Una fiesta del sabor. El Perú y sus comidas. Lima, 2000.
Voces y cantos de las mujeres. Lima, 1999.
El amor como acto cotidiano. Lima,1994.
Sara Beatriz Guardia. Escritora. Investigadora de la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la Universidad de San Martín de Porres. Lima-Perú. Directora del Centro de Estudios La Mujer en la Historia de América Latina, CEMHAL. Presidenta de la Comisión del Bicentenario Mujer e Independencia en América Latina. Directora de la Cátedra José Carlos Mariátegui.
Ha publicado:
Mujeres peruanas: El otro lado de la Historia. Lima, 1985, 1986,1995,2002, 2013.
Una mirada femenina a los clásicos. Lima, 2010.
José Carlos Mariátegui. Una visión de género. Lima, 2006.
La flor morada de los Andes. Lima, 2004.
Una fiesta del sabor. El Perú y sus comidas. Lima, 2000.
Voces y cantos de las mujeres. Lima, 1999.
El amor como acto cotidiano. Lima,1994.