jueves, 3 de marzo de 2011

EN EL DIA INTERNACIONAL DEL LIBRO



La memoria cultural de una nación usualmente queda registrada en la escritura. La cultura occidental preserva dicha memoria mediante la escritura y su producto más elaborado el libro. Aunque, valgan verdades, distintas civilizaciones han preservado sus memorias mediante soportes alternativos al papel; entre ellos tablillas de arcillas, corteza de árboles, en nuestro caso, en el Tawantinsuyu se utilizó el arte textil. Todos ellos fueron subsumidos por el sistema de escritura occidental y su propagación se extendió en todo el orbe. La necesidad de almacenar un mayor volumen de la información hizo inadecuada el almacenamiento de la data en pergaminos, el papel inventado por los chinos reemplazó el tradicional sistema, introduciéndose el sistema de las “cuadernas”.

La copia manuscrita fue por mucho tiempo el sistema de reproducción que se utilizaba para preservar el conocimiento y la cultura antigua. Se narra que las naves que atracaban en el puerto de Alejandría, se les confiscaban los manuscritos que llevaban para copiarlos y luego devolverlos. La riqueza informativa que recogían fue el patrimonio de la famosa Biblioteca de Alejandría, la cual desapareció luego de un terremoto que la hundió en el mediterráneo. Una de sus directoras más famosas fue la filósofa y matemática Hipatia, quien murió desollada por la intolerancia y el dogmatismo de los cristianos, veían en ella el peligro del saber en manos de personas que destronaban el dogma religioso por medio de la razón. Muy pocos textos del pasado se han preservado, apenas fragmentos y partes de obras famosas escritas en griego.

La tipografía inventada en 1459 por Johannes Gutemberg desplazó a los copistas, usualmente religiosos encargados de preservar manuscritos antiguos. La reproducción automática de los textos facilitó la expansión del acceso al documento. La presencia del libro hizo una necesidad el aprendizaje de la lectura y escritura, un código exclusivo que debían aprender quienes debían gobernar y propender la religión cristiana. Martín Lutero propagó la idea de que también quienes no conocían la escritura debían aprenderla para leer la Biblia. El acceso directo a la fuente escrita y traducida a la lengua materna, socavando la autoridad religiosa de su tiempo. El aprendizaje de la escritura se orientó a educar ampliamente a la población analfabeta, prescindiendo de la función de exclusividad de la interpretación de la Biblia por religiosos católicos. Juan Amos Comenio en 1630 publica su Didáctica magna inventando el libro de texto, cuya finalidad fue incentivar la autonomía del proceso educativo. El aprendizaje de la lectura y escritura dejará de ser una enseñanza exclusiva para un grupo selecto y se expandirá en los estratos sociales más bajos.


Libro y quipu fueron dos soportes comunicativos durante la dominación colonial hispana. "Tenga libro" dibujo de Felipe Guamán Poma de Ayala.
Aunque sólo a mediados del siglo XIX, la escuela pública será considerada una obligación y un derecho, la circulación y profusión de textos, indicó el estándar cultural de una nación. Desde inicios del siglo XX, la circulación de la información a través de diarios y revistas, marca lo que denominamos “sociedad de la información”, el incremento de tales medios, configura un público lector uniforme y constante, “sociedad letrada” se le denomina por el consumo de textos de diversos géneros literarios. El libro pasa a ocupar un lugar importante en las bibliotecas y mercados: despierta pasiones, construye utopías y hasta los artefactos del futuro que narraba Jules Verne.

La acumulación de la sabiduría necesita ser almacenada y codificada, lo cual llevó a la creación de las modernas bibliotecas. El volumen informativo cada día crece que es necesario atender el problema de la obsolescencia de la información. El placer de visitar bibliotecas y revisar los textos originales que guarda siempre es un descubrimiento y una pasión por adquirir conocimientos. Aunque hoy, las bibliotecas son menos concurridas debido al uso del libro electrónico.

Releo dos textos que tratan sobre el libro y las bibliotecas: Jorge Luis Borges en La biblioteca de Babel nos introduce al libro como herramienta de la memoria. Plantea axiomas que generan la presencia del libro, Dice: 1) “La biblioteca existe ab aeterno”; 2) El número de símbolos ortográficos es veinticinco” 3) No hay en la vasta biblioteca, dos libros idénticos. Todo esto nos lleva a los dos misterios básicos de la humanidad: El origen de la Biblioteca y el tiempo, concluye Borges afirmando: “Es verosímil que esos graves misterios puedan explicarse en palabras: si no basta el lenguaje de los filósofos, la multiforme biblioteca habrá producido el idioma inaudito que se requiere y los Vocabularios y gramáticas de ese idioma.” Para Borges la comparación del universo como una gran biblioteca, nos sitúa en el conocimiento inagotable de su condición infinita, perecible sólo cuando la existencia de la humanidad sea cancelada.

Umberto Eco en su monumental novela El nombre de la rosa nos muestra el dialogo de William de Baskerville con su asistente Adso de Melk, sobre el saber contenido en cada libro de la antigüedad, la descripción de la biblioteca medieval guarda relación con la conservación y el index, sólo podían leerse los libros autorizados, los paganos debían ocultarse en el criterio de la preservación de una ideología religiosa. Leo un fragmento que describe la “pasión del bibliómano”:

"La visita a la biblioteca nos tomó muchas horas de trabajo. En teoría, la inspección que debíamos hacer era fácil (…) Pero eso no lo hicimos todo de una tirada. Nos detuvimos a curiosear en los armarios, y, ahora que –con sus nuevas lentes calzadas en la nariz- podía demorarse leyendo los libros, Guillermo prorrumpía en exclamaciones de júbilo cada vez que descubría otro título, ya fuese porque conocía la obra, porque hacía tiempo que la buscaba o, por último, porque nunca la había oído mencionar y eso excitaba al máximo su curiosidad. En suma, cada libro era para él como un animal fabuloso encontrado en una tierra desconocida."


¿Qué maravillosas sorpresas puede darnos la lectura de un libro? Puede concebírsele también como instrumento que erige los modernos conceptos de República, Estado, libertad de pensamiento, creatividad, crítica, derechos humanos entre otros muchos.

La educación contemporánea proclama la necesidad de la comprensión de la lectura, esto debe acompañarse con una buena tradición familiar y un buen sistema de su enseñanza, además de una adecuada selección de textos que incentiven la curiosidad y la fantasía que imaginamos cuando abrimos y cerramos un libro: la sabiduría que nos permite comprender mejor este mundo para transformarlo.

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