sábado, 4 de diciembre de 2021

Cartas inéditas del poeta Roberto Santoro: “O el pueblo se organiza o nos masacran”

 La comunicación epistolar entre el autor de Uno más uno humanidad y el poeta peruano Víctor Mazzi nos permiten vislumbrar un clima de época reflejado con “palabra apretada y rabiosa que quisiera ser un puño en medio de la cara torcida de los traidores”

Por Jorge Boccanera

Tomado de:

https://www.agenciapacourondo.com.ar/fractura/cartas-ineditas-del-poeta-roberto-santoro-o-el-pueblo-se-organiza-o-nos-masacran

 


En una carta al poeta peruano Víctor Mazzi Trujillo enviada a fines de 1974, Roberto Santoro escribe: “siempre es importante tener presentes a todos los que luchan en nuestro continente, saqueado por la dependencia cultural y los popes entreguistas”; y se despide con estas palabras: “el puente está tendido, te envía un abrazo fraternal tu nuevo compañero y amigo”.

Días después el poeta peruano recibía en su casa de Chosica, localidad situada a unos veinte kilómetros de Lima, la misiva junto a dos libros de Santoro, un envío que daba pie a una amistad sólo interrumpida por el secuestro del poeta argentino un primero de junio de 1977.

Conocí personalmente a Mazzi en Chosica gracias a Santoro, cuando salí del país en 1976. Fue el autor de Uno más uno humanidad quien me habló de este poeta fundador del Grupo Intelectual Primero de Mayo (GIPM) y nos puso en contacto. Así fue que encontré luego en la sierra peruana a un hombre humilde, de gran solidaridad y sabiduría. Mazzi (1) el poeta albañil, que por esos años vendía libros en la explanada de la Universidad Nacional de Educación, “La Cantuta”, era un autodidacta que abordaba diversos temas, del arte a la política con probados conocimientos. En ese 1976 sumaba a sus libros Reflejos del carbón Poemas de vecindad, haber preparado la antología Poesía proletaria del Perú con sello de la biblioteca de la Universidad citada. Un dato no menor: el libro llevaba una dedicatoria impresa a los integrantes de los grupos literarios El Pan Duro, Barrilete y El Ladrillo. 

Pasé algunos días en compañía de Mazzi y varios de los integrantes del GIPM, hasta que el gobierno militar peruano decretó el estado de sitio y salí para Guayaquil; pronto los uniformados entrarían a La Cantuta, Mazzi perdería su trabajo, el gran escritor Oswaldo Reynoso, rector de esa casa de estudios, se exiliaría en China y los uniformados destrozarían centenares de libros.


Ahora, a cuarenta y cinco años de aquellos momentos, su hijo Víctor Mazzi Huaycucho, doctor en Educación y ensayista orientado en la civilización incaica, quien mantiene viva la obra de su progenitor con libros póstumos y de homenajes, pone en mis manos cinco cartas que Santoro envió a su padre y que dan la medida de la Argentina de esos años; el progresivo acoso de la derecha a los sectores populares unos años antes del golpe militar –entre 1974 y 1976-  y en particular de la labor incansable de Santoro en los distintos frentes políticos y culturales en los que se movía.

Poeta y tipógrafo, Santoro, enlazó al modo de otros poetas de su generación, la del 60, franjas de la cultura popular como el fútbol, el tango, el box, con una mirada puntual y crítica sobre la situación social opresiva padecida a lo largo de toda Latinoamérica. A mi entender, lo singulariza un carácter contestatario sin cortapisas como poeta y como militante (junto a escritores como Humberto Costantini, Haroldo Conti, Carlos Patiño y el mismo Higa, integró el Frente Cultural del Partido Revolucionario de los Trabajadores, FATRAC), pero además su fuerza como impulsor de los proyectos varios que motorizaba: el grupo y la revista Barrilete, el sello “Papeles de Buenos Aires” y su colección de poesía “La Pluma y la Palabra”, su antología Literatura de la pelota que se adelantó a la catarata de textos que vendrían después sobre el tema, y numerosas obras surgidas de las juntadas con poetas, músicos, actores y pintores, entre ellos Pedro Gaeta, Eduardo Rovira, Lorenzo Quintero y Luis Luchi. 

Dentro de esa labor incansable, de ese Oficio desesperado, como tituló a su primer libro subrayando un sesgo de urgencia en el horizonte de las transformaciones sociales, era necesario llegar al otro, convocar, reunir, conectar, comunicar, de modo que era imprescindible la correspondencia. No hay dudas de que el intercambio epistolar fue una de las herramientas con la que se valió profusamente Santoro para informar sobre una actualidad candente, a la vez que acercaba su producción (a mitad de los 80 encontré su libro Uno más uno humanidad en una mesa de la casa del poeta herrero Dardo Dorronzoro -secuestrado el 25 de junio de 1976- con la dedicatoria: “a Dardo, con la amistad de quien espera su palabra”, y el aviso de que iría alguna vez a visitarlo “con ganas de arreglar el mundo”). Hay además cartas suyas a escritores de México, Panamá y otros países de América Latina informando sobre las atrocidades del terrorismo de Estado. Quizá su última carta haya sido la que envió al escritor guatemalteco Roberto Díaz Castillo fechada el 11 de mayo de 1977: "Supongo que conocerás mucho de nuestros dolores a través de la prensa. No perdemos por eso la esperanza en un mundo mejor en que la justicia sea verdadera y la vida un derecho del pueblo… Espero sepas comprender estas pocas palabras pero no tengo el ánimo dispuesto… recibe por ahora un fuerte y fraternal abrazo de tu compañero latinoamericano” (2). Estaba a sólo unos días de su secuestro. 

Unos años atrás, el 16 de setiembre de 1974 –recuerdo la fecha porque justamente ese día un comando de la Triple A asesinó al vicegobernador de Córdoba Atilio López, sindicalista y uno de los impulsores del Cordobazo junto a Agustín Tosco- el grupo El Ladrillo organizó en un café del bajo una juntada de músicos y poetas al que asistieron entre otros grupos literarios los poetas de Barrilete. Enterados de la noticia, consternados, denunciamos el crimen y el “Pelado” Santoro reemplazó la lectura de sus textos por la lista de los fusilados de Trelew. 

Cinco cartas

Según la primera carta en nuestro poder fechada el 6 de octubre de 1974, Santoro llega a Mazzi por medio de otro amigo común, el poeta de ascendencia japonesa Juan Carlos Higa (“Querido amigo: a través del compañero J. C. Higa, he recibido su palabra”), que fuera secuestrado en su domicilio el 17 de marzo de 1976.



Ya en una misiva del 30 de julio de 1975 la relación con el poeta peruano se muestra afianzada (lo trata de “hermano querido”); Santoro cuenta que forma parte de una de las listas que competirá por la conducción de la Sociedad Argentina de Escritores (SADE): “Nuestra Agrupación (Gremial de Escritores, AGE) llevará como candidatos a Elías Castelnuovo y Bernado Kordon”. Integrada además por David Viñas, Humberto Costantini, Iverna Codina, Nira Etchenique y Alberto L. Ponzo, entre otros, dicha lista no reuniría el número necesario de votos. En otros tramos responde preguntas seguramente formuladas por Mazzi en cartas anteriores. Dice: “El grupo El Pan Duro ya no existe, uno de los compañeros, Guillermo Harispe, está en nuestra agrupación gremial”, y va a un tema que remarcará en otras cartas: el deseo de un encuentro con los poetas del grupo Primero de Mayo: “Si se lograra la invitación de esa universidad limeña, hacémelo saber. Cómo me gustaría hablar con todos ustedes. Cuántos sueños y cuántos vinos nos tomaríamos”.

Obviamente entre aquella primera carta de 1974 y ésta hubo otras al parecer extraviadas, ya que entre los diez meses que distan entre ambas, Santoro publicó a Mazzi en su colección Papeles de Buenos Aires. Escribe: de “Tu carpeta, te envío 30 ejemplares” -se refiere a otro de los títulos del peruano, A lengua viva.

Y de nuevo el jadeo del oficio desesperado que, subraya de este modo: “Trato de aprovechar todo el espacio posible. No hay puntos y aparte. No debe haber puntos aparte. Debemos trabajar juntos. Intensificaremos la correspondencia y el intercambio para mejor conocernos y darnos la mano fraternalmente como corresponde a compañeros con iguales ideales.”. Por este puñado de cartas se puede inferir que Santoro intercambia correspondencia con otros integrantes del grupo literario peruano, entre ellos los poetas Alberto Alarcón y Artidoro Velapatiño.

En carta del 29 de agosto de 1975 acusa recibo de revistas y cartas llegadas desde Perú; menciona actividades de la AGE y de un frente cultural (¿el FATRAC?). Anota: “Organizamos un festival en colaboración de compañeros músicos y pintores. El frente de trabajadores sigue su marcha, lenta pero segura”; y esboza este señalamiento político con aires de vaticinio: “O el pueblo se organiza o nos masacran a todos. No soy pesimista, por el contrario. Trabajamos a todos los niveles”. También hace referencia a su escritura de esos días, poemas muy breves con su marca de ironía y agudeza: “Me alegra les guste esas palabras cortitas que les envié con forma de poesía. No puedo a esta altura del dolor escribir de otra manera. Mi canto y mi seña es esa palabra apretada y rabiosa que quisiera ser un puño en medio de la cara torcida de los traidores”. Podría tratarse de poemas breves de su libro No negociable, editado en ese 1975 y del que nuestra revista El Ladrillo dio un adelanto en su número de agosto del año anterior. 

De las cinco epístolas, la cuarta es la más extensa; data del 12 de noviembre de 1975 y en ella se extiende Santoro sobre temas diversos: la amistad de Mazzi (“tu palabra siempre es bienvenida porque tiene el calor de las cosas perdurables, el calor de la lucha popular”), la imposibilidad de continuar con las ediciones de las carpetas de poesía por los altos costos, el traspié de la AGE en la SADE (aunque, dice que pese a todo se ha ganado: “un importante espacio político que debemos ampliar”), y se queja de “‘Los intelectuales’ de nuestro país… casi siempre descolocados de la realidad (que) no han sabido comprende las luchas del pueblo”. Contesta además preguntas del poeta peruano sobre el PRT: “es aquí el único partido marxista leninista de combate. Paralelamente a su trabajo sindical, estudiantil y cultural está desarrollando desde hace unos años la lucha armada urbana y, desde hace un año, por lo menos, la guerrilla rural en la provincia de Tucumán”. Y se despide con una valoración sobre la poesía del peruano: “Tus poemas me parecen naturalmente tranquilos, hombríamente (sic) inquietos, contagiando la fuerza que se necesita para seguir luchando”.

La última carta del autor de Pedradas con mi patria a Víctor Mazzi que nos facilitara su hijo, tiene fecha de cuatro meses después -8 de marzo de 1976-, vale decir a algo más de dos semanas del golpe militar del 24 de marzo. Escrita al borde mismo de la llegada de la dictadura cívico militar, se percibe en partes un tono sosegado –Santoro inquiere a su amigo peruano por su familia, le comenta los boletines de poesía Haravi que por muchos años dirigió Francisco Carrillo, prominente escritor peruano, educador y ensayista muy cercano a Mazzi, y se alegra de que dos poetas del “Primero de Mayo” hayan recibido menciones en un concurso-; para desembocar en la gravedad del momento: “Nuestra situación es grave. Mi país anda a los tumbos… No hay otro camino que la resistencia. La lucha será armada y no armada, legal y clandestina. Mi pueblo sabrá usar todos los recursos que lo han llevado al triunfo a través de la historia… hasta la próxima. Recibe un saludo fraternal y revolucionario”.

Repito aquí lo que dije en 2010 en un acto en La Plata sobre Santoro en el Museo de Arte y Memoria. Desde su primer libro, Oficio desesperado, dio cuenta de una vocación y un sentido de urgencia; la premura que lleva implícito lo impostergable y que comprende lo ineludible. Es así que en su integridad y en el modo de prodigarse, Santoro conjuga el espíritu de una generación entregada al cambio. Leerlo, tanto en sus libros como en estas cartas, es sentir la cercanía de sus sueños y sus convicciones.



 1-Víctor Mazzi (1925-1989), curtido en labores de la construcción y con apenas unos grados de escuela primaria, destacó como escritor y animador de diversos proyectos culturales, todos atravesados por la lucha social. Antes de fundar con el poeta Leoncio Bueno el Grupo Intelectual Primero de Mayo (GIPM) en 1956, dio paso junto a otros trabajadores a la agrupación “Tierra y libertad” que llevó adelante lecturas de textos literarios entre los trabajadores. Coincidencias con Santoro: grupos, canciones, publicaciones, lecturas, etc. 

2-Carta incluida en el informe “La Memoria. El desafío de Roberto Santoro, en Crisis Nº46, Buenos Aires, setiembre, 1986. El ensayista e historiador Roberto Díaz Castillo (Guatemala, 1931-2014), dirigió la revista Alero en su país y dirigió en la Nicaragua sandinista la editorial Nueva Nicaragua. 

viernes, 12 de noviembre de 2021

jueves, 12 de agosto de 2021

domingo, 25 de julio de 2021

Boccanera: “Hay que apostar a la solidaridad y al mundo de las ideas”

Pedro Jorge Solans

https://www.chacodiapordia.com/2021/07/14/boccanera-hay-que-apostar-a-la-solidaridad-y-al-mundo-de-las-ideas/

 El poeta nacido en Ingeniero White en 1952 extiende sus manos como metáfora de entender la vida. Reflexiona sobre la pandemia, la poesía y los tiempos tecnológicos. "Hay que valorar la idea de comunidad", remarcó.

miércoles, 14 julio 2021

  


Breve presentación

Jorge Boccanera. Poeta, periodista y crítico argentino. Nació en Ingeniero White, cerca de Bahía Blanca, en 1952. Ha publicado poesía y ensayos, entre los que se destacan los poemarios: Los espantapájaros suicidas, Argentina 1973. Noticias de una mujer cualquiera, Perú 1976. Contraseña, Cuba 1976. Música de fagot y piernas de Victoria, Perú 1979. Poemas del tamaño de una naranja, Perú 1979. Los ojos del pájaro quemado, México 1980. Polvo para morder, Argentina 1986. Sordomuda, Costa Rica 1991. Bestias en un hotel de paso, Argentina 2001. Palma Real, España 2008. Monólogo del necio, México 2014 y La poesía se come cruda, Chile 2015. En ensayos, Confiar en el misterio/ Viaje por la poesía de Juan Gelman, Argentina, 1994. Sólo venimos a soñar. La poesía de Luis Cardoza y Aragón, México, 1999. Voces tatuadas. Crónica de la poesía costarricense 1970-2004,Costa Rica, 2004 y Palabra Calcinada. Veinte ensayos críticos sobre Juan Gelman, Argentina 2016 (en coautoría con María Semilla Durán). También es autor de libros Infantiles, de crónicas y teatro.

– ¿Por qué decidiste reunir tus poesías de los años 70 hasta hoy, y publicarlas tras 40 años en una antología “Tráfico/Estiba” en plena Pandemia?

– Tengo que decir que no fue una decisión mía, sino del editor y poeta Diego Rosake que lleva adelante desde hace quince años el sello “Hemisferio Derecho” de Bahía Blanca, que además le da oportunidad a muchos autores jóvenes, uno de los pocos espacios donde no deben abonar la edición. Sigo. Partimos de la idea de que era otra antología mía y no una obra completa, que suelen ser indicativas de una especie de trabajo concluido. Es una suma poética que reúne mis once libros de poesía publicados y una sección de letras de canciones. El proceso de edición del libro llevó cuatro años debido a mis viajes y otras interrupciones, pero Rosake nunca soltó las riendas del proyecto. Gracias a él está circulando.

– ¿Se lo puede tomar como un mensaje?

– Podría ser que el mensaje esté en el título, “Tráfico / Estiba”, que señala un tráfico subterráneo de intuiciones e imágenes que tiene la creación poética y el laburo, la estiba, el acomodar la carga, el armado. Repito que la veo como otra de mis compilaciones, lejos de cualquier intento de “arqueo”, aunque entiendo que despierte la idea de una especie de balance de lo hecho hasta aquí.

– ¿Un volver a los recuerdos, tal vez, para resistir otra oleada de inhumanidad?

– De adolescente leí una frase de los Curas del Tercer Mundo que definía el acto de resistencia como la capacidad de afirmar la propia humanidad. Eso me quedó y está siempre, no forma parte de alguna clase de nostalgia sino de la visión del mundo que uno se ha forjado y que forma parte del día a día. Hoy, en tiempos de irracionalidad, individualismo y odios desbordados, hay que seguir apostando a la solidaridad y al mundo de las ideas.

– ¿Cómo vive un poeta comprometido con su tiempo estos momentos de coronavirus?

– Está claro que la pandemia dejó al desnudo un neoliberalismo que en su obsesión por el lucro relegó áreas vitales de la sociedad y de la naturaleza. (Williams) Shakespeare en un soneto se refiere al “glotón” que, dice, se come el bien del mundo; y (Ezra) Pound habla de la usura como algo contra natura. Me refiero a un neoliberalismo depredador a cargo de empresarios que, al decir del filósofo italiano Ligi Zoja, son inmorales, sicópatas a cargo de consorcios, muñecos parlantes de una terminología militar: “cadenas de mando”, “escudos internos” y lanzan campañas y contraataques”. La aparición del coronavirus es una oportunidad para valorar, antes que nada, la idea de comunidad, la educación, la ciencia; y cambiar la mera especulación financiera y el fanatismo bélico, por un mundo donde primen el pensamiento, la creación, las labores mancomunadas y la cultura del trabajo.

– ¿Qué ves?

-Desde hace muchas décadas asistimos al quiebre de los lazos sociales, a la aparición de un individuo masificado, moldeado en serie por los grandes medios; apenas un “consumidor” de subjetividad enajenada, una persona individualista, indiferente, que ve al otro como su enemigo. Contra esto y una tecnificación que fabrica distancia y soledad al convertir al otro en algo remoto, agrega Zoja, hay que anteponer el deseo social.

– ¿Leés a los poetas jóvenes?

– Mantengo un diálogo constante con los jóvenes, sean poetas, ensayistas, carpinteros, músicos. Me nutro de ese intercambio. Ahora mismo entré en un curso sobre Yupanqui por zoom que da el escritor Alejandro Monzón, que fue mi alumno en la UNSAM; vale decir que ahora yo soy su alumno. Y sí, leo bastante material de los poetas de las últimas promociones; me interesa mucho ya que cada texto habla de un punto de vista distinto.

La poesía y el continente

– ¿Qué espacio ocupa en la literatura, esa poesía mestiza de belleza visceral que estaba al alcance de todos y que vos colaboraste en construir junto a otras grandes voces del continente?

– Entiendo lo de “mestiza” como algo que parte de una identidad latinoamericana, y lo de “visceral” en términos de intensidad; pero ignoro si estas categorías, por llamarlas de alguna manera, constituyen líneas o tendencias de la poesía o en cambio señalan sólo algunas de sus marcas. La palabra la tienen los críticos.

– ¿Qué tanto de Ingeniero White, de Buenos Aires, de México tienen tus libros?

– Mucho, sobre todo del puerto de White ya que en mi infancia, entre forasteros, pescadores, artistas ambulantes y toda clase de personajes, me hice las primeras preguntas. Fue un tiempo de asombros e interrogantes frente a los enormes buques que llegaban: ¿de dónde venían?, ¿dónde se dirigían?, ¿en qué lenguas hablaban sus marineros?, ¿dónde dejaron sus familias?, ¿alguien los esperaba en alguna parte? Creo que el puerto me dio un destino de viajes y una perplejidad indispensable para escribir. Pero también Buenos Aires, México, Costa Rica y otros territorios están en mis textos; me refiero a su gente, su historia, su lenguaje, sus sonidos, sus sabores, sus colores, sus cielos, sus veredas y sus selvas.

– ¿Podés recordar cómo recorriste América Latina y con quienes fuiste encontrándote?

– Es un capítulo extenso. Me exilié en México en 1976, tras un viaje de seis meses que abarcó varios territorios; recordá que en esos tiempos la mayoría de los países de América Latina tenían gobiernos militares. Te diría que ese viaje, que aún no se acaba, me marcó desde lo familiar a la escritura. El México hospitalario fue esencial, allí donde me formé como periodista en diarios, revistas y agencias noticiosas, además de adquirir las herramientas para ser escritor. Pero además la interacción con exiliados de Chile, Uruguay, Guatemala, El Salvador, etcétera, que llegaron a México. 


Jorge Boccanera en el Festival Nacional de Folclore de Cosquín con el poeta Antonio Preciado, Ecuador. (Foto: Pascual Borzelli)

Y aquí debo mencionar un dato paradójico: que en medio de la aflicción del destierro, en 1979 vivimos el júbilo de una revolución, la sandinista de Nicaragua, donde trabé amistad con Ernesto Cardenal, los Mejía Godoy y conocí de cerca a Cortázar entre otros muchos maestros de la vida. Vale decir que el viaje, en mi caso, estuvo marcado por estos hermanajes.

– En Chosica, Perú, a fines de los ’70 y principio de los ’80 fuiste un referente como Cardenal, Gelman. Recuerdo que hablaban de vos en la Universidad de La Cantuta ¿Qué recodas de tu breve paso por Perú?

– Tengo gratos recuerdos. Llegué el 24 de junio de 1976, día del campesino. Lo de Chosica se debió a que el poeta Roberto Santoro –secuestrado en Buenos Aires un año después- me había contactado con Víctor Mazzi, el poeta peruano que vendía libros en la explanada de la Universidad Campesina de La Cantuta. Él, su familia y el grupo cultural que lideraba, el “Primero de Mayo” me dieron cobijo. Conocí allí al rector, Oswaldo Reynoso, excelente narrador que pronto se iba a exiliar en China. Todos fueron muy solidarios conmigo.

Conocí también a importantes escritores como Gonzalo Rose, Javier Sologuren, Alejandro Romualdo, Antonio Cisneros y a los jóvenes poetas del Grupo “Hora Cero”. Recuerdo que el poeta Arturo Corcuera que tenía un puesto en Cultura me recibió con mucho afecto y viéndome escaso de fondos me organizó una serie de lecturas desde Machu Pichu a Iquitos. Pero esa oportunidad de recorrer el territorio de Vallejo se coartó cuando el presidente de facto, general Morales Bermúdez, decretó el toque de queda y la situación se puso brava, por lo que tuve que salir por tierra para Guayaquil.

– Siempre cuando se te lee aparece América Latina en carne viva. Pero en esta oportunidad, en Tráfico/Estiba aparecen las vivencias, los amoríos tangueros, nuestras mujeres, nuestra música más cerca que nunca. ¿Notás que tu poética atrae hacia ese universo creado por escritores como Ivo Quallenberg, Julio Cortázar, entre tantos, o de cantautores como Silvio Rodríguez, y que ahora es bombardeado de una forma grosera?

– En la antología “Tráfico/Estiba” están mis obsesiones, mis temas, mis interrogantes, mi pensamiento y hasta mis sueños. Y como bien decís, el fraseo tanguero, ya que a falta de biblioteca de chico tenía a la mano los cancioneros de mi padre, cantor de tango orquestas de Bahía Blanca. Así que junto a (Walt) Whitman, (Pablo) Neruda, (Gustavo A.) Bécquer, (José) Pedroni y (Federico García) Lorca, entre mis primeras lecturas andaban Discépolo, Manzi, Cátulo Castillo y Homero Expósito –a estos dos últimos los alcancé a conocer.

Ojalá mi poesía imante a esos espacios que mencionás; la dignidad compartida de un Cortázar y el corazón compañero de Silvio Rodríguez, con quien mantenemos una amistad de más de cuarenta años. Silvio me invitó a decir mis poemas en los últimos recitales que dio gratis en Buenos Aires, en Lugano y Avellaneda.

Periodismo y poesía en tiempos de WhatsApp

– Vos sos periodista también. ¿Qué opinión te merece las nuevas formas que aparecieron de ejercer el periodismo? Sus nuevas herramientas, las falsas noticias, y la supuesta democratización de la información.

– Siempre se habló del poder de los medios, y “poder” tiene que ver con su capacidad de manipular y desinformar. Eso, que en tiempos pasados tenía su contrapeso en formaciones democráticas donde aún funcionaba una serie de valores, no funciona ya con la pérdida de esos valores que nombramos antes. Se suma una educación relegada por la cultura del espectáculo y la violencia. El verdadero periodista, aquel que se forma, investiga y redacta en base a una visión amplia y documentada de la realidad, ha sido reemplazado por locutores, “gente del espectáculo” que mientras lee la noticia del incendio de los bosques de la Patagonia hacen la propaganda de un piojicida.

Hoy vemos operadores, indignados a sueldo que no reparan en propagar noticias falsas. El bajísimo nivel del periodismo actual es la relevancia que le dan los medios a cualquier frase hueca de una Mirta Legrand o una Susana Jiménez. Lo más preocupante es que medios como la televisión están troquelando la subjetividad de mucha gente que se convierten en meros repetidores.

– ¿Cómo crees que influirán las redes sociales, el wasap y demás adelantos tecnológicos comunicacionales en la expresión poética?

– Habría que separar aquí entre los rumbos misteriosos que transita la creación poética y el tema de la difusión, aspecto en el que está a las claras su fuerza multiplicadora en la emisión de textos, aunque a veces se hace difícil separar la paja del trigo. Pero en lo que hace a la poesía como tal, sigue dependiendo de un armado casi artesanal, preciso, con instrumentos afinados y un lenguaje que escarba en la intuición a veces sólo para encontrar el esqueleto de una pregunta.

Y todo eso en los tiempos de la poesía, en “la intensidad del instante” como dice el poeta Daniel Calmels; en la pausa que necesita el creador para observar su entorno, vislumbrar, pensar; esa capacidad de “atender” que viene a ser la contracara justamente de los tiempos acelerados de la tecnología. Además, por lo que se ve desde que se hicieron masivos los ordenadores -hace alrededor de cincuenta años- si bien hay mucha gente volcada al género no veo aún un correlato en términos de resultados portentosos.

– Por último, ¿Cómo recordás a Laura Yasan? ¿Tu poema “Espejito de mano”, fue una premonición?

– No, porque no lo escribí para ella, aunque se lo dediqué porque se toca con su línea poética un tanto descarnada. La poesía de Laura –la conocí en los 90, la tuve como alumna y luego como amiga-, me conmovió siempre como una crónica urbana que mixtura a Discépolo con la Pizarnik y al Indio Solari con Gelman. Con buen manejo del ritmo y del habla popular, todo mechado con imágenes fulgurantes y mucho sarcasmo, creo que es una de las voces más contundentes de las últimas promociones. Además en sus últimos años fue muy solidaria, se volcó a los hospitales, a las cárceles, a los comederos populares tratando siempre de dar una mano. Lamento muchísimo su determinación, pero la respeto.

– ¿Hubo alguna vez un resquicio vacío en la poesía de Jorge Boccanera?

– Sospecho que esta pregunta deriva de un texto que escribió José Saramago sobre mis textos, donde dice que en mi poesía no hay espacios vacíos y que cada palabra le extiende la mano a la siguiente. Quizá esas manos extendidas sirvan como metáfora de mi modo de entender la vida, la reciprocidad y a esa amistad que, como dijo alguno, hay que hacerle mantenimiento cada día.

 

lunes, 12 de julio de 2021

La Revista Amauta (1926-1930): Estudio de una Plataforma Educativa Latinoamericana.

Santos, Kildo; Oliveira, Dalila & Streck, Danilo*

Revista Brasileira de História da Educação, 21. DOI: http://dx.doi.org/10.4025/rbhe.v21.2021.e159

Se publica con autorización del autor principal.


INTRODUCCIÓN

Este artículo tiene como objetivo analizar la revista Amauta[1] (1926-1930) y presentar sus principales aportes al fortalecimiento de los procesos educativos emancipatorios en América Latina. El estudio busca enfatizar la importancia de dicha publicación no solo por su valor como fuente documental de una época, sino también por representar el proyecto político y cultural del pensador peruano José Carlos Mariátegui (1894-1930), quien hizo de esta revista una de las principales plataformas educativas latinoamericanas.

El esfuerzo intelectual de reflexionar sobre América Latina considerando su propia historia es un desafío para el pensamiento crítico latinoamericano, y entendemos que, desde la década de 1920, Mariátegui ha sido una fuente importante, ya que es uno de los intelectuales peruanos más influyentes de la historia. el siglo 20. Durante su corta existencia, produjo una extensa obra escrita, editorial y política, a saber: la revista Nuestra Época (1918); el diario La Razón (1919); la revista Amauta (1926-1930); y el periódico Labor (1929); además de haber sido director de la revista Claridad (1923-1924). Su obra escrita está publicada en 20 tomos, siendo el libro Siete ensayos interpretativos sobre la realidad peruana el más editado. Mariátegui también fundó el Partido Socialista Peruano (1928) y la Confederación General de Trabajadores del Perú (1929). Sus ideas guiaron los enfoques teóricos más conocidos de las ciencias sociales en América Latina, como la Filosofía de la Liberación (Salazar Bondy, 1995), la Teoría de la Dependencia (Marini, 2000), la Teología de la Liberación (Gutiérrrez, 2000), la Pedagogía del Oprimido (Mazzi Huaycucho, 2007) y el enfoque Decolonial (Quijano, 1986).

Las influencias y confluencias del pensamiento de Mariátegui en los enfoques latinoamericanos dan testimonio de su importancia para el desarrollo de un pensamiento social y crítico en la región. Entendemos que volver a su pensamiento es relevante en el escenario actual y, por ello, destacamos, desde la revista Amauta, sus aportes al fortalecimiento del pensamiento pedagógico latinoamericano, así como a los procesos emancipadores de América Latina.

El estudio se desarrolló mediante métodos de recolección de datos cualitativos, que utilizaron procedimientos técnicos de las modalidades de investigación bibliográfica y documental. Para el tratamiento de datos, optamos por el análisis de contenido. Las actividades de recolección de datos se iniciaron con conversaciones (Certeau, 1994) con profesores e investigadores del trabajo de Mariátegui, lo que nos brindó un rumbo más claro en las búsquedas del material, que se realizaron en las principales bibliotecas de Lima, Perú. Seleccionamos trabajos referentes a la producción de Mariátegui, a saber: 1) la revista Nuestra Época (1918), el diario La Razón (1919), el diario Claridad (1923-1924), el diario Amauta (1926-1930) y el diario Labor (1928-1929). La revista Amauta fue elegida como objeto de este estudio por ser la obra editorial de Mariátegui con mayor alcance en América Latina y con mayor reconocimiento en la historiografía peruana, la cual será presentada y analizada más adelante en un apartado específico.

Seleccionamos los 32 números de la revista Amauta, publicados entre 1926 y 1930. Las actividades de búsqueda en este archivo dieron como resultado un conjunto de datos (88 textos con contenido educativo), que fue sometido a una aproximación, por lo que se realizó un preanálisis, seguido de mediante la exploración del material, la definición de temas, la identificación de unidades de registro y unidades de contexto en los documentos, con miras a tratar, interpretar e inferir resultados.

La investigación se desarrolló desde la perspectiva del pensamiento crítico latinoamericano - “[...] quien viene reivindicando nuestro recorrido histórico frente a esquemas eurocéntricos, y ha buscado sistemáticamente fortalecer nuestra identidad, cuestionando el pensamiento conservador creado por los poderes centrales del capitalismo” (Sader, 2008, p. 9) -, que va más allá de las relaciones económicas, considerando las interconexiones entre los ámbitos histórico, político, social y cultural.

Además de esta introducción, el artículo presenta una breve revisión de la literatura, llevando los estudios de la revista Amauta a una perspectiva histórica. Posteriormente, el estudio trae un análisis de la revista Amauta, identificando textos con contenido educativo. A continuación, el artículo presenta los análisis de dichos textos, en los que se busca identificar su contribución.

LA REVISTA AMAUTA DESDE UNA PERSPECTIVA HISTÓRICA: BREVE REVISIÓN DE LA LITERATURA

En este apartado presentamos, desde una perspectiva histórica, una breve revisión de la literatura sobre algunos de los estudios más comentados sobre la revista Amauta, con el propósito de indicar la creación de una tendencia hacia el análisis de los aspectos culturales en torno a los temas. publicado en las páginas de la revista por su estrecha relación con el tema educativo.

Los estudios sobre la revista Amauta comenzaron con Tauro Del Pino (1960), con la publicación de su libro: Amauta y su influencia, en el que el autor organiza temáticamente la revista. Los aportes de este estudio son relevantes porque permiten comprender el origen y los objetivos de Amauta, así como su biografía y fisonomía bibliográfica, señalando caminos para la conducción de estudios más específicos sobre los temas de la revista.

Los trabajos de Falcón (1979), Chavarría (1979), Messeguer Illán (1974) y Baines (1972) tuvieron como objeto de sus reflexiones la revista Amauta para discutir la polémica entre Víctor Raúl Haya de la Torre[2] y José Carlos Mariátegui. Este debate constituye un capítulo importante en la historia de las ideas políticas del Siglo XX y es parte de la lucha de clases que poco a poco fue tomando forma en el Perú. Dicho conflicto va más allá de los problemas tácticos del partido[3] y expresa la oposición entre las alternativas programáticas de dos clases, tanto en el concepto de sociedad peruana como en el carácter de la revolución, entendiendo esta última, por un lado, como el proceso reformista democrático nacional de la pequeña burguesía y, por otro lado, como el proceso socialista revolucionario del proletariado (Cotler, 2014).

A finales de la década de 1970 y principios de la de 1980 realizaron sus estudios Goloboff (1983), Alcibíades (1982), Núñez (1979) y Wise (1978). Estos trabajos trajeron interpretaciones de la revista Amauta desde una perspectiva que enfatizaba el aspecto cultural. Estos autores discutieron las ideas artísticas y literarias, el tema indígena, además del impacto que tuvo Amauta en la formación cultural de la sociedad peruana. En este mismo contexto, se destacaron las reflexiones de Flores Galindo (1980) en el libro La agonía de Mariátegui: la polémica con la Komintern; en él, el autor recupera la imagen de la revista como tarea colectiva, representando la voz de una generación.

El estudio realizado por Wise (1987) aportó importantes aportes a la interpretación de la revista Amauta al señalarla como una verdadera fuente de la historia cultural peruana. El estudio de Goicochea (1993) también presentó la revista Amauta como el proyecto cultural de Mariátegui, en el que el autor articuló la cultura peruana, reuniendo a intelectuales de diferentes regiones y con diferentes intereses, pero que tenían una característica común: la búsqueda de lo nuevo y de alternativas. para resolver el problema nacional. Teóricamente, la articulación de la cultura peruana se logró mediante el ejercicio de repensar el Perú desde una perspectiva olvidada, la del indígena.

La literatura reciente cuenta con estudios que destacan el proyecto de la revista Amauta en cuanto a su influencia en los procesos organizativos de los trabajadores; sobre la perspectiva de la inclusión de la mujer en los espacios culturales y políticos de las sociedades latinoamericanas; y sobre el objetivo de cuestionar la epistemología eurocéntrica en las ciencias sociales, que fue dominante en el ámbito intelectual y escenario político de la década de 1920 (Mazzi Huaycucho, 2017; Guardia, 2017; Germaná, 2017).

Es evidente que la revista Amauta influyó en la prensa peruana, especialmente en la que cubría la agenda de los trabajadores. Específicamente, esta publicación impactó en la prensa minera de Morococha, ciudad peruana, entre los años 1926 y 1930, donde Mariátegui difundió sus ideas revolucionarias, contribuyendo al surgimiento de un nuevo tipo de clase obrera, que paulatinamente se alejó de las influencias anarquistas y sindicalistas y abrazó las ideas del sindicalismo revolucionario (Mazzi Huaycucho, 2017; Sobrevilla, 2012).

El estudio de Guardia (2017) indica que la revista Amauta representó la expresión más avanzada del pensamiento de Mariátegui, y esa expresividad dio paso a que las mujeres publicaran en la revista. Entre las voces femeninas destacadas se encuentran: Ángela Ramos (1926) y Dora Mayer de Zulen (1927), quienes criticaron la educación patriarcal y sentimental de las mujeres peruanas; Miguelina Acosta Cárdenas (1928), quien criticó la situación de explotación y miseria en la que vivían los indígenas peruanos; Judith Arias y Cesar Acurio (1929), Gabriela Mistral (1927) y María Wiesse (1927), quienes defendieron la educación de los niños como una posibilidad de transformación social; Mary González (1929) y María Augusta Arana (1928), quienes defendieron la participación de las mujeres en las organizaciones de luchas sindicales contra las leyes que oprimían al proletariado femenino; y Magda Portal (1927), destacada poeta y activista política.

En cuanto a cuestionar la racionalidad eurocéntrica moderna, el estudio de Germaná (2017) indica que fue a través del proyecto de la revista Amauta que Mariátegui desarrolló sus análisis de la realidad peruana, debatiendo con el marxismo-leninismo de la Tercera Internacional Comunista el nacionalismo radical de Víctor Raúl Haya de la Torre, y la intelectualidad 'criolla-oligárquica'. De esta manera, Germaná (2017) explora algunas de las orientaciones epistemológicas de Amauta que toman, aunque de manera incipiente, la revista como fuente de la perspectiva de la descolonialidad del conocimiento.

La revisión de la literatura muestra el esfuerzo de muchos investigadores que se dedicaron al estudio de la revista Amauta y, apoyados en importantes investigaciones documentales, publicaron sus estudios. Estas publicaciones fueron más allá de las discusiones teóricas y políticas que predominaron en los estudios mariateguianos y abordaron los aspectos culturales, aún poco investigados, sobre la obra de Mariátegui.

Sin embargo, no se encontraron estudios sobre el tema educativo en las páginas de la revista. Por tanto, entendemos que el presente estudio puede contribuir a llenar este vacío.

AMAUTA: UNA REVISTA CULTURAL Y CIENTÍFICA

En América Latina, la década de 1920 vio una proliferación de revistas artístico-literarias y políticas de tipo vanguardista, de corta duración y con números limitados. Los movimientos literarios, artísticos y políticos de la región se difundieron principalmente a través de estas publicaciones, entre las que se destacaron las siguientes: Repertorio Americano (1919-1958), de Costa Rica; Martín Fierro (1924-1930), de Argentina; Claridad (1926-1941), de Argentina; Amauta (1926-1930), de Perú; Revista Avance (1927-1930), de Cuba; y Contemporáneos: Revista Mexicana de Cultura (1928-1931).

En el contexto peruano, la revista Amauta fue contemporánea de varias otras, como Variedades (1908-1932); Mecurio Peruano (1918-1931); Mundial (1920-1931); Flechas (1924); Trampolín-Hangay-Rascacielos (1926-1927); Poliedro (1926); Guerrilla (1927); La Sierra (1927-1930); Nueva Revista Peruana (1929-1930). Todos circularon en la ciudad de Lima, y ​​algunos compartieron puntos de contacto con los temas de la revista Amauta. Destacan también las revistas originarias de la región sur de los Andes, especialmente Kosko y Kuntur (1927), de Cusco, y Boletín Titikaka (1926-1930), de la ciudad de Puno.

En este conjunto de revistas, Amauta se destacó por su calidad literaria, su tendencia interpretativa basada en el materialismo histórico, y por ser una publicación no dogmática, siendo considerada como una de las más representativas de la época (Carter, 1968).

Se considera que la revista Amauta ha representado un movimiento, una corriente de renovación en el campo intelectual peruano y latinoamericano.

Queríamos que 'Amauta' tuviera un desarrollo nacional, orgánico, autónomo e individual. Por eso, comenzamos a buscar su título en la tradición peruana. 'Amauta' no debería ser un plagio o una traducción. Tomamos una palabra Inka para crearla nuevamente. Para que el Perú indígena, la América indígena, sintiera que esta revista era de ellos. Y presentamos a 'Amauta' como la voz de un movimiento y de una generación (Mariátegui, 1928, p. 1, cursiva del autor, nuestra traducción)[4].

Según Mariátegui (1926), Amauta se planteó como una revista con contenido, diferenciador en el contexto peruano de la época, en el que predominaban las etiquetas y la retórica. Esta declaración podría ser una estrategia para ganarse a los lectores, en un contexto de aparición de otras revistas. Según Mariátegui (1926, p. 1, nuestra traducción)[5], la publicación tenía como objetivo

Identificar, esclarecer y conocer la problemática peruana desde el punto de vista doctrinal y científico. Pero siempre consideraremos al Perú dentro del panorama mundial. Estudiaremos todos los principales movimientos de renovación: políticos, filosóficos, artísticos, literarios, científicos. Todo lo humano es nuestro. Esta revista vinculará a los nuevos hombres del Perú primero con los de los demás pueblos de América, luego con los de los demás pueblos del mundo [...].

La estructura de la revista Amauta varió en función de los diferentes momentos, épocas y etapas que atravesó. Durante estos procesos, publicó artículos en una variedad de campos del conocimiento y la educación apareció como un tema importante en el proyecto de la publicación.

Amauta se puede caracterizar por su amplio perfil, no restringido a una propuesta dogmática. Su proyecto era expresar un pensamiento alternativo para enfrentar la tradición cultural oligárquica que dominaba los centros culturales y la sociedad peruana. A lo largo de su recorrido, tuvo diferentes énfasis, que identificamos en las tres etapas que se presentan a continuación.

Las ediciones de Amauta (números 1 a 16) tenían 44 páginas; los números 17 a 30 tenían 104. Problemas 31 y 32, a su vez, tenían 84 páginas. Todos los números de la revista incluyeron en sus páginas reproducciones de obras pictóricas e ilustraciones. La publicación también estuvo compuesta por estas secciones: El proceso del gamonalismo, Vida económica, Panorama móvil y Libros y Revistas. Las ediciones de la revista (números 1 a 16) también se vendieron por 0,40 céntimos, y los referidos a los números 17 a 32, por 0,80 céntimos (Tauro del Pino, 1960).

Las ediciones de Amauta que van del número uno al nueve (de septiembre de 1926 a septiembre de 1928) se pueden considerar como una primera etapa, que se caracterizó por su amplitud en cuanto a los temas de debates, críticas y análisis sobre la realidad peruana. En esta primera etapa se destacaron materias como arte, poesía, literatura, educación y lenguas en general, lo que no significó un abandono de las discusiones políticas, como lo demuestran los artículos antiimperialistas publicados en su novena edición (Martínez de la Torre, 1930).

La segunda etapa de Amauta marcó el inicio de un nuevo viaje y de un nuevo modelo de trabajo. La revista se convirtió en un factor de orientación política para los trabajadores. En septiembre de 1928, Mariátegui proclamó que Amauta dejaba de ser la revista de la nueva generación para convertirse en una revista socialista. “Se acabó la primera etapa de 'Amauta'. En la segunda etapa, ya no es necesario llamarla "nueva generación", "Vanguardia", revista "izquierdista". Para ser fiel a la Revolución, le basta con ser una revista socialista” (Mariátegui, 1928, p. 2, cursiva del autor, nuestra traducción).[6]

Esta nueva definición constituyó un punto de inflexión en el tipo de política editorial, que generó transformaciones en la estructura de la revista. En esta segunda etapa, Amauta se convirtió en un camino a través del cual se impulsó una plataforma política y un nuevo proyecto de país, siguiendo las direcciones del socialismo. En la editorial Aniversario y Balance, número 17 de la revista, Mariátegui (1928, p. 1, traducción nuestra)[7] afirmó que

Amauta no es un entretenimiento ni un juego de intelectuales: profesa una fe histórica, confiesa una fe activa y multitudinaria, obedece a un movimiento social contemporáneo. En el conflicto entre dos sistemas, entre dos ideas, no se nos ocurre sentirnos espectadores o inventar un tercer término [...]. En nuestra bandera inscribimos esta palabra única, simple y grandiosa: Socialismo [...].

A partir de la publicación del número 10 al 29, Amauta desarrollaría un debate entre los conceptos indígena, nacionalista radical y socialista, hasta adoptar una política revolucionaria con el objetivo de desarrollar un enfoque que apuntara a la construcción de un socialismo indoamericano. (Löwy, 2005), mediante una línea de pensamiento que sentaría las bases de un marxismo latinoamericano (Löwy, 2016).

La tercera etapa de Amauta se puede entender en las publicaciones de sus tres últimos números, luego de la muerte de Mariátegui en abril de 1930. Esta etapa se caracteriza por los intentos de continuar la etapa anterior, bajo la dirección de Ricardo Martínez de la Torre.

Sin embargo, la revista publicó su último número (32) en agosto / septiembre de 1930. Este hecho está relacionado con la muerte de Mariátegui, principal referente para el funcionamiento de la revista; al cambio en su contenido (influencia de la Tercera Internacional Comunista), que provocó el distanciamiento de algunos colaboradores cercanos y la ruptura de relaciones con intelectuales extranjeros; ya la crisis económica que afectó a los anunciantes (Portocarrero Grados, 1996). Para Quijano (1994), el último número de Amauta estuvo marcado por textos en los que las ideas centrales contradecían los principios esenciales que había enseñado Mariátegui, dado que Ricardo Martínez de la Torre eligió transitar por otros caminos, es decir, guiado por el marxismo ortodoxo.

Mariátegui, a través de la revista Amauta, se propuso expandir el campo cultural peruano y ganar espacio y público para construir un nuevo Perú. Este proyecto, basado en los estatutos políticos y culturales del socialismo, era una tarea que debía luchar contra el autoritarismo político de la aristocracia gobernante y las miserias a las que estaban sometidos los pueblos indígenas, campesinos y trabajadores.

Amauta quería que el nuevo individuo latinoamericano fuera representado en un proyecto cultural y político cuyo propósito era generar conciencia crítica y colectiva, y recuperar el sentido histórico del individuo nativo peruano, a través de las páginas de la revista. El cuadro 1 recoge los temas abordados con sus respectivas problemáticas y los textos referentes a ellos, todo ello organizado durante el proceso.

Cuadro 1: Temas y número de textos publicadas en la revista Amauta (1926-1930)

En cuanto a los temas relacionados con el arte, la poesía, el cuento, la novela y la literatura, Amauta publicó 310 textos sobre el contexto peruano específico; 132 de ellos se refirieron a contextos latinoamericanos; y 73 abarcaron contextos europeos, asiáticos y estadounidenses, lo que indicaba la visión local, regional y global de Mariátegui.

En cuanto a los 43 autores peruanos que publicaron en Amauta, mencionamos a los que escribieron con mayor frecuencia: Antenor Orrego, Dora Mayer de Zulen, Mariátegui, Ricardo Martínez de la Torre y Víctor Raúl Haya de la Torre. Centraron sus reflexiones en temas como los indios, América Latina, el imperialismo, el arte, el capitalismo, el pensamiento y la educación. En cuanto a los autores europeos, dirigieron sus discusiones a temas como el psicoanálisis, el arte y la sociedad, el marxismo y las revoluciones china y rusa. Los autores latinoamericanos orientaron su análisis hacia temas como el Estado, la Iglesia, la revolución mexicana y la reforma universitaria. Así, consideramos que Amauta se consolidó en un espacio plural de producción de conocimiento cultural y científico, caracterizándose como una revista abierta y, sobre todo, adversa al dogmatismo.

La organización por temas y número de textos publicados en Amauta, presentada en el Cuadro 1, muestra al campo de la educación como el tercer tema más publicado en la revista, una frecuencia significativa que llevó a la creación de una categoría de análisis, indicando la importancia del tema. para Mariátegui. Amauta quería que la educación peruana abandonara el modelo educativo elitista y dogmático que había sido conducido por la clase política dominante. La revista brindó un espacio para discutir y evaluar los métodos, lineamientos y teorías educativas que defendía la clase gobernante, y estimuló el análisis y la crítica de los niveles educativos en el Perú y en algunos países de la región.

Amauta estableció la educación como un tema importante en la construcción del proyecto de desarrollo de una nueva identidad nacional peruana y latinoamericana. Mariátegui, al tiempo que dirigía la revista Amauta, jugó un importante papel rector en el tema educativo en todos los niveles, y un mayor interés en los procesos de lucha por la reforma universitaria se mantuvo en el centro de este debate (Melis, 1999). La Tabla 1 muestra la frecuencia de artículos sobre educación publicados en cada número de la revista


Tabla 1 Número de artículos en educación publicados en Amauta (1926-1930).

Los artículos sobre el tema educativo publicados en Amauta conforman un conjunto de 88 textos[8], que se distribuyeron en los 32 números de la revista, todos publicados desde septiembre de 1926 hasta septiembre de 1930. No se encontraron textos sobre educación en sólo dos ediciones (números 25 y 28).

Los autores masculinos y femeninos de los textos sobre educación de la revista Amauta componen un grupo de 48 personas y nueve instituciones (asociaciones, federaciones y organizaciones). Del total de personas que escribieron en la revista, el 20% eran extranjeros, pertenecientes a la región latinoamericana (Argentina, Bolivia, Chile, Colombia, Cuba, México, Uruguay y Venezuela). En cuanto a la región europea, hubo autores de Alemania, España y Rusia.

Otros colaboradores de Amauta fueron autores nacionales de diferentes regiones del país (Arequipa, Ayacucho, Cajamarca, Cusco, Puno, Trujillo), con destaque para Carlos Velásquez, Miguelina Acosta Cárdenas y Luis Enrique Galván, por publicar con mayor frecuencia en la revista. Los autores constituyeron una red de colaboradores, desde una perspectiva de intereses diversificados, ya que representaban diferentes realidades regionales y, al mismo tiempo, posibilitó discusiones para la formación de una nacionalidad peruana.

Las mujeres que publicaron textos sobre el tema educativo en la revista Amauta fueron Gabriela Mistral, María Judith Arias, María Wiesse y Miguelina Acosta Cárdenas. La educadora chilena Gabriela Mistral defendió, en las páginas de la revista, los principios de la nueva educación vinculados a los principios del cristianismo. María Judith Arias se dedicó a la educación indígena a través del proyecto La escuela Hogar, que consistió en conocer las particularidades de los indígenas tomando en cuenta sus propias circunstancias. En cuanto a María Wiesse, la autora peruana contribuyó a Amauta con sus textos centrados en la educación de los niños pequeños y la importancia de la fantasía en el proceso educativo. Miguelina Acosta Cárdenas también se dedicó a la educación de los niños indígenas a través de la propuesta de las Escuelas Rurales Itinerantes.

Estos autores, hombres y mujeres, fueron periodistas, abogados, artistas, educadores y escritores que utilizaron variadas formas de escritura, entre las que se destacaron crónicas, ensayos y artículos de opinión, en una mezcla de lenguaje académico, científico y periodístico. Los destinatarios de estos autores fueron maestros y profesores, intelectuales, estudiantes, dirigentes sindicales, campesinos y trabajadores en general.

Amauta se convirtió en una plataforma peruana que permitió a una red de intelectuales de provincias estar en constante conexión con la intelectualidad limeña. Dicha red permitió conocer esas realidades y, principalmente, trajo temas importantes, como el problema del indígena (marginado en las provincias), al centro de la discusión a nivel nacional. Amauta se distribuyó en casi todas las capitales de las provincias peruanas a través de sus agentes y colaboradores, como en los casos de Cusco, Huaraz, Chiclayo, Arequipa y Trujillo, llegando a intelectuales, campesinos, trabajadores y pueblo en general.

La revista también se convirtió en una plataforma latinoamericana, construyendo una base educativa compuesta por países como Argentina, Chile, Costa Rica, Colombia, Cuba, Ecuador, México y Uruguay, permitiendo un intercambio de información y conocimiento. Además, dio paso a publicaciones de los sindicatos y de temas latinoamericanos, como la reforma universitaria, la revolución mexicana, las discusiones sobre la nueva ley en Argentina, así como las luchas educativas de la Asociación de Docentes de Chile.

Los textos que conforman el tema educativo de la revista Amauta tenían entre sus temas principales la educación de los pueblos indígenas; la teoría educativa; acción docente y organizativa de los docentes; organización de la educación; y el movimiento estudiantil y la universidad, que se tratarán en la siguiente sección.

EL TEMA EDUCATIVO EN LA REVISTA AMAUTA: CONTRIBUCIONES A LOS PROCESOS EMANCIPATIVOS LATINOAMERICANOS

LA EDUCACIÓN DE LOS PUEBLOS INDÍGENAS
Los textos publicados en la revista Amauta, que abordan la educación de los indígenas, critican los modelos educativos clásicos orientados al conocimiento del libro. Centraron sus críticas en la tendencia que brindó una educación que no dialogaba con las realidades de las comunidades indígenas, representadas por acciones de gobierno y algunas iniciativas filantrópicas, como las experiencias de los internados indígenas de los grupos salesianos (Acurio & Arias, 1929).

Esta perspectiva crítica apareció en la mayoría de los textos que buscaban introducir nuevas alternativas para la construcción y desarrollo de un modelo educativo capaz de comprender las realidades de la vida indígena. En este sentido, se propuso la creación de un sistema de maestros y maestras itinerantes, en el contexto de las Escuelas rurales ambulantes, para la educación de los niños, en el que los maestros deben estar preparados para vivir la vida cotidiana de las comunidades indígenas (Acosta Cárdenas, 1929).

Amauta también publicó un modelo de educación indígena basado en experiencias educativas mexicanas, en el que la educación del indígena se desarrolló de acuerdo con los principios de una educación rural, argumentando que, en países agrícolas, como México, “[...] revelaría un colonialismo mental absurdo, la introducción de buenos sistemas educativos para los ciudadanos” (Cox, 1928, p. 15, nuestra traducción).[9]

La experiencia educativa presentada en Amauta por Acurio y Arias (1929), denominada La escuela Hogar, consistió en atender las necesidades y particularidades de los indígenas tomando en cuenta sus propias circunstancias. Esta propuesta criticaba el modelo de escuela itinerante, ya que este último presentaba un modelo educativo apresurado incapaz de ahondar en la realidad de la vida de los niños. Para los autores “[...] una escuela para los indios tiene que convivir con ellos de manera persistente, tiene que interpretar sus acciones y sentimientos, y este trabajo no se hace en unos días, sino en muchos años” (Acurio & Arias, 1929, p. 29, nuestra traducción).[10]

Amauta también presentó el aporte del educador peruano José Antonio Encinas, quien afirmaría que la educación del indígena debe ser concomitante con el problema económico, que, a su vez, estaba directamente relacionado con el tema de la tierra. Así, Encinas (1930, p. 76) propuso la Escuela con tierra propia en lema. Esta escuela, también llamada escuela social, podría transformar la condición del Indio, ya que consideraba su vida de manera integral.

Entendemos que Amauta denunció los programas educativos estatales que no consideraban a los indígenas como peruanos iguales, caracterizándolos como una "Raza inferior", mostrando, a través de su postura consciente, que la organización de la República Peruana no se diferenciaba en absoluto del sistema colonial. Los textos en Amauta defendían una educación capaz de comprender y dialogar con las realidades de las comunidades indígenas, atendiendo sus necesidades y particularidades, con el objetivo de construir y desarrollar una escuela comunitaria, comprendiendo que la educación del indígena estaba relacionada con lo económico y lo económico, sobre todo, al asunto de la tierra.

De esta manera, Amauta fue un espacio en el que llegaron las críticas con propuestas que valoraban la cultura y el conocimiento de los pueblos indígenas. Se evidencia en las discusiones que este es un tema complejo para el cual tampoco existe una respuesta simple y única, dada la diversidad de los propios pueblos indígenas y los lazos que se establecen con otras culturas de la región.

TEORIA EDUCATIVA

La revista Amauta presentó debates en torno a las principales tendencias teóricas de la época. El texto inaugural sobre este tema defendió el proyecto de una nueva educación, basado en un concepto educativo que proponía que la escuela debe girar en torno a los intereses de los niños, y enfatizar los aspectos psicológicos de la enseñanza y la humanización de la didáctica. Esta propuesta tiene como fundamento las experiencias de las llamadas escuelas activas y escuelas experimentales de “Dewey, Merriam, Causinet, Sary, Montessori, Decroly, Claparéde, Lunacharsky, Kerschensteiner, Tagore, etc.” (Velásquez, 1926, p. 25).

La perspectiva de la nueva educación defendió la necesidad de desarrollar un proceso educativo basado en los supuestos de la investigación científica, buscando aportes desde una variedad de áreas del conocimiento. Fue en este contexto que Mistral (1927) introdujo sus ideas sobre la 'nueva escuela' para América Latina, proponiendo una escuela con un sesgo social, público y científico que garantice los derechos de los niños. Para Mistral (1927, p. 6, nuestra traducción)[11], “[...] la nueva escuela [...] es una creación espiritual y sólo puede ser hecha por hombres y mujeres nuevos”.

Amauta discutió los problemas educativos de su tiempo, enfocándose en la pedagogía y la cultura, presentando aportes de la corriente neo herbartiana, enfatizando las ideas de la pedagogía social de Natorp, así como las ideas de Kerschenteiner y Dewey. También reflexionó sobre los escritos de María Montessori, discutió el ideal de la "pedagogía de los valores", así como de la "pedagogía de la personalidad" (Mantovani, 1928). También destacó las contribuciones del "idealismo pedagógico italiano", basado en el pensamiento de Benedetto Croce y Giovanni Gentile, una corriente teórica que representó una reacción al positivismo pedagógico de la época (Mantovani, 1928).

La revista acercó a su audiencia conocimientos teóricos sobre la infancia y reflexiones sobre la importancia de la fantasía y la imaginación para el proceso educativo (Wiesse, 1927). Presentó discusiones en torno a la temática escolar y religiosa, criticando las propuestas educativas de la burguesía que históricamente utilizó la religión como plataforma ideológica para difundir sus intereses políticos (Hierl, 1930).

Además, publicó los principios teóricos pedagógicos de la Autoeducación obrera, organizada por el Internacional Sindical Roja, una estrategia para mejorar el conocimiento de los trabajadores cuya experiencia concreta fue adquirida en Rusia, antes de la Revolución. La revista también difundió los principios de la “Pedagogía proletaria” de la Internacional de Trabajadores de la Enseñanza (1930), que luchó por una pedagogía real en el contexto de las clases sociales.

Amauta presentó las ideas teóricas y educativas de José Martí, considerándolo como un educador revolucionario en la región (Foncueva, 1928). Esta conexión es particularmente relevante para la construcción pedagógica en América Latina (Streck, Moretti, & Adams, 2019; Streck, 2010), ya que identifica un camino histórico fundado en principios de emancipación y justicia social, que valora el conocimiento de la cultura local, pero está abierto a una gama de interlocuciones teóricas, desde la pedagogía social y el movimiento de la nueva escuela hasta la pedagogía socialista y proletaria.

Así, entendemos que Amauta publicó propuestas para una nueva educación basada en métodos científicos y en nuevos procesos de enseñanza y aprendizaje, con énfasis en los saberes filosóficos, psicológicos, sociológicos, estéticos y con un sesgo social que defiende los derechos de la niñez y la cultura.  Esta propuesta educativa, al mismo tiempo, se opondría a una corriente educativa religiosa y clasista que reproducía los intereses de las clases dominantes. Desde esta perspectiva, Amauta presentó la propuesta educativa de las Oficinas de auto educación para desarrollar prácticas que involucren actividades independientes, además de insistir en la necesidad de acceso a los procesos culturales para los trabajadores, entendiendo que la cultura es un fuerte instrumento de dominación política.

ENSEÑANZA Y ACCIÓN ORGANIZATIVA DE LOS EDUCADORES

La revista Amauta siempre ha dejado espacio a las reflexiones más destacadas de la época para presentar las realidades en torno a la materia de la docencia latinoamericana. En dichos espacios se pensó y se presentado como una acción importante en la lucha contra el imperialismo y en la posible transformación y emancipación de la región. Los análisis docentes publicados por Amauta trajeron perspectivas revolucionarias, reformistas, progresistas e idealistas.

Desde un punto de vista crítico, Amauta argumentó que la profesión docente debe garantizar la independencia económica, ya que sería la fuente de otros tipos de independencia, como aconsejaba la Convención Internacional de Maestros. Criticó al gobierno por no ser consciente de que invertir en la formación y carrera de los docentes era tan importante como gastar en seguridad nacional, ya que el gobierno sobreestimó al ejército a expensas de la docencia (Urquieta, 1928).

Amauta publicó los eventos de organizaciones docentes de la región latinoamericana, como la Primera y Segunda Convención Internacional de Docentes, en Buenos Aires y Montevideo, respectivamente, y la Convención Nacional de Docentes Argentinos, realizada en Córdoba. La Convención Internacional de Docentes de Buenos Aires estuvo representada por las mejores fuerzas renovadoras del continente, con la participación de docentes de Uruguay, Chile, Paraguay, Perú, Guatemala, Bolivia y Argentina (De la fuente, 1928).

En el texto que presentó el mensaje de la Internacional de los Trabajadores de la Enseñanza (ITE) a la Convención Nacional de Maestros Argentinos, reunida en Córdoba, la revista Amauta destacó la importancia de la organización sindical docente y denunció la falta de políticas sobre financiación educativa, carrera y salarios, así como cuestiones de género y condiciones laborales de los docentes.

Con el texto de la Internacional del Magisterio Americano (IMA), la revista denunció la brutal persecución de los maestros chilenos que encabezaban la Asociación General de Maestros y otros que no compartían las ideas de la dictadura en el país. Como acción para ayudar a los maestros, la IMA recomendó:

1º Denuncia, mediante la prensa y otros elementos de comunicación, las violentas medidas a que son sometidos los educadores chilenos; 2º Realizar actos de protesta contra los autores de las persecuciones ya favor de las víctimas; 3º Denunciar la Dictadura y condenarla así como a sus agentes diplomáticos en el exterior; 4º Trabajo por la expatriación de docentes declarados desempleados; 5o Comunicar al IMA sobre todas las resoluciones aprobadas (Internacional del Magisterio Americano, 1929, p. 81-82, nuestra traducción).[12]

Amauta se comprometió a difundir la lucha a favor de los movimientos de docentes latinoamericanos, dando paso a sus demandas, sus eventos y su objetivo de construir otros procesos educativos para la región. Para ello, defendió la independencia económica como posibilidad de la docencia como profesión debidamente reconocida en la sociedad, destacó la importancia de la organización sindical y denunció la falta de políticas de financiación y carrera docente.

ORGANIZACIÓN DE LA EDUCACIÓN

El conjunto de textos sobre organización de la educación publicados en la revista Amauta señala la necesidad de profundizar en los conocimientos sobre los niños para hacer más científica la educación escolar, defendiendo procesos pedagógicos que puedan acompañar el desarrollo integral de los estudiantes (Galván, 1928a).

Amauta publicó reflexiones sobre El plan de la reforma educacional en Chile e informó que la Reforma (1926) fue iniciada por maestros de primaria con miras al progreso pedagógico. Esta reforma se puede resumir en tres aspectos básicos:

1º Los propósitos e ideales de la enseñanza que determinan los postulados teóricos (eje filosófico); 2º La organización del servicio en la realidad tangible, que es la adecuación a la práctica de los problemas planteados (eje técnico-administrativo); y 3º La condición y preparación del docente, que es el elemento impulsor humano de la escuela y trabajador en el emprendimiento educativo (eje activo) (Galván, 1928b, p. 61, nuestra traducción).[13]

Aún en este contexto, hubo discusiones en torno al propósito filosófico de la educación propuesto por la reforma chilena, la autonomía y descentralización de las actividades pedagógicas, además de la condición obligatoria y gratuita de la enseñanza.

En otro número de la revista se presentó un informe sobre la organización de la educación pública en Rusia, destacando los avances educativos logrados después de la Revolución de 1917. En ese período, se crearon las Escuelas de Trabajo, siendo el principal medio para elevar la cultura de los jóvenes campesinos y trabajadores. Así, también se organizó una campaña contra el analfabetismo, que incluyó a más de 1 millón de estudiantes adultos (Lunatcharsky, 1929).

Respecto a la organización educativa peruana, Sal y Rosas (1929, p. 88, nuestra traducción)[14] argumentó que la “[...] organización educativa sigue siendo un caso extraño de hibridación embrionaria en el que se estratificaron intentos y adaptaciones más o menos desafortunadas […]”; la política educativa abarcó únicamente las características y necesidades de la costa, provocando una subordinación de los procesos culturales de las sierras, que representaban la mayor parte del Perú. En palabras del propio Sal y Rosas (1929, p. 89, nuestra traducción):[15]

Nuestra política educativa debe estar informada sobre el ideal de hacer de la educación pública no solo esa rutina administrativa trasplantada de Europa o América del Norte, sino un instrumento civilizador de acción constructiva fructífera. [...] Para ello, su estructura debe moldearse dentro de la realidad física y espiritual de cada región [...] dentro de las líneas generales y la orientación nacionalista que requiere la creación de un espíritu y una cultura genuinamente peruanos.

El contenido del citado texto evidencia el proyecto de la revista Amauta en la labor educativa de preparación para la construcción de un nuevo país. La acción de la revista, la de difundir y profundizar el conocimiento de las realidades regionales y generar nuevas perspectivas que representaran el 'Perú profundo', señaló el objetivo de la publicación de romper con las estructuras que marginaban a la mayoría de los pueblos peruanos y reproducían privilegios para una minoría.

Amauta publicó un texto del Movimiento Sindical que presentaba la organización del proletariado peruano, cuyo propósito era desarrollar sus propios cuerpos de cultura que, bajo la iniciativa de la Confederación General de Trabajadores del Perú [Confederação Geral dos Trabalhadores do Peru] (CGTP), decidió crear escuelas denominadas Obreras y Campesinas. El proyecto de la CGTP, el de desarrollar sus propios cuerpos culturales, fue pensado y organizado por Mariátegui con el propósito de capacitar a los trabajadores a partir de sus propias realidades.

La organización educativa también fue abordada en el texto 'La plástica revolucionaria mexicana y las escuelas de pintura al aire libre', de Casanovas (1929). Es una experiencia que representó los principios revolucionarios del pueblo mexicano, en la que las escuelas estaban abiertas a todos y sin privilegios de clase. Así, hicieron del arte un exponente social, impartiendo clases populares las posibilidades de expresión artística, para que, a través de ella, exterioricen plenamente sus vidas.

En los textos se ve que la preocupación por la estructura y organización del entorno educativo estuvo estrechamente relacionada con la dimensión pedagógica, y esta última, a su vez, con la dimensión política. La revista Amauta no presenta ningún modelo de reforma a implementar en Perú y otros países de la región. Hay una mirada atenta a la realidad educativa internacional en un contexto de grandes cambios sociales y políticos.

Amauta pensaba en el Perú en correlación con otros países, y la cultura peruana se pensaba dialécticamente con la universal. Esta fue una característica importante de la revista para el campo educativo, ya que concibió el proceso educativo desde la perspectiva de una formación integral de las personas, con la capacidad de relacionar las experiencias internacionales con las realidades nacionales, mediante el diálogo entre géneros de saberes, generando así conocimiento nuevo y alternativo.

EL MOVIMIENTO ESTUDIANTIL Y LA UNIVERSIDAD

Los textos sobre el movimiento estudiantil y universitario latinoamericano están vinculados a la denuncia y la orientación contra los procesos imperialistas de Estados Unidos que avanzaban en la región. Maestros como Alberto Ulloa, Manuel Ugarte, Alfredo Palacios, entre otros, tuvieron importante influencia en la formación de los jóvenes que buscaron construir una nueva América Latina.

Para Haya de la Torre (1926a), la juventud latinoamericana conoció desde muy temprano los objetivos y articulaciones del gobierno estadounidense de reinar sobre los pueblos y, especialmente, sobre los latinoamericanos. Así, insistió en defender un frente intelectual latinoamericano y denunció el carácter retórico y reproductivo de las ciencias, de la literatura y de las artes desarrolladas por las oligarquías regionales (Haya de la Torre, 1926b).

En cuanto a la Federación de Estudiantes Peruanos, Amauta publicó sus principios sobre las luchas por reformar la universidad, buscando instaurar la autonomía, la participación de los estudiantes en los órganos de gobierno universitario, la renovación de los métodos de enseñanza, la creación de nuevas cátedras y el fortalecimiento de la perspectiva científica. Además de la reforma universitaria, los estudiantes defendieron un proceso de socialización de la cultura y solidaridad entre indígenas y trabajadores.

Amauta defendió la necesidad de desarrollar un proyecto universitario que pudiera observar un trabajo común alineado con las exigencias de la época. Esta propuesta se originó ante la constatación de que la universidad latinoamericana seguía siendo una mistificación, requiriendo la creación de una nueva universidad (Sánchez Viamonte, 1926).

El proyecto de una nueva universidad se concibió en el contexto de la relación entre universidad y vocación política, pues era importante para la universidad capacitar a nuevos políticos para los países latinoamericanos. La necesidad de una nueva formación política fue el resultado de las transformaciones ocurridas a partir de la guerra europea y la posterior reacción dictatorial y militar que influyó en la definición de la vocación política de ese siglo, lo que provocó el descontento social y la crisis de los viejos sistemas.

Amauta discutió la importancia de la universidad y la cultura para el nacionalismo, y que ambas estaban vinculadas a los trabajos desarrollados mediante investigaciones científicas (Galván, 1927). A raíz de la nueva generación latinoamericana, Amauta sugirió que la renovación del espíritu universitario implicaría la llegada de nuevos profesores, administradores y estudiantes que pudieran implementar nuevas perspectivas, de acuerdo con las circunstancias de los nuevos tiempos (Fernández, 1928).

Desde esta perspectiva, defendió una reorganización científica de la universidad, con Julio C. Tello esforzándose por demostrar que estaba “[...] en la Universidad del Futuro, en la Universidad con universalidad, donde se imparten todas las Artes y todas las Ciencias, y que, al mismo tiempo, pueda ser una oficina de investigación científica” (Arca Parró, 1928, p. 28, nuestra traducción).[16] Junto al concepto de universidad científica, Amauta defendió la cultura universitaria y la cultura popular, con el objetivo de construir una universidad integrada, conciliando universidad y personas, trabajador manual e intelectual (Orrego, 1928).

El sentido social de la reforma también indicó que la misión vital de la universidad estaba relacionada con la demanda de mejores sistemas educativos (Ramírez Castilla, 1929). Aunque en sintonía con los movimientos de la reforma universitaria, Amauta realizó una lectura crítica de la Reforma Universitaria de Córdoba, considerando que “[...] fue el punto de partida del 'movimiento revolucionario' pequeño burgués latinoamericano (Martínez de la Torre, 1930, p. 48, énfasis del autor, nuestra traducción).[17]

La composición social de la universidad argentina pasó de la clase que representaba al antiguo régimen político y económico a la nueva generación, formada por la pequeña burguesía y la clase obrera, que se encontró con una universidad arcaica, teológica y medieval. Sin embargo, la Reforma de Córdoba fue anticlerical, de carácter continental y antiimperialista.

Amauta indicó que estudiantes y profesores unieron fuerzas en la lucha por la emancipación de los pueblos latinoamericanos frente al proceso imperialista de Estados Unidos. Se animó a la juventud latinoamericana a luchar contra los ataques oligárquicos e imperialistas y a construir un proyecto para una nueva América Latina, girando las universidades en una plataforma contra los intereses de la vieja ideología burguesa de las clases dominantes, lo que propició la incorporación de importantes profesores a favor de la causa juvenil, como Vasconcelos, Ingenieros, Palacios y Varona.

Amauta propuso la creación de una nueva universidad basada en el conocimiento de la cultura y la investigación científica, así como de nuevos métodos. Una enseñanza basada en la implementación de seminarios, la investigación y el estímulo de la producción original por parte de docentes e instituciones. La autonomía universitaria vendría con la llegada de nuevos profesores, administradores y estudiantes que pudieran responder a las necesidades de los nuevos tiempos, formando instituciones de cultura revolucionaria.

Amauta también indicó que las propuestas de reforma universitaria estaban vinculadas a las clases medias revolucionarias y eran manifestaciones de luchas de clases desarrolladas en los contextos sociales y políticos latinoamericanos. La revista presentó el carácter y alcance de la reforma en el Perú, pero también destacó su esencia latinoamericana, entendiendo que el movimiento no solo estaba relacionado con el ámbito universitario, sino también con aspectos políticos y sociales, confrontando a los sectores conservadores y reaccionarios que tomaron como un problema específicamente académico. Sería una universidad para todos, abierta al mundo de las ideas y de la vida, un espacio de pluralidad, de cultura y, sobre todo, de construcción científica.

CONSIDERACIONES FINALES

A partir de los análisis realizados sobre los textos con contenido educativo de la revista Amauta, consideramos que esta fue la plataforma educativa más importante que compuso el proyecto cultural y político de Mariátegui; la publicación promovió la discusión de temas relevantes para el campo educativo, como la educación de los pueblos indígenas, las teorías pedagógicas, la docencia, la organización de la educación, el movimiento estudiantil y la universidad.

Mariátegui, a través de Amauta, entendió el proceso educativo desde la unión entre la razón y la imaginación. La capacidad de convergencia entre estas dos categorías, caracterizada por la relación de diferentes tradiciones culturales (andina y europea), le permitió ensayar la elaboración de otra epistemología, compuesta de reciprocidad y solidaridad andina, y de democracia y libertad occidental.

Amauta se convirtió en el espacio intelectual donde se comenzaron a impulsar propuestas de estudios, análisis y conocimientos sobre la problemática latinoamericana, desde un punto de vista cultural y científico, cuestionando los cánones del pensamiento centrado en Europa y en Estados Unidos, señalando la necesidad de generan otras bases epistemológicas a partir de las propias realidades y circunstancias.

Tenemos en la revista Amauta las huellas de un proyecto educativo capaz de vincular los aportes de la ciencia, la cultura y el saber popular, así como creando espacios de investigación, análisis, diálogo y producción teórica a partir de experiencias. A partir del ejercicio de organización cultural y política que realiza la revista, encontramos un aporte primordial a los procesos pedagógicos emancipatorios latinoamericanos actuales, una clave analítica e interpretativa que permite buscar la comprensión de la realidad utilizando herramientas diseñadas a partir de las propias circunstancias, generando una alternativa. y pensamiento original.

La revista Amauta, mediante su supuesto teórico-metodológico, persiguió la necesidad de descubrir, en cada realidad particular, el método y la teoría que sea capaz de comprenderla y transformarla, sin considerar determinante la racionalidad instrumental eurocéntrica, sino la propia Realidad latinoamericana, desarrollando una forma diferente de observar, analizar e interpretar la realidad. Este es un aporte importante para fortalecer los procesos pedagógicos emancipatorios latinoamericanos.

Teniendo como base de reflexión y práctica las realidades regionales y nacionales, el proyecto educativo del que se habla en las páginas de la revista Amauta indica una educación cerrada a cualquier tipo de dogmatismo y reacia a los procesos de imitación y copia. La propuesta debe seguir siendo autónoma, oponiéndose a cualquier ideología oscurantista y a las nuevas comunidades epistémicas que se presenten como poseedores de un conocimiento universal. Se opone a la propuesta reduccionista de la educación como mera formación de la mano de obra y al colonialismo mental, cultural y científico.

Por tanto, la acción organizativa de la cultura y la política que propone la revista Amauta nos permite pensar los proyectos educativos a partir de los grandes problemas nacionales, propios de las realidades y circunstancias de los países periféricos. Son proyectos que tienen como objetivo investigar, analizar e interpretar las condiciones reales de la dependencia y entender que es posible construir otro destino histórico para América Latina. La inspiración de Amauta está presente hoy en muchas experiencias educativas, como en las prácticas educativas autónomas y emancipadoras de los zapatistas, en la recuperación pedagógica del buen vivir, y en numerosas prácticas dentro de contextos escolares y no escolares. Esperamos haber logrado evidenciar en este artículo que Amauta, como plataforma educativa, es un hito en la construcción de una praxis pedagógica emancipadora en América Latina.

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* De los autores:

KILDO ADEVAIR DOS SANTOS: Doctor en Políticas Públicas en Educación y en la Profesión Docente en el Programa Latinoamericano de Doctorado de la Faculdade de Educação (FaE) de la UFMG. Miembro del Grupo de Estudio sobre Política Educativa y Labor Docente [Grupo de Estudos sobre Política Educacional e Trabalho Docente] - Gestrado / FaE / UFMG. Miembro del grupo de investigación Mediaciones pedagógicas y ciudadanía - Universidad Vale do Rio dos Sinos [Universidade do Vale do Rio dos Sinos] (Unisinos). Investigador adjunto del Instituto de Estudios Peruanos [Instituto de Estudos Peruanos] - IEP. Coordinador pedagógico en la red de educación municipal de Ibituruna / MG.

Correo electrónico: kildoadevair@yahoo.com

https://orcid.org/0000-0002-4484-2782

 DALILA ANDRADE OLIVEIRA: Profesora de Políticas Públicas en Educación en el Programa de Educación de Posgrado de la Universidad Federal de Minas Gerais. Profesor invitado del Programa de Educación de Posgrado de la Universidad Federal de Paraíba [Universidade Federal da Paraíba]. PQ-Investigador 1A / CNPq. Coordinador del Grupo de Estudio de Políticas Educativas y Labor Docente.

Correo electrónico: dalila@ufmg.br

https://orcid.org/0000-0003-4516-6883

 DANILO ROMEU STRECK: Profesor del Programa de Postgrado de la Universidad Vale do Rio dos Sinos (Unisinos) - São Leopoldo / RS. Investigador CNPq - Nivel 1A. Coordinador del grupo de investigación Mediaciones Pedagógicas y Ciudadanía. Editor ejecutivo de International Journal of Action Research.

Correo electrónico: streckdr@gmail.com

https://orcid.org/0000-0001-7410-3174



[1]. En lengua quechua, Amauta significa maestro y sabio, y se refiere al que se dedicó a la educación formal de los hijos de los incas. Sin embargo, el título de la revista traducía el cariño de Mariátegui por la raza indígena, con la palabra Amauta adquiriendo un nuevo significado, convirtiéndose en una plataforma educativa para los latinoamericanos.

 [2] Haya de la Torre (1895-1979) fue un político peruano que fundó la Alianza Popular Revolucionaria Americana [Alianza Popular Revolucionaria Americana] (APRA), y un ideólogo del partido de masas más importante del Perú, el Partido Aprista Peruano.

[3] Se refiere a la decisión de Víctor Raúl Haya de la Torre de hacer el APRA (Alianza Popular Revolucionaria Americana) el Partido Nacionalista Peruano.

 [4]  “Hemos querido que ‘Amauta ’tuviese un desarrollo orgánico, autónomo, individual, nacional. Por esto, empezamos por buscar subtítulo en la tradición peruana. "Amauta" no debe ser un plagio ni una traducción. Tomábamos una palabra inkaica, para crearla de nuevo. Para que el Perú indio, la América indígena, sintieran que esta revista era suya. Y presentamos ‘Amauta ’como la voz de un movimiento y de una generación”.

[5] “El objeto de esta revista es el de plantear, esclarecer y conocer los problemas peruanos desde puntos de vista doctrinarios y científicos. Pero consideraremos siempre al Perú dentro del panorama del mundo. Estudiaremos todos los grandes movimientos de renovación -políticos, filosóficos, artísticos, literarios, científicos. Todo lo humano es nuestro. Esta revista vinculará a los hombres nuevos del Perú, primero con los de los otros pueblos de la América, en seguida con los de los otros pueblos del mundo […]”.

[6] La primera jornada de Amauta ha concluido. En la segunda jornada, no necesita ya llamarse revista de la nueva generacn, de la vanguardia, de las izquierdas. Para ser fiel a la Revolucn le basta ser una revista socialista.

[7] Amauta no es una diversn ni un juego de intelectuales puros: profesa una fe histórica, confesa una reactiva y multitudinaria, obedece a un movimiento social contemporáneo. En la lucha entre dos sistemas, entre dos ideas, no se nos ocurre sentirnos espectadores ni inventar un tercer término []. En nuestra bandera, inscribimos ésta sola, sencilla y grande palabra: Socialismo [].

[8] Estos textos están disponibles en Santos (2020).

[9] “[...] revelaría absurdo colonialismo mental, la introducción de sistemas educativos buenos para gentes ciudadanas”.

[10] “[...] una escuela para el indio ha de convivir con él de manera persistente, ha de interpretar sus acciones y sus sentimientos y esta obra no se realiza en pocos días sino en muchos años”.

[11] “[...] la escuela nueva […] es una creación espiritual y sólo la pueden hacer hombres y mujeres nuevos”.

[12] 1º Denunciar por la prensa y otros elementos de vulgarización las medidas violentas de que son objetos los educadores chilenos; 2º Celebrar actos de protesta contra los autores de las persecuciones, y de adhesión a las víctimas; 3º Hacer llegar su condenación, directamente, a la Dictadura, y a sus agentes diplomáticos en el exterior; 4º Trabajar por la expatriación de los maestros declarados cesantes; 5º Comunicar a la IMA, todas las resoluciones que se adopten”.

[13] 1º Las finalidades y los ideales de la enseñanza que determinan postulados teóricos (eje filosófico); 2º La organización del servicio en la realidad tangible, que es la adecuación a la práctica de los problemas esbozados por aquel (eje técnico-administrativo); y 3º La condición y preparación del maestro que es el elemento humano motor de la escuela y obrero en la empresa educativa (eje activo).

[14] “[...] organización educacional es todavía un extraño caso de hibridismo embrionario en que se han estratificado ensayos y adaptaciones más o menos infortunados [...]”.

[15] “Nuestra política educativa debe informarse en el ideal de hacer de la enseñanza pública no ya aquella rutina administrativa transplantada de Europa o Norte américa, sino un instrumento civilizador de fecunda acción constructiva. [...] Para ello hay que plasmar su estructura dentro de la realidad física y espiritual de cada región [...] dentro de las líneas generales y orientación nacionalista que reclama la creación de un espíritu y una cultura genuinamente peruanos”.

[16] “[...] en la Universidad del Futuro, en la Universidad con universalidad, donde se enseñen todas las Artes y todas las Ciencias, y, que, al mismo tiempo, sea un taller para investigar científicamente ”.

[17] “[...] fue el punto de partida del “revolucionarismo” pequeño-burgués latinoamericano”.