jueves, 19 de enero de 2023

El otro Mariátegui

 

1922, En el prado de Villa Pescatore, Frascatti, Roma. Anita Chiappe, Artemio Ocaña y
José Carlos Mariátegui

Raúl Soto

Todavía hoy [1987] no deja de admirar la personalidad polifacética de José Carlos Mariátegui, quien además de meditar acerca de nuestra sociedad conflictiva ‒en campos tan diversos como la política, el arte, la economía y la literatura‒ llevó a la praxis la organización del proletariado peruano en una confederación y lo dotó de un partido clasista acorde con la realidad concreta de su tiempo. La obra integral de Mariátegui está siendo entendida mejor día a día ‒pese a los mariateguistas epidérmicos‒ y a ello ha contribuido la publicación de su Correspondencia, reunida y anotada por el profesor Antonio Melis.

1. La compilación de la Correspondencia de José Carlos Mariátegui ha sido el fruto de largos años de trabajo colectivo y contó con la colaboración desinteresada de numerosos estudiosos y artistas de diferentes países. Esta obra abre nuevos espacios para completar el itinerario vital e intelectual de un protagonista de nuestra historia contemporánea y del marxismo latinoamericano. Hojeando los dos tomos publicados por la Biblioteca Amauta (Lima, 1984), se confirma la línea ética que Mariátegui mantuvo toda su vida. Así podemos acceder a la esfera personal, íntima, en las cartas que dirige a las dos mujeres que amó en diferentes etapas de su vida. Cuando se recuperaba de la primera crisis grave de su enfermedad le escribe a Victoria Ferrer, compañera de su juventud con quien tuvo una hija: “He recibido tu carta del 11 del presente [agosto de 1924] que me informa de la enfermedad de Gloria. Mucho lo lamento y más todavía el no poder atenderla mejor. No estoy bien aún. Mi convalecencia es lenta y los gastos que mi enfermedad me ha causado y sigue causando son innumerables y cuantiosos. Te remito tres libras para lo que requiera el cuidado de Gloria. Si te parece, si crees que Gloria se acostumbraría sin dificultad, puedes mandármela. El clima de Miraflores le haría bien y aquí vería a un especialista. Creo que debes darle Emulsión Scott o Iricalcina”. Mariátegui no descuida a su hija mayor y le ofrece su casa para compartir el techo paterno.

En otra carta a su esposa Anita Chiappe, escrita en italiano el 6 de julio de 1925 y durante una convalecencia en Chosica, trasluce todo su gran amor de esposo y padre: “Anita mía, pasé el domingo en buena compañía, pero debido a que tú no estabas, debido a que no estaban los niños me ha parecido estar un poco solo. Posada me entregó tu carta. Julio me dijo que estabas bien. Espero este jueves, que me parece un poco lejano, aunque es tan cercano. Para no sentirme demasiado solo hasta el jueves te escribo estas líneas. Así me parece estar un poco contigo. Me parece que conversamos, que estoy cerca de ti y que tú también por lo menos en el pensamiento estás cerca de mí… No faltes, no me faltes el jueves. Es la fiesta de Sigfrido; [su segundo hijo] es también una fiesta nuestra. Cuanto más ellos crecen, cuanto más ellos florecen, tanto más advierto que los días del nacimiento de Sandro y Sigfrido han sido dos días de fiesta en mi vida”.

2. Ni la enfermedad ni las dificultades económicas mellan su propósito de articular un movimiento ideológico y estético que respondiera a los requerimientos de las clases trabajadoras y la realidad nacional. Sin hacer concesiones a su filiación y fe revolucionarias y sin maniqueísmos ideológicos, siempre atento a la realidad contradictoria, Mariátegui escribe en diferentes publicaciones sobre tópicos diversos del Perú y el mundo. Su prestigio intelectual entre los obreros y la clase media peruana va creciendo por la claridad de sus ideas y por su honestidad a prueba de halagos y balas. Mariátegui entiende que necesita independencia intelectual y funda, en colaboración con su hermano Julio César, la Editorial Minerva primero, y en 1926 la histórica revista Amauta. Para buscar colaboradores, agentes de venta y suscriptores, establece una vasta correspondencia epistolar con artistas y escritores de la talla de Miguel de Unamuno, Henri Barbusse, Emilio Pettoruti, Alfredo Palacios, Juana de Ibarbourou, Waldo Frank, Luis Cardoza y Aragón, José Vasconcelos, Oliverio Girondo, Joaquín García Monge y Juan Marinello. A nivel nacional hace lo mismo con Antenor Orrego, Dora Mayer, Luis E. Valcárcel, José María Eguren, Ángela Ramos, Enrique López Albújar, Magda Portal, José Uriel García, Alberto Hidalgo y Luis Alberto Sánchez, entre otros. Pero Mariátegui no descuida la comunicación con obreros y profesionales de Lima y provincias. Es que apunta más lejos: concretar una organización sindical y una vanguardia política de los trabajadores.

1925 es un año fructífero en cuanto a la producción intelectual del Amauta del marxismo latinoamericano. Al publicar La escena contemporánea recibe la respuesta favorable de sus lectores. Por ejemplo, Barbusse le escribe en francés el 13 de mayo de 1926: “…he tenido la alegría de penetrar en algunas de sus páginas, y de descubrir en ellas una hermosa efusión fraterna que me honra y conmueve. Más que nunca tratamos de juntar las fuerzas intelectuales internacionales. Y buscamos la fórmula amplia y humana que nos permitirá apoyarnos todos mutuamente y de suscitar entre los trabajadores del espíritu defensores de las grandes ideas sanas, del porvenir. Yo me pondré sin dudas en comunicación con Ud. algún día para eso, puesto que pienso que representa en su país a los elementos valientes y lúcidos que es preciso llegar a unificar en un bloque”.

Después de cimentar la revista Amauta y pese a su clausura temporal en 1927, Mariátegui trabaja también en la constitución de la Central de Trabajadores del Perú. Esta edición no incluye cartas de este hecho histórico y debido al carácter clandestino del partido que fundara en 1928, tampoco se conoce gran parte de esa correspondencia. No obstante, la publicación ese mismo año de los 7 ensayos, el libro cimero de Mariátegui tiene repercusiones en el ámbito latinoamericano y las cartas al respecto son numerosas. Paralelamente, el pensador peruano se distancia de la posición oportunista y caudillista encabezada por Haya de la Torre. El deslinde se plasma en el editorial “Aniversario y balance”, publicado en Amauta (No. 17, septiembre de 1928) de vigencia actualísima y que los mariateguistas epidérmicos deberían leer detenidamente. En la carta a Carlos Arbulú, fechada en Lima el 29 de septiembre de 1928, dice: “El editorial se refiere, por una parte, al vanguardismo genérico e indefinido de los oportunistas habituales y, por otra parte, a cierta desviación que ha intentado propagarse en nuestras propias filas, a propósito del Apra. Yo he tenido con Haya primero y con el grupo de México después un largo debate, en el cual he sostenido con abundantes y claras razones que el Apra, como su mismo título lo dice, no debía ser un partido sino una alianza y he desaprobado posteriormente la propaganda con la cual se pretendía presentar la candidatura de Haya”.

La Correspondencia de José Carlos Mariátegui en conjunto ilumina aspectos desconocidos de su trayectoria y las cartas son un testimonio fiel e irrefutable de la limpidez de una vida dedicada a la revolución.

(Los corchetes precisan fechas contextuales)

(Publicado en el semanario Cambio, Lima, septiembre 9, 1987)