martes, 11 de septiembre de 2012

LA FILOSOFÍA SOCIAL DE KARL POPPER: UN MODELO PARA DESARMAR.



Popper en blanco y negro: un análisis de su filosofía social.

¿Cuál es el sentido de la filosofía social popperiana? Una pregunta que es respondida según las expectativas de la adhesión a alguna opción ideológica. Se difunde que el nuevo ideal del pensamiento liberal es la “sociedad abierta”, un modelo a seguir dentro del rechazo al nacionalismo, la “bestia negra” enemiga de una cultura de libertad. Lo que muchos desconocen es que la filosofía social de Popper surgió en el contexto de la propaganda de la posguerra, donde se ponía en igualdad de condiciones tanto al fascismo como el marxismo. La idea de libertad en Popper está signada con el modelo social que propugnaba F. Hayek, matizada bajo sus argumentos sobre metodología de la ciencia que el siglo pasado fueron criticadas por distintos filósofos europeos.


LA FALSACIÓN DE LA FALSACIÓN.

La epistemología contemporánea tiene en Karl Popper entre uno de los iniciadores de lo que se denominó “racionalismo crítico”, una corriente dentro de la filosofía de la ciencia que da suma importancia al análisis lógico de una teoría mediante la crítica racional más despiadada. Popper en su juventud frecuentó al Círculo de Viena, sin decidirse a formar parte de tal agrupación. Este círculo estuvo integrado en mayor parte por pensadores formados en la ciencia física que se sentían continuadores de la tradición filosófica de Auguste Comte y Ernest Mach, señalando en su manifiesto fundacional, que acogían sus ideas como una concepción científica del mundo.

En su autobiografía, (Búsqueda sin termino) Popper narra sus desavenencias con el Círculo de Viena, su crítica al método inductivo como método usual de las ciencias naturales y los criterios sobre verificación de teorías que resultaban insuficientes para lograr confiabilidad basado en la experiencia. Sostenía que había que someter a contraste permanente los enunciados de la teoría, cabiendo la posibilidad que algún día pudiesen resultar falsas. Propuso un criterio de “falsabilidad” de la teoría en sustitución del criterio de su verificabilidad.

Popper publicó en 1934 su Logik der forschung (Lógica del descubrimiento), su versión inglesa The logic of scientific discovery se publicó en 1958. En dicha obra sostiene que las teorías científicas son hipótesis a partir de las cuales se pueden deducir enunciados comprobables mediante la observación; si las observaciones experimentales adecuadas revelan como falsos dichos enunciados, la hipótesis es refutada. Si una hipótesis supera el esfuerzo de demostrar su falsedad, puede ser aceptada provisionalmente. Ninguna teoría científica, sin embargo, puede ser establecida de manera concluyente y definitiva.

Caricatura de lo que se entendía por "falsación".
Popper observa que una manzana contradice la ley de gravedad.
Esta idea tenía muchos puntos débiles argumentativos, el primero, implicaba que si una teoría desarrollada es verdadera, podremos desarrollar las condiciones en las cuales podría caer en contradicción con los datos empíricos, sin que esa posible contradicción se produzca de hecho. En otras palabras, para falsar teorías habría que probar infinitamente que resisten las pruebas de sentido opuesto, lo cual no ocurre frecuentemente.


La segunda, es la oposición entre base empírica y falsación. Popper no está convencido que la experiencia pueda establecer una validez de una teoría, afirma que “todas las teorías son intentos, hipótesis tentativas con las que se experimenta para ver si funcionan”, la posibilidad del error es determinante en relación a su estabilidad. Bautista Ferro (1978) critica la inconsistencia del argumento popperiano: “si la experiencia no basta para comprobar teorías, si basta para refutarlas… antes de tratar de justificar teorías, debe tratar de hallar resultados que la falsifiquen, que es lo único que se puede lograr” por lo cual “Ninguna teoría científica podrá ser jamás considerada como definitivamente establecida o probada”, lo cual nos conduce a una infinita regresión entre experiencia y refutación.

La tercera, tiene que ver con la objeción que le formuló Thomas Kuhn; una teoría no necesariamente debe desecharse por que se descubrió que una parte de ella contiene errores aplicando el procedimiento lógico tollendo tollens (modo que niega), las teorías pueden modificarse mediante varios reajustes, sin que deje de ser, en sus líneas principales, la misma teoría.

Esta crítica fue respondida por su discípulo Imre Lakatos, quien admitió cierto “falsacionismo dogmático” del “primer Popper” que no escribió nada y evolucionó hacia un “falsacionismo ingenuo” en el segundo Popper, lo que puede leerse en su Lógica de la investigación científica, hasta evolucionar en un tercer Popper, un “falsacionista sofisiticado” que admitía distintas críticas al modelo de la prueba de una teoría. La idea de falsación no contemplaba en sus presupuestos la idea del reajuste de la misma teoría, lo cual es mostrada por Kuhn como una “contrademostración”.

Feyerabend señalaba que Popper era intolerante cuando se trataba de criticar
el racionalismo que pretendia como un método infalible en las ciencias naturales.
Sostiene Paul Feyerabend que Popper ha pesar de ser un crítico de todo dogmatismo, él mismo había fundado un nuevo tipo de dogmatismo: el relativismo, que luego autodenominaría “racionalismo crítico”. Feyerabend señaló que dicho racionalismo tenía como característica el de ser “una colección de eslóganes… hechos para intimidar a los modestos oponentes”, el sentido dogmático del racionalismo crítico fue precisamente establecer estándares y patrones de la crítica, donde se prohibía la retención de ideas incompletas, el no mostrar interés en defenderlas sino exhibir sus puntos débiles y eliminar tales ideas tan pronto se hagan patentes sus inconsistencias.


Hoy en día la idea de falsación de teorías se toma con mucha cautela, sobre todo como recurso metodológico de la práctica científica, si bien es cierto sus presupuestos lógicos y metodológicos aperturan nuevos enfoques en los experimentos, resulta poco práctico al momento de aplicarse a determinadas teorías que muestran fuerte consistencia al momento de su prueba experimental.

DE LA SOCIEDAD TRIBAL A LA “OPEN SOCIETY”

El debate entre Popper y Kuhn abriría un nuevo campo de batalla acerca del historicismo tanto en la filosofía de la ciencia como en la filosofía social. Kuhn en su Estructura de las revoluciones científicas optó un enfoque historicista para explicar las causas de la evolución de las ideas científicas, de como la normalidad del trabajo científico ante la presencia de anomalías que minan la teoría vigente terminan por sufrir cambios drásticos, proceso que denominó “revolución científica”. Si bien es cierto que el concepto mismo de “desarrollo histórico” causa desavenencia en predios popperianos, la razón debe explicarse en la idea de afianzar una nueva ideología liberal que él y Hayek suponen como fundacional de la sociedad occidental de la postguerra.

Popper consideraba que el pensamiento totalitario se fundaba en un tipo de historicismo, punto de partida para comprender el nacionalismo que pregonaba el fascismo y el control absoluto mediante el Estado por parte del marxismo soviético. Paradójicamente, Popper rechazaba el enfoque histórico pero recurría a él para fundamentar su teoría social. Si tomamos en cuenta su crítica a Platón, Hegel y Marx como padres del totalitarismo de la posguerra, no percibe que los tres autores habían fundamentado sus reflexiones en el tiempo que ocurrían los hechos, no necesariamente se basaban en los antecedentes históricos para fundamentar sus discursos.

Considera que la filosofía de Platón contiene los primeros gérmenes de totalitarismo cuando expone su teoría del “interés del Estado”, donde los individuos resultan piezas de un mecanismo universal y son controlados preservando el principio del privilegio natural, un colectivismo aristocrático estatal que asemeja a una tribu que defiende fueros y se expresa como un horror al cambio. Este viejo tribalismo fue sustituido por un nuevo tribalismo que fundó Hegel, quien consideraba que la historia es un conjunto de acontecimientos, como “el despliegue de una absoluta totalidad subjetiva”. Sostiene Popper que la idea de Hegel fue “revivir la idea heracliteana de destino”; el curso de la historia de la humanidad quedaba sujeta a un destino prediseñado, que revestía característica de ineluctable y fatalista.

Reconoce en el historicismo de Marx la “profecía histórica era el método científico indicado para la resolución de los problemas sociales”. Consideraba que Marx se sintió movido “por el ardiente deseo de ayudar a los oprimidos”, dotando de un excepcional talento teórico estaba dedicado a “forjar las armas científicas con que podría lucharse para mejorar la suerte de la gran mayoría de hombres”. Consideraba que la concepción historicista de Marx respecto a los objetivos de la ciencia social, fue trastornada por este enfoque que adulteraba la función predictiva de la ciencia, por eso considera a Marx como “un falso profeta”.

La filosofía social de Popper acusa muchos puntos débiles que no pudo superar.
Popper escamotea cualquier reconocimiento al carácter científico en la principal obra de Marx: El Capital. Considera que el principal error de Marx es que adscribe a un modelo de “sociedad cerrada”, donde lo colectivo, la conciencia del devenir histórico y la conciencia de sus leyes sociales objetivas permitirían una final remisión histórica. La transformación social sólo tendrá lugar si la “profecía marxista” se cumplirá en curso histórico de la humanidad.


Al introducir un concepto como “sociedad abierta”, Popper trasladaba sus conceptos físicos al estudio sociológico, muy a pesar de advertirnos que rechazaba la idea de Comte de sugerir el estudio social introduciendo las leyes físicas. Baste con leer su discurso sobre el concepto de “universo abierto” inferidos a un modelo de “sociedad abierta”. Adorno y Habermas advirtieron tal error y rechazarán la idea de introducir dicha metodología para las ciencias sociales, cuya lógica no se conduce por el relativismo e indeterminismo, sino por determinar un adecuado concepto de objetividad. Considera Popper la necesidad de establecer una “ingeniería social” como el aprovechamiento de la tecnología para el beneficio social extendido.

La idea de “sociedad abierta” que muchos pensadores acogen como novedosa, resume el ideal neoconservador de mirar la solución de los problemas humanos adscribiéndose al mercado, a la sujeción de los monopolios económicos transnacionales, a la renuncia de la defensa de soberanía y la renuncia del Estado para regular determinadas leyes y la protección de sus miembros y sus recursos naturales, a aceptar la razón de su estatus y condición social, de hacer de “la vista gorda” de las causas económicas, políticas y culturales de los problemas humanos.

Releo un texto de Popper de 1981: Tolerancia y responsabilidad intelectual y me pregunto cuanto de lo que dijo sobre totalitarismo resulta ser un rechazo muy parcial e interesado desde sus propias opciones ideológicas liberales. Escribe: “El horror continúa. Los refugiados de Vietnam, las víctimas de Pol Polt en Camboya, las víctimas de la revolución de Irán, los refugiados de Afganistán: personas, niños, mujeres y hombres vuelven siempre a ser víctimas de fanáticos ebrios de poder”, no dijo nada sobre la ebriedad de poder que causaron sus pares “democráticos occidentales” con invasiones y guerras por apropiarse de las riquezas de los países sumidos en el denominado “tribalismo”. La filosofía política popperiana resulta muy discutible cuando se trata de rechazar invasiones para apropiarse del petróleo de países que no son precisamente “open society”, sino se guían por modelos económicos, políticos y culturales muy distintos al modelo occidental. Son a estos países que no se alinean con el modelo social imperante al que debe imponerse “la democracia occidental” a garrotazos, insertarlos en el mercado libre y sacarlos de su mundo “tribal”.

EPILOGO: ¿Más de lo mismo?

Leo con sorpresa en un diario limeño, nuevamente el argumento que el liberalismo de Sir Karl Popper es “profundamente progresista” porque está imbuido de cierta “voluntad de justicia”, donde la “libertad económica” se centra en la existencia de “mercados libres”. Si Popper hubiese sido profundamente progresista hubiera manifestando su rechazo a la intervención norteamericana en Vietnam y condenado los crímenes que se cometieron, tal como hicieran Bertrand Russell y Jean Paul Sartre. Exigirle semejante compromiso a quien apostó por un modelo social que defendía el mercado libre, mientras los lobos devoraban el rebaño de sus embelezados creyentes tribales, es una ilusión que debemos abandonar.

La exégesis de la filosofía social popperiana encubre un proyecto social muy nefasto: la propensión de un modelo liberal que causa mucho daño a la consolidación económica de sociedades que no se guían por modelos políticos que tarde o temprano terminan abdicando ante regímenes totalitarios que dicen rechazar.

La metodología popperiana sólo puede servir como modelo de crítica en la filosofía de la ciencia, tal como puede leerse en su Conjeturas y Refutaciones, como Filosofía Social está lejos de brindarnos explicaciones racionales de los procesos sociales y políticos.

Chosica, 11 de septiembre de 2012.

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