"El periodismo puede ser la más noble de las profesiones o el más vil de los oficios"
Luis Miro Quesada de la Guerra.Es interesante notar de una sección de práctica militar se ha reinstalado en la vida política peruana: el objetivo estratégico, la reinstalación de un gobierno autoritario Fujimorista mediante una activa guerra psicológica.
Si el concepto de democracia en el Perú sólo se ha restringido al momento de la elección de candidatos en fechas determinadas, el pleno ejercicio de aquella democracia no se vislumbra en ningún espacio público, dónde las decisiones deben consultarse a los afectados, el ejercicio de la consulta y el respeto a las partes en conflictos de intereses, parece ser una quimera inventada para pretender un espacio ficticio donde el poder es aparentemente compartido por todos los miembros de la sociedad.
Después de una valiente lucha por la reinstalación democrática en el año 2000 y el derrumbe de la dictadura, se dudaba que los grupos de poder económico hubieran abandonado sus preferencias hacia el autoritarismo dictatorial fujimorista, siempre fue percibido que la democracia les incomodaba cuando se tocaban sus intereses en determinadas inversiones que manejaban a su antojo y bajos sus propias reglas de ganancias.
De la condena mundial y nacional de los crímenes cometidos por esta dictadura (y de la cual uno de sus personajes más influyentes sostuvo que ellos “habían matado menos”), un escenario propicio se les presentó en la esperanza que la hija del dictador ganará las elecciones de este año 2011. La indignación contra una dictadura que había robado las arcas fiscales cometiendo los actos de corrupción más abominables, que había asesinado a miles de personas, que había esterilizado a miles de campesinas sin su consentimiento, que había corrompido la institucionalidad de las Fuerzas Armadas y Policiales, de un momento a otro se le lavó la cara y apareció como moralmente “correcto” y “sin que represente una dictadura”.
El código de ética del periodista está ausente en gran parte de medios de comunicación del Perú. Caricatura de CaBe. |
Es interesante notar como la década de 1990 parece haber regresado al escenario político peruano, cuando Fujimori dio su autogolpe y compró las líneas editoriales de la televisión, radio y diarios. Millones de dólares de las arcas fiscales empezaron a ser entregados a determinados dueños de tales medios de “comunicación”. No faltaron quienes rompieron sus códigos de ética profesional como periodistas, para sumarse a semejante campaña, era de moda hablar de los “psicosociales fujimoristas”, aquellos personajes hoy aparecen limpios y sin mácula de corrupción, a diferencia de otros periodistas, quienes enfrentaron la dictadura y fueron pasados al silencio, en otros casos asesinados a mansalva. Casos de entereza de ejercicio de la profesión del periodista son pocos, pero son.
El diseño de una prensa que se bañaba en el lodazal de la corrupción, que propalaba información falsa y apócrifa, se basó en la aplicación de programas de Guerra Psicológica, aprendidas en determinadas escuelas de guerra del extranjero, cuyo manual sigue siendo consultado hoy por asesores de imagen como por operadores políticos de regímenes dictatoriales.
Una guerra psicológica es un conflicto sin fusiles, dónde se traza una estrategia y se planifican las operaciones tácticas paso a paso. No hace poco el Diario La Primera dirigida por César Lévano denunció la existencia de un programa de Guerra Psicológica denominado “Plan Sábana” cuyo objetivo principal es hacer que la hija del Dictador gane las elecciones peruanas ha efectuarse el día 05 de junio del 2011. Exactamente, lo que previno el diario La Primera se ha cumplido escrupulosamente, sin desviarse un ápice de la estrategia inicial, cada operación psicológica se ha cumplido fase a fase hasta culminar el 05 de junio con una victoria “sin igual” de la candidata. Esto muestra que el aparato que formó la dictadura aún ha quedado intacto, no sólo por los siniestros personajes que la integraron y han regresado a la vida política peruana, sino por la estructura organizativa montada desde determinados organismos del Estado, aún continua operando.
La finalidad de una guerra psicológica es “influir directamente en la mente de los ciudadanos”, durante un conflicto, es dominar las motivaciones y actitudes de la población generando información dudosa o manipulada, sus resultados deben en lo posible consolidar a la población aliada, definir a los neutrales en favor propio y destruir el prestigio y la honorabilidad del adversario. Esto sólo puede lograrse tomando control parcial o total de medios de comunicación, aplicando un sutil y refinado plan de informaciones que vaya formando opinión favorable en la población en favor de lo planificado, destruyendo las posibilidades de éxito del adversario. El arma psicológica debe optar por determinadas técnicas de información, las cuales deben evitar que la información engañosa y tendenciosa propalada sea descubierta y rechazada por el publico.
Una definición de guerra psicológica que se utiliza es la siguiente: “Las operaciones psicológicas comprenden actividades de tipo político, militar, económico e ideológico, pero siempre activadas dentro del campo de la propaganda, la cual consiste en la difusión de doctrinas, ideas o llamados especiales dirigidas a exaltar emociones dentro de un determinado grupo social, con el fin de influir en las opiniones, actitudes y conducta del mismo, modificando aquellos en el sentido que favorezcan los objetivos del grupo, nación en operaciones psicológicas en particular.” Esta definición tomada de un manual militar se aplica estrictamente en esta campaña electoral. Basta con observar un programa televisivo peruano, un noticiero de radio o determinados diarios de circulación nacional que se ufanan de ser “objetivos” y “neutrales”, -salvo honrosas excepciones de periodistas y medios de comunicación independientes-, todos siguen un libreto escrito por especialistas castrenses en guerra psicológica.
Es singular ver como se puede notar la estructura de esta condición de manipulación cuando recibimos la propaganda como información planificada en comentarios insidiosos y fuera de contexto, propaganda interesada sin ninguna prueba o evidencia que demuestre lo que se propala sea cierto, contra propaganda bien montada que aparenta ser crítica, pero que al buscar sus fundamentos resultan en exabruptos muy difíciles de digerir; la propaganda explicativa que suelen utilizar para convencer a la opinión pública, puede ser beneficiosa para un pequeño grupo, pero no para toda la población; se especializan en lanzar rumores sin fundamento, estos sirven para desviar la atención del público cuando se pone en evidencia el engaño y la falsedad de la información propalada; el tema que domina los titulares de los informativos, indica la evolución de cada fase de la guerra psicológica en curso, para ello utilizan determinados lemas que repiten constantemente para fijarlos en la mente de las personas, en lo posible utilizando símbolos que deberán culminar en tareas luego de lanzada la operación psicológica.
Es cómico ver a determinados periodistas peruanos como han aprendido la lección castrense y entrevistan a los candidatos a la Presidencia de la República: para el que no está en los planes de los grupos de poder económico, no entrevistan sino apabullan con preguntas, de manera tal que no dejan escuchar sus planteamientos y no se deja en claro lo que plantea, en cambio, para la hija del dictador, el libreto a seguir es simple: haz una pregunta por vez y que hable sin límite ni control de tiempo. Una periodista de un canal de televisión por cable se quejaba que al candidato que no es de simpatía de los propietarios de dicho canal se le cortó la trasmisión de su mensaje rompiéndose la neutralidad que proclamaba
Mientras se observa la inocultable simpatía de muchos canales de televisión, diarios y radio por la hija del dictador, a quien se le otorgaba todo tipo de cobertura periodística, incluyendo propaganda gratuita. El concepto de Libertad de prensa es tan retorcida y falaz en los dueños de dichos medios, que creen que los contenidos emitidos deben ser tragados a la mala por la población. Lo que parece fallar en toda operación de control psicológico de la población es el control de la audiencia. No hace poco un reconocido periodista advirtió que la población no es tonta y rápidamente percibe el engaño y la manipulación a la que pretende ser sometida. Ni utilizando determinadas empresas encuestadoras para medir el nivel de efectividad de las operaciones psicológicas pueden ocultar lo evidente: La población se da cuenta del engaño a la que se le está sometiendo.
Las campañas electorales basadas en el terror para atacar algún candidato con alguna inclinación izquierdista, se ha aplicado indistintamente en Colombia, El Salvador, Guatemala, México entre otros muchos países latinoamericanos. Los argumentos son parecidos: “atacará la propiedad privada”, “instalará un gobierno de modelo cubano o venezolano”, “afectará las inversiones extranjeras”, “secuestrará la niñez arrancándolos del hogar para formarlos en ideologías no oficiales”, “redistribuirá la propiedad o los fondos públicos con sectores que no aportan o contribuyen”, “te quitará tus propiedades tanto casa como ahorros”. Los libretos de la guerra psicológica siempre tienen el mismo patrón y provienen de un poderoso país del norte.
En Perú, los colectivos sociales y los sindicatos parecen haber aprendido la lección de la guerra psicológica ocurrida durante las elecciones del 2006, esta vez no están dispuestos a tragarse los efectos de esta guerra psicológica, la resistencia es tan evidente que no se necesita comprar algún diario o ver algún noticiero parametrado para enterarse del rechazo de la población a la candidata del dictador preso, la red social en internet es tan efectiva que demuele aquellos psicosociales lanzados con alevosía, ventaja, nocturnidad, financiamiento sospechoso y de pésimo gusto.
Definitivamente no pertenezco al grupo NI-NI (ni con Fujimori - ni con Humala), optar por esta postura es otorgar la posibilidad a que regrese el tenebroso pasado fujimorista. Emitiré mi voto a favor del candidato Ollanta Huamala, apostando por la vigencia de las libertades democráticas, evitando el retorno de una dictadura sanguinaria, como lo ha sido el régimen Fujimori-Montesinos. De la candidata del dictador Fujimori, si llegará al gobierno, tendrá que enfrentar el rechazo activo de la población, que no transigirá con la corrupción y el autoritarismo de la que es representante, el conflicto se avecina y ninguna guerra psicológica podrá detener el rechazo activo a su gobierno.
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