Francisco Carrillo junio 1999, en su departamento en Barranco, Lima. |
Han pasado más de diez años de su desaparición física, un 13 de octubre de 1999. Quienes gozamos de su magisterio y amistad no podemos dejar pasar esta fecha sin hacer un alto en nuestras labores cotidianas y recordar con mucha alegría su presencia entre nosotros. Tuve la suerte de ser editor de la revista Haraui que había fundado en 1963. Lo conocí a temprana edad cuando frecuentaba a mi padre en sus noches de bohemia en nuestra casa de Chosica, donde también era vecino nuestro.
Paco era vital y jocundo, modesto y sencillo, era de cultivar la conversación culta, versada y erudita, si es posible aderezada con vino tinto y quesos azules. Era condescendiente con los poetas jóvenes a quienes aconsejaba y promocionaba en su revista de Poesía, que por cierto, subvencionaba con su propio peculio.
Enseñó literatura en la Universidad de San Marcos y desarrollaba la edición de su monumental Enciclopedia histórica de la literatura peruana que llegó a publicarse hasta el volumen nueve (Cronistas de convento y cronistas misioneros), dejando inédito el volumen décimo. Aparte de la edición de poesía y cuentos, cultivaba el ensayo y la crítica literaria.
Hoy 13 de octubre, quiero recordarlo como un maestro y un amigo, quien con su mano abierta tendió puentes en la enseñanza y el cultivo del saber erudito, valores tan apreciados que todo maestro peruano debe seguir en su larga carrera por forjar nuevos espíritus y nuevos proyectos.
Busco tu poema
en el agua
en la neblina de mayo
en la luz de la tarde
en esa ave que va por el jardín
y luego escapa
¿Dónde está tu poema?
¿Está en el tejado
a punto de volar otra vez?
Tu poema ¿es un hilo invisible?
cada vez más delgado,
¿una tela de araña?
¿Es quizás un haiku
que te hace meditar,
otros versos que luego escondes
en el libro de Basho?
Paco
Se han perdido los hilos
de nuestra existencia
El tuyo en las tranquilas aguas
de un río que de pronto se volvió asesino.
El mío buscando tu luz
en las tinieblas.
Enma.
Yaravíes
Río que vas tan lejos
¿por qué te secas?
¿No ves que llevas contigo
todas mis quejas?
Se irán por todos los campos
de tus orillas.
Si mi amada las oyera
se moriría.
Poesía mía
que fácil engañarla
tal al su pureza
frágil a la que sin embargo destruye
poesía humilde poesía
mi rincón más secretos y conmovido
sólo te doy las horas
robadas al trabajo
mi invención más humilde
que siempre se extravía
a veces pienso que escribo
oh exaltado traidor
para que todos vean
mis burdas impurezas
y envidio
al que siempre me antecede
y ha escrito lo que es mío
más al fin
soy un hombre común
y me reduzco
a mis diarios quehaceres
y a que mi hijo me recuerde
viviendo poesía
en los momentos tristes
que le guarda la vida.
En su biblioteca, Chosica 1999, con su esposa Enma Carrillo. |
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