domingo, 2 de abril de 2017

Julio Carmona, Crítica y Personajes en Novela CTF de Miguel Gutiérrez



Escribe: Roque Ramírez Cueva.


-Parte uno-

Alfonso La Torre solía comentarnos la orfandad de críticos teatrales en Lima y la carencia de lectores para una crítica literaria exigente y sagaz, y mucho menos tenía mayor presencia una crítica de cine atendible, además nos advertía de cinéfilos, quienes no estaban aptos a lecturas entendidas del cine culto, no superficial. No olvidemos, Alat era un agudo crítico de cine, arte y literatura. Desde otro lado, el de algunos escritores no auscultados por los críticos, estos acostumbran a mencionar la inexistencia absoluta de crítica literaria hoy en día. Incluso en las redes sociales se hace mención a la reducida presencia de crítica literaria en la escena capitalina. Y ese es el problema, aún se dan opiniones pensadas desde un anticuado centralismo del cual no pueden desasirse.

 Nosotros sabemos que si hay crítica literaria tanto en la región Lima como en las otras regiones del país. Recuerdo, en la U San Cristóbal de Huamanga, lustro de 1975-79, los maestros hacían trueque de revistas literarias con los de la U San Agustín de Arequipa, sino era con los de la U San Antonio Abad de Cusco, en esas publicaciones se leían agudos ensayos literarios. Esta situación es trasladable a todas las regiones y universidades del país. Es voluntad del interesado buscar los libros y revistas literarias en donde se publiquen estudios de crítica. Tampoco es difícil acceder a las publicaciones de la PUCP, de la U de San Marcos y otras universidades. Esto por una parte.

Por otra, concuerdo con lo dicho por Alfonso La Torre, en la dificultad de lectura hacia una crítica rigurosa. Nosotros agregamos, quienes mencionan la ausencia o poca validez –si cabe el término- de una crítica literaria en el país, son aquellos que no acceden al análisis de su obra por el veto de un canon elitista y centralista; y también se niega porque hay quienes aceptan solo comentarios desde un perfil narcisista. Niegan la crítica literaria, sí esta no es favorable o no deja de poner los puntos necesarios sobre las íes, por decir lo menos punzante. 

Esta es, después de todo, una palabra que les desagrada, y la respuesta a ella es denostar de quien lo haga. Aceptamos se puedan enemistar con quien no les ofrezca un mero halago a la egolatría, es su opción personal, pero  no compartimos se persista en la negación a una labor crítica latente. El evento literario llamado “Encuentro Nacional de Escritores ‘Manuel Baquerizo’”, por cerca de 15 años expone centena de ensayos, varios de crítica, los cuales se han publicado en los 15 números de la revista Arteidea y en los tres volúmenes de ponencias El otro margen, editados por el Gremio de Escritores del Perú, y, como su nombre lo dice, en este evento se hace crítica desde una visión anti elitista del canon limeño. Un evento, y hay muchos que se organizan cada año.

En su negación a la labor crítica, sea de rigor u comentario de lector agudo, los afectados no consideran que así como hay niveles de lectura, así mismo hay lectores haciendo su labor con aptitudes y capacidades diferentes –por estar entrenados, o no, en ello- al descifrar las estructuras textuales. Ello sin considerar el natural punto de vista personal con el cual está involucrado cada lector, en su compresión del mundo, no olvidar que a partir de su visión asume toda lectura. Ahora, bien, es decisión personal de todo autor o creador, si acepta ser esculcado, si responde o no a la crítica. Incluso, no está obligado a absolver ningún cuestionamiento u observación de su labor ni así se lo exigieran; pero no puede evitar de modo alguno la opinión del lector, ni tampoco es ético desacreditar las distintas lecturas hechas sobre su obra. Y por tanto, no cabe olvidar los puntos de vista ni los diferentes niveles de lectura, atrás aludidos.

A propósito de este tema de sumo interés, el poeta y ensayista Julio Carmona coincide y discrepa con algunas de las ideas expuestas en los párrafos anteriores, justamente al hacer el análisis literario de una novela de Miguel Gutiérrez (MG). A fines de 2016, Carmona (1) ha publicado el ensayo Análisis a Confesiones de Tamara Fiol Kindle Edition (ed. Española). Windmills Editions. (edición Inglés). Colección Poética y Política. Parte de este ensayo se publica en la revista virtual Runa Yachachiy (editada en Berlín); en blog Creación Heroica (Perú, Bolivia); en revista virtual Redacción Popular (Argentina). Estamos hablando de un libro digital, distribuido por la virtual  Amazon.

El trabajo de Julio Carmona empieza por poner en discusión el mal talante con que los creadores asumen la crítica a sus obras. Estos, aun los de justa fama, reniegan de la crítica olvidando que en algún momento, por hábito voluntario o petición, han realizado ejercicios de lectura crítica, han dado sus opiniones, sus juicios, hicieron elogios o enmendaron planas, pero realizaron ese ejercicio de intención crítica; y si fue hecho en medio escrito, no dudan en la conveniencia y mérito de tal opinión suya. En cambio, no admiten lo hagan los demás y, “menos los amigos” reclama Carmona, menos si la voz amiga es adversa en sus comentarios aunque con ello acierte.

Abundan las pruebas al canto con que Carmona ilustra la falibilidad de todo creador, incluso los de justa fama, casos de crasos errores cometidos por Borges, Sábato, Denegri, Vargas Llosa, del mismo M. Gutiérrez. Veamos, M.V.Ll. ha escrito libros de crítica literaria, y en ellos es agresivo e impugnador de las ideas o actitudes de los escritores esculcados por él, pero no le cayó nada bien que Ángel Rama le descubriera errores de construcción, incongruencias narrativas que había cometido “el escribidor”, y trató de ningunearlo, deficiencias que Carmona también le ubicó en el ensayo crítico dedicado a V.Ll. (2). En otra muestra Carmona dice, “es difícil aceptar que Borges se equivoca al construir el verso ‘los tigres braman’ (poema Simón Cantoral)”, y, agregamos, ante esta imagen, acaso no cabe el lector con sentido común, se pregunte ¿no era que los felinos rugen? Y. así decenas de casos crasos.

El ensayo de Julio Carmona es una lectura intermitente de pesquisas, de reproducciones crasas, de reprobaciones, de cuestionamientos, de yerros, interrumpidos por necesarios y merecidos reconocimientos a los aciertos logrados en la construcción de la novela Confesiones de Tamara Fiol (CTF) de Miguel Gutiérrez (MG). De esa manera, uno de los primeros elementos constitutivos de la novela, los personajes, son puestos en observación con obvios reparos; por decir, su originalidad, al compararlos con personajes de M.V.Ll. se nota una similar construcción invertida: niña mala unida a niño bueno (V.Ll.), frente a niña buena unida a niño malo (MG). Indicando el parecido final en la novela de ambos novelistas: la niña buena vivirá en la casa que le ha dejado el niño malo (MG); y el niño bueno pernoctará en la casa de la niña mala (V.Ll.).

Hay otros reparos a los personajes, como la no correspondencia en  las fechas de nacimiento, del período universitario, del accidente que deja con parálisis de piernas a la protagonista, la confusión de ir a la universidad sin concluir la secundaria, el inicio de su militancia en la juventud comunista que al parecer se superponen con los años locos de la juventud y su mero disfrute, de disoluta diversión por lo cual ha salido de la casa paterna. Carmona hace notar la incongruencia de construcción de la personalidad de Tamara con perfil de militante despierta, destacada pero presta a la vida disipada, y, otras veces descuidada, confiada, presta a ser engañada como si desconociera el funcionamiento de un sistema dominante; además de poseer una formación ideológica voluble, distinta a la militante marxista inquieta, esforzada, bien informada y de principios firmes.

Acerca del narrador testigo, el periodista Morgan Batres, encargado de entrevistar a las mujeres de SL, no cumple la misión. Ante esta imposibilidad busca otras fuentes y se desliza a contar las confesiones de una antigua militante de izquierda, Tamara Fiol, lo cual deviene en contradictorio a lo esperado por lectores, argumenta Carmona. Dice este, Tamara no resultó el personaje femenino involucrado en la guerra con perfil honesto, consecuente, sacrificado que sugirió MG. En suma, se objeta al autor de la novela CFT que tal como anunció, mediante su personaje femenino, no haya expresado el lado romántico que podría haber tenido un movimiento insurreccional, no expresamente el de SL, involucrado por decisión de su cúpula en acciones de terror contra masas campesinas. El personaje Tamara no tiene ningún vínculo con SL, ni siquiera en el plano simbólico; además es un personaje ensombrecido por su convivencia con militares espías. Otro reparo de Carmona es que el narrador testigo evidencia una intención de no mostrar hechos ni detalle alguno de la violencia de SL, tal como lo prometió al aceptar el reportaje, mientras cuenta su historia sólo menciona el accionar de SL como eco lejano, como si la novela tuviera otros ámbitos elegidos, y no el del conflicto interno que los personajes se supone conviven, y, menos se mencionan hitos importantes de la lucha guerrillera en los años sesenta. Emplea más renglones para narrar la violencia de los apristas y anarquistas.

Puede pensarse que Julio Carmona peca de detallista, mas decimos que su intención es ser explícito, para ello se obliga a citar los textos y argumentos de la misma novela CTF. Lo hace reiterativas veces por lo que pareciera enemistado con su autor. Y, obviamente, no es así, en varias páginas no sólo de este ensayo que le comentamos, deja afirmada y asentada su amistad, a veces muy cercana, con Miguel Gutiérrez. Aparte de mostrar sincera admiración por sus novelas Hombres de Caminos y La Violencia del Tiempo. Mas lo que le exigía –este estudio lo expuso antes de fallecer MG- es el hecho de que Gutiérrez haya abandonado en su discurso la ortodoxia marxista. A decir de Carmona, la producción y expresión intelectual de MG, y los contenidos de su narrativa son parte de esa producción, contienen más que atisbos heterodoxos.

Nosotros nos preguntamos, ¿si acaso no era potestad de Gutiérrez decidir pasar la línea fronteriza entre la ortodoxia y la heterodoxia? Sin duda lo es, él y solo él pudo decidirlo, y lo hizo. Con ello produjo desconciertos sino desencantos. Ya antes los pensadores y escritores democráticos junto a los de izquierda se llenaron de estupor cuando el llamado oráculo Pablo Macera se vinculó a una mafia gobernante. Macera es el único que sabe de las sin razones de su actitud. Desde luego, Miguel Gutiérrez nunca ha cometido tal desatino de mancharse como el historiador; su caso es totalmente distinto, es no haberse consumado como el gran novelista epígono a quien tomar como norte por sus principios  inclaudicables y el simbólico estandarte de ideas con los que se configuraba para un colectivo de gente preocupada por cambios estructurales en nuestro país.

Todos los amigos y los lectores comprometidos con ideales utópicos, lo esperaban, nos incluimos. Con tal desazón, imagino que Julio Carmona  analiza la obra de MG pensando en los jóvenes lectores que lo admiran y se encandilan de una narrativa –y no son pocos- cuya saga de transformaciones épicas relatadas ya no ha tenido continuidad en las novelas posteriores a La Violencia del Tiempo. Y de esa manera, la juventud tenga a la mano opiniones y puntos de vista alternativos que no sean los de una lectura de aclamación y del disfrute.

En una segunda parte señalaremos el estudio que Carmona hace de otros elementos constitutivos en la citada novela CTF, analizados, como propuesta de una novelística engarzada a experimentaciones individualistas y no colectivas.

Notas Bibliográficas:
1.   Análisis a Confesiones de Tamara Fiol (WIE nº 400) (Spanish Edition) Kindle Edition. Libro digital. Amazon.

2.   Julio Carmona.  El mentiroso y el escribidor. Teoría y práctica literarias de Mario Vargas Llosa; Editorial San Marcos, 2007.

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