Escribe: Roque Ramírez Cueva.
-Parte uno-
Alfonso
La Torre solía comentarnos la orfandad de críticos teatrales en Lima y la
carencia de lectores para una crítica literaria exigente y sagaz, y mucho menos
tenía mayor presencia una crítica de cine atendible, además nos advertía de
cinéfilos, quienes no estaban aptos a lecturas entendidas del cine culto, no
superficial. No olvidemos, Alat era un agudo crítico de cine, arte y literatura.
Desde otro lado, el de algunos escritores no auscultados por los críticos,
estos acostumbran a mencionar la inexistencia absoluta de crítica literaria hoy
en día. Incluso en las redes sociales se hace mención a la reducida presencia
de crítica literaria en la escena capitalina. Y ese es el problema, aún se dan
opiniones pensadas desde un anticuado centralismo del cual no pueden desasirse.
Nosotros sabemos que si hay crítica literaria
tanto en la región Lima como en las otras regiones del país. Recuerdo, en la U
San Cristóbal de Huamanga, lustro de 1975-79, los maestros hacían trueque de
revistas literarias con los de la U San Agustín de Arequipa, sino era con los
de la U San Antonio Abad de Cusco, en esas publicaciones se leían agudos
ensayos literarios. Esta situación es trasladable a todas las regiones y
universidades del país. Es voluntad del interesado buscar los libros y revistas
literarias en donde se publiquen estudios de crítica. Tampoco es difícil
acceder a las publicaciones de la PUCP, de la U de San Marcos y otras universidades.
Esto por una parte.
Por
otra, concuerdo con lo dicho por Alfonso La Torre, en la dificultad de lectura
hacia una crítica rigurosa. Nosotros agregamos, quienes mencionan la ausencia o
poca validez –si cabe el término- de una crítica literaria en el país, son
aquellos que no acceden al análisis de su obra por el veto de un canon elitista
y centralista; y también se niega porque hay quienes aceptan solo comentarios desde
un perfil narcisista. Niegan la crítica literaria, sí esta no es favorable o no
deja de poner los puntos necesarios sobre las íes, por decir lo menos punzante.
Esta es, después de todo, una palabra que les desagrada, y la respuesta a ella
es denostar de quien lo haga. Aceptamos se puedan enemistar con quien no les ofrezca
un mero halago a la egolatría, es su opción personal, pero no compartimos se persista en la negación a
una labor crítica latente. El evento literario llamado “Encuentro Nacional de
Escritores ‘Manuel Baquerizo’”, por cerca de 15 años expone centena de ensayos,
varios de crítica, los cuales se han publicado en los 15 números de la revista Arteidea
y en los tres volúmenes de ponencias El
otro margen, editados por el Gremio de Escritores del Perú, y, como su
nombre lo dice, en este evento se hace crítica desde una visión anti elitista
del canon limeño. Un evento, y hay muchos que se organizan cada año.
En
su negación a la labor crítica, sea de rigor u comentario de lector agudo, los
afectados no consideran que así como hay niveles de lectura, así mismo hay
lectores haciendo su labor con aptitudes y capacidades diferentes –por estar
entrenados, o no, en ello- al descifrar las estructuras textuales. Ello sin
considerar el natural punto de vista personal con el cual está involucrado cada
lector, en su compresión del mundo, no olvidar que a partir de su visión asume
toda lectura. Ahora, bien, es decisión personal de todo autor o creador, si
acepta ser esculcado, si responde o no a la crítica. Incluso, no está obligado
a absolver ningún cuestionamiento u observación de su labor ni así se lo
exigieran; pero no puede evitar de modo alguno la opinión del lector, ni tampoco
es ético desacreditar las distintas lecturas hechas sobre su obra. Y por tanto,
no cabe olvidar los puntos de vista ni los diferentes niveles de lectura, atrás
aludidos.
A
propósito de este tema de sumo interés, el poeta y ensayista Julio Carmona
coincide y discrepa con algunas de las ideas expuestas en los párrafos anteriores,
justamente al hacer el análisis literario de una novela de Miguel Gutiérrez
(MG). A fines de 2016, Carmona (1) ha
publicado el ensayo Análisis a
Confesiones de Tamara Fiol Kindle Edition (ed. Española). Windmills
Editions. (edición Inglés). Colección Poética
y Política. Parte de este ensayo se publica en la revista virtual Runa
Yachachiy (editada en Berlín); en blog Creación Heroica (Perú, Bolivia); en revista
virtual Redacción Popular (Argentina). Estamos hablando de un libro digital,
distribuido por la virtual Amazon.
El
trabajo de Julio Carmona empieza por poner en discusión el mal talante con que
los creadores asumen la crítica a sus obras. Estos, aun los de justa fama,
reniegan de la crítica olvidando que en algún momento, por hábito voluntario o
petición, han realizado ejercicios de lectura crítica, han dado sus opiniones,
sus juicios, hicieron elogios o enmendaron planas, pero realizaron ese
ejercicio de intención crítica; y si fue hecho en medio escrito, no dudan en la
conveniencia y mérito de tal opinión suya. En cambio, no admiten lo hagan los
demás y, “menos los amigos” reclama Carmona, menos si la voz amiga es adversa
en sus comentarios aunque con ello acierte.
Abundan
las pruebas al canto con que Carmona ilustra la falibilidad de todo creador,
incluso los de justa fama, casos de crasos errores cometidos por Borges,
Sábato, Denegri, Vargas Llosa, del mismo M. Gutiérrez. Veamos, M.V.Ll. ha
escrito libros de crítica literaria, y en ellos es agresivo e impugnador de las
ideas o actitudes de los escritores esculcados por él, pero no le cayó nada
bien que Ángel Rama le descubriera errores de construcción, incongruencias
narrativas que había cometido “el escribidor”, y trató de ningunearlo,
deficiencias que Carmona también le ubicó en el ensayo crítico dedicado a V.Ll.
(2). En otra muestra Carmona dice,
“es difícil aceptar que Borges se equivoca al construir el verso ‘los tigres
braman’ (poema Simón Cantoral)”, y, agregamos, ante esta imagen, acaso no cabe el
lector con sentido común, se pregunte ¿no era que los felinos rugen? Y. así
decenas de casos crasos.
El
ensayo de Julio Carmona es una lectura intermitente de pesquisas, de
reproducciones crasas, de reprobaciones, de cuestionamientos, de yerros,
interrumpidos por necesarios y merecidos reconocimientos a los aciertos
logrados en la construcción de la novela Confesiones
de Tamara Fiol (CTF) de Miguel
Gutiérrez (MG). De esa manera, uno de los primeros elementos constitutivos de
la novela, los personajes, son puestos en observación con obvios reparos; por
decir, su originalidad, al compararlos con personajes de M.V.Ll. se nota una
similar construcción invertida: niña mala unida a niño bueno (V.Ll.), frente a
niña buena unida a niño malo (MG). Indicando el parecido final en la novela de
ambos novelistas: la niña buena vivirá en la casa que le ha dejado el niño malo
(MG); y el niño bueno pernoctará en la casa de la niña mala (V.Ll.).
Hay
otros reparos a los personajes, como la no correspondencia en las fechas de nacimiento, del período
universitario, del accidente que deja con parálisis de piernas a la
protagonista, la confusión de ir a la universidad sin concluir la secundaria,
el inicio de su militancia en la juventud comunista que al parecer se
superponen con los años locos de la juventud y su mero disfrute, de disoluta
diversión por lo cual ha salido de la casa paterna. Carmona hace notar la
incongruencia de construcción de la personalidad de Tamara con perfil de
militante despierta, destacada pero presta a la vida disipada, y, otras veces
descuidada, confiada, presta a ser engañada como si desconociera el
funcionamiento de un sistema dominante; además de poseer una formación ideológica
voluble, distinta a la militante marxista inquieta, esforzada, bien informada y
de principios firmes.
Acerca
del narrador testigo, el periodista Morgan Batres, encargado de entrevistar a
las mujeres de SL, no cumple la misión. Ante esta imposibilidad busca otras
fuentes y se desliza a contar las confesiones de una antigua militante de
izquierda, Tamara Fiol, lo cual deviene en contradictorio a lo esperado por
lectores, argumenta Carmona. Dice este, Tamara no resultó el personaje femenino
involucrado en la guerra con perfil honesto, consecuente, sacrificado que
sugirió MG. En suma, se objeta al autor de la novela CFT que tal como anunció,
mediante su personaje femenino, no haya expresado el lado romántico que podría
haber tenido un movimiento insurreccional, no expresamente el de SL,
involucrado por decisión de su cúpula en acciones de terror contra masas
campesinas. El personaje Tamara no tiene ningún vínculo con SL, ni siquiera en
el plano simbólico; además es un personaje ensombrecido por su convivencia con
militares espías. Otro reparo de Carmona es que el narrador testigo evidencia
una intención de no mostrar hechos ni detalle alguno de la violencia de SL, tal
como lo prometió al aceptar el reportaje, mientras cuenta su historia sólo
menciona el accionar de SL como eco lejano, como si la novela tuviera otros
ámbitos elegidos, y no el del conflicto interno que los personajes se supone
conviven, y, menos se mencionan hitos importantes de la lucha guerrillera en
los años sesenta. Emplea más renglones para narrar la violencia de los apristas
y anarquistas.
Puede
pensarse que Julio Carmona peca de detallista, mas decimos que su intención es
ser explícito, para ello se obliga a citar los textos y argumentos de la misma
novela CTF. Lo hace reiterativas veces por lo que pareciera enemistado con su
autor. Y, obviamente, no es así, en varias páginas no sólo de este ensayo que le
comentamos, deja afirmada y asentada su amistad, a veces muy cercana, con
Miguel Gutiérrez. Aparte de mostrar sincera admiración por sus novelas Hombres de Caminos y La Violencia del Tiempo. Mas lo que le
exigía –este estudio lo expuso antes de fallecer MG- es el hecho de que
Gutiérrez haya abandonado en su discurso la ortodoxia marxista. A decir de
Carmona, la producción y expresión intelectual de MG, y los contenidos de su
narrativa son parte de esa producción, contienen más que atisbos heterodoxos.
Nosotros
nos preguntamos, ¿si acaso no era potestad de Gutiérrez decidir pasar la línea
fronteriza entre la ortodoxia y la heterodoxia? Sin duda lo es, él y solo él
pudo decidirlo, y lo hizo. Con ello produjo desconciertos sino desencantos. Ya
antes los pensadores y escritores democráticos junto a los de izquierda se
llenaron de estupor cuando el llamado oráculo Pablo Macera se vinculó a una
mafia gobernante. Macera es el único que sabe de las sin razones de su actitud.
Desde luego, Miguel Gutiérrez nunca ha cometido tal desatino de mancharse como
el historiador; su caso es totalmente distinto, es no haberse consumado como el
gran novelista epígono a quien tomar como norte por sus principios inclaudicables y el simbólico estandarte de
ideas con los que se configuraba para un colectivo de gente preocupada por
cambios estructurales en nuestro país.
Todos
los amigos y los lectores comprometidos con ideales utópicos, lo esperaban, nos
incluimos. Con tal desazón, imagino que Julio Carmona analiza la obra de MG pensando en los jóvenes
lectores que lo admiran y se encandilan de una narrativa –y no son pocos- cuya
saga de transformaciones épicas relatadas ya no ha tenido continuidad en las
novelas posteriores a La Violencia del
Tiempo. Y de esa manera, la juventud tenga a la mano opiniones y puntos de
vista alternativos que no sean los de una lectura de aclamación y del disfrute.
En
una segunda parte señalaremos el estudio que Carmona hace de otros elementos
constitutivos en la citada novela CTF, analizados, como propuesta de una
novelística engarzada a experimentaciones individualistas y no colectivas.
Notas
Bibliográficas:
1.
Análisis
a Confesiones de Tamara Fiol (WIE nº 400) (Spanish
Edition) Kindle Edition. Libro digital. Amazon.
2.
Julio
Carmona. El mentiroso y el
escribidor. Teoría y práctica literarias de Mario Vargas Llosa; Editorial San Marcos, 2007.
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