lunes, 19 de junio de 2017

Identidad latinoamericana desde la diferencia cultural

l propósito no es dar una definición última y acabada de la identidad latinoamericana sino contribuir a proporcionar elementos para su análisis y comprensión. Toda identidad formalmente considerada es una categoría ontológica que afirma la  permanencia del ser.


Claudio Chipana Gutiérrez

Pero la identidad vista de modo concreto y real, por ejemplo si hablamos de las identidades sociales y culturales implica no solo la semejanza del ser consigo mismo sino también las diferencias dentro de una comunidad, nación o Estado.
Las fronteras en el mundo de hoy se hacen más flexibles y por otra parte las migraciones son una fuerza importante en los cambios que se dan en las identidades individuales y nacionales. Hoy ya no es posible hablar de identidades homogéneas.

Foto de James Sutton. Pexels
Por paradójico que resulte, para una mejor comprensión de la identidad es importante tener en cuenta las diferencias. De otro modo no se podría explicar los cambios y transformaciones en las identidades culturales y nacionales.

Nuestro interés en afirmar la importancia de la diferencia cultural es para refutar las ideas especialistas y homogenizadoras de la identidad. En otras palabras, la identidad no sólo se compone de los rasgos semejantes que caracterizan a un ente social o cultural sino también de las diferencias y cambios que experimentan esos entes en el curso del tiempo. Las diferencias culturales horadan constantemente las nociones tradicionales de nación, de individuo o de ciudadanía.

De este modo, es posible superar los discursos tradicionales  a menudo excluyentes de la nación, de la civilización o de la cultura. Igualmente posibilita la inclusión  de grupos tradicionalmente marginados, por ejemplo  las minorías,  la mujer, los negros, los indígenas, etc.

Las identidades no son meros reflejos de la realidad, expresan proyectos por realizar, los sueños de un individuo y de una comunidad. La identidad es tanto un ser  como un querer ser.


La identidad, de este modo, es una recreación constante del ser individual y colectivo. La recreación puede darse  en el propio medio o en un medio ajeno. Esto conlleva la incorporación de la historia de la formación y desarrollo de las identidades. Pues, sin considerar la dimensión temporal no es posible explicar la dinámica de la identidad, de su evolución y de sus cambios. Sin el factor del tiempo la identidad sería una cualidad fija y formal.

Esto hace que las identidades tengan un aspecto prospectivo, esto es, que sean referentes del futuro. La identidad arranca del pasado con proyección al futuro. La nación deviene así en una construcción y reconstrucción  antes que una idea fijada de antemano, al margen del tiempo.  El pasado, en consecuencia, no es una dimensión  fija, más bien, se halla en permanente revisión. Nuestra valoración del pasado se da a través del prisma del presente.

El acento en el pasado conduce a una identidad conservadora. El énfasis puesto en el futuro supone una identidad transformadora.

¿Qué es la identidad latinoamericana? Más que una definición acabada lo que cabría es una crítica o sea un análisis de las distintas maneras de entender la identidad latinoamericana a lo largo de su historia.
En otras palabras una revisión crítica  desde la mirada del presente, desde los dilemas actuales que afronta la región comprendida bajo el nombre de América latina.

La identidad no es una etiqueta o un concepto inerte, es una fuerza vital que nos impulsa a la realización de un ideal y atraviesa encuentros y desencuentros, victorias y derrotas, avances y retrocesos.

Antes que todo, hablar de una identidad latinoamericana significa tomar como punto de partida la historia común de todos los pueblos y naciones al sur del río Bravo. La identidad latinoamericana, entonces, reflejaría  las experiencias comunes de estos pueblos en os distintos momentos históricos antes y después de la conquista, y de modo crucial desde el periodo de la Independencia.

Significa también tomar en cuenta los elementos culturales que asemejan a estas naciones como la lengua, las creencias religiosas, la cultura, tradiciones, las etnicidades, similares experiencias de lucha, similar voluntad de emancipación de toda forma de dominación externa. Además similares problemáticas como la lucha contra la pobreza, el atraso, los derechos sociales, las libertades y la democracia.

La identidad latinoamericana también la hacen los migrantes, es decir las diásporas. Las comunidades latinoamericanas esparcidas en el mundo recrean las identidades nacionales de origen pero a la vez introducen nuevos elementos a la sociedad de llegada y a la sociedad de origen.

Igual importancia para sustentar la idea de una identidad latinoamericana es el deseo de las naciones latinoamericanas de integración regional en base a metas de sociales y económicas y comerciales de cooperación y solidaridad mutua.

Pero, en ningún caso, la diversidad queda de lado. En otras palabras, la identidad latinoamericana está definida por la dialéctica de la unidad y la diversidad, por los rasgos históricos y culturales comunes pero también diferencias locales y nacionales. Una concepción  de identidad que sólo enfatice  algún aspecto aislado de la relación entre las naciones latinoamericanas, ya sea solo la semejanza o solo la diferencia no contribuye a hallar una meta común, un destino común y por tanto una identidad común del conjunto de los pueblos y naciones que constituyen esta región.

La identidad latinoamericana es en cierto modo una identidad supra nacional que muchos han expresado metafóricamente en la frase “Patria grande”.

He aquí algunas categorías para profundizar en el concepto de identidad cultural y nacional:

La representación y el estereotipo.  Toda  identidad requiere ser representada. Algunas identidades pueden tener una representación privilegiada, otras, tener  una representación defectuosa, o sea, estereotipada y por tanto subordinada. Los medios de comunicación han influido  mucho en la representación positiva o negativa de las identidades. Ser representado  significa tener una voz propia y también tener una representación política y de género.  (ver Spivak, “Can the Subaltern  speak?)

El lenguaje. Sin un lenguaje la identidad se hace incomunicable. De este modo, la identidad deviene en una narración. Todos participan en la escritura de la nación, cada uno desde su propia experiencia.  Hay una narración oficial de la nación, pero hay también narraciones marginales que construyen la nación desde la diferencia, desde el otro, por ejemplo el migrante. (Bhabha)

Trascendencia.  Las identidades no se quedan encerradas en sí mismas, responden a la necesidad de trascender temporal y espacialmente, de ir más allá de sí mismas. Las identidades se relacionan unas con otras.

Poder. Las identidades se inscriben en las relaciones de poder, de hegemonía y subalternidad entre una identidad y otra. Las identidades o conciencias entablan una lucha por el reconocimiento (Hegel). En una sociedad desigual las identidades son también desiguales. De ahí que resulte importante para las identidades su empoderamiento para lograr el reconocimiento y la superación de la marginación y discriminación.

La reflexión sobre la identidad. La identidad puede ser una actitud consciente y reflexiva, un despertar del ser, a un darse cuenta de quiénes somos. Sin una reflexión de la identidad no es posible la recuperación o el fortalecimiento de la identidad.

La cultura. La cultura es esencial en la formación de la identidad, precisamente toda cultura tienen una identidad propia, y a su vez, la identidad es expresable a través de la cultura. La cultura es el modo cómo se revela la identidad.

El reconocimiento. El reconocimiento es fundamental para la identidad, para su inclusión y participación como un ente activo y no pasivo, no como dominado sino un ser dueño de sí mismo.

La ambivalencia. La identidad a menudo carece de contornos claros. Surgen los mestizajes y nuevas identidades producto de esas mezclas. Las fronteras se hacen más porosas, resulta más difícil concebir identidades cerradas. Las identidades se hibridizan.

La praxis de la identidad. La identidad no es solo conceptual, es sobre todo práctica. Es una actividad cotidiana, política, cultural y social, y constantemente va adquiriendo nuevas dimensiones.

Tomado de The Prisma. 19/06/17. Se publica con la autorización del autor. 

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