Identidad latinoamericana desde la diferencia cultural
l propósito no
es dar una definición última y acabada de la identidad latinoamericana sino
contribuir a proporcionar elementos para su análisis y comprensión. Toda
identidad formalmente considerada es una categoría ontológica que afirma
la permanencia del ser.
Claudio
Chipana Gutiérrez
Pero la identidad vista de modo concreto y real, por ejemplo
si hablamos de las identidades sociales y culturales implica no solo la
semejanza del ser consigo mismo sino también las diferencias dentro de una
comunidad, nación o Estado.
Las fronteras en el mundo de hoy se hacen más flexibles y por otra parte
las migraciones son una fuerza importante en los cambios que se dan en las
identidades individuales y nacionales. Hoy ya no es posible hablar de
identidades homogéneas.
Foto de James Sutton. Pexels |
Por paradójico que resulte, para una mejor comprensión de la identidad es
importante tener en cuenta las diferencias. De otro modo no se podría explicar
los cambios y transformaciones en las identidades culturales y nacionales.
Nuestro interés en afirmar la importancia de la diferencia cultural es
para refutar las ideas especialistas y homogenizadoras de la identidad. En
otras palabras, la identidad no sólo se compone de los rasgos semejantes que
caracterizan a un ente social o cultural sino también de las diferencias y
cambios que experimentan esos entes en el curso del tiempo. Las diferencias
culturales horadan constantemente las nociones tradicionales de nación, de
individuo o de ciudadanía.
De este modo, es posible superar los discursos tradicionales a
menudo excluyentes de la nación, de la civilización o de la cultura. Igualmente
posibilita la inclusión de grupos tradicionalmente marginados, por ejemplo
las minorías, la mujer, los negros, los indígenas, etc.
Las identidades no son meros reflejos de la realidad,
expresan proyectos por realizar, los sueños de un individuo y de una comunidad.
La identidad es tanto un ser como un
querer ser.
La identidad, de este modo, es una recreación constante del
ser individual y colectivo. La recreación puede darse en el propio medio o en un medio ajeno. Esto
conlleva la incorporación de la historia de la formación y desarrollo de las
identidades. Pues, sin considerar la dimensión temporal no es posible explicar
la dinámica de la identidad, de su evolución y de sus cambios. Sin el factor
del tiempo la identidad sería una cualidad fija y formal.
Esto hace que las identidades tengan un aspecto prospectivo,
esto es, que sean referentes del futuro. La identidad arranca del pasado con
proyección al futuro. La nación deviene así en una construcción y
reconstrucción antes que una idea fijada
de antemano, al margen del tiempo. El
pasado, en consecuencia, no es una dimensión
fija, más bien, se halla en permanente revisión. Nuestra valoración del
pasado se da a través del prisma del presente.
El acento en el pasado conduce a una identidad conservadora.
El énfasis puesto en el futuro supone una identidad transformadora.
¿Qué es la identidad latinoamericana? Más que una definición
acabada lo que cabría es una crítica o sea un análisis de las distintas maneras
de entender la identidad latinoamericana a lo largo de su historia.
En otras palabras una revisión crítica desde la mirada del presente, desde los
dilemas actuales que afronta la región comprendida bajo el nombre de América
latina.
La identidad no es una etiqueta o un concepto inerte, es una
fuerza vital que nos impulsa a la realización de un ideal y atraviesa
encuentros y desencuentros, victorias y derrotas, avances y retrocesos.
Antes que todo, hablar de una identidad latinoamericana
significa tomar como punto de partida la historia común de todos los pueblos y
naciones al sur del río Bravo. La identidad latinoamericana, entonces,
reflejaría las experiencias comunes de
estos pueblos en os distintos momentos históricos antes y después de la
conquista, y de modo crucial desde el periodo de la Independencia.
Significa también tomar en cuenta los elementos culturales
que asemejan a estas naciones como la lengua, las creencias religiosas, la
cultura, tradiciones, las etnicidades, similares experiencias de lucha, similar
voluntad de emancipación de toda forma de dominación externa. Además similares
problemáticas como la lucha contra la pobreza, el atraso, los derechos
sociales, las libertades y la democracia.
La identidad latinoamericana también la hacen los migrantes,
es decir las diásporas. Las comunidades latinoamericanas esparcidas en el mundo
recrean las identidades nacionales de origen pero a la vez introducen nuevos
elementos a la sociedad de llegada y a la sociedad de origen.
Igual importancia para sustentar la idea de una identidad
latinoamericana es el deseo de las naciones latinoamericanas de integración
regional en base a metas de sociales y económicas y comerciales de cooperación
y solidaridad mutua.
Pero, en ningún caso, la diversidad queda de lado. En otras
palabras, la identidad latinoamericana está definida por la dialéctica de la
unidad y la diversidad, por los rasgos históricos y culturales comunes pero
también diferencias locales y nacionales. Una concepción de identidad que sólo enfatice algún aspecto aislado de la relación entre
las naciones latinoamericanas, ya sea solo la semejanza o solo la diferencia no
contribuye a hallar una meta común, un destino común y por tanto una identidad
común del conjunto de los pueblos y naciones que constituyen esta región.
La identidad latinoamericana es en cierto modo una identidad
supra nacional que muchos han expresado metafóricamente en la frase “Patria
grande”.
He aquí algunas categorías para profundizar en el concepto
de identidad cultural y nacional:
La representación y
el estereotipo. Toda identidad requiere ser representada. Algunas
identidades pueden tener una representación privilegiada, otras, tener una representación defectuosa, o sea,
estereotipada y por tanto subordinada. Los medios de comunicación han
influido mucho en la representación
positiva o negativa de las identidades. Ser representado significa tener una voz propia y también
tener una representación política y de género.
(ver Spivak, “Can the Subaltern
speak?)
El lenguaje. Sin
un lenguaje la identidad se hace incomunicable. De este modo, la identidad
deviene en una narración. Todos participan en la escritura de la nación, cada
uno desde su propia experiencia. Hay una
narración oficial de la nación, pero hay también narraciones marginales que
construyen la nación desde la diferencia, desde el otro, por ejemplo el
migrante. (Bhabha)
Trascendencia. Las identidades no se quedan encerradas en sí
mismas, responden a la necesidad de trascender temporal y espacialmente, de ir
más allá de sí mismas. Las identidades se relacionan unas con otras.
Poder. Las
identidades se inscriben en las relaciones de poder, de hegemonía y
subalternidad entre una identidad y otra. Las identidades o conciencias
entablan una lucha por el reconocimiento (Hegel). En una sociedad desigual las
identidades son también desiguales. De ahí que resulte importante para las
identidades su empoderamiento para lograr el reconocimiento y la superación de
la marginación y discriminación.
La reflexión sobre la
identidad. La identidad puede ser una actitud consciente y reflexiva, un
despertar del ser, a un darse cuenta de quiénes somos. Sin una reflexión de la
identidad no es posible la recuperación o el fortalecimiento de la identidad.
La cultura. La
cultura es esencial en la formación de la identidad, precisamente toda cultura
tienen una identidad propia, y a su vez, la identidad es expresable a través de
la cultura. La cultura es el modo cómo se revela la identidad.
El reconocimiento.
El reconocimiento es fundamental para la identidad, para su inclusión y
participación como un ente activo y no pasivo, no como dominado sino un ser
dueño de sí mismo.
La ambivalencia.
La identidad a menudo carece de contornos claros. Surgen los mestizajes y nuevas
identidades producto de esas mezclas. Las fronteras se hacen más porosas,
resulta más difícil concebir identidades cerradas. Las identidades se
hibridizan.
La praxis de la
identidad. La identidad no es solo conceptual, es sobre todo práctica. Es
una actividad cotidiana, política, cultural y social, y constantemente va
adquiriendo nuevas dimensiones.
Tomado de The Prisma. 19/06/17. Se publica con la autorización del autor.
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