1922, En el prado de Villa Pescatore, Frascatti, Roma. Anita Chiappe, Artemio Ocaña y José Carlos Mariátegui |
Todavía
hoy [1987] no deja de admirar la personalidad polifacética de José Carlos
Mariátegui, quien además de meditar acerca de nuestra sociedad conflictiva ‒en
campos tan diversos como la política, el arte, la economía y la literatura‒
llevó a la praxis la organización del proletariado peruano en una confederación
y lo dotó de un partido clasista acorde con la realidad concreta de su tiempo.
La obra integral de Mariátegui está siendo entendida mejor día a día ‒pese a
los mariateguistas epidérmicos‒ y a ello ha contribuido la publicación de su Correspondencia,
reunida y anotada por el profesor Antonio Melis.
1. La compilación de la Correspondencia de José
Carlos Mariátegui ha sido el fruto de largos años de trabajo colectivo y contó
con la colaboración desinteresada de numerosos estudiosos y artistas de
diferentes países. Esta obra abre nuevos espacios para completar el itinerario vital
e intelectual de un protagonista de nuestra historia contemporánea y del
marxismo latinoamericano. Hojeando los dos tomos publicados por la Biblioteca
Amauta (Lima, 1984), se confirma la línea ética que Mariátegui mantuvo toda su
vida. Así podemos acceder a la esfera personal, íntima, en las cartas que
dirige a las dos mujeres que amó en diferentes etapas de su vida. Cuando se recuperaba
de la primera crisis grave de su enfermedad le escribe a Victoria Ferrer,
compañera de su juventud con quien tuvo una hija: “He recibido tu carta del 11
del presente [agosto de 1924] que me informa de la enfermedad de Gloria. Mucho
lo lamento y más todavía el no poder atenderla mejor. No estoy bien aún. Mi convalecencia
es lenta y los gastos que mi enfermedad me ha causado y sigue causando son
innumerables y cuantiosos. Te remito tres libras para lo que requiera el
cuidado de Gloria. Si te parece, si crees que Gloria se acostumbraría sin
dificultad, puedes mandármela. El clima de Miraflores le haría bien y aquí
vería a un especialista. Creo que debes darle Emulsión Scott o Iricalcina”. Mariátegui
no descuida a su hija mayor y le ofrece su casa para compartir el techo
paterno.
En otra carta a su esposa Anita Chiappe, escrita en
italiano el 6 de julio de 1925 y durante una convalecencia en Chosica, trasluce
todo su gran amor de esposo y padre: “Anita mía, pasé el domingo en buena
compañía, pero debido a que tú no estabas, debido a que no estaban los niños me
ha parecido estar un poco solo. Posada me entregó tu carta. Julio me dijo que
estabas bien. Espero este jueves, que me parece un poco lejano, aunque es tan
cercano. Para no sentirme demasiado solo hasta el jueves te escribo estas
líneas. Así me parece estar un poco contigo. Me parece que conversamos, que
estoy cerca de ti y que tú también por lo menos en el pensamiento estás cerca
de mí… No faltes, no me faltes el jueves. Es la fiesta de Sigfrido; [su segundo
hijo] es también una fiesta nuestra. Cuanto más ellos crecen, cuanto más ellos
florecen, tanto más advierto que los días del nacimiento de Sandro y Sigfrido han
sido dos días de fiesta en mi vida”.
2. Ni la enfermedad ni las dificultades económicas
mellan su propósito de articular un movimiento ideológico y estético que
respondiera a los requerimientos de las clases trabajadoras y la realidad
nacional. Sin hacer concesiones a su filiación y fe revolucionarias y sin
maniqueísmos ideológicos, siempre atento a la realidad contradictoria, Mariátegui
escribe en diferentes publicaciones sobre tópicos diversos del Perú y el mundo.
Su prestigio intelectual entre los obreros y la clase media peruana va creciendo
por la claridad de sus ideas y por su honestidad a prueba de halagos y balas. Mariátegui
entiende que necesita independencia intelectual y funda, en colaboración con su
hermano Julio César, la Editorial Minerva primero, y en 1926 la histórica
revista Amauta. Para buscar colaboradores, agentes de venta y
suscriptores, establece una vasta correspondencia epistolar con artistas y
escritores de la talla de Miguel de Unamuno, Henri Barbusse, Emilio Pettoruti,
Alfredo Palacios, Juana de Ibarbourou, Waldo Frank, Luis Cardoza y Aragón, José
Vasconcelos, Oliverio Girondo, Joaquín García Monge y Juan Marinello. A nivel
nacional hace lo mismo con Antenor Orrego, Dora Mayer, Luis E. Valcárcel, José
María Eguren, Ángela Ramos, Enrique López Albújar, Magda Portal, José Uriel
García, Alberto Hidalgo y Luis Alberto Sánchez, entre otros. Pero Mariátegui no
descuida la comunicación con obreros y profesionales de Lima y provincias. Es
que apunta más lejos: concretar una organización sindical y una vanguardia
política de los trabajadores.
1925 es un año fructífero en cuanto a la producción
intelectual del Amauta del marxismo latinoamericano. Al publicar La escena
contemporánea recibe la respuesta favorable de sus lectores. Por ejemplo,
Barbusse le escribe en francés el 13 de mayo de 1926: “…he tenido la alegría de
penetrar en algunas de sus páginas, y de descubrir en ellas una hermosa efusión
fraterna que me honra y conmueve. Más que nunca tratamos de juntar las fuerzas
intelectuales internacionales. Y buscamos la fórmula amplia y humana que nos
permitirá apoyarnos todos mutuamente y de suscitar entre los trabajadores del
espíritu defensores de las grandes ideas sanas, del porvenir. Yo me pondré sin
dudas en comunicación con Ud. algún día para eso, puesto que pienso que
representa en su país a los elementos valientes y lúcidos que es preciso llegar
a unificar en un bloque”.
Después de cimentar la revista Amauta y pese a
su clausura temporal en 1927, Mariátegui trabaja también en la constitución de
la Central de Trabajadores del Perú. Esta edición no incluye cartas de
este hecho histórico y debido al carácter clandestino del partido que fundara
en 1928, tampoco se conoce gran parte de esa correspondencia. No obstante, la publicación
ese mismo año de los 7 ensayos, el libro cimero de Mariátegui tiene
repercusiones en el ámbito latinoamericano y las cartas al respecto son
numerosas. Paralelamente, el pensador peruano se distancia de la posición
oportunista y caudillista encabezada por Haya de la Torre. El deslinde se
plasma en el editorial “Aniversario y balance”, publicado en Amauta (No.
17, septiembre de 1928) de vigencia actualísima y que los mariateguistas
epidérmicos deberían leer detenidamente. En la carta a Carlos Arbulú, fechada
en Lima el 29 de septiembre de 1928, dice: “El editorial se refiere, por una
parte, al vanguardismo genérico e indefinido de los oportunistas habituales y,
por otra parte, a cierta desviación que ha intentado propagarse en nuestras
propias filas, a propósito del Apra. Yo he tenido con Haya primero y con el
grupo de México después un largo debate, en el cual he sostenido con abundantes
y claras razones que el Apra, como su mismo título lo dice, no debía ser un
partido sino una alianza y he desaprobado posteriormente la propaganda con la
cual se pretendía presentar la candidatura de Haya”.
La Correspondencia de José Carlos Mariátegui en
conjunto ilumina aspectos desconocidos de su trayectoria y las cartas son un
testimonio fiel e irrefutable de la limpidez de una vida dedicada a la
revolución.
(Los corchetes precisan fechas contextuales)
(Publicado en el semanario Cambio, Lima, septiembre 9,
1987)
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