sábado, 13 de abril de 2024

VÍCTOR MAZZI TRUJILLO Y LA MANIFESTACIÓN DE UNA POESÍA PROLETARIA LATINOAMERICANA


Claudio Berríos Cavieres

(Valparaíso-Chile)

 

Su vida y obra reflejan la intersección entre la experiencia personal y la lucha colectiva de la clase trabajadora. Desde sus primeros días en un entorno minero hasta su activismo cultural y político posterior, Mazzi encarnó la voz de los obreros y su lucha por la justicia social, desafiando las convenciones literarias al situar la poesía proletaria como una expresión legítima y valiosa dentro del panorama cultural latinoamericano.

 

Mis terribles protestas

son cantos que interpretan mis líricos enconos

Mis gestas formidables hacen temblar los tronos”

 José Domingo Gómez Rojas, Rebeldías líricas

l siglo XX marcó un renacimiento en la poesía en múltiples aspectos, y Latinoamérica no fue ajena a este proceso, ampliando sus horizontes hacia elementos inherentes a su historia y composición social. Un ejemplo de ello fue la poesía indigenista vanguardista, que plasmó de manera vivencial la presencia de las comunidades indígenas en sus versos, a pesar de ser obra de no indígenas, representando así una propuesta política que visibilizaba a un sujeto histórico excluido del relato nacional.

De manera similar, la poesía popular que reflejaba la llamada «cuestión social» de los sectores vulnerables, aunque más presente, emergió desde los mismos sectores excluidos. En el caso de la denominada «poesía proletaria», surgen diversas cuestiones conceptuales para abordar este tipo de trabajos, cuestionando si corresponde a escritos producidos por individuos de dicha clase o si sus versos responden a un imaginario clasista, o quizás a ambos.

El caso del poeta peruano Víctor Mazzi Trujillo ejemplifica esta doble condición. Mazzi representa un extenso trabajo de gestión cultural y creación poética, lo que lo convierte en una figura clave en la historia de la poesía proletaria peruana y latinoamericana. Nacido en 1925 en el distrito agrícola de Apata, provincia de Jauja, se trasladó junto a sus padres al asentamiento minero de Morococha en sus primeros días. «Jurídicamente soy de Morococha, pero telúricamente, de Apata», afirmó. Esta dualidad de origen, entre un entorno campesino y uno obrero, se refleja en su obra poética posterior, donde la presencia de ambos mundos se entrelaza:

«Vuelve el sol (del milenario frente)
a brillar entre mis sienes.
Adán -abrumado por su propia tristeza-
tiembla en las tierras de mi labranza.
¡Oh, el alba de asnos de praderas!
¡Oh, la fiera máscara de carbunclo!»

Morococha era entonces un vigoroso enclave obrero, dependiente de la empresa norteamericana Cerro de Pasco Copper Corporation. A mediados de la década de 1920, el intelectual marxista peruano José Carlos Mariátegui fue uno de los que promovió con mayor interés la organización sindical en ese sector, considerándolo un punto clave en el Perú para iniciar un trabajo clasista. Víctor Mazzi tuvo sus primeros acercamientos a las letras en el Centro Escolar Obrero, un espacio autogestionado por los trabajadores, donde fue instruido por Gamaniel Blanco, líder minero e intelectual de Morococha, promotor de la Federación de Trabajadores del Centro y organizador de una huelga minera en 1929. Blanco falleció en 1931 en una cárcel de Callao debido a las golpizas recibidas:

«Esta puerta que mi verso abre
encuentra a Morococha
ardiendo de antimonio,
tosiento el voraz golpe
de toda su neumoconiosis.
Pueblo minero, cuyo sufrimiento
limítrofe con la sangre fresca todavía
del acribillado Malpaso,
más allá con el humo
fúnebre de Oroya; al otro lado
con el carburo triste de Casapalca
y con esa cumbre de mi canto,
Anticona, la del trueno amargo.
¡Morococha!… te grito,
aunque me duela hacerlo
con los dientes mayúsculos del hambre
y con la nieve de mis huesos;
me duele gritarte ahora,
en esta hora, que tu afecto
tiene rodillas de tiempo hincado.»

Víctor Mazzi Trujillo Cerro de Pasco, 1953. Leyendo un libro.
 
La crisis económica de 1929 provocó un masivo éxodo de trabajadores de Morococha, una realidad obrera a lo largo de toda América Latina, y la familia del futuro poeta se sumó a este éxodo. Después de varios años de peregrinación, se establecieron definitivamente en Chosica, una zona precordillerana de la provincia de Lima. Entre el trabajo de carpintería y construcción, Mazzi continuó su voraz lectura de autores como Máximo Gorki, Panait Istrati, Jack London, Elías Castelnuovo y Álvaro Yunque. Este contacto con la literatura social lo llevó a la escritura de su poemario Guirnalda de canciones a Chosica, publicado treinta años después:

 «No solo eres, Chosica, luz y sombra
de montañas, follajes y canteras.
No solo eres un regalo de albas jazmineras
que, entretejiendo una alfombra de amor, iluminan.
Ahora tus poblados son testigos del barro
y se vuelven beligerantes con los obreros
del cemento, ferrocarriles, papel,
cuyas sienes pronuncian tu sudor.
Así, desde entonces, en virtud del tiempo,
tu entorno adquiere una gracia renovada
con un lenguaje que resuena como bronces.
Y una voz creciente, como la mía,
que cada día afirma
tu vitalidad, tu caudalosa melodía.»

Su primer trabajo publicado fue Reflejos de carbón en 1947. Durante esos años, surgieron otras obras de temática proletaria, como Pan y rebeliones de Jorge Bacacorzo, Antena proletaria de Augusto Mateu Cueva, Alaridos de Oscar Cano Torres y De acero somos de Oswaldo Jiménez Rojas. El trabajo de Mazzi formó parte de un universo proletario que encontraba en la pluma una forma de expresión y de rebeldía.

En 1950, partió a trabajar en la construcción de la central hidroeléctrica de Paucartambo. Durante su labor como obrero, se convirtió en corresponsal del diario Última Hora, estableciendo contacto directo con otros intelectuales obreros. Junto a otros trabajadores de la zona, fundó un grupo de lectura colectiva llamado «Tierra y Libertad», con el objetivo de compartir sus propias obras literarias.

La adquisición de la hidroeléctrica por parte de Cerro de Pasco llevó a la dispersión de los miembros del grupo. Mazzi regresó a Chosica, y empezó a trabajar en la guardianía del local del Movimiento Social Progresista (Lima) donde conoció al poeta Leoncio Bueno, y juntos decidieron fundar el «Grupo Intelectual Primero de Mayo». «Estamos convencidos -señala el documento fundacional- de que la clase trabajadora y sus organismos de lucha son las bases y el espíritu de la sociedad del futuro; por tanto, es lógico promover la creación de un movimiento artístico que, surgiendo de la clase trabajadora, promueva sus legítimos representantes y voceros en el mundo del arte y la cultura». La agrupación buscaba así construir una cultura desde la base obrera misma. Un mundo cultural que brotaba desde sus entrañas, germinando y construyéndose en su propia clase.

Debido a la masiva desocupación de obreros de la construcción a mediados de la década de 1960, Mazzi se dedicó a la venta de libros, estableciendo un pequeño puesto en las escaleras del comedor de estudiantes de la Universidad Nacional de Educación Enrique Guzmán y Valle-Chosica. Su modesto local se convirtió en un espacio de reunión intelectual y consulta bibliográfica. Esta actividad continuó hasta la intervención militar de 1977, cuando muchos de sus libros fueron confiscados y destruidos. Luego, trasladó su puesto a un local en el jirón Camaná (Lima). En 1978, el «Grupo Intelectual Primero de Mayo», en una reunión que convocó a 48 agrupaciones artísticas de Lima, nombró a Mazzi como coordinador de la Coordinadora de Trabajadores de Arte Popular, y también inició la publicación del boletín Puntos de Clase. Durante las décadas de 1970 y 1980, fue invitado a diversas partes del Perú para presentar sus trabajos y dar charlas sobre la poesía proletaria peruana. Estamos, entonces, frente a un poeta-intelectual-obrero-gestor cuya labor se desplegó en múltiples formas.

 


Víctor Mazzi Trujillo en su puesto de libros en la Universidad La Cantuta, 1976. © Archivo familiar

En 1976 publica la obra Poesía proletaria del Perú (1930-1976). En su introducción Mazzi señala las características de la poesía proletaria, señalando que es un “hecho nada ordinario en los registros informativos de casi toda la literatura iberoamericana”, reconociendo en ella el registro del sentir y pensar obrero. Una poesía que siempre ha sido colectiva, “que en múltiples oportunidades ha sido calificada (por obvios motivos) de clandestina, subversiva o informal”. Se hace cargo de la pregunta por la “poesía proletaria”, señalando que es “la vivencia y experiencia de la cuestión social y política de la clase obrera, cuya naturaleza siempre entrañe y perfile una fisonomía clasista en tanto halle la sociedad divida en clases”. Es por tanto una poesía de carácter netamente experiencial, de identificación comunitaria, sustentada en un compromiso político. En este aspecto, la cultura proletaria debe ser entendida como la construcción de un mundo clasista exogámico, capaz de traducir a su propio cosmos la cultura que nace fuera de él. Como señaló alguna vez César Vallejo en razón a las vanguardias: “Los materiales artísticos que ofrece la vida moderna han de ser asimilados por el espíritu y convertidos en sensibilidad”. Al igual que Vallejo y sus Heraldos negros, la poesía de Mazzi contiene el hálito universal a partir de un acto personal. Universo e individuo coexisten:

«Rosseta es una muchacha morena y lista
con un claro olor a heno de los campos
que baña el Mississippi
según va explicando Hugo Strasser
con el cromo de su saxo alto
y/o con su oscuro clarinete
mientras yo
suspendido en el andamio
corro peligrosamente para ganarme el pan
y trato de alguna manera de mirar el horizonte
y bajar pronto para encontrarme con Rosseta
y hacer estallar el grito ¡viva la revolución!»

Víctor Mazzi Trujillo, enero 1989, un mes antes de su deceso. Foto: Eduardo Ibarra.
 
Su vida y obra reflejan la intersección entre la experiencia personal y la lucha colectiva de la clase trabajadora. Desde sus primeros días en un entorno minero hasta su activismo cultural y político posterior, Mazzi encarnó la voz de los obreros y su lucha por la justicia social, desafiando las convenciones literarias al situar la poesía proletaria como una expresión legítima y valiosa dentro del panorama cultural latinoamericano.

 

Otros poemas de Víctor Mazzi Trujillo

 

Nana para el nene de la sonaja roja

Dormid, retoño de mis días,

en lo hondo de tu almohada

-Duerme, mi nene, duerme

quizá esta noche hay redada.

 

Dormid, hijo de mi aliento,

que nos rondan seres raros.

-Duerme, mi nene, duerme,

Aun resuenen botas y disparos.

 

Dormid, pequeño proletario,

 junto a tu madre adorada.

-Duerme, mi nene, duerme

que no dormirá tu camarada.

 

Dormid, gajo de mi sangre,

Mientras con vosotros viva.

-Duerme, mi nene, duerme

con tu sonaja roja, subversiva.

 

Dormid, futuro socialista,

sin que te perturbe nada.

-Duerme, mi nene, duerme

que ya vendrá la alborada. 

 

Canción para el pueblo de Chile

Con odio matador

el fascismo suena

por tierra chilena

a muro y tambor.

 

Cayó el poblador,

el minero yerto;

más queda despierto

el viento rugidor.

 

Cayó el labrador

y el estudiante,

más va adelante

el río atronador.

 

Cayó frío el cantor,

muerto el albañil;

más vive el fusil

del franco luchador.

 

Anda, ve y dile

al mundo entero

que aún sangra fiero

el pueblo de Chile.

 

De cal y canto

No preguntéis por el amor, el pan o la rosa,

aquí donde es delito pensar a diario,

decir lo que uno siente;

aquí donde Carmen, la lavandera,

o Juan Raimundo, el ferroviario,

hablan a secas, indefinidamente,

tal como voy haciéndolo entre mis versos.

 

Sucede lo inesperado, brutal, inadmisible:

suenan botas, resuenan tiros

horadando la tranquilidad.

Y eres preso y condenado a suscribir

no sé qué testimonios (cosa terrible)

contra el hermano o el compañero

y más de las veces contra tu propia vida.

 

Víctimas, cómplices, testigos. No digáis

que el cielo es nuestro, tampoco el averno

(son antiguas creencias).

Aquí, ay, yan sólo nos basta sentir

el golpe del frío en las entrañas

o arder con el bosque de los sueños

para entender la devastación del hombre.

 

No preguntéis por el amor, el pan o la rosa

aquí donde nos circunda el fuego de los bárbaros

y crece la matanza como un desolladero

no preguntéis por los vivos,

no preguntéis por los muertos,

en tanto no se levantan los puños

de la cólera y el odio del pueblo. 

 

[Extraídos del libro Poesía proletaria del Perú (1930-1976), 1976, Ediciones de la Biblioteca Universitaria, Lima]


Claudio Berrios Cavieres © El khipu de Juan Yunpa

Claudio Berríos Cavieres (Valparaíso, 1987). Profesor de Historia, Licenciado en Historia y Educación, Magíster en Filosofía, Universidad de Valparaíso. Doctorante en el Programa de Estudios Interdisciplinarios sobre Pensamiento, Cultura y Sociedad, Universidad de Valparaíso. Miembro del Centro de Estudios de Pensamiento Iberoamericano de la Universidad de Valparaíso y parte del Comité Consultivo de la Cátedra Mariátegui. Editor de los Cuadernos CEPIB-UV. Actualmente es becario ANID. Ha publicado artículos en revistas nacionales e internacionales; y los libros Ensayos e investigaciones. Hacia una modernidad arcaica (2020); Contrapuntos latinoamericanos. Doce ensayos políticos-filosóficos para problematizar el continente (2020, coeditor junto a Gonzalo Jara); y el capítulo “Una revolución artística no se contenta de conquistas formales” en Jorge Polanco y Gonzalo Jara, Cien años de Los heraldos negros. Escrituras en torno a la poesía de César Vallejo (2019). [Todos descargables en Ediciones Inubicalistas]. Lee otro artículo de Claudio Berrios Cavieres en La Antorcha Magacín n° 4.

 







miércoles, 13 de diciembre de 2023

EPISTEMOLOGÍAS ANDINAS Y AMAZÓNICA. Conceptos indígenas de conocimiento, sabiduría y comprensión.

Pres

Víctor Mazzi Huaycucho


(Comentario en presentación del libro, Centro Cultural de la Pontifica Universidad Católica del Perú, martes 12 de diciembre).


Agradeciendo la invitación cursada por Pablo Quintanilla en representación de la Pontificia Universidad Católica del Perú y su Fondo Editorial, ante el reto de construir una opinión panorámica sobre la reciente publicación: Epistemologías andinas y amazónicas. Conceptos indígenas de conocimiento, sabiduría y comprensión, emprendo una aproximación de la importancia de esta valiosa publicación.

Recordaré que fue el año 2018 que, ante la invitación para una disertación en la Universidad La Cantuta por el Grupo de Estudios Filosóficos Hamut’aq, Pablo Quintanilla nos participó del The geography of Philosophy Project, cuyo propósito era el estudio de tres conceptos sobre “conocimiento, sabiduría y comprensión”, para determinar si estas nociones se encontraban presentes en distintos idiomas de grupos humanos muy representativos en diferentes continentes. La finalidad planteada fue saber si dichas representaciones conceptuales resultaban traducibles y comparables entre sí y sobre todo, si respondían a criterios sobre “universalidad”.

Aún persiste el debate sobre constituir una secuencia originaria del pensamiento reflexivo generado en los Andes y pueblos de la amazonia, el cuestionamiento acerca de considerarlos “atrasados” lo que produjo resistencias para concebirla como legitima “sabiduría”, imponiéndole definiciones basadas en “condiciones de legitimidad” desde un modelo epistémico hegemónico.

Epistemologías andinas y amazónicas nos plantea un programa de estudios sobre la reflexión originaria que ha ido más allá de lo que muchos imaginaban: legitimar su condición epistemológica, lo que ya en sí resulta intolerable desde la óptica de cualquier pensador “institucionalizado”. Con esta denominación me refiero a quienes se encuentran aprisionados en sus propias construcciones teóricas, normalizadas para el “mundo real”, que funciona muy distante a lo pensado desde la perspectiva institucional. Rodolfo Kusch y Buenaventura de Souza Santos entre otros, plantean reivindicar las sabidurías del sur que resultan ser tan legitimas comparativamente con la europea.

De Souza se topó con el problema de la “colonialidad del saber” y de sus hegemónicos argumentos culturales que he denominado como “razón colonial”. La “epistemocracia” que denuncia el pensador portugués, expone una condición colonial sobre la sabiduría de nuestros pueblos. La tarea de la filosofía en la actualidad ha girado en legitimar sabidurías tan potentes que es difícil de comprenderlas mediante mecanismos cognitivos desde un único referente cultural contaminado de visiones coloniales. Se ha planteado un “giro decolonial” para tratar los estudios sobre nuestras sociedades que aún muestran los rezagos de un proceso que se ha prolongado por varios siglos. Para nosotros representa un giro hacia lo originario como desafío a reivindicar reflexión y sabiduría con identidad propia.

Desde su provocativo título, este libro es un abierto desafío a la definición normalizada propuesto por Karl Popper ante la interrogante ¿qué es epistemología? El austriaco sustentó que su tópico esencial se aboca al problema del aumento del conocimiento, prescindiendo de sus usos y sistemas lingüísticos. Planteó una divergencia insalvable entre el conocimiento de “sentido común” respecto al “saber científico”, este último legitimado como modelo jerárquico en el acto de constituir una “verdadera ciencia”. Dicho argumento planteó una frontera respecto a culturas subalternas percibidas como “no-científicas” respecto a los poseedores de un “saber científico”.

En Epistemologías andinas y amazónicas cada autor propone una distinción que puede favorecernos para acometer su lectura: 1. Recurriendo a su adecuación mediante la recurrencia a explicaciones exógenas (“filosóficas desde un patrón reflexivo europeo”), en la consideración que aplicados a la epistemología andina y amazónica recurren a la comparabilidad y traducibilidad sobre conceptos e ideas oriundos. 2. Desde una perspectiva endógena, partiendo del análisis lingüístico sobre conceptos y saberes originarios legitimados como sistemas reflexivos muy peculiares, para luego reconocerlos como aportes al pensamiento filosófico universal.

Los artículos suscritos exponen un dialogo desde perspectivas diferenciadas, usualmente recurriendo al análisis lingüístico sobre nuestros lenguas originarias, siendo su diversidad idiomática como su característica más destacable, ofreciéndonos esquemas y modelos para el análisis semántico de los tres conceptos originarios: conocimiento (riqsiy, musyay); sabiduría (yachay) y comprensión (hamut’ay), hurgando sus etimologías a partir del Lexicón y la Gramática publicados en 1560 y Vocabularios posteriores en runasimi y aymara, atendiendo el reto de comprender su evolución idiomática en la actualidad.

En el texto se muestran dos perspectivas del análisis lingüístico sobre la estructura del habla originaria. ¿Se pueden reconstruir las nociones originarias desde un solo contexto de oralidad?  Aquí la pregunta aborda la condición de la oralidad como sistema comunicativo prevalente respecto a otros sistemas comunicativos como khipukuna, tukapu (killkakuna) y la misma apropiación de la letra para comunicar ideas y reflexiones oriundas.

La estructura gramatical de la conformación de palabras requiere establecer las partículas que indican determinada nominación del referente descriptivo y cognitivo, como sabemos esto se muestra al abordar sobre las partículas evidencialesmi (n) [conocimiento testimonial] y ―si (s) [conocimiento indirecto] que muestran los contextos del referente en el hablante de runasimi. Si bien se plantean dudas que dichas partículas muestren condición cognitiva, es necesario establecer un contexto de los referentes que utiliza el hablante de lenguas originarias.

En el libro se encuentra implícitos debates sobre la constitución de su morfología y la ruta semántica de sus contenidos comunicativos. Baste con referir que los estudios sobre yachay y hamut’ay presentan una aglutinación de conceptos y definiciones tanto coloniales como actuales para comprender su condición legitima dentro de las “otras epistemologías”.

Felicito al grupo de editores integrado por Pablo Quintanilla, H. Clark Barret, Michael L. Cepek, Emanuele Fabiano y Edouard Machery de The Geography of Philosophy  por publicar este texto de consulta necesaria, mostrándonos que en los Andes y la amazonia existen conceptos de condición  “epistemológica” que han funcionado sin necesidad de negarle legitimidad a otros sistemas culturales.

                                                                                                                Muchas gracias.


domingo, 15 de octubre de 2023

Entrevista sobre último libro, La Cantuta: Actas de sesiones de consejos de ministros (2023)

 Mi agradecimiento a Virginia Vílchez, Directora del portal Libros Peruanos y a Gustavo Flores Quelopana, por la entrevista. El libro se expende en librosperuanos.com y Librería Cultura Peruana. Este libro de investigación fue realizado en conjunto con Ladislao Trinidad, John Morillo y Ronald Contreras.

sábado, 2 de septiembre de 2023

PEDRO ZULEN: EL PRECURSOR

 

Después de Manuel Gonzales Prada, que lideró el encendido movimiento libertario, hay un interregno que culminara en la década del 20 con la presencia de Haya, Mariátegui, Basadre, Tello, Sánchez. Precisamente ese intermedio fue asumido por la generación que se núcleo en torno al combativo Pedro S. Zulen.

Pedro Zulen. Imagen del Boletín bibliográfico
de la Universidad de San Marcos, marzo 1925.

La inquietud de Zulen fue múltiple y variada. Desde sus años juveniles se preocupó por el debate de los problemas nacionales, en especial, de la situación indígena. Su espíritu fino y sensible lo canalizó también por la senda de la poesía y crítica literaria vinculándose, en estrecha amistad, con José María Eguren, Enrique Bustamante y Ballivián, Angéjica Palma, Jorge Basadre, entre otros. Su entrega a la ciencia y a la filosofía lo llevaron a la crítica del positivismo y del neohegelianismo sobre los cuales publicó ensayos verdaderamente pioneros, como lo ha ponderado, con autoridad, Augusto Salazar Bondy.

Durante la docencia universitaria, se dedicó también a modernizar el funcionamiento de la Biblioteca Central de San Marcos. Para esto elaboró un proyecto de catalogación recogiendo sus experiencias y conocimientos que había adquirido en sus viajes al extranjero y en sus estudios en Harvard. (Una propuesta de trabajo, en un texto de 16 páginas mecanografiadas, puede ser útil aún en la actualidad para los alumnos y profesores de la Escuela de Bibliotecología). Se interesó igualmente por la Historia y la Sociología utilizando, para el efecto, las páginas de El Boletín Bibliográfico de San Marcos que él puso en circulación. En sus números iniciales (10 y 14, de 1924) dio especial significación para comprender la resistencia andina durante la Guerra con Chile. Empero, de su gran libro; “su obra definitiva”, -como lo calificó Bustamante y Balliván— no quedó sino el bosquejo que había preparado (Gamonalismo y Centralismo). Ojalá alguna institución o editorial se interesen por rescatarla del olvido. De este modo el país, la ciencia y la cultura se habrán reivindicado con quien dio su juventud y su vida por redimir a los pobres e impulsar pioneramente el socialismo en el Perú.

 I

UNA SEMBLANZA

 Don Pedro Salvino Zulen nació en Lima, el 12 de octubre de 1889. Fueron sus padres Pedro Francisco Zulen y Petronila Irene Aymar. El, un acomodado comerciante y ella una distinguida dama limeña. Pedro Zulen hizo sus estudios en el Colegio de Lima y posteriormente en las Universidades de San Marcos y de Harvard donde obtuvo el doctorado en filosofía. Se desempeñó como docente universitario dirigiendo las cátedras de psicología y filosofía. Fue director de la Biblioteca Central de San Marcos. Publicó dos libros: La filosofía de lo inexpresable y Del neohegelianismo al neorrealismo. Dirigió el periódico La Autonomía y dejó una nutrida producción intelectual dispersa en revistas, periódicos y semanarios. Falleció en Lima el 27 de enero de 1925.

 José Carlos Mariátegui. compañero y amigo de Zulen a dicho: “Reivindiquemos para Pedro Zulen, ante todo el honor y el mérito de haber salvado su pensamiento y su vida de la influencia de la generación con la cual le tocó convivir en su juventud. El pasadismo de una generación conservadora y hasta tradicionalista (“futurista”) no logró depositar su polilla en la mentalidad de ese hombre bueno e inquieto. Tampoco lograron seducirlo el decadentismo y el estetismo de la generación “Colónida”. Zulen se mantuvo al margen de ambas generaciones”.

 Zulen fue un hombre múltiple. Se interesó por todos los problemas de la humanidad. Su cultura fue vasta y su conducta totalmente generosa. El mismo Mariátegui, al publicar su colaboración en la revista Claridad, comentó: “Finamente débil, Pedro Zulen ha consagrado su vida al trabajo intelectual… sabe prescindir de la erudición y vivir auténticamente su juventud, compartiendo el dolor de los pobres”.

 Zulen, con su tenacidad y perseverancia, formó discípulos, no tanto en las aulas, sino con el ejemplo, el consejo y la convicción. El solía decir: “perseverar es luchar sin doblegarse ante algún contratiempo; poner toda la energía debida en servicio de una causa determinada; poseer una fortaleza de espíritu tal para poder avenirse a que el éxito buscado, sea, si se halla, la coronación final de una serie de derrotas precedentes o de triunfos parciales. La perseverancia es la acción que perdura y vive en el tiempo…”.

 Su ideal fue establecer la justicia social y el reordenamiento político en el Perú. Al respecto escribió: “Muchos males pululan en el presente, pero viene el preludio de acontecimientos inesperados del futuro y a un ocaso de iniquidad, debe seguir la aurora de la justicia. Si no tuviéramos esta esperanza, ¿qué nos fortalecería en la lucha?

 La justicia en el Perú debía comenzar por reivindicar al indio. A esta causa entregó toda su vida, como lo testimonia Mariátegui: “Zulen dirige su mirada al drama de la raza peruana. Y, con una abnegación nobilísima, se consagra a la defensa del indígena. La Secretaria de la Asociación Pro-Indígena absorbe, consume sus energías. La reivindicación del indio es su ideal. La causa del indio tiene en Zulen su principal propugnador”. Para condenar el abuso, encarar al gamonalismo y formar una conciencia nacional favorable al indio. Zulen escribió manifiestos, memoriales, recursos y se vinculó con los mismos protagonistas. Los mensajeros indígenas fueron sus mejores amigos. Con ellos compartió sus problemas y sus alegrías. La señora Elvira Zulen nos contó, por ejemplo, que le gustaba escuchar la música y las canciones indígenas. Este era el único presente que aceptaba de sus amigos a cambio de su lucha contra el gamonalismo.

 La solución del problema del indio radica en la destrucción del latifundio, precisó enfáticamente: “Una revolución que cambia radicalmente este estado de cosas, tendrá que ser una revolución agraria que logre la subdivisión de las haciendas para que no haya ninguna familia peruana sin su lote de terreno propio, aunque reducido pero indiviso, inembargable y siempre heredado dentro de su seno. Así, no faltará nunca, a nadie de lograr su pan. ¡Destruyamos el latifundio! He aquí un lema de la futura revolución social peruana”.

 Zulen fue, pues, un radical como lo califica Jorge Basadre en su obra “La Vida y la Historia”. Tuvo fe en los hombres de su generación y en la potencialidad creativa de los propios indios. En su discurso a los comuneros de Chucuito se lee: “Seguid adelante. Esta obra de renovamiento continúa con tesón, entusiasta y poderosa. El día de la victoria no está lejano. Si hoy la frase “no hay justicia” acude, a cada instante, a vuestros labios, no debéis desesperar. El día que la libertad y la justicia triunfen veréis a vuestros pies a los mismos que hoy os vejan, que hoy os arrebatan vuestro patrimonio. Ese día este suelo será de nosotros solos, como lo fue antes… y entonces todos podremos decir: ¡Viva el Perú regenerado por sus indios!”

 Su labor fue íntegra y su filiación a la causa indígena fue plena. Dora Mayer nos recuerda: “Zulen dio por los indios las primeras energías de su juventud y quizá los alientos más grandes de su corazón”.

 Incursionó en la prensa dirigiendo el periódico La Autonomía. Sus 23 números los destinó, esencialmente, al debate político en torno al federalismo, al centralismo y al nacionalismo. El editorial del primer número mostró el derrotero e ideario que asumió: “Las provincias comienzan a darse cuenta de la opresión de todo género en que las han mantenido las oligarquías… comienzan a tener conciencia de sus destinos, quieren hoy reivindicar por sí y ante sí sus derechos democráticos que les arrebataron”.

 Cuando falleció Pedro Zulen, a su sepelio no asistió ningún indio. Fue, más bien, la rancia aristocracia limeña, que se apoderó de sus restos. Los elogios abundaron, las alabanzas, menudearon. Nadie valoró su ideal y su lucha por el indio y por el socialismo. Dora Mayer hizo notar, posteriormente, un hecho altamente significativo: “Sólo uno, de la magna causa de la Pro-Indígena, se prestó a rendir homenaje de solidaridad a Zulen, pero, ese único doliente no concurrió al sepelio, porque había tomado otro camino. Era Ezequiel Urviola, el pobre puneño, casi jorobado, paladín, de la redención social, con alma de maestro rural y calor de apóstol. Urviola fue, en nombre de todos los indios, al entierro de Zulen y fue hasta el cielo”. El líder indígena había muerto en la misma fecha (27.01.1925) que el maestro universitario.

 II

LOS COMBATES

 1.   La Educación indígena. Zulen y sus compañeros comprendían plenamente el papel de la educación en el desarrollo del país: “la escuela es integrante del todo social, separable únicamente por abstracción de nuestro entendimiento. Los males de que adolece una colectividad tienen que reflejarse necesariamente en todas sus instituciones”. Entonces, la educación no podía estar peor. Faltaban maestros, escuelas, materiales de enseñanza y, más aún, se combatía todo intento que partía del pueblo por mejorar aquella situación. La escuela estaba sumida en todo un engranaje de mentiras, prejuicios y convencionalismos.

Había que educar a los futuros maestros, lograr mejores condiciones de trabajo y enseñanza. Pero, la misión era delicada, compleja: “La educación es una función incesante de la vida toda, el maestro no sólo educa desde el pupitre de la escuela, sino del medio social mismo”. Su función es “servir de guía” y estimular el sentimiento afectivo del educando. La finalidad directriz de su sacerdocio, “es modelar al hombre que la herencia deposita en sus manos”. Por todo esto, acotaba Dora Mayer: “cualquier entidad, sea individuo o nación, en cuya influencia se baña el educando, tiene que ser austeramente dueña de sus pasiones para no enlodar en vez de limpiar la mente ajena.

Pero el maestro no sólo debía educar su personalidad sino también instruirse. Armarse de conocimientos, poseer la ciencia. De otra manera no sabría qué enseñar. Ahora para saber enseñar debía contar con un arte y una didáctica. Esto le permitiría transmitir con eficacia los conocimientos, la ciencia y la cultura. Finalmente, tendría que conocer bien el carácter y la personalidad del educando. Dora Mayer, encontraba en Amiel, el mejor ejemplo de inspiración: “el niño ve lo que somos, detrás de lo que deseamos ser. De ahí deriva su reputación como fisonomista. El extiende su poder hasta donde puede sobre cada uno de nosotros, él es el más sútil de los diplomáticos. El niño es una luna de aumento”.

Aquí el principio: “Maestro disciplínate a ti mismo!” No exageres nada. La moral que trasmites debes practicarla y, en fin, no mientas. El caso de la campaña antialcohólica de los Estados Unidos sirvió para ilustrar aquellas recomendaciones. Al iniciarse la campaña en 1896 la población consumía unos 67 millones de galones de aguardiente y al término de la misma, en 1913, el consumo era de más de 140 millones de galones. ¿Qué había pasado? Y es que los textos escolares exageraban la nota moralizadora con notas horripilantes, con groseras y fatídicas escenas sobre los bebedores de alcohol. Pero, los alumnos observaban que la realidad era distinta y en sus propios hogares se libaban licores y no veían aquellas consecuencias. Los alumnos se volvieron escépticos y renuentes a la campaña antialcohólica”.

Imbuidos de aquellos ideales, los miembros de la Pro-lndígena, propiciaron en 1909 unas conversaciones en torno a La Educación del Indígena. Durante los días 7, 14, 17 y 24 de julio debatieron el problema, profesionales, intelectuales, artesanos y estudiantes desde diversos ángulos y puntos de vista. El periódico El indio, bajó la dirección de Santiago Giraldo, dio cuenta de los planteamientos más significativos. He aquí las intervenciones:

Dora Mayer, “la noble y sincera escritora”, decía, los indios se quejan eternamente ¡No hay justicia!. Señores “la justicia es la mejor educación que se puede dar a un pueblo”. La Asociación debe encarar a los gamonales que son la causa primaria del abatimiento del indio. Cuando vienen a Lima, aquí debemos hacer que “despierte en los amos la vergüenza de ser convictos de abusos inhumanos”.

 Julia Delaway reclamaba el establecimiento de una cátedra de quechua para educar al indio en su propio idioma.  

Víctor Andrés Belaúnde, profesor de la Facultad de Jurisprudencia, consideraba necesaria crear una legislación tutelar de la raza indígena.

 Teodomiro Gutiérrez Cuevas, apoderado de los indígenas de Chucuito, dijo: “vengo a presentar mis agradecimientos y felicitaciones al Centro Universitario por su interesantísima labor pro-indígena y espero que ella ha de ser de trascendental y proficua consecuencia”. Reseñó las atrocidades del gamonalismo y pidió su condena y proscripción. En 1915 lideró el gran movimiento de restauración del Tahuantinsuyo, proclamándose para el efecto, Inca, Rumimaqui.

 Federico Ortíz fue más explícito en su análisis. Puntualizó: “la experiencia de la vida, del trabajo, y no la ciencia, me ha enseñado que la pretendida inferioridad de la raza indígena es el resultado de un régimen de explotación secular en la que se le mantiene sumida; educadla, desarrollad su carácter y energía y veréis que el indio puro de nuestras serranías es esencialmente valeroso”. Ortiz intervenía a nombre de la delegación obrera conformada por Benza, Chumpi-tasi, Fernández, Portocarrero, Bravo y Rosales.

 Juan Bautista Lavalle, Presidente del Centro Universitario, sostuvo: “es necesario cambiar la orientación para educar al indio. Urge, ante todo, la formación de autoridades honradas y la creación de escuelas rurales y la restricción del alcohol”.

 Pedro Zulen, entonces estudiante de Letras, solicitó: “despojad vuestros espíritus de todas las trabas que los prejuicios oponen a su expansionamiento: la condición principal para asegurar el triunfo es deshacernos de nuestra ignorancia. Una defectuosa educación ha impedido hasta hoy la existencia de juventudes conscientes de sus deberes sociales. La educación del indio es indiscutible. El indio es uno de los elementos más valiosos para el progreso nacional. Esa raza es el único almácigo de ciudadanos que tiene el Perú para conservar su independencia”. Más aún, Zulen fue el principal animador de estas “conversaciones”. Una carta inédita que hemos podido hallar y un extenso documento acerca del Problema Nacional de Educación (que fue publicado en La Prensa, marzo de 1909) así lo evidencian. El texto lleva un subtítulo elocuente: “Introducción al debate iniciado por el autor en el “Centro Universitario”. Y la carta a la que hemos aludido dice:

 “Lima, 17 de febrero de 1909

 Sr. Presidente del Centro Universitario

S.P.

 Me es grato enviarle adjunto, el proyecto de reglamento de las Conversaciones que tácitamente (lie comprometí a presentar para su discusión y aprobación por la junta que Ud. dignamente preside.

 Para los que nos interesamos porque nuestra Institución sea algo más que un simple lugar de recreo de unos pocos, para los que combatimos esa vida de inercia anémica que llevan nuestras sociedades, para que los jóvenes estén en constante comunicación, solidarizándose lo más posible para los que amamos la vida intensa, la vida propia su determinación al acoger en todos sus alcances mi propuesta para el establecimiento de las “conversaciones” no puede llenarnos más que de júbilo.

 Dejemos de una vez las rutinarias preocupaciones, los criterios estrechos y las añejas doctrinas. Despojemos nuestras almas de sentimientos mezquinos. Seamos jóvenes no sólo de cuerpo sino también de espíritu. Tratemos de definir nuestra situación ante los grandes problemas que afectan al incierto porvenir de la República. Estudiémoslo, meditémoslo y formémonos un criterio sano, amplio, que nos marque el derrotero de la acción. Tratemos, además, de organizar “conversaciones” sobre asuntos de Filosofía, Ciencia, Arte o Literatura.

 Hagamos del Centro, el complemento necesario de la vida universitaria.

 Dios guarde a Ud. S.S.

Pedro S. Zulen”.

 No era posible educar al indio con el ejemplo, porque justamente los que saben leer y escribir son quienes más lo explotan. Lejos de respetar las garantías y los derechos los pisotean y se ufanan de ello. En suma, si el indio se sustrae de la escuela, huye del ejército, odia al Estado y a la civilización, es porque ese Estado y esa civilización se cruzan de brazos y sirven de cómplice al gamonalismo opresor.

 El medio ambiente donde habita el indio es igualmente adverso a la educación. Su incredulidad, su apego a la tradición eran perjudiciales a la civilización. La miseria secular obliga al indio a enviar a sus hijos a la labranza, al pastoreo y al trabajo desde muy temprana edad. Los niños están apegados a la costumbre e idiosincrasia de sus padres. Y aquellos que logran ingresar a las escuelas, se encuentran con otras barreras, como escasez de materiales de enseñanza, pobreza de mobiliarios y, lo que es más grave, carecen de maestros. Estos son, en su mayor parte, improvisados por la tarjeta o nombrados por favor; repiten en la escuela textos y conocimientos que los alumnos deben aprender de memoria y mecánicamente y, en el peor de los casos, que ni siquiera entienden por el freno del idioma.

 Pero, no todo estaba perdido, había excepciones y posibilidades. Al margen del Estado, por iniciativa y entrega popular empezaban a surgir verdaderas escuelas de regeneración indígena. Este es el caso, por ejemplo, de “La Escuela Particular de Indígenas de la Parcialidad de Platería”, ubicada en Chucuito-Puno, fundada en Junio de 1904. Su gestor y conductor fue Manuel Zúñiga Camacho. Indio y maestro por excelencia: “a sus cualidades excepcionales de poseer el castellano, el quechua y el aymara y ser maestro en el genuino y elevado sentido de la palabra, es algo más que un simple proceptor corriente, es un verdadero adalid de la causa de la educación e instrucción de su raza”.

 La escuela funcionaba con un promedio anual de 60 a 70 alumnos. Podían matricularse no sólo niños de ambos sexos sino, también, adultos atraídos por la prédica moral de su director. En la escuela, aparte de enseñar a leer y escribir, se combatía el alcoholismo, cocaísmo, se fomentaba la higiene, la salud, la artesanía y las técnicas mejoradas de cultivo. Manuel Zúñiga era adventista, razón por la que la reacción del clero y del gamonalismo no se hizo esperar. En 1908 la escuela fue clausurada pretextando omisiones administrativas.

Pedro Zulen, al asumir la defensa de la Escuela de Platería, consideró el atropello “como un atentado a la cultura nacional”. Luego de un extenso alegato jurídico concluía: “Aquí en nuestro país, se presenta el triste espectáculo de escuelas en que no se conoce un mapa del Perú, en que el material escolar se reduce a unos cuantos adobes en que verdaderos corrales constituyen sus locales, en que la única lección que los niños no olvidan es la que el maestro les da, enviándoles a comprar alcohol para beber en su delante, en que muchos niños se quedan sin recibir instrucción alguna, porque hay que caminar leguas, pasar ríos que no conocen puentes, donde a los preceptores se les paga sueldos miserables. No hay derecho, no hay moral no hay lógica para clausurar la Escuela de Platería”.

 Por su lado, el mismo Zúñiga Camacho puntualizó en un elocuente memorial, las razones que alentaban la agresión del gamonalismo. Señaló enfáticamente: 

“ ¡Es porque proclamamos la redención del indio!; porque nos resistimos a los servicios gratuitos que todavía intentan perpetuar los gamonales; porque nos dedicamos a la lectura del Evangelio porque nos negamos a concurrir de mojigangas, a bailar en las fiestas religiosas… defendiendo… nuestra salud, del veneno del alcohol… y nuestra mermada hacienda de las prebendas debidas al cura y al gobernador”.

 Luego de estos combates, la escuela reanudó sus actividades. Toda la vecindad estaba identificada con ella. Sus directores impulsaron la creación de dos escuelas más: la de Pallalla a cargo de la maestra Daría López y la de Ccota dirigida por Lino Zolano. Empero, el odio y la violencia declarados por el gamonalismo volvieron con más fuerza. En 1913 “una multitud de jinetes encabezados por el Obispo Valentín Ampuero asaltaron las casas y cometieron una serie de actos vandálicos y encarcelaron a Manuel Zuñiga Camacho”. Las gestiones y la defensa del educador corrieron a cargo de Francisco Chuquihuanca Ayulo “abnegado representante de la raza indígena”. Manuel Zúñiga dijo entonces: “el único delito que hemos cometido es educar el espíritu del indio, moralizar sus costumbres y cultivar su inteligencia”.

 De esta manera concluyó un experimento de educación popular. Un movimiento que traducía la creatividad campesina fue cortado, aplastado por el clero y los terratenientes. Inspirado en el adventismo, es cierto, pero iba formando un espíritu altivo y de igualdad ante los mistis.

 

Foto durante su permanencia en la Universidad
de Harvard.

2.   El Problema Indígena. El indio vive en el más absoluto desamparo. Las leyes lo declaran ciudadano, pero no se cumplen. Le cobran impuestos que no existen, le obligan a realizar trabajos gratuitos, le arrebatan sus tierras, sus ganados y sus bienes.

 En una palabra: “El indio no puede ni disponer de su persona”. El feudalismo es el culpable de estos males. Un feudalismo basado en la rapiña de la tierra y en la servidumbre. Como, lo anotara Zulen: “las tierras de las comunidades se vuelven haciendas y los verdaderos propietarios del suelo se convierten en la indiada del amo usurpador”.

 Se han constituido poderes locales y cacicazgos que sustentan su poder en la explotación del indio: “existen tiranuelos de provincias completamente desarrollados y tan firmemente afianzados en su poder, sin que ningún estadista se haya atrevido jamás a detener su mano devastadora y a cortar los tentáculos de su parásito órgano ventral, prendidos como están de las entrañas de la Patria”.

 Aquella situación no era reciente. Provenía desde la conquista española que “derrumbó el rol económico primario del indio”. Durante la Colonia se disminuyó, aún más su potencialidad productiva. Un sistema pernicioso de explotación establecido en las minas, obrajes y haciendas causó incluso una violenta caída de la población aborigen. En la república las cosas no mejoraron. Por el contrario, se agravaron ostensiblemente al punto que: “no hay indio libre, todos pertenecen a alguno, a cualquier título. Todavía se compra un indio como a un buey; todo está en la forma. La transferencia de dominio del indio es cosa de lo más corriente entre nosotros; una finca se vende con tantos bueyes, tantos borregos y tantos indios. ¡Pobre raza, la más desdichada de la tierra!”.

 Pero, a pesar de todo, el indio no ha sucumbido. Ha sabido sobreponerse a las circunstancias. En una palabra: ha resistido. En la época en que se debatía el problema, la población indígena representaba el 50°/o y era, en buena cuenta, '“el principal factor social en la formación de nuestra nacionalidad”. El indio se refugió en el ayllu. En él ha mantenido sus costumbres, usos y vivencias del pasado: “extraños al sentimiento de la libertad personal, durante la colonia y la república, los indios han continuado siendo rebaño, como en el tiempo de la dinastía de Manco Cápac”.

 Modesto Málaga, encontraba en el ayllu la salvación del indio. Es lo único que les queda y “alrededor del cual libran sus batallas contra sus opresores asesinos”. En tales condiciones, la salvación del indio sólo vendrá desde afuera. De un impulso externo: “la personalidad del indio casi no existe, el Estado debe considerarlo en la condición de menor y ampararlo eficazmente, hasta restituirlo en sus derechos ciudadanos. Solamente allí está la solución del problema nacional, político y económico del Perú”.

 Percy Gibson y Pedro Zulen recesaron aquellos planteamientos. Gibson veía una salida en la alternativa capitalista: “al indio en vez de despojarlo comencemos por inculcarle la noción de propiedad. Arrebatándoles a los gamonales el arbitrio de su suerte. A fin de que sea no un cero, sino unidad en el mercado económico, partícipe y contribuya a los beneficios materiales de su terruño natal. La industria que cura la abulia del carácter, educa y forma los sentimientos, abrirá los surcos de un terreno inculto pero feraz en el que debemos principiar por esparcir la semilla redentora de sistemas pedagógicos congruentes. Las máquinas humanas de potencia muscular aniquilada por la intensidad de un trabajo brutal y de cerebros rutinarios y atrofiados por inanición, adquirirán así vigor físico y moral transformándose en seres conscientes capaces de comprender y amar a la Patria”.

 Por su lado, Pedro Zulen, se acercó más a la solución integral del problema. Enérgicamente proclamó: “ ¡Destruyamos el Latifundio! ¡He aquí el lema de la futura revolución social peruana! El comprendió que el poder económico y político del gamonalismo se sustenta en la propiedad de la hacienda, surgida de las entrañas de la tierra y la vida de los indios.

 Había que defender al indio por ser “la base de nuestra nacionalidad”; porque “el sufrimiento del indio significa la lenta sangría y la muerte de la nación”. Dora Mayer precisó con mayor claridad: “El Perú se muere sin que nadie lo sienta, puesto que la idea de la nación radica sólo en el cerebro de su colectividad, mientras que el gran cuerpo de la población, en cuyas venas se manifiesta los síntomas de la agonía, no tiene como comunicarse con el cerebro”.

 En líneas generales. Zulen y el movimiento pro-indígena tenían fe en el futuro del indio. Una síntesis de sus ideales fue expuesta por Manuel A. Quiroga: “Históricamente el indio es una gran voluntad y una pequeña inteligencia”. Comentando esta sentencia, Pedro Zulen decía: “Si el indio no fuera una gran voluntad, no estaría buscando todavía la solución de sus agravios sociales en una sumisión tenaz a la ley y, si no fuera una corta inteligencia, no hubiera sido engañado y decepcionado tan sistemáticamente por esa misma ley, sin que, con raras excepciones, se le ocurriera resolver por la violencia las cuestiones que, en juicios de 25,50 y 100 años de duración, no lograron conquistar”.

 3.   En Pos del Socialismo. La ideología de Zulen evolucionó desde el radicalismo abstracto hasta el socialismo científico. Un socialismo que se inspira en el problema nacional, en el problema del indio y en la cuestión obrera. Los propios trabajadores reconocieron su trayectoria y confiaban en él. Las cartas de invitación y de adhesión que le cursara la Federación Obrera Regional del Perú y la Sociedad Obrera de Morococha evidencian nuestra afirmación:

 “Lima, 12 de Abril de 1913

 Señor:

Pedro S. Zulen

Muy estimado señor:

 A iniciativa de esta Federación, la Asamblea General del 1° de Mayo, ha resuelto organizar una conferencia pública para el miércoles 16 próximo, 8 y 30 p.m., en la Biblioteca Popular, en muestra de protesta por la horrorosa masacre de nuestros hermanos obreros, en el valle de Chicama, al sacudirse del terrible yugo explotador de sus inhumanos patronos.

 Y esa Asamblea, representante de muchas instituciones de trabajadores, en su deseo de que, tan luctuoso acontecimiento, sea historiado con aquella justicia y sinceridad que reconocemos en usted acordó también solicitar, como solicitamos a Ud., de su alto altruismo que tenga la amabilidad de realizar dicha conferencia, con su proverbial conocimiento y palabra.

 Al anticipar a ud. nuestro reconocimiento permitame que me suscriba de Ud. su

 Atto. S. y de la R.S.

(Fdo) Eulogio Otazú, Secretario”

 

“Morococha, 30 de noviembre de 1915.

Sr. Pedro S. Zulen

Secretario General de la Asociación Pro-Indígena.

Lima

Sr. Secretario General:

 Todo esfuerzo que se haga con el fin de procurar el mejoramiento de la clase obrera y defender sus derechos que en mérito fue una ley extraña que no sabemos de dónde dimana son siempre pisoteados por los gringos a quienes en nuestra Patria no reconocemos más fuerza que la del dinero cuadruplicado mensualmente merced al esfuerzo del obrero, indio o de la costa; y todo esfuerzo humano que se haga, repetimos, para mejorar la condición del obrero en esta región será siempre poco y deficiente, tan arraigada está la costumbre de crearle una cosa y no un ser viviente, un animal y no un hombre hecho a semejanza de Dios.

 Por eso nosotros, Sr. Sec. Gral., aunque comprendamos que la lucha es desigual entre braceros y el capital, no vacilamos en continuarla y creemos que agrupando en colectividades a las masas trabajadoras podremos quizás no corregir ni extirpar males pero sí poner coto o valla a su persecución arbitraria. De esta creencia que se nos viene manifestando cierta, ha nacido en este asiento mineral una nueva Sociedad Obrera bajo la denominación de La Estrella de los Andes y son sus finalidades estimular al ahorro entre sus asociados y procurarles protección en caso de enfermedades, defender sus derechos y hacerlos respetar ante quienes corresponda sin salir jamás de la órbita de la ley y de la justicia y, en resumen, propender a que el obrero piense en los días de la vejez y cuide de evitar que la miseria sea su martirio en ese entonces, y caso de muerte que su familia no quede en el más completo y triste desamparo.

 La Estrella de los Andes quiere fortalecerse cultivando relaciones con las Sociedades que siempre hayan trabajado por la causa del obrero, en especial del indio, y así esperamos que Ud. y la Asociación en general nos quiera honrar con su amistad. Nuestra mesa directiva para el año económico 1915-1916 lo componen los señores Cesáreo Marroquín, Presidente, Antonio Pérez Vice-Presidente, Enrique del Piélago, Secretario General.

 Lo que comunico a Ud., para su conocimiento y el de la Presidencia de la Pro-Indígena.

 Dios guarde a Ud. Dios guarde a Ud.

        Fdo. Enrique del Piélago            Fdo. Cesáreo Manrique

            Secretario General                         Presidente

 

Su posición ideológica se definió con claridad en Jauja ante los obreros y campesinos de Marco. Estos lo proclaman como su líder y le facultaron para que los represente como candidato en una contienda electoral. Por esta época Zulen dejó un manuscrito (inédito hasta la fecha) que es definitivo políticamente. En él, se confirma la pista que dejó Mariátegui (‘madura en Zulen lentamente su fe en el socialismo’):

 Los diarios anuncian la formación de un Partido Socialista Peruano de un Partido Obrero con programas socialista y la concurrencia de su delegación peruana al Congreso Socialista reunido hace poco en Buenos Aires.

 ¡Pobres clases desvalidas! y ¡Pobres convicciones doctrinarias! decimos nosotros.

 En Lima se reúne un grupo de arribistas, redacta un programa de apariencia antiburguesa y se constituye con el nombre de Partido Socialista. Y esto, en los momentos en que ya se ha perdido en todas partes la confianza en todos los partidos socialistas habidos y por haber, cuando el llamado socialismo de estado o socialismo parlamentario está en bancarrota y cuando en la Rusia de Bakunin, de Gorki, de Kropotkin y Tolstoy parece asomar el nuevo sol de justicia y libertad, representado en el maximalismo o bolchevismo de Lenin y Trotsky.

 Y  en la misma Lima, ciudad burocrática, centralista y antropófaga, otro grupo de falsos obreros con un programa de visos socialistas forma un 'Partido Obrero”, cuyo objetivo no es perseguir el mejoramiento de la clase trabajadora sino el servir de plataforma a uno de nuestros más petulantes burgueses que, desde la simple gerencia de ese pulpo llamado “Compañía Recaudadora de Impuestos”, pretende la Presidencia de la República.

 Y  en Buenos Aires, hemos visto llevar la palabra de los “socialistas” peruanos al ingeniero Carlos E. Velarde que entre nosotros fue uno de los más implacables tiranos de los operarios indígenas, al servicio de la “Cerro de Pasco Mining Company” cuando, los que como el suscrito, combatimos al sistema peruano de esclavitud, llamado “enganche”, el famoso “socialista” de nuevo cuño salió defendiéndolo.

 Y  al parecer el público traga el anzuelo. ¡Cerremos el camino a los embaucadores!

                                                                     Jauja, 1919

Fdo. Pedro S. Zulen”.

 

Aun así, todavía queda mucho por estudiar acerca de los aportes de este hombre a la cultura nacional. Su producción filosófica, literaria, su labor de Bibliotecario queda por explorar y profundizar.

Lima, Enero 1988

 

 



Tomado de: KUNTUR Perú en la Cultura, N°3 enero / febrero 1987. Pág. 47-49. Publicado con autorización del autor.