viernes, 30 de septiembre de 2011

XIII CONGRESO NACIONAL DE FILOSOFÍA (IQUITOS- PERÚ)

La ciudad de Iquitos ha sido nuevamente la sede del encuentro nacional de filósofos peruanos y extranjeros, cuyas ponencias y opiniones sobre tópicos interculturales y biodiversidad en nuestra Amazonía, resultaron muy interesantes, presentándose distintas propuestas para revertir las consecuencias del cambio climático mundial, la destrucción sistemática de los bosques amazónicos y la preservación de la sabiduría y tradición cultural que de ella emerge.

La presencia de una cultura amazónica, cuyos pensamientos se  estudia como tópico intercultural, resulta ser una de las fuentes de reflexión sobre el futuro del planeta, basadas sobre las condiciones antropológicas, éticas y sabiduría de sus habitantes.

Acto de inauguración del XIII Congreso de Filosofía, discurso del vicerrector académico de la UNAP. Foto del autor.
El evento se inauguró el martes 04 de octubre, iniciándose con la exposición de Heinrich Helberg Chávez, docente de la UNAP, quien fijo y participó de un enfoque menos externo y más nativo al momento de trasmitir las inquietudes reflexivas por quienes residen y conviven con la tradición cultural amazónica, visión que aporta un conjunto de saberes y modos de reflexión muy peculiares.

 La complicada historia del pensamiento filosófico peruano. Presentación de publicación por Oscar Barreda, acompañan Raúl Fornet Betancourt y José Carlos Ballón (autor-editor del texto). Foto del autor.
José Carlos Ballón (Docente de la U. de San Marcos) expuso y presentó su último texto sobre historia de la filosofía colonial en el Perú. Sus estudios sobre la evolución y proceso de la filosofía en el Perú, tiene que ver con la reconstrucción documental de las fuentes escritas de aquella filosofía, escrita usualmente en latín por religiosos de distintas órdenes cristianas. Ballón ha tenido el cuidado de incluir magníficos estudios de textos coloniales de Walter Redmond, Verónica Sánchez, Karla Bolo, Roberto Katayama y Víctor Céspedes.  Nos presenta la traducción del latín al español de muchos textos que ha seleccionado. Muchos de estos textos filosóficos escritos por religiosos en los siglos XVI-XVII aún esperan edición completa y traducción. 

Ballón reconstruye los contenidos reflexivos mediante un aparato crítico comparativo, esto le permite comparar la recepción de la filosofía de Platón, Aristóteles y Francisco Suarez en el Perú y cómo se comprendió en los claustros religiosos los tópicos sobre lógica aristotélica, ontología o problemas sobre la “aproximación moral” que causó profundo debate sobre el estatus del nativo en las colonias de España.

Culminando la sesión inaugural, Raúl Fornet-Batancourt, destacado estudioso de la interculturalidad – profesor de la Universidad de Bremen, Alemania- destacó los avances en los estudios filosóficos interculturales en Latinoamérica, confrontó el enfoque eurocéntrico, que reduce a una condición de dominación, cuando se trata de los referentes asimétricos de culturas no occidentales.
Un alto en el debate congresal, Gustavo Flores y Víctor Mazzi conversando con el destacado filósofo Raúl Fornet-Betancourt. Foto tomada por Manuel Paz y Miño.

Ponentes al Congreso que han publicado textos sobre epistemologia. Víctor Mazzi (UNE), Leopoldo Arteaga (URP), Víctor Baltodano (UNT), Marino Llanos (UNMSM) y Lucas Lavado (UPIGV). Foto del autor.
Los siguientes días fueron de mucho interés los tópicos expuestos por Luis Piscoya, Zenón Depaz, Miguel Polo, Lucas Lavado, Teresa Arrieta, Oscar Barreda en sesiones plenarias.

En horas de la tarde, el desarrollo de los talleres concitaron interés temas sobre interculturalidad, filosofía política y moral, epistemología entre otros. El debate sobre tópicos referidos a alteridad, ciencia contemporánea y pensamiento nativo nos mostró las preferencias temáticas que interesaron a sus participantes. Entre ponentes de talleres más destacados estuvieron: Héctor Morán, Jorge Quispe, Javier Aldama, Manuel Paz y Miño, Gustavo Flores, Carlos Mora y Saúl Rengifo, aunque hubieron importantes ausencias

En este Congreso se constata que el ejercicio de la filosofía en el Perú se mantiene vigente y puede observarse la presencia generacional de nuevos pensadores, provenientes de universidades de Lima y provincias. Un cambio generacional está a vistas, esperemos que la literatura filosófica en el Perú continúe en ascenso, tal como puede verse, en los esfuerzos que realizan destacados filósofos como José Carlos Ballón, Lucas Lavado, Víctor Baltodano y el colectivo de la Universidad de San Marcos que editó la revista Yachay.
Julio Olortegui, organizador del XIII Congreso de Filosofía. Foto del autor.
Julio Olórtegui, quien ya había organizado el VI Congreso Nacional en octubre de 1996, ha tenido enorme responsabilidad en el éxito de este evento filosófico. Nuestras felicitaciones y a su equipo de docentes de la Universidad de la Amazonía Peruana, quienes en todo momento, sortearon dificultades y atendieron a las delegaciones provenientes de distintas regiones del Perú.

sábado, 17 de septiembre de 2011

Poesía de Jorge Alejandro Boccanera*


    mecanismos
Para entreabrir el árbol
hay que cerrar el viento
para entreabrir el sueño
hay que cerrar el día
para entreabrir el mundo
hay que cerrar la bomba
para entreabrir las manos
hay que cerrar pañuelos
para entreabrir al niño
hay que cerrar al hombre
para entreabrir el mar
hay que cerrar ciudades
para entreabrir la boca
hay que cerrar los ojos.

    maría
Ni tu garganta rota
ni este frío de nombrarte despacio
ni siquiera aquella ventana que te espera
nada de eso
yo sé que estás con notas de rocío
tarareando alguna serenata
y te mando la orilla de este agosto
porque hace una caricia que te extraño
gaviota con sonido
María Helena
yo sé que estás con tu costera
y el niño siempre niño de aquella tu plegaria
acunando guitarras y otros duendes
con la lluvia subiendo a tu pañuelo
lila cerca del verde
María Helena
que oficio el tuyo de quedarte cerca
el río Cosquín pasa por la bandera
de tus ojos
y hay un gorrión que va a mojar tu boca
para que vuelvas a decir
ternura.


    el orden
Nacieron
Se sumaron
Se multiplicaron
Se dividieron
Se restaron
Y se fueron muriendo
por orden alfabético

    los espantapajaros suicidas
Los espantapájaros suicidas no cumplen su tarea
se arrojan de los trenes a grandes velocidades
para caer en los brazos de María
porque ella es arcilla que espera
dejaron los grandes biblioratos olvidados
en el baño de algún café
y andan en bicicletas solos vociferantes
no tienen capitales perfumes ni secretos
pero si algún gorrión
para hablarle de perlas y acuarelas
los espantapájaros suicidas
ya quemaron las naves hace rato
y la televisión no los convence
prefieren el abrazo la mirada hacia el mimbre
y disgregados por no sé que brisas
se hicieron carpinteros lustrabotas labriegos
amantes de la bossa gondoleros caricaturistas de café
mineros
los espantapájaros suicidas no tienen tarjetas
de presentación ni ropas de turistas
ni son amigos de ministros
y cuidado
se armaron de guitarra.


    carta del suicida
Lo poco que he vivido,
me ha hecho perder demasiado tiempo.

     cuaderno del suicida
Mis pies parecen palas.
Y mi lengua y mis manos tienen forma de palas.
Si me viese al espejo vería sólo
una pala.
Todo lo que yo haga
tendrá forma de fosa.


       canción

                                         a Oscar R.F. García
Ese corazón cabía en un zapato
y era abierto como un cuaderno abierto
con garabatos restas y sustantivos propios
por ese corazón es que yo canto

ese corazón subía a los techos a besar goteras
después creció y aunque pasó de grado
no tuvo bicicletas ni entradas para el circo
por ese corazón es que yo canto

ese corazón golpeaba fiero en las camisas
tendidas en las sogas de los patios
y apuntó con canciones de esperanza
por ese corazón es que yo canto

ese corazón subía a los techos
ese corazón cabía en un zapato
ese corazón estaba abierto incluso
sábados domingos y feriados.

     comentarios
                      Dos niños que se miran
                      interrumpen el mundo.      

                      i
                          Si uno tuviera tiempo sentiría
                          Como veinte minutos de vergüenza.
                                                                 MARIO BENEDETTI
Hizo desaparecer a la paloma con un pase de magia
al principio miramos sorprendidos
hasta que alguien gritó ¡La tiene en el bolsillo!
entonces él irritado y sin trucos
hizo aparecer a sus soldados


En estas épocas todavía él suele hacer desaparecer
a la paloma
pero a nosotros esto ya nos aburre mucho.


                  ii
                       y alguna vez condecorarán al poeta
                       por usar palabras como fuego
                                                                   JUAN GELMAN
El mecánico está en los planes del ingeniero
que figura en los planes del mago
quien a su vez está en los planes del sacerdote
que está en los planes del fabricante de caramelos
       ácidos
que figura en los planes del mago
que está en los planes del martillero público
pero los poetas no figuran en los planes de nadie.

                   iii

                               de: La comida frugal (Aguafuerte, 1904).
                                                                           PICASSO
Sentados de un mismo lado de la mesa
Pedro tomaba a Nora por el hombro
escuchaban la lluvia lamiendo los rincones
pero no se miraban

mirarse era pensar tenemos hambre.

                vi
                                        Si pierdo la memoria, qué pureza.
                                                                                 Pedro Gimferrer

Oh Gimferrer si en verdad perdiese la memoria
si pudiera un día despertarme
no acordarme de nada
llegar hasta mi casa y no reconocerla
golpear su puerta y preguntar por mí
si pudiera olvidarme en realidad de
practicar la magia

si pudiera desconocer mi cama
mis zapatos mi último poema
el lugar donde se guarda el vino
y esta barba y aquella camisa
y olvidarme al fin de esa mujer
que sigue echando humo todavía.


             viii
                           Voy debajo del mar buscando los países
                           del pequeño hipocampo y la orquídea gigante.
                                                                RAÚL GONZÁLES TUÑON
Nací para suicida
para salir volando en medio de mis huesos
para gritar a la hora del silencio
y llamar a los pájaros que brillan
desde mi mano hasta la de un amigo.

Nací para quedarme
a fabricar rincones en tus tardes
para golpear la puerta de tu pecho
y hacerle un hijo duro al mediodía.

Nací porque conozco tu sonrisa
dulzura
manifestación
vino en ayunas.

Y así guitarra en mano voy contando
la buena suerte de mi mala suerte.


noticias de una mujer cualquiera

              suceso vii
Los grandes titulares de los diarios
no hablan de ella.
J.B. Mc Millan, en sus discursos tan extensos
no se refiere a ella,
mi tío, el mago, el zapatero, el que conoce
a fondo las estrellas,
nunca la mencionó.
Sin embargo, ella sale a la calle
y desordena el mundo con sus pechos.

              suceso x
Los pájaros que construyen la noche
sueñan con ella,
prolongan sus silencios hasta inventar países
y cuidan de ella, como si fuese un ala o una rama.
Los pájaros que construyen la noche,
la brisa de la noche,
sueñan con ella.
Porque los gestos de ella,
como pájaros, senos, muslos, bocas, se ponen a volar.
Ella se echa a volar.
En fin,
los pájaros que construyen la noche,
aúllan por ella.

  un hombre grita en el new park
¿Quiere ver a la mujer aquella
vestida de mujer aquella?
¿Quiere ver sus muslos inflamables,
su regular concupiscencia?
¿Conocer a sus pechos desordenando al mundo?

Acérquese,
ponga el ojo aquí, sobre la sien,
justo en el agujero de la bala.



aventuras
Sordomuda,
vivimos maniatados espalda con espalda
y alguien rasga la tienda donde estás prisionera:
lengüita azul no vayas a llorar,
afuera los caballos resoplan intranquilos
y hay varios centinelas para una sola piedra.

Remo de mi canoa, mensajera, tu lengua brilla
junto al fuego cuando estamos espalda con espalda.
No vayas a hacer ruido,
hay jirones de tedio en los arbustos,
cantimploras vacías.

Loca de amordazada, emperrada, cautiva,
hay clavos oxidados en tu lengua, hay soldados
de plomo.
Los he visto acampar y procurarse leña,
He visto sus cabezas rapadas, sus uniformes sucios.

Cada noche soñamos que un caballo de vidrio
muerde las ataduras,
pero amanece y vamos espalda con espalda.

está escrito
Un disparo podría provocar:
la caída de un gobierno,
algún alud de nieve,
o el acierto de un plomo
sobre el cuello de la botella verde
a veinte o treinta metros,
pero sobre tu piel, únicamente traería consigo
una estampida o un abrazo,
algo como una emigración de pájaros a una
provincia menos dulce,
algo como un encuentro de la hoguera y la espuma
a medianoche.
Esto era así aquí y en cualquier parte:
en San José,
Kinshasa,
Bahía Blanca,
donde un mal carpintero descendiente de griegos y
aficionado al canto,
se había enamorado de tu boca,
como suelen enamorarse los trenes de la lluvia
con ruidos, humaredas, aliento sobre el vidrio,
hasta que la noche daba por terminado el recorrido
al pie de los abismos del otoño.
Éramos jóvenes entonces,
como somos ahora,
y habíamos comprendido
que dos cuerpos son mucho más que uno ( es decir:
no solamente un cuerpo más).
Digo que hoy
toda la ausencia se resume
en esa carta tuya que no viene al camino
y en la conciencia de que el futuro es nuestro.
Todo eso bajo el sol bajo la historia de tu pelo manso
enredándose ahora en los nudosos pies de la mañana,
ondulando al son de aquellos vientos
o de la música de Mikis
u otros rinocerontes nunca ajenos que suelen compartirte,
cuando suena un muelle el silbato de un barco,
es madrugada aún,
un pueblo crece estampida y abrazo
y como te decía: esto es la guerra.



     polvo para morder


             i
A veces la palabra
como una copa rota donde morder el polvo,
y otras veces un agua
de alumbrar.

Asomada a los cielos, la palabra
es un tambor de polvo deshecho al primer golpe.
Remando en el infierno, la palabra
es un agua posible sobre un manto de cólera.

Entonces, la palabra,
¿polvo para morder en la oscuridad?
¿agua para alumbrar este cuerpo callado?


             iii
Bésale las piernas a la poesía
aunque diga que no que aquí nos pueden ver.
Bésale las palabras hurga su lengua hasta
que abra los brazos y diga ¡santo dios!
O hasta que santodios abra los brazos de escándalo.
Bésale a la poesía a la loba
aunque diga que no que hay mucha gente aquí
nos pueden ver. Bésale las piernas las palabras
hasta que no de más hasta que pida más.
Hasta que cante.


              vi
Finalmente
palabra
he de morder el polvo
para que tú
puedas mover las alas
para que yo
respire de tu aire
sin conocer
el aire que respiro.



bestias en un hotel de paso
Escalas del deseo para el rinoceronte,
        gran cuerno de atizar.
Hay un ancla de huesos enterrada en un cielo
        distinto al de los libros,
una historia de escamas y de plumas revueltas
    en abrazos y vapores de júbilo.
La gran mole ladeada acomoda la verga, echa a rodar
     su lágrima de polvo.
Peldaños del deseo para el que corcovea y respinga
      de gozo.
Racimo de pezuñas tachonadas al lomo de la tierra.
Y en la noche del cuerpo: un tambor de jadeo,
      selva de cañerías,
    de dos que se despiertan dentro de un laberinto
   y agitan sin desmayo sus perlas oxidadas, sus
  armaduras tristes, sonajeros de fierro.
Llueven migas de pan cuando la hembra conversa:
“Desde este, mi lugar, puedo ver la otra orilla”.
Él, callado, contesta
que en dos patas es fácil olfatear ramas altas.
Y en el cuento infinito,
el cazador apunta a la cabeza de los sueños.



ronda infantil
Niño que enamorado
bajás al aire de noviembre y
el suelo quema por doquier.

Lágrima que transita
del ojo al labio
y quema.

Polizonte que viaja
en un bosque
de besos.

Niño que en rebeldía
bajas del aire y quema
por doquier.

Una bandera de ceniza el suelo.
Una cuchara ardiendo el porvenir.

Soles de pan y abajo
el suelo hierve
leches de bronca que te aclaman.
Niño que el suelo quema.
Niño que dondequiera
Pluma que flota en un cielo de sangre
y enamorado
bajás al aire de noviembre.



attila józsef
Attila József espera al tren carguero,
su barba de tres días lo delata,
lo delata un brasero entre sus manos
y un zapato callado lo delata.
Attila József espera al tren carguero
mientras guarda su sombra en la valija,
y recuerda a su madre:
“Frágil era mi madre. Murió pronto
porque las lavanderas mueren pronto.”
Attila, el tren carguero y cuánta hambre
metida entre tus huesos, atada a tu cintura.
Y Flora lejos, casi inalcanzable
como el perfume a hierba de diciembre.
“En donde yo me acueste está tu cama”.
En tu espalda la tarde deshizo sus colores
en tanto que el silencio le dibujaba un nudo
a tu sonrisa.
Un obrero, tu hermano, mira un repollo fresco
y tú esperas al simple tren carguero
el día presiente que vas a construirle
un grito,
un salto,
un ¡Basta para mí!


hablan los ojos de nazim hikmet
Sobre mi mano,
la mitad de una manzana brilla.
La otra mitad está sobre una mesa a miles de
kilómetros de aquí.
Es imposible morder esta mitad
sin que duela el vacío.

corría el año 1917
                                                  Magro, cetrino, casi hierático, me pareció
                                                      un árbol deshojado. Su traje era oscuro
                                                                                   como su piel oscura.
                                                                                               Ciro Alegría
Un Santiago de Chuco de labios apretados lo ve
pasar y dice: como si la victoria y la derrota
comieran de su plato y dice: como un hueso
escarbando en el habla de nadie, ¿y tanto así?

Pasa un zumbido un triste alguna capa un capellán
un globo sin su niño un ala que saluda las tardes
son iguales aquí pasa Vallejo navegando en el polvo
de las demoliciones.

Como si la victoria (se lo dije) como si la
derrota (¿no le digo?) comieran de su plato y
él escupiera el plato porque un dedo de sangre
va abriéndole los ojos porque hay un aguacero
que se lo lleva todo.

Pasa el maestro de escuela por las calles vacías.
Una mano cortada lo lleva de la mano.



silvia plath lava una taza, seca una taza, rompe una taza
Qué cabeza la mía,
dejé una frase suelta y una rosa en el horno.
Cotidianos trajines, calores, taquicardia,
y un almohadón de plumas
con un lápiz labial justo en el centro.

Qué cabeza la mía.
Yo buscaba algún parque y encontré en un mal sueño,
            una torta partida por un rayo.
La sala está revuelta.
El miedo de un venado no cabe en este horno,
             por eso huele así toda la casa.

Pero a quién se le ocurre
dibujar una piedra y tropezar dos veces,
llenar un cenicero con los puntos y comas
           de alguna carta antigua.
¿Hubo un Adán violento? ¿Hubo un amor-halcón
            "de una vez para siempre"?

Qué cabeza la mía,
guardar los zapatones en un charco
y aceptar ese baile sabiendo que me espera
una puerta cerrada tras la puerta.



alejandra pizarnik abre su cuaderno de apuntes

                                                                                                 A Jorge Arturo.
El hombre que saca la cabeza del agua,
      es un pez que se asfixia.
El pez que mete la cabeza en el agua,
      es un hombre y se ahoga.

El poeta escribe en la línea del agua,
            y se asfixia,
            y se ahoga.


servicios de insomnio

                                                              a Vicente Muleiro
Apilo noches cada noche.
paredones de sombra donde mi sombra reza, traga
un bocado, un ruido de hojas secas.
Es a destajo y es de mala gana.
Yo tuve otros trabajos. Eso está en otra historia.
Ahora dedicación, la vista baja.
Castigo de las manos, pena. Una sobre otra,
apilo noches, de barro son, cuadradas.
Ahora dedicación, la paga escasa.
Reseca es esta noche, hosca, de madres muertas.
Yo tuve otros empleos. Eso está en otro cuerpo.
Ahora dedicación, la lengua muda.
Soy el que apila noches toda la santa noche.
El que traslada escombros de una carta a la otra.

del oficio de la poesía
Hay que incendiar la poesía
y cantar luego
con las cenizas útiles.


siempre estoy comenzando este poema
Siempre estoy comenzando este poema
pero claro
llaman a las puertas las voces cotidianas
o se cae a pedazos el día diecinueve
o se me sube rosi a las rodillas
o caigo en la guitarra buscando no sé qué
siempre estoy comenzando este poema
pero llegan recuerdos de una ternura un día
o me sirven café
o voy a ver al boby que está ladrando mucho
siempre estoy comenzando este poema
y escribo una palabra y ya viene la tarde
con su naufragio
entonces pongo mi ternura en una botella
para que alguien recoja pedazos de mis ojos
siempre estoy comenzando este poema
pero llega la noche
quiero decir tu pelo mojado
quiero decir que crezco
y que salgo a caminar tu nombre.

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J.A.B. (Bahía Blanca, 1952. Argentina). Poeta, ensayista, periodista y docente. Se exilió en México en 1976 a causa del golpe militar. Estuvo de paso en el Perú y departió amistad y poesía con distintos vates, entre ellos, los miembros del Grupo Intelectual Primero de Mayo. Recibió el premio Casa de las Américas en 1976 con su poemario Contraseña.  Ganó el Premio Nacional de Poesía Joven de México (1977) y el concurso del consorcio Casa de América (Madrid) con su poemario Palma Real. Regresó a Argentina en 1984. Ha residido también en Costa Rica. Trabaja para la agencia de noticias Telam y se desempeña como director de la cátedra de Poesía Latinoamericana de la Universidad de San Martín de Buenos Aires. Dirige la revista cultural Nómada.

* Los títulos de los poemas ex profeso se han colocado en minúsculas.

Obra poética publicada:
Los espantapájaros suicidas, 1974.
Noticias de una mujer cualquiera, 1976.
Contraseña, 1976.
Poemas del tamaño de una naranja, 1979.
Música de fagot y piernas de Victoria, 1979.
Los ojos del pájaro quemado, 1980.
Polvo para morder, 1986.
Sordomuda, 1991.
Zona de Tolerancia, 1998.
Bestias en un hotel de paso, 2001.
Antología personal, 2001.
Poemas, 2002.
Servicios de insomnio, 2005.
Jadeo del viaje, (Disco compacto, editado en México) 2007.

viernes, 16 de septiembre de 2011

DERECHO CANÓNICO

Por: Jorge Rendón Vásquez.

Hace unos días, mientras conversaba con varios colegas de la Facultad de Derecho de la Universidad de San Marcos —de la que soy profesor emérito— tocamos el conflicto entre el Cardenal y nuestra vecina, la Pontificia Universidad Católica. Estuvimos de acuerdo en que esta universidad se rige por la ley peruana, que excluye la voluntad del Cardenal. Uno de ellos adujo, sin embargo, que los católicos que la integran están obligados a acatar su voluntad por disponerlo así el Derecho Canónico. Me extrañó que lo dijera, y le pregunté si, a su criterio, el Derecho Canónico es vinculante en el Perú, es decir de cumplimiento obligatorio. Vaciló en contestarme, pero tuvo que admitir que sólo tiene significación espiritual para los creyentes católicos. Mis colegas abandonaron aliviados su sorpresa, puesto que en la enseñanza del derecho es algo elemental que las normas legales se diferencian de las morales y religiosas en que aquéllas son obligatorias y pueden ser aplicadas compulsivamente, en tanto que éstas no lo son. Ningún tribunal de justicia peruano podría jamás disponer la aplicación de una norma religiosa. En esto, la separación del Estado peruano de cualquier religión es absoluta.

El Derecho Canónico es el conjunto de reglas de la Iglesia Católica rectoras de la celebración de sus sacramentos, liturgia, organización de su vida religiosa, obligaciones y derechos de sus adeptos, administración de sus propiedades, etc. Su fuente son los concilios, decretos papales y otras disposiciones de menor jerarquía; y, su campo de aplicación, las relaciones con los miembros de los cleros regular y secular (monjes y curas, respectivamente), vinculados con sus jerarcas por sus votos de obediencia y castidad, establecidos en el Concilio de Nicea de 325, convocado por el emperador romano Constantino. Son votos o juramentos a perpetuidad. En otros términos, el que entra allí ya no puede salir, salvo por un procedimiento muy complicado y largo. A este derecho se le conoce también como Corpus Iuris Canonici (del griego kanon que significa regla o norma). Ha sido compilado varias veces y, la última, por disposición del papa Juan Pablo II, el 5 de enero de 1983, como Código de Derecho Canónico.

Para este Código, los creyentes católicos, llamados fieles, están también sujetos a sus disposiciones y a obedecer a “los pastores sagrados, en cuanto representantes de Cristo” (Canon 212,1), y a proveer el sustento de éstos y el mantenimiento de la Iglesia Católica (Canon 212,2).

Estas disposiciones son irrelevantes para la ley peruana.

Primero, porque, según la Constitución Política, toda persona tiene derecho “a la libertad de conciencia y de religión, en forma individual o asociada. No hay persecución por razón de ideas o creencias. No hay delito de opinión. El ejercicio público de todas las confesiones es libre, siempre que no ofenda la moral ni altere el orden público.” (artículo 2º-3°). Por lo tanto, una persona, incluso si se vinculó a una iglesia por algún juramento, puede creer en lo que quiera y cambiar de creencia cuantas veces quiera; y no debe obediencia a los jerarcas de cualquier religión. Si lo desea, podría seguir sus consejos, siempre y cuando no vayan contra la ley peruana, ni ofendan la moral ni alteren el orden público.

Segundo, porque el Derecho Canónico es el derecho del Vaticano, cabeza de la Iglesia Católica, un Estado extranjero, del cual nuestro país no es súbdito. Las relaciones entre este Estado y el Peruano se sujetan al Acuerdo suscrito entre la Santa Sede y la República del Perú el 19 de julio de 1980, ratificado por el Decreto Ley 23211, del 24 de julio de 1980, que crea obligaciones precisas, sobre todo para el pago por el Estado de sueldos a los prelados católicos y para el establecimiento de centros de enseñanza sujetos a la ley peruana. Sin mencionarlo, se ha excluido la aplicación del Derecho Canónico en nuestro territorio. Algo extraño sucedió con este Acuerdo. Se le tramitó en secreto, se le firmó a pocos días de la entrega del mando del entonces Presidente Francisco Morales Bermúdez al Presidente electo (28 de julio de 1980), y se le publicó en una edición especial del diario oficial El Peruano de unos doscientos ejemplares que no fueron vendidos al público.

Hasta la abolición de la Inquisición por las Cortes de Cádiz el 22 de febrero de 1813, la Iglesia Católica, por su Derecho Canónico, mandaba a las autoridades laicas en España y sus colonias de América, y tenía el poder de juzgar, torturar y condenar a muerte, casi siempre en la hoguera, a cualquier persona, por herejías y otras imputaciones similares. Pero, los jerarcas católicos no se resignaron a perder este derecho y persistieron en aplicarlo luego de aquella decisión, alegando vacíos legales. En 1826 ejecutaron en Valencia a un buen señor librepensador, llamado Cayetano Ripoll, acusándolo de hereje y tiraron su cadáver al río Turia. Por supuesto, la Iglesia Católica podía también hacer volver a palos a los monjes y monjas que fugaban de los conventos y monasterios.

Recuerdo una anécdota que me contó un tío mío. Sucedió en algún momento de la década del veinte del siglo pasado. Una delegación de monjes mercedarios enviada al pueblo de Viraco había convencido a dos de mis tíos y a un primo suyo, adolescentes, para incorporarse a su orden como novicios. Los muchachos, ilusionados, hicieron el viaje de seis días a caballo a Arequipa, y fueron internados en el convento. Dos semanas después, se produjo una gresca descomunal en el patio del convento entre los tres muchachos y los monjes, porque uno de éstos le había metido la mano en el traste al menor de aquéllos. (¿Derecho Canónico, también?) El mayor de mis tíos, que tenía unos brazos y puños como los de Popeye y pegaba duro, noqueó a varios monjes. Ellos querían irse del convento, pero no los dejaban, y la pelea seguía, hasta que, corriendo por un pasadizo, llegaron a la iglesia que estaba abierta, y por allí ganaron la calle.

Observando a la grey católica, se puede constatar que su inmensa mayoría está tan lejos del Derecho Canónico como la Tierra de Saturno y sus deletéreos anillos.

Con la celebración ad portas del bicentenario de nuestra independencia, debería procederse a la separación total del Estado de cualquier iglesia. Los ciudadanos no católicos no están obligados a financiar o ayudar a la Iglesia Católica por la vía de egresos presupuestarios o de cualquier otra ventaja concedida por el Estado, violando la igualdad ante la ley y la libertad de conciencia.
(14/9/2011)

miércoles, 14 de septiembre de 2011

LA UNIVERSIDAD EN EL PERÚ: SITUACIÓN Y PERSPECTIVAS.*

Por: Zenón DEPAZ TOLEDO





El lugar de la universidad
Todas las sociedades han contado con gente capaz de otear horizontes mayores que el común de los sujetos, tanto por la intensidad de la mirada, capaz de penetrar más allá de las apariencias que colman a los demás, como por la extensión espacial y temporal que suelen abarcar. Se les ha denominado sabios, y así se los ha apreciado, intuyendo que su función permitía la pervivencia del conjunto al dotarle de metas mayores y hondas raíces ancladas en la memoria, que también se ocuparon en cultivar. En la moderna sociedad secularizada se espera encontrarlos en la universidad, institución cuyo encargo es precisamente superar las estrechas miras de la existencia cotidiana abrumada por las urgencias inmediatas, para abarcar el horizonte tanto contemporáneo como histórico, y señalar la posición que ocupa la colectividad a la que sirve, proponiéndole los rumbos a seguir. Tal encargo esencial adquiere dramático significado en un país empobrecido como el nuestro, cuyo destino decidimos en un mundo marcado por profundas asimetrías en las correlaciones de poder, así como por tendencias estructurales a la exclusión de las mayorías y las colectividades débiles.

En su condición de institución que cultiva el saber, con vocación universal, la universidad es un espacio en el que sujetos diversos, que reconocen y producen saberes igualmente diversos, se comunican sobre la base de una asunción que está en los orígenes mismos de la racionalidad académica, consistente en suponer que la diversidad halla un terreno común en el diálogo, es decir en la circulación del logos (que es lenguaje y razón), a través del discurso argumentativo, que exige demostración y prueba de lo que se dice, de tal manera que cualquiera de los participantes del diálogo pueda, partiendo de las premisas establecidas y siguiendo la lógica argumentativa, corroborar las conclusiones o descartarlas.

La función reflexiva que asume la comunidad universitaria, deberá pues promover el diálogo, la discusión racional, sobre su propia condición y posición, siguiendo ese viejo mandato de “conócete a ti mismo”, fuente de toda sabiduría, atendiendo a la vez a la marcha del mundo en que vivimos. Es decir, deberá atender tanto al entorno hoy en acelerado y constante cambio, como a la propia condición de la universidad, a fin de garantizar un posicionamiento pertinente a ese entorno, como comunidad que tiene el encargo de cultivar la racionalidad crítica, una perspectiva de aliento universal y el diálogo fecundo de discursos y perspectivas diversas, tarea esta de honda repercusión en nuestras posibilidades de desarrollo como comunidad multicultural.

La universidad moderna, regida por la idea kantiana de razón y la noción humboldtiana de cultura, produjo elites y conocimiento (los dos grandes aportes que espera de ella la sociedad a la que sirve) en marcos ontológicos (idea de su ser) y epistemológicos (noción del conocimiento) relativamente estables. En el umbral del Siglo XXI, la revolución tecno científica que la universidad contribuyó a generar, ha dislocado su posicionamiento espacio temporal, tornando compleja la comprensión de lo que ella es, en tanto experimenta un acelerado proceso de masificación y creciente heterogeneidad institucional, acompañado de la irrupción de la dimensión virtual como soporte y contenido educativo. Asimismo, la explosión del conocimiento, de los paradigmas en que discurre, y con ello de la noción misma de verdad, presiona en dirección de un radical replanteamiento del sentido de los procesos y estructuras académicas universitarias. Así desprovista de anclajes ontológicos y epistemológicos estables, la universidad experimenta además el impacto decisivo de la noción técnico-burocrática de excelencia y rendimiento, que hoy la impregna contribuyendo a su mayor complejidad y situándola en una encrucijada en cuanto a la comprensión de su propia naturaleza.

La estructura institucional de la universidad, así como sus mecanismos de gestión, no son parámetros inconmovibles que haya que evaluar en sí mismos como si se tratara de fines; ellos son estrictamente instrumentales, es decir tienen la condición de medios, y como tales son enteramente modificables en función del cumplimiento de los fines académicos que legitiman socialmente a la universidad.

Pues bien, la revolución tecno científica contemporánea plantea un conjunto de retos a la universidad peruana, tanto en lo que respecta a sus relaciones con el entorno como en lo que se refiere a sus funciones sustantivas de docencia, formación profesional e investigación. La universidad ha perdido su condición de institución que monopoliza el saber científico. Ella funciona ahora en un contexto saturado de información, lo cual exige replantear su estructura académico institucional de raigambre positivista, rígidamente compartimentalizada en áreas de saber que se mantienen separadas, con tendencia a la atomización; así como los términos de la formación que imparte, ya sea en lo relativo a perfiles curriculares como a modalidades de certificación.

En cuanto a su gestión y organización institucional, la universidad en el Perú arrastra aún la pesada herencia de un alto grado de dispersión, patente en la tendencia a la multiplicación y atomización de facultades, muchas de las cuales albergan una sola especialidad, en una lógica de virtual autarquía académica que acentúa el ensimismamiento que ella padece, debilitando la posibilidad de un trabajo académico coordinado, ubicándonos así a contracorriente de las tendencias epistémicas contemporáneas, que exigen interdisciplinariedad y flexibilidad, en una perspectiva holística, integradora.

Hoy en día se necesita esquemas institucionales y curriculares integradores y flexibles, que permitan una formación integral, que abarque tanto competencias académicas, personales y de desarrollo social, como competencias emprendedoras. Igualmente es preciso tomar en cuenta una creciente demanda de educación permanente y constante actualización que el mundo del trabajo y el saber siempre cambiante traen consigo, lo cual repercutirá en una mayor diversificación de certificaciones y en el incremento de la importancia cualitativa y cuantitativa de los postgrados. Del mismo modo, la necesidad de insertarnos con autonomía en las fronteras del conocimiento avanzado exige incorporar las nuevas tecnologías de información y, sobre todo, otorgar absoluta prioridad a la investigación como función clave de la universidad de hoy.

Todo ello plantea la necesidad de establecer instancias de aseguramiento y promoción de la calidad académica como política de Estado, que permita remontar el deterioro que su ausencia ha producido. La perspectiva holística, transdisciplinaria, en la formación académica, el fortalecimiento de los postgrados en un lógica de educación permanente, la exploración de modalidades educativas alternativas posibilitadas por la informática, el trabajo de investigación interdisciplinario y la diversificación de opciones de cualificación, deberán ser atendidos en términos prospectivos como orientaciones estratégicas para la definición de políticas de Estado en la educación superior, a fin de asegurar su calidad.

Por otra parte, en la definición de las políticas de aseguramiento de la calidad académica, es preciso tener clara conciencia de que la importancia adquirida por la tecno ciencia como factor de poder en el mundo moderno, presiona por la introducción en el ámbito universitario de los criterios de rendimiento y eficacia como patrones de calidad con pretensiones sustantivas. Términos como adaptación, competitividad, supervivencia, logro y rendimiento, provenientes del mundo militar y empresarial, han sido incorporados, frecuentemente de modo acrítico, en el vocabulario universitario, induciendo al fortalecimiento de una visión estrechamente tecnocrática de las tareas universitarias, perdiendo de vista que tales nociones operatorias adquieren su orientación y predominio desde un horizonte político cultural -y en última instancia valorativo- que es preciso reconocer para evaluar en qué medida su imposición favorece el desarrollo de nuestras potencialidades como colectividad. A la universidad le corresponde también aquella tarea de tematizar con sentido crítico los horizontes de sentido en que discurre la acción. Se trata de una tarea de importancia capital para definir las condiciones de posibilidad de nuestra posición autónoma en el mundo contemporáneo.

Desde la década pasada, hay, de hecho, una visible presión sobre los decisores de política en las universidades, en el sentido de una evaluación permanente de la calidad académica y de la gestión. Se trata de una tendencia proveniente de espacios mayores a los del ámbito nacional. Una tendencia manifiesta como parte del proceso de globalización que se ha acentuado en las últimas tres décadas sobre la base de la entrada en escena de nuevas tecnologías de manejo de la información y las comunicaciones que dan acceso a información abundante en tiempo real.

Tratándose de una tendencia internacional, la evaluación de la calidad académica y de la gestión como soporte de ella se efectúa atendiendo a algunos estándares igualmente compartidos por la comunidad académica internacional, los mismos que se operativizan en un proceso denominado acreditación. Es de notar que esta es una tendencia que habiendo tomado cuerpo en la esfera de la producción actualmente se manifiesta en todos los ámbitos de la acción social.

Vivimos en una época caracterizada por la tendencia a la conversión de todo lo disponible en recurso. Así, la modernidad ha convertido la naturaleza en “recursos naturales”, dispuestos para ser explotados. En esa perspectiva el propio ser humano se ha convertido en un recurso, cuyo empleo debe ser “optimizado”; se habla así de “recursos humanos”. Teniendo enfrente recursos se supone que lo que corresponde es emplearlos con el mayor grado de eficiencia, de modo que puedan rendir lo más posible. Es la lógica del sistema, que algunos reproducen sin percatarse de ello. Como se sabe, la eficiencia se suele definir como el logro de ciertos objetivos con el menor número de recursos posible. Lo cual permite hablar de la “productividad” de aquellos recursos; la misma que debe ser evaluada de continuo. En esa lógica, los conocimientos también constituyen recursos. Más aún: constituyen el principal recurso; aquel cuya aplicación permite mejorar la productividad de los otros recursos.

Se trata, por tanto, de una tendencia que no podemos ignorar; de exigencias y retos que no podemos dejar de afrontar. Lo que sí nos corresponde como comunidad universitaria, es afrontar estas exigencias de manera crítica, con definiciones propias de las variables a elegir para evaluar la calidad académica. Tomar prestadas definiciones producidas sobre este tema en otros países, sin haber evaluado su pertinencia al nuestro, revelaría una inaceptable incomprensión de lo que está en juego en este terreno.

Inevitablemente, alguien debe definir los criterios con los cuales juzgar la calidad académica. Si no lo hiciéramos nosotros, lo harán otros, imponiéndonos sus términos, que bien podrían no ser del todo adecuados para construir la universidad que queremos. Por tanto, es (o debería ser) obvio que la definición de los criterios de calidad académica que serán aplicados en una universidad suponen una discusión detenida de qué tipo de universidad queremos, lo cual, a su vez, implica definiciones básicas de qué tipo de país queremos construir, sobre la base de una comprensión lúcida de en qué mundo vivimos y cuáles son sus tendencias fundamentales.

Al procesar una discusión de ese tipo, lo que estaríamos haciendo es enjuiciar críticamente la calidad de las orientaciones y procesos académicos, así como los de la gestión académica, tomando como criterio cuán pertinentes son, para la construcción del país que queremos; es decir, atendiendo a su impacto social; a la medida en que permiten fortalecer capacidades productivas, estructuras sociales y patrones culturales inclusivos, condiciones básicas para alcanzar mejores condiciones de vida para todos los peruanos. Procediendo así, actuamos con autonomía. Siguiendo definiciones trazadas por otros, hacemos sacrificio de nuestra autonomía y renunciamos a definir por cuenta propia qué tipo de universidad y sociedad queremos construir.

La universidad y los retos del mundo contemporáneo

El modelo civilizatorio de la modernidad, sobre cuyos alcances hoy se procesa un intenso debate, estableció desde sus inicios una estrecha correlación entre saber y poder, produciendo una revolución epistémica que trajo consigo un tipo de ciencia esencialmente vinculado con la tecnología y la búsqueda del rendimiento. Siguiendo el designio de aquel patrón civilizatorio que se ha extendido a escala planetaria, efectivamente el saber se ha convertido en clave de poder: En la escena contemporánea los países tienen un margen de juego directamente proporcional a su capacidad de producir ciencia y tecnología. Por tanto, en un mundo marcado por tendencias estructurales a la exclusión, las colectividades que no cuentan con una elite académica científica competente, con capacidad de producir saber riguroso y tematizar con autonomía los horizontes de vida en que discurre la acción, están en grave riesgo en cuanto a su viabilidad. Por ello, la educación superior pasa objetivamente a ser un delicado tema social y, su inclusión, un inobjetable indicador de seriedad de cualquier discurso o agenda de política nacional.

Se atribuye a Francis Bacon, filósofo inglés del Siglo XVII, haber sentenciado: “Saber es poder”. Se trata de un apotegma que caracteriza inmejorablemente el espíritu que anima a la ciencia, referente decisivo del horizonte de sentido que sostiene a la modernidad. En efecto, la ciencia moderna, a diferencia de los tipos de saber predominantes hasta entonces, se concibe ante todo como un saber cuyo valor se define por su rendimiento, por su capacidad de proveer el control de la naturaleza, convertida en un arsenal de recursos, estableciendo los procesos conducentes a ello.

Premunida de aquella voluntad, la ciencia moderna mostró desde sus orígenes una esencial dimensión tecnológica, vinculada al aumento de la productividad como objetivo de la acción. A estas alturas de la historia el imperio global de aquel tipo de saber constituye un hecho decisivo en la definición de las posibilidades de vida que afrontan los seres humanos, aún para aquellas que aspiran a proyectar horizontes de sentido alternativos para la acción.

En tal sentido, es preciso comprender que, en la denominada “sociedad del conocimiento”, la ausencia de políticas de Estado que promuevan el desarrollo de una base científico tecnológico propio constituye la más seria amenaza a la viabilidad de una comunidad política.

Corroborando la estrecha vinculación entre el poder y la capacidad de producir saber, los rankings universitarios mundiales elaborados con el inicio de este siglo, reproducen el mapa del poder en el escenario global. La participación de América Latina es de escasa relevancia. En el ranking de la Universidad de Jiao Tong, de Sanghai, apenas siete universidades aparecen entre las 500 primeras. Europa y América del Norte ubican alrededor de 400 universidades, ratificando el predominio global de su potencial científico tecnológico. Es también de interés que los países emergentes de Asia Pacífico, cuentan en ese ranking con algo más de 90 universidades. Se trata de países que, partiendo de una situación económica en promedio más precaria que la de los países latinoamericanos, decidieron invertir con prioridad en la educación superior para dotarse de una base científico tecnológica que les permitiera aprovechar los cambios que traía consigo el advenimiento de la sociedad del conocimiento, sustentando su desarrollo económico en la incorporación de alto valor agregado a su oferta de bienes y servicios. Nuestro camino ha sido inverso: desmontamos el aparato productivo que alcanzamos a constituir en la década de los setenta, la universidad pública sufrió un continuo deterioro de su calidad y nuestra economía viró hacia una reprimarización, tendencia marcada por el mayor volumen de inversión en extracción minera.

En ese contexto, la posición de nuestro país es extremadamente precaria. Nuestra producción hoy reprimarizada, proyecta un espejismo de cifras macroeconómicas basadas en el alto volumen de exportación de materia prima no renovable, que no debe impedirnos comprender que tal condición es insostenible a mediano plazo, si no incorporamos valor agregado a nuestra producción, tarea para la cual la universidad es una institución imprescindible.

En tal sentido, un buen criterio para evaluar la seriedad y consistencia de los programas políticos de alcance nacional y de los discursos y acciones en que se traducen, es atender a si cuentan con definiciones de qué hacer para dotarnos de aquel soporte científico tecnológico, qué hacer para desarrollar instituciones de educación superior de alta calidad, condición de posibilidad de nuestro bienestar colectivo.

Las tendencias a considerar

Notables cambios han ocurrido en los patrones de vida y expectativas de la gente durante las últimas décadas. Tales cambios que abarcan las relaciones interhumanas -especialmente en el mundo del trabajo-, las del hombre con la naturaleza, así como el campo del saber, no tienen parangón en la historia previa. Ellos han sido desencadenados por mutaciones ocurridas en la base tecno científica de la sociedad contemporánea, las cuales tienden a producirse con una celeridad cada vez mayor.

El campo del saber cambia y crece vertiginosamente: Las revistas especializadas científicas han pasado de 10 mil en 1900 a más de 100 mil en la actualidad. Refiere Joaquín Brunner que tan sólo en matemáticas se publica anualmente alrededor de 200 mil nuevos teoremas y que desde los años 90 más de un millón de artículos aparecen en las revistas especializadas de química. Considerado en su conjunto, se calcula que el saber especializado logró duplicarse, desde inicios de nuestra era, recién a mediados del Siglo XVIII, precisamente cuando tomaba cuerpo la ciencia moderna. Volvió a duplicarse 150 años después; luego en 50 años y ahora se calcula que ocurre cada cinco años. De continuar las actuales tendencias que muestran oleadas tecnológicas de ritmo y lapso de recurrencia cada vez más acelerados, se calcula que alrededor del año 2020 se duplicará cada 73 días. Estamos pues en carrera contra el tiempo para encarar los retos que tal situación nos plantea. Si queremos evitar el destino de sociedad debilitada, descartable y colapsada, necesitamos repensar radicalmente la universidad peruana, su estructura, funciones y prioridades en el ámbito nacional.

Los peruanos necesitamos volver a pensar el país y su lugar en el mundo. Requerimos instituciones capaces de apropiarse de aquel saber, seleccionarlo, interpretarlo, asimilarlo y participar con prioridades propias en su producción, instituciones de educación superior con capacidad de producir conocimiento pertinente y de óptima calidad. En ello se juega nuestro destino. Para eso necesitamos evaluar cuidadosamente, sin mistificaciones, la actual situación de la universidad, apreciando con objetividad sus debilidades y potencialidades.

No es posible pensar un desarrollo social sustentable sin el concurso de la universidad, tanto para la formación de elites nacionales y regionales rigurosamente calificadas que conduzcan aquel proceso, como para la producción de saberes del más alto nivel que incorporen valor agregado a nuestra producción hoy reprimarizada. Por ello, es vital para los peruanos contar con universidades capaces de asimilar el saber contemporáneo y adaptarlo a las necesidades del país y sus regiones, estableciendo nexos con la práctica social -en particular la producción material y simbólica- y nuestras raíces culturales.

La universidad pública tiene importancia decisiva para el desarrollo del país: No sólo porque contribuye a su democratización, promoviendo ascenso social mediante la formación de cuadros calificados, sin otra condición que su competencia académica, sino porque genera conocimiento en áreas de valor estratégico, que frecuentemente exigen alta inversión en capacitación y logística, como las ciencias básicas y las tecnologías, a las que la lógica cortoplacista del lucro con que en nuestro medio se tiende a fijar las prioridades en la inversión privada no podría atender.

En una sociedad caracterizada aún por una injusta distribución de la riqueza, con contrastes sociales muy marcados y un grueso sector de la población en situación de pobreza o de pobreza extrema, la universidad pública facilita el ascenso social de los sectores menos favorecidos, al hacer posible su acceso a la educación superior sin otra condición que sus méritos y capacidad intelectual, con lo cual también permite un más amplio desarrollo de las potencialidades humanas con que cuenta el país. Conviene también tomar en cuenta que el retorno de la educación superior en términos de empleabilidad es aproximadamente el triple del de la educación secundaria, lo cual ciertamente da cuenta de la existencia en la base de un severo problema en la distribución del ingreso, pero al mismo tiempo corrobora que la educación universitaria abre mayores posibilidades de saldar aquellas brechas para los que acceden a ella.

En tal sentido, la función democratizadora de la universidad pública pasa ahora de manera decisiva por el cuidado de su calidad académica, la cual está hoy en relación directa con el desarrollo de la investigación y la capacidad de producir conocimiento.

La situación en que nos hallamos

La estructura de la educación superior en el Perú es vetusta: Atendiendo a los dramáticos cambios ocurridos en el mundo (en cuya base está la revolución tecno científica) todos los países del área han renovado su legislación para afrontar los retos de la calidad académica. Nuestra Ley Universitaria, promulgada en 1983, muestra un sensible retraso, que su orientación acentúa más aún, pues fue diseñada siguiendo el modelo reformista de Córdoba, de la segunda década del siglo pasado.

La Ley Universitaria N° 23733 de 1983, inspirada por Luis Alberto Sánchez. Ley que marcó el rumbo de la universidad peruana plasmando con retraso un programa anti oligárquico, que entendía la democratización de la universidad, en primer lugar como resguardo de su autonomía para definir los términos de su desarrollo, y, por otro lado, como promoción de la participación de los estamentos universitarios en un gobierno sustentado en mecanismos de decisión asambleísticos. Dicha ley no prestaba mayor atención al tema de la calidad académica, precisamente cuando por la irrupción de la denominada sociedad del conocimiento pasaba a ser el eje de definición del alcance democrático de la universidad, y en particular de la universidad pública. Aquella ausencia fue fatal para el posterior curso de la universidad en nuestro país.

Aquella ley sufrió luego múltiples modificaciones parciales (ver Anexo) para ser acomodada a la presión de las circunstancias, cuando no de los intereses políticos en juego. Ello sólo consiguió ahondar su incoherencia. La disposición legal de mayor efecto en tal sentido fue el Decreto Ley N° 882, emitido por Fujimori en 1996 para facilitar la apertura de universidades privadas sobre la base de incentivar el lucro. En ausencia de mecanismos mínimos de garantía pública de la calidad de la oferta educativa, aquella norma ahondó los efectos negativos del modo en que la Ley Nº 23733 definió la autonomía universitaria, convirtiéndola en una suerte de patente de corso que condujo a la proliferación de una oferta educativa universitaria deleznable que hoy inunda el país.

Se trata por tanto de un marco legal inadecuado para resolver los problemas más saltantes que afronta hoy la universidad peruana, afectado además de una incoherencia crónica. Por ello, su renovación es una tarea urgente.

Hay 112 universidades en el Perú (36 públicas y 76 privadas), otras 22 (4 públicas y 18 privadas) están en proceso de implementación. Algunas otras han sido creadas recientemente por Ley. Además, hay 38 filiales reconocidas (de grandes dimensiones) y muchas más funcionando informalmente. (1) Todas las regiones cuentan con universidades públicas (en varias hay 2 o más), y en todas hay muchas privadas e incontables filiales. Por tanto, el problema principal no es de cobertura sino de calidad. (2)

Los sucesivos gobiernos, en las últimas tres décadas, han ahondado la crisis de la Universidad Pública creando, demagógicamente, nuevas universidades de ese tipo (3), en condiciones deleznables y con consecuencias tan lamentables como las tres muertes registradas en Huancavelica en protestas de la población por la mutilación de la universidad pública allí existente, para crear otra nueva en Tayacaja. (4)

Los grados (incluyendo postgrados) y títulos, en todas las universidades y sus filiales, se otorgan “a nombre de la Nación”, sin garantía alguna de su confiabilidad, configurándose así, en la mayoría de los casos (sobre todo en las universidades privadas “con fines de lucro”) una situación de estafa a gran escala, con grave daño del país.

La universidad pública se halla igualmente afectada por la mercantilización de sus funciones (tendencia favorecida por el bajo presupuesto que recibe del Tesoro Público), que abarca desde la institucionalización de los “Centros Preuniversitarios” (con detrimento del principio de equidad en el acceso) hasta la comercialización de títulos y postgrados (con menoscabo de su nivel académico).

Esa situación, favorecida por el desinterés del Estado, ha conducido a su captura por grupos corruptos y académicamente mediocres, de interés clientelar, sin proyecto de universidad ni de país, que basan su acceso al poder en la corrupción sistemática de los representantes estudiantiles que los eligen. Se trata de una situación que escasas excepciones confirman como generalizada.

La universidad en el Perú se halla en crisis, mercantilizada y, en el caso de las universidades públicas, en una suerte de autismo paralizante, copada por redes de interés corporativista y clientelar, sin capacidad de redefinir su estructura y sus funciones, para incidir de manera activa en el curso de la sociedad circundante.

En esas condiciones, la investigación científica tiene escaso -y frecuentemente nulo- desarrollo, y el nivel académico de docentes y estudiantes tiende al deterioro, con resultados como los que muestran los docentes de la Educación Básica, egresados de universidades.

La crisis de la universidad en el Perú es, pues, severa y tiene a la base la carencia de políticas de estado para su desarrollo. No obstante, si pensamos seriamente en el desarrollo nacional, el concurso de las universidades (sobre todo las públicas) es esencial. Lo confirma la experiencia de todos los países que han logrado desarrollarse, pues ello es imposible sin producción de ciencia y tecnología, y formación de una elite dirigente del más alto nivel, funciones que corresponden a la universidad.

Desde mediados de los años 70 el país siguió un curso de inserción en la economía mundial, con subordinación a los ejes de poder global, asumiendo el papel de proveedor de materias primas y mano de obra barata, reprimarizando su aparato productivo. Es en esas condiciones que la Universidad perdió toda relevancia.

El nuevo escenario

Se ha abierto la posibilidad de un cambio en las orientaciones básicas de las políticas de estado en el Perú. Han sido propuestos como ejes de política estatal: 1) la redistribución de la riqueza, con mayor impulso de las políticas sociales, y 2) la reorientación del aparato productivo, en el sentido de una incorporación progresiva de valor agregado en la producción. Ambas orientaciones confluyen en la necesidad de introducir cambios en la Universidad, institución que favorece mayores grados de equidad social (pues promueve el ascenso social y es el nivel educativo con mayor tasa de retorno económico) y a la que corresponde producir el conocimiento que incorpore valor agregado a nuestra producción.

Se ha abierto, por tanto, la posibilidad de una reforma de la Universidad, que debería traducirse en un nuevo marco legal para ella, que reemplace al actual que ha devenido obsoleto y perjudicial para su desarrollo.

Elementos para una agenda de Reforma Universitaria

En el caso de las universidades públicas, (5) la reforma supone: A) Definición de políticas de estado para el impulso de la Educación Superior y B) pleno apoyo estatal para el cumplimiento de sus funciones.(6) Exige también pensar estas instituciones a escala nacional, generando C) un sistema universitario nacional,(7) articulado por macro regiones, con liderazgo de universidades de carácter emblemático, donde se dé prioridad a la investigación y los posgrados. Deberá también D) rediseñar sus mecanismos de representación y gestión, favoreciendo la más amplia participación de la comunidad universitaria, así como E) una gestión transparente y por resultados, con indicadores de eficiencia y rendición de cuentas al país.

Se ha abierto la posibilidad de una renovación de la Educación Superior peruana, con liderazgo de las universidades públicas. De no concretarse pronto, su crisis se ahondará, con efectos de largo plazo, afectando también las posibilidades de desarrollo del país. La comunidad universitaria nacional deberá promover esa renovación, constituyendo un movimiento universitario (con docentes y estudiantes), con un programa de cambio y voluntad política para llevarlo adelante.

                                                                                                           Chaclaq ayllu, Setiembre, 2011

Notas Finales

* Disertación realizada en la Facultad de Ciencias Sociales y Humanidades. Universidad Nacional de Educación Enrique Guzmán y Valle. 5 de septiembre del 2011. Publicada con autorización del autor.

(1) Si sumamos a las 112 universidades ya reconocidas, las 22 a las que eufemísticamente CONAFU denomina “en proceso de implementación” y las 38 filiales (la mayoría de ellas con dimensiones de ciudad universitaria), tenemos 172 instituciones universitarias funcionando efectivamente en el país. Si tomamos en cuenta que 11 más se hallan en trámite de autorización y otras 9 en espera, la situación adquiere dimensiones de catástrofe nacional en términos de cuidado de la calidad académica. Además, CONAFU registra 5 universidades cuya autorización fue cancelada y otros 25 proyectos de universidad admitidos, a los que denomina “en abandono”.
(2) Este es un punto nodal de las definiciones que hay que tomar sobre la universidad, pues cambia por completo las prioridades de la agenda universitaria.
(3) En casi todos los casos siguiendo el “modelo” perverso de convertir una sede universitaria en funcionamiento, como la de la UNT en Huamachuco, la de la UNAMBA en Andahuaylas, la de la UNSAAC en La Convención, la de la UNDAC en Oxapampa, la de la UNAP en Sullana, la de la UNC en Jaén, la de la UNSCH en Huanta o la de San Marcos en San Juan de Lurigancho. Es decir, desmontando lo que debía fortalecerse: que la principal universidad pública de cada región establezca sedes en sus provincias, con especialidades apropiadas a las necesidades del desarrollo de esa zona.
(4) No obstante, el nuevo gobierno ha reincidido, de inicio, en esta tendencia, creando una nueva universidad pública en Chincha.
(5) Es importante centrar la atención en las universidades públicas, no sólo por razones de orden táctico (de viabilidad política de la reforma universitaria), pues no hay que perder de vista que la aprobación de la ley que establecía la elección de las autoridades universitarias por voto universal y directo de la comunidad universitaria fue bloqueada por presiones de los dueños de universidades privadas, muy vinculados a las altas esferas del poder político en el país, sino también porque es preciso no perder de vista que lo decisivo es reformar la Universidad Pública, directamente dependiente del Estado y de valor estratégico para el desarrollo del país. Para el caso de las universidades privadas, bastará, en primera instancia, con que el sistema de acreditación funcione efectivamente, cortando la estafa educativa.
(6) Obviamente, ello supone un mayor financiamiento y decidido apoyo a la investigación.

(7) Es decir, la autonomía deberá replantearse, siendo condición del sistema universitario, no de cada universidad en particular. No hay otro modo de terminar con el autismo universitario que ha conducido a duplicar innecesariamente la oferta de formación profesional en una misma región o a implementar programas que no guardan pertinencia con las necesidades del desarrollo de la sociedad circundante. Ello supone también contar con alguna instancia de alcance nacional y algunas otras de alcance macrorregional que coordinen la actividad universitaria en el sector público.