domingo, 17 de marzo de 2013

¿Dónde está la gran filosofía?


Galería de filósofos

¿Dónde está la gran filosofía?

Javier Gomá Lanzón*

La filosofía ha desertado de su misión de proponer un relato totalizador a la sociedad.

Este artículo no es un artículo sino un telegrama que mando a los lectores. No caeré en la tentación de agotar el limitado espacio disponible con nombres de filósofos y títulos de libros. Citaré sólo unos pocos para ilustrar la tesis principal. Y no mencionaré a los españoles porque a todos me los encuentro en el ascensor. Y no porque hubiera decir de ellos cosas poco amables. Todo lo contrario: es una desconcertante paradoja que la ausencia de gran filosofía coincida en el tiempo con la generación de profesores de filosofía más competente, culta y cosmopolita que ha existido nunca, al menos en España, y yo ante ellos, de los que tanto he aprendido, me descubro con admiración. En todo caso temería encontrarme en el ascensor sólo a los no citados.

1 La misión de la filosofía desde sus orígenes ha sido proponer un ideal. La gran filosofía es ciencia del ideal: ideal de conocimiento exacto de la realidad, de sociedad justa, de belleza, de individuo.

En lo que se refiere ahora sólo al ideal humano (paideia), un repaso histórico urgente empezaría por Platón, que encontró en su maestro, Sócrates, la personificación de la virtud; Aristóteles introduce el hombre prudente; Epicuro, el sabio feliz; Agustín, el santo cristiano; Kant, el hombre autónomo; Nietzsche, el superhombre; Heidegger, el Dasein originario o propio… Un ideal muestra una perfección que, por la propia excelencia de un deber-ser hecho en él evidente, ilumina la experiencia individual, señala una dirección y moviliza fuerzas latentes. Los filósofos citados, y otros que podrían traerse, son pensadores del ideal y justamente eso hace grande su pensamiento y la lectura de sus textos perdurablemente fecunda. Esta observación enlaza con el segundo de los aspectos de la gran filosofía que deseo destacar.

La filosofía se asemeja a la ciencia en que, como ésta, su instrumento de trabajo son los conceptos. Pero los conceptos de las ciencias empíricas son verificados en los laboratorios o los experimentos. En cambio, nadie ha verificado nunca las proposiciones filosóficas de Platón. Si volvemos a Platón una y otra vez no se debe a que la verdad de su filosofía haya sido validada empíricamente sino a que su lectura sigue siendo de algún modo significativa. En esto la filosofía se hermana con la literatura, no con la ciencia: dado que la prueba explícita le está negada, el filósofo produce textos que han de convencer, de persuadir, de seducir, y en este punto en nada esencial se diferencia del literato que usa con habilidad los recursos retóricos para mover al lector y captar su asentimiento. De ahí que, en la abrumadora mayoría de los casos, la gran filosofía, pensadora del ideal en cuanto al contenido, suele ir aparejada a un gran estilo en cuanto a la forma. El filósofo es sobre todo, como el novelista, el creador de un lenguaje y el administrador de unas cuantas metáforas eficaces con las que manufactura un relato veraz —aunque inverificable— para el lector.

Esta función retórica de la filosofía es algo que, por desgracia, ha ido echando al olvido la filosofía contemporánea acaso por el vano achaque de querer parecerse a la ciencia. Los dos últimos libros de filosofía realmente influyentes, Teoría de la justicia de John Rawls (1971) y Teoría de la acción comunicativa de Jürgen Habermas (1981), son ambos piezas literariamente muy negligentes, áridas, técnicas, secas y demasiado prolijas, que reclaman un lector especializado y muy paciente dispuesto a acompañar al autor en todos los tediosos meandros intermedios que preceden a las conclusiones, ciertamente susceptibles de ser presentadas con mayor claridad, brevedad y atractivo. Lejos quedan los tiempos en que los filósofos —Russell, Sartre— merecían el premio Nobel de Literatura.

2 Un genuino ideal aspira a ser una oferta de sentido unitaria, intemporal, universal y normativa. Ha de componer una síntesis feliz a partir de muchos elementos heterogéneos y aun contrapuestos. Además, debería estar dotado de intemporalidad y universalidad porque, aunque nacido en un contexto histórico concreto, siempre pretende tener validez para todos los casos y todos los momentos, por mucho que inevitablemente de facto quede relativizado por otros posteriores de signo opuesto. Por último, el ideal no describe la realidad tal como es —ése es el cometido de las ciencias— sino como debería ser y señala un objetivo moral elevado a los ciudadanos que reconocen en esa perfección algo de una naturaleza que es ya la suya pero a la vez más hermosa y más noble, como una versión superior de lo humano que despierta en quien la contempla un deseo natural de emulación. Que la realidad ignore la realización efectiva de un ideal en cuestión no desmiente la excelencia de éste sino sólo su falta de éxito histórico-social por razones que pueden ser circunstanciales.

La tesis aquí defendida dice que, en los últimos treinta años, la filosofía contemporánea ha desertado de su misión de proponer un ideal a la sociedad de su tiempo, el ciudadano de la época democrática de la cultura. La institución que durante varios siglos había sido la casa de la gran filosofía, la universidad, se ha quedado sin iniciativa en estos tres últimos decenios. La esplendorosa universidad alemana, otrora a la vanguardia del pensamiento europeo y fuente incesante de nuevos sistemas filosóficos, ha dado muestras preocupantes de pérdida de creatividad. La vitalidad de la filosofía académica francesa o italiana se ha apagado y ha sido sustituida por ensayos de entretenimiento, cultivados por esos mismos académicos doblados de divulgadores o por periodistas y profesionales que escriben sobre temas de actualidad económica, política, social, moral o sentimental, oportunamente confeccionados para complacer la curiosidad de un público mayoritario, no versado, en una alianza consumada hace poco entre el ensayo generalista y la industria editorial, dispuesta a explotar a escala global la demanda de un mercado de lectores potencialmente amplio. En esto, como en otras cosas relacionadas con la mercantilización de la cultura, la industria editorial de Estados Unidos ha sido pionera y extraordinariamente potente; allí es aún más marcada que en Europa la separación entre la sociedad y la universidad, la cual, replegada en su campus, propende al especialismo extremo. Por lo que a la filosofía se refiere, la academia norteamericana estuvo tradicionalmente dominada por la escuela del pragmatismo heredero de William James, por el positivismo analítico después y en el último cuarto de siglo —en un giro que denunció Allan Bloom en su resonante The Closing of American Mind (1987)— por el posestructuralismo y los cultural studies, alérgicos de suyo a la gran teoría humanista, integradora y universal que, entre unos y otros, permanece hoy sin dueño.

3 En ausencia de gran filosofía, lo que con el nombre de filosofía encontramos en estos últimos treinta años se compone de una variedad de formas menores que serían estimables y aun encomiables si acompañaran a la forma mayor pero que, sin el marco comprensivo general que sólo ésta suministra, acusan la insuficiencia de dicha orfandad teórica.

La primera de estas formas se hallaría representada por la filosofía que hoy se practica mayoritariamente en la universidad, donde la filosofía se permuta por historia de la filosofía. Una filosofía indirecta, mediada por una tradición filosófica reverenciada y al mismo tiempo puesta del revés. Richard Rorty, Charles Taylor o Hans Blumenberg, tan distintos entre sí, representan la mejor versión de este modo vicario de filosofar. Es filosofía, incluso buena filosofía, pero no gran filosofía porque carece de intención propositiva, abarcadora y normativa, de una imagen del mundo completa y unitaria. En el ámbito académico se aprecia una resistencia, casi una negación de legitimidad, a enfrentarse a la objetividad del mundo directa y autónomamente, como hicieron los clásicos del pensamiento, sino sólo, precisamente, a través de una reinterpretación de esos mismos clásicos. Pensar es haber pensado. Todo está ya escrito, nada realmente nuevo cabe decir. No se trata ya de hablar de la vida, sino sólo de libros que hablaron de la vida: Marx, Nietzsche, Freud o Walter Benjamin.

Esta aproximación revisionista se torna programa en el “posestructuralismo”: la deconstrucción de Derrida, las arqueologías de Foucault, los retornos de Deleuze a Spinoza, Nietzsche o Bergson, o esa revolución poética que para Kristeva rompe la aparente unidad del pensamiento, entre otros nombres posibles, abrieron camino para una multitud de posteriores hermenéuticas del pasado que hoy llenan los anaqueles de las bibliotecas universitarias —tanto como escasean en las bibliotecas de las casas particulares, en parte porque parecen escritas en “gíglico”, el lenguaje inventado por Cortázar para Rayuela— y cuya originalidad reside en la constante revisión de la tradición filosófica desde el punto de vista de la lingüística, el psicoanálisis, el lacanismo, el marxismo, la crítica literaria, el feminismo o el poscolonialismo. Un exponente de este método híbrido, animado con ingredientes histriónicos que le han granjeado el buscado éxito mediático, sería la obra de Slavoj Zizek. Sin desdeñar esos mismos ingredientes, pero con mayor aliento filosófico, cabría emplazar aquí la abundante bibliografía de Peter Sloterdijk.

Cercana a esta forma de filosofía y a veces indistinguible de ella estaría esa literatura, hoy todo un género, que pronuncia una solemne sentencia condenatoria contra la modernidad en su conjunto. Como es evidente que la sociedad democrática, al menos en el último medio siglo, ha proporcionado dignidad y prosperidad al ciudadano sin parangón con tiempos anteriores, la actual filosofía hermenéutica heredera de Nietzsche-Heidegger, por un lado, o aquella de raíz marxista en la estela de Dialéctica de la Ilustración de Adorno-Horkheimer, Marcuse y la Escuela de Frankfurt, por otro, creen adivinar unos fundamentos ideológicos ocultos que estarían alienando taimadamente al ciudadano sin que éste lo supiera y, contra todas las apariencias, restituyéndolo a la antigua condición de súbdito. El Holocausto judío es traído al centro de la meditación filosófica como prueba del fracaso definitivo del proyecto moderno y hay quien como Giorgio Agamben —en su trilogía Homo sacer— se atreve incluso a proponer el campo de concentración nazi como paradigma del espíritu de las democracias contemporáneas. En el delta de esta impugnación total de la modernidad desembocan por igual, afluentes procedentes de la derecha y la izquierda, hermeneutas como Gianni Vattimo, fundador del “pensamiento débil”, y críticos posmarxistas de las ideologías como Antonio Negri, autor (con M. Hardt) de Imperio (2000). No raramente, la crítica a la modernidad adopta la modalidad de denuncia de un sistema capitalista que convertiría al ciudadano en consumidor enajenado, mayormente por culpa de las multinacionales, cuyas estrategias de dominación analiza Naomi Klein en No logo (2000). Escritos antisistema del prestigioso lingüista Noam Chomsky alimentan de contenido panfletos y libelos producidos por activistas y movimientos antiglobalización, algunos de gran difusión.

A falta de un marco general, la filosofía echa mano ahora de esos socorridos “análisis de tendencias culturales” que nos explican no cómo debemos ser (ideal) sino cómo somos, las más de las veces expresado con un matiz reprobatorio: somos una sociedad-líquida (Zygmunt Bauman) o una sociedad-riesgo (Ulrich Beck). Por la misma razón, la filosofía ha experimentado recientemente un “giro aplicado”, uno de cuyos iniciadores fue el filósofo animalista Peter Singer. Ese giro supone el esfuerzo por determinar unas reglas éticas para sectores específicos de la realidad como el mercado (ética de la empresa), el cuerpo (bioética), el cerebro (neuroética), los límites de la ciencia y la tecnología, los animales o la naturaleza. En los últimos años la filosofía práctica ha disfrutado de mucha más atención general que la hermenéutica heredera de Gadamer y ha suscitado amplios debates entre los que destaca la contestación al liberalismo por el comunitarismo de las costumbres (Sandel, MacIntyre) y por el republicanismo de la virtud (Pocock, Pettit). Uno de los principales continuadores de Habermas ha sido Axel Honneth y su La lucha por el reconocimiento (1992); también a Rawls le han salido muchas secuelas, siendo una de las últimas el “enfoque de las capacidades” desarrollado por la polígrafa Martha Nussbaum, quien asimismo ha contribuido a los estudios feministas y posfeministas que filósofas como Nancy Fraser, Seyla Benhabib o Judith Butler han llevado a una segunda madurez.

El vacío dejado por la gran filosofía y por sus propuestas de sentido para la experiencia individual es llenado ahora por ensayos de corte existencialista de un estilo muy francés: Luc Ferry, Lipovetsky,Finkielkraut, Onfray, Comte-Sponville. En una línea cercana, pero degradada, reclaman la atención de los lectores usurpando a veces el nombre de filosofía títulos de sabiduría oriental, libros de autoayuda que recomiendan positividad para superar las adversidades y recetarios voluntaristas emanados por las escuelas de negocio.

4 La tesis era que en estos últimos treinta años no ha habido gran filosofía por la deserción de su misión histórica consistente en proponer un ideal. Varios factores culturales parecen haber conspirado para causar este resultado deficitario.

Los crímenes contra la humanidad perpetrados por los totalitarismos se han cometido con harta frecuencia en nombre de una utopía, como señaló con énfasis Karl Popper en La sociedad abierta y sus enemigos, lo cual ha inoculado al hombre actual esa insuperable alergia hacia lo utópico que destila Günther Anders en La obsolescencia del hombre. Por otro lado, la condición posmoderna sospecha de los llamados grands récits que se quieren unitarios (Lyotard), siendo el ideal filosófico indudablemente uno de esos desautorizados grandes relatos, de manera que el prefijo “pos” que caracteriza el presente (posmoderno, posestructuralista, poshistórico, posnacional, posindustrial) incluye también una posteridad al ideal y su resignada renuncia sería el precio exigido por ser libres e inteligentes. Por último, se insiste en que la complejidad de las democracias avanzadas de carácter multicultural no se deja compendiar en un solo modelo humano, a lo que se añade que, por su parte, las ciencias se han especializado tanto que resulta iluso cualquier intento de síntesis unitaria. Los títulos de tres celebrados libros de Daniel Bell conformarían otros tantos eslóganes de la imposibilidad del ideal en el estado actual de la cultura: El fin de las ideologías, El advenimiento de la sociedad post-industrial y Las contradicciones culturales del capitalismo.

La consciencia nos hace libres e inteligentes, pero ¿y después? Quien hoy hace alarde de su resignación suele recibir el aplauso general. ¡Qué lúcido!, se dice de ese pesimista satisfecho, como si su fatalismo fuera la última palabra sobre el asunto, merecedor de ese ¡archivado! con que Mynheer Peperkorn zanja las discusiones en La montaña mágica de Thomas Mann. Pero el propio Mann en su relato favorito, Tonio Kröger, alerta sobre los peligros de ese exceso de lucidez que conduce a las “náuseas del conocimiento”, como las que estragan el gusto de esos espíritus delicados que saben tanto de ópera que nunca disfrutan de una función, por buena que sea, porque siempre la encuentran detestable. La hipercrítica es paralizante si seca las fuentes del entusiasmo y fosiliza aquellas fuerzas creadoras que nos elevan a lo mejor. Sólo el ideal promueve el progreso moral colectivo; sin él estamos condenados a conformarnos con el orden establecido. Preservar en la vida una cierta ingenuidad es lección de sabiduría porque permite sentir el ideal aun antes de definirlo.

Si, tras este hiato de treinta años, la filosofía quiere recuperarse como gran filosofía, debe hallar el modo de proponer un ideal cívico para el hombre democrático… y hacerlo además con buen estilo.

* Javier Gomá Lanzón. Filosofo español, acaba de publicar: Necesario pero imposible. Taurus, 2013. 296 páginas. 20 euros. Electrónico: 9,99.
 Tomado de El País, consultado: 16/03/2013.

domingo, 3 de marzo de 2013

Dossier: Educación en el Perú: problemas y perspectivas.

Presento aquí un conjunto de artículos que muestran un panorama de la Educación peruana actual, escrito por doctorandos del cuarto ciclo de la Universidad Nacional San Luis Gonzaga de Ica, participantes  en el Seminario sobre medición de la educación.
Redactados desde una perspectiva crítica y objetiva, los articulistas son educadores en ejercicio, tanto en el magisterio como en la Universidad pública y sus puntos de vista se respaldan en la experiencia inmediata dentro de los problemas tratados.
Si de algo sirve para corregir los problemas de la educación en Perú, es poner al descubierto las dificultades estructurales que atraviesa y que, por muchos años, de la misma se ha culpado irresponsablemente a los educadores.
Espero que cada artículo sirva para brindar una reflexión sobre el panorama que nos muestran algunos indicadores de la realidad educativa y señale un derrotero para posibles soluciones.

Los resultados de la aplicación de prueba PISA en Perú: Desencuentros y oportunidades.

María Luisa Flores Cierralta
Miriam Meneses Chacaltana

La aplicación de la Prueba PISA (Program for International Student Assessment) ocasiona controversia y un lamentable diagnóstico sobre la realidad educativa peruana. La educación concebida como uno de los pilares del desarrollo nacional aún debe ser tratada como un mal endémico cuyos resultados perjudica a nuevas generaciones y aún en la agenda pública peruana queda pendiente una respuesta ante tales resultados.

En su inicio, la prueba PISA sólo estuvo diseñada para países desarrollados, miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), al que después se sumaron distintos países, entre ellos el Perú. Generalmente, los estándares evaluativos que se aplican están dirigidos a estudiantes promedio de países globalizados con mayor grado de acceso a la cultura occidental.

Gráfico N° 01 Ubicación de Perú en el cuadro general de 
prueba PISA – 2009 en Comprensión Lectora
Fuente: Informe sobre resultados de PISA 2009, de la UMC. Unidad de Medición 
de la calidad educativa. Consultado el 20/02/2013. http:www.minedu.org

La prueba se aplica cada tres años y por vez primera se aplicó en el Perú el año 2001, ocupándose el último lugar entre 43 países participantes, ocasionando una reacción adversa sobre la calidad educativa en nuestro país. La última prueba se aplicó el mes de agosto de 2012 y aún no se han dado a conocer sus resultados. Nuestro análisis se ocupará de los resultados de la prueba del año 2009, la cual mostró al Perú ocupando el puesto 62 entre 65 países participantes. ¿Qué ha ocurrido para que Perú supere el último lugar? Algunos funcionarios de la cartera ministerial de Educación han manifestado que esto, desde ya, ha significado una mejora de la calidad educativa respecto al resultado del año 2001. Sin embargo, el Perú no se encuentra entre los países que muestran puntajes altos en dicha prueba.

Para diferentes especialistas en educación la conveniencia de participar en la prueba PISA permite mostrar resultados de política educativa que aplica cada gobierno de turno. La prueba presenta múltiples conflictos en su estandarización, de hecho, no se sustenta en lo marcos curriculares que cada país aplica, más aún, no considera los particulares contenidos curriculares que se desarrollan en cada grado de escolaridad. Ferrer y Arregui (2003) señalan que los instrumentos que utiliza PISA “Se diseñan a partir de un conjunto de estándares de contenido y desempeño elaborados por un grupo de expertos especialistas en diferentes áreas del conocimiento que se consideran imprescindibles para la adecuada inserción de los jóvenes en la sociedad y en el mundo laboral de hoy”. La prueba inserta el criterio de competencia (literacy), la cual considera el rendimiento escolar como resultado de adquisición de capacidades y habilidades cuyo desarrollo es indispensable para que el estudiante se desenvuelva adecuadamente en su entorno y extienda estos aprendizajes al desempeño eficiente dentro de un contexto globalizado.

Más allá de los resultados obtenidos, las secuelas de una política educativa signada de carencias insalvables, sus consecuencias suelen ser predecibles y el logro de determinadas metas sólo exhibe el corto plazo antes que una política educativa de Estado a largo plazo, con todos sus actores apuntando hacia una misma meta. La complejidad del proceso educativo peruano además, debe atender diversos factores intervinientes como condiciones de pobreza, el contexto familiar del educando, su entorno social y cultural, entre otros muchos.
La convicción de un proceso educativo como una transformación independiente desde sus propias condiciones sociales, económicas y políticas debe abandonarse, el proceso educativo interactua con los otros factores, es un proceso integral en cual cada elemento es necesario e importante para revertir la condición actual y no limitarnos a señalarle el diagnóstico con ademán condenatorio.

INTERPRETACIÓN DE RESULTADOS

Los resultados de la Prueba PISA en Comprensión Lectora del 2009 corroboran que los posicionamientos de puntajes altos obtenidos se ubican entre países con economías sólidas y los puntajes más bajos corresponden a países con economía emergente, tal como es el caso de Perú.

Gráfico N° 02 Indicadores de estatus social 
económico y cultural de PISA 2009 IESEC.
Fuente: OECD, PISA 2009 Results: Overcoming Social Background. Equity
in Learning Opportunities and Outcomes, volume I
I. 
En: 2010 WWW.pisa.oecd.org. Consultado el 20/02/2013
 Respecto al análisis, interpretación y comentario de desempeño por indicadores que ha presentado los resultados del año 2009, podemos resumir lo siguiente:
14,1% de estudiantes peruanos se encuentran en el ítem 1b y no pueden procesar textos simples del nivel literal.
22 %   están en el ítem 1b, nivel literal simple, sólo procesan parte de la información de un texto  lineal sencillo con ideas definidas, relativo a saberes cotidianos.
28,7%  ocupan el ítem 1a, nivel literal, pero ya pueden ubicar la idea principal procesando varias  partes del texto extraen significados de información que no es tan notoria, en textos que todavía son sencillos.
22,1% Se encuentran en el ítem 2, entre un nivel literal más avanzado incursionando en un nivel  inferencial sumamente sencillo, pueden ubicar varias partes del texto y conectarse con información que no es tan evidente recurriendo a su experiencia personal y saberes previos.

Podemos observar que más de 70% de alumnos tienen aptitudes sencillas de comprensión lectora, cuando se trata de textos que no son muy extensos ni muy complejos, siempre y cuando las ideas presentadas no se opongan entre sí ni con las suyas; ejercitan conocimientos previos conectados con sus experiencias cotidianas de un entorno familiar que no constituye un reto intelectual.

10,1 % se ubican en el ítem 3, nivel inferencial simple, son capaces de trabajar con textos que presentan ideas opuestas a las suyas, identifican la idea principal integrando varias partes del texto, trabajan con ideas negativas, realizan conexiones y explicaciones a partir de saberes previos que no son tan cotidianos. A partir de este ítem la presencia de estudiantes peruanos es cada vez más exigua evidenciando los problemas de los estudiantes peruanos con indicadores de desempeño medianamente complejos.

2,6% aparecen en el ítem 4, nivel inferencial y crítico, son capaces de trabajar con varias partes de  un texto de elaborar hipótesis haciendo uso de sus saberes previos, de evaluar críticamente  pero sobre todo de comprender textos más extensos y complejos con contenidos poco familiares.

0,4% están consignados en el ítem 5, nivel inferencial y crítico, son capaces de trabajar evaluando    críticamente los textos, elaborando hipótesis a partir de saberes previos especializados, con textos poco familiares e ideas contrarias a las suyas o a sus expectativas.

0.0% en el ítem 6 que corresponde a un nivel inferencial crítico de mayor complejidad, que utiliza indicadores de desempeño de mayor complejidad, no hay presencia de estudiantes peruanos en este ítem. En este nivel los estudiantes necesitan realizar inferencias con mayor precisión y detalle, trabajan con varios textos simultáneamente, las ideas e información que presentan son más complejas. Deben realizar abstracciones que exigen un mayor nivel de procesamiento intelectual de las ideas. Trabajan con textos ajenos a su contexto y deben hacer uso de saberes previos complejos.

La conclusión es obvia los estudiantes peruanos no están acostumbrados a trabajar con textos extensos, con textos complejos que disientan de lo que él sabe o cree saber, ni a que se les exija procesos de razonamiento complicados que les demande demasiado esfuerzo, a un nivel inferencial y crítico. Este es un motivo de reflexión, pues al parecer la antología de lecturas que consignan los textos oficiales y las obras resumidas o adoptadas del plan lector de Perú no son suficientes, por lo tanto, debemos ampliar la gama de lecturas y aumentar el grado de complejidad de las prácticas, ejercicios o cuestionarios para comprensión lectora. Pero sobre todo, en un país con escasa política editorial, la lectura es uno de hábitos de menor incidencia en los hogares peruanos.

RELEVANCIA Y PERTINENCIA.

        El análisis de resultados de la prueba aplicada el 2009, otorgan preferencia a los puntajes, sin tomar en cuenta los indicadores del desempeño que deberían darnos idea sobre cuáles son las capacidades que dominan mejor nuestros estudiantes y aquellas en las que evidencian falencia.
Los resultados refieren a puntajes negativos obtenidos, después de todo, debería haber propuestas sobre alternativas de solución, o por lo menos, sugerencias para indicar una línea de acción a seguir dentro de la política educativa. Existen una serie de aspectos condicionantes negativos que actúan en desmedro de un óptimo desempeño de nuestros estudiantes, que son comunes tanto en Perú y países con problemas similares. ¿Qué medidas debemos tomar ante esta situación?, ¿es irrelevante o no participar en la prueba PISA? ¿Verdaderamente podremos mejorar? “That is the question”. Existen factores que deberían incentivarnos a continuar esforzándonos por mejorar la calidad de la educación peruana, pero antes deberíamos comparar las condiciones y preparación de estudiantes tantos en países con puntajes altos como los que ocupamos puntajes muy bajos. Mencionemos algunos hechos:

  1. Desfase en la condición y preparación de los estudiantes. Cada país desarrollado muestran una realidad económica y sociocultural donde el presupuesto en Educación es muy alto, otorgando servicios educativos selectivos de calidad y mejor equipamiento e infraestructura, existen estímulos culturales permanentes, hay  mayor acceso a la información, las finalidades educativas se articulan con los intereses de una política de Estado. Los estándares internacionales de aplicación de la prueba PISA concuerdan más con las políticas educativas de países desarrollados en detrimento de países de economía emergente.
  2. El diseño de la prueba de Comprensión Lectora muestra ausencia de adecuación entre el texto y la experiencia previa del lector. No se toma en cuenta la tradición cultural, lingüística y social del país participante, usualmente los textos seleccionados provienen de la tradición occidental. Esto genera desajustes de tipo cuantitativo, tomando en cuenta la cantidad de conocimientos y desajustes cualitativos, donde las experiencias previas del estudiante son diferentes a las de los autores de la prueba, quienes elaboran un modelo de significado de lectura inadecuado y que colisiona con la tradición cultural del evaluado. Quienes elaboran la prueba no toman en cuenta los determinados grupos culturales difieren en el uso de estrategias para adquirir conocimientos, lo que dificulta la percepción de estos desajustes cualitativos. La Prueba de comprensión del texto por la cantidad de ítems y la extensión de los textos exige un procesamiento veloz de la lectura, lo que implica un acentuado hábito lector. 
  3. El manejo de la lengua puede agudizar el desfase entre un pretendido idioma universal dominante (inglés y/o francés en la que está concebida la prueba) y los contenidos de conciencia fonológica que cada país presenta respecto a su evolución idiomática, por lo tanto, las diferencias en el uso lingüístico pueden ocasionar sesgos en la comprensión del texto. La prueba está diseñada para un nivel cultural promedio que no tiene dificultades con el manejo del idioma, no toma en cuenta el manejo de códigos lingüísticos regionales o de élite. En el caso de Perú, una nación multicultural y con diversidad idiomática, los problemas lingüísticos son una realidad que no se puede omitir al momento de aplicar dicha prueba.
  4. El procedimiento de evaluación impone exigencias cognitivas que pueden sesgar los  datos en las respuestas, por lo que se requiere destrezas cognitivas relacionadas con las habilidades de producción en las preguntas abiertas, lo que demanda, por ejemplo, destrezas en la organización de la información almacenada en la memoria y habilidad en la expresión de ideas.
  5. Si bien los resultados de la prueba PISA sirven para proponer mejoras en el nivel de calidad de la compresión de lectura, propone metas que actúen como estímulo en el desarrollo de la competencia lectora como una habilidad básica para la vida. Debe servir para desarrollar una actitud crítica frente al entorno que nos permita adoptar las decisiones que nos convengan más a nosotros y que benefician a nuestro país.
 V. REFLEXIONES FINALES

La prueba PISA propone estándares de calidad académica escolar internacional, si deseamos desarrollar potencialidades que nos sitúen de manera efectiva en el actual contexto globalizado competitivo, debemos tratar de adecuarnos a ellos incorporando nuestros propios códigos culturales que manifiesten nuestra identidad como país en desarrollo.
Los  resultados adversos obtenidos indican claramente que debemos fomentar el hábito lector, la velocidad con que deben procesarse las respuestas a la prueba, amerita una intensiva práctica de la lectura. También indica que debemos trabajar con textos más extensos y más complejos  y que debemos reforzar los procesos intelectuales de razonamiento así como las habilidades para producir textos.

Las actividades destinadas a mejorar la comprensión lectora pueden ser diseñadas contextualizando los textos y las actividades con la realidad inmediata de manera sencilla pero solo en los primeros grados de educación básica. Gradualmente deben irse variando los estímulos lectores de modo que los estudiantes se habitúen a procesar textos más extensos con mayor grado de complejidad y abstracción  (primeros grados de secundaria). Los docentes con mejor intención, pero equivocadamente, muchas veces disminuyen el grado de dificultad de los textos, prácticas, ejercicios, cuestionarios y otros, para que todos sus alumnos puedan participar en la prueba y se sientan bien trabajando en ellos.

La prueba de comprensión  tabula la diversidad de respuestas libres por sus aproximación o concordancia con el sentido del texto o propósitos del autor, por lo que debemos intensificar la práctica de nuestros estudiantes propiciando su acercamiento a contextos desconocidos (acrecentamiento del acervo cultural), con interrogantes complejas que exijan un mayor esfuerzo en el razonamiento intelectual inferencial crítico, que es aquel en el que más dificultades presentamos. 

Debería instalarse una política gubernamental que favorezca la adquisición de libros a todos los sectores sociales, exonerando de tases excesivas a las editoriales por ejemplo. Nuestros libros son demasiado caros en comparación con otros países, eso in tener en cuenta al poder adquisitivo. Considerando que un país culto, no es el que tiene mayor riqueza económica sino que el promedio de lectura entre sus ciudadanos es alta.

Iniciar una campaña para apartar a los jóvenes del uso innecesario de tiempo en el manejo de las redes sociales y del volumen información vacía que provee la red. El uso de las redes no incentiva la capacidad de pensar y la lectura se aparte de su cualidad de extensión, que si proveen los libros.

El éxito educativo no es sólo una responsabilidad compartida entre educadores y discentes, todos estamos obligados a colaborar en su consecución y a todo gobierno de turno compete los cambios sociales y económicos que se requieren para reforzar la acción educativa. Se hace propaganda que Perú está creciendo económicamente, pero ¿quiénes son los que  realmente se benefician de este crecimiento? ¿Podemos exigir más a nuestros estudiantes y maestros un país que exiguamente destina menos del 3% del PBI a educación? Las respuestas que esperamos dependen mucho del interés que se tome en potenciar la inversión pública en Educación.
                                                               

CALIDAD DE LA EDUCACIÓN EN PERÚ: PANORAMA Y EXPECTATIVA.

Anita Ramos Bautista
Maribel Moscayza Cristóbal

Este artículo plantea que la educación es uno de los pilares  del desarrollo del país y  condiciona el desarrollo social. El escritor cubano José Martí afirmaba que «la  educación de los hombres es la forma futura de los pueblos», refiriéndose al hombre como gestor y transformador del entorno y la realidad en la que vive, como el constructor de su propia historia.

La educación resulta ser, además, un importante vehículo de movilidad social, gracias al cual es posible acceder a mejores oportunidades laborales, mayores ingresos y elevar el bienestar presente y futuro de los hogares; es por esta razón que la educación cobra una especial importancia en países con elevados niveles de desigualdad y pobreza, como es el caso de nuestro país, y tiene especial relevancia como instrumento de política social.

En el Perú no sólo existen marcadas diferencias entre la educación pública y privada. Los programas de educación pública se subdividen en programas escolarizados y no escolarizados, con sustanciales diferencias de la calidad del servicio que se ofrece. Si bien ambos buscan el desarrollo integral de niños y niñas, la atención escolarizada tiene un currículo oficial estructurado a cargo de educadores preparados y los estudiantes asisten los cinco días útiles de la semana. La atención no escolarizada, en cambio, utilizan metodologías de trabajo más flexibles, a cargo de madres voluntarias de la comunidad, y los alumnos asisten únicamente dos días útiles de la semana, pues los otros días trabaja.


ENEDU 2010, un documento que muestra los indicadores sobre la
calidad educativa en el Perú.
Debido a las diferencias evidentes de calidad incluso dentro de la oferta pública, dentro del Proyecto Educativo Nacional al 2021 que se ejecuta en Perú, se ha planteado la restructuración de los programas escolarizados y no escolarizados sobre la base de estándares de calidad de servicio, como una de las principales medidas asociadas con la política de universalización del acceso a la educación. Esto es de especial importancia en aquellas zonas más dispersas de los Andes y amazonia, generalmente con altos índices de pobreza. En ellas se requiere hacer posible una oferta educativa que atienda las necesidades más básicas, tal como se evidencia en las evaluaciones realizadas a educandos de nuestro país entre los años 2007 - 2012.

De acuerdo a los resultados del ENEDU (INEI, 2010) se indica que solo un 29% de la población escolar del Perú que cursa el segundo grado comprende lo que lee, frente a un 71% que muestra dificultades para comprender lo que lee. Además, se debe resaltar que en las regiones del Perú que tienen grandes signos de pobreza es donde mayormente se evidencian dichas deficiencias.

Frente a esta realidad es necesario plantearnos estas interrogantes: ¿Qué está pasando con la educación en Perú? ¿Por qué estamos en los últimos lugares en las evaluaciones internacionales? ¿Cómo solucionaremos estos problemas? ¿Serán los educadores culpables de esta condición? ¿Podrá brindarse en Perú educación de calidad con el 3 % del PBI?

Los resultados sobre calidad educativa en Perú son alarmantes y no se puede omitir como problema central de política social. Dichos resultados obligaron a generar proyectos de mejora desde el Ministerio de Educación, aunque todos ellos han sido insuficientes y fallidos debido a que carecen del sustento presupuestal necesario y tampoco tienen en cuenta factores y elementos estructurales que inciden en la condición de crisis de la educación peruana.

Existe un evidente divorcio entre el diseño curricular nacional y la realidad misma; los resultados del rendimiento escolar van en sentido opuesto con las exigencias del mundo global; la carrera profesional del educador está subvaluada, se han dado normas legales indicando que cualquier profesional de otra carrera puede ejercer la docencia; la formación y capacitación profesional de los educadores no tiene correspondencia con los retos que plantea la modernidad. Estamos observando los efectos y consecuencias de un sistema educativo que representa un modelo económico neoliberal, impuesto por  organismos mundiales a fin de mantenernos sumergidos en ignorancia y sigan dominándonos con facilidad.

La calidad del  proceso educativo requiere calidad en su presupuesto anual. Los educadores no pueden ser la parte perjudicada en la búsqueda de indicadores de calidad, muy a pesar de los esfuerzos y sacrificios que realizan para obtener grados académicos como autorrealización personal y social; el mejoramiento de indicadores de calidad educativa depende de una nueva política educativa y de un adecuado marco presupuestal que solucione carencias y dificultades estructurales en la que se ha erigido la escuela en el Perú.


EL DESEMPEÑO DOCENTE EN PERÚ.

Mg. Daniel Rospigliosi Cruz
Mg. Juan Bernaola Ramos
Mg. Carlos Páucar Palomino


NÚMERO DE EDUCADORES EN PERÚ


En el Perú existe una gran oferta laboral docente muy importante, Según el Censo Escolar último, el Estado peruano emplea a 324,995 educadores, aunque los índices de oferta del empleo muestra que existe un 10% (58,281) de educadores desempleados. El presente año 2013 el Ministerio de Educación ha presupuestado  51,000 plazas de contrato a nivel nacional.
El acelerado crecimiento de instituciones educativas privadas en ciudades de la costa peruana ha elevado el empleo de los educadores, representando el 28% (171,200) con respeto a docentes nombrados en el Estado. La oferta de empleo de educadores para escuelas privadas muestra el modelo económico que experimenta nuestro país; El Estado renuncia progresivamente a proporcionar educación de calidad a la población, se incentiva que sean inversionistas privados quienes se encarguen de una responsabilidad que les compete exclusivamente.

Gráfico 01: Número de educadores en Perú, año 2010.


Fuente: Minedu.gob.pe// Censo Escolar  2010// Colegio de Profesores de Perú.

La selección y acceso laboral de los educadores muestra conflictos durante la competencia entre profesionales y normalistas egresados de institutos pedagógicos; además de la inclusión de profesionales que no han sido formados como educadores. Los últimos concursos de nombramiento y contratos aún muestran la equivocada percepción de funcionarios del Ministerio de Educación de elaborar pruebas de conocimientos generales en la creencia que esto acredita la calidad profesional de los educadores. En realidad omiten el nivel de experiencia y productividad que posee un educador. Este tipo de concurso ha detenido en parte  el clientelaje político que caracterizaba la obtención de empleo en Educación, bastaba con presentar el carnet partidario para obtener nombramiento sin haber pisado un aula universitaria.
SALARIO DE LOS EDUCADORES EN PERÚ.

El Estado Peruano a través del Ministerio de Educación, -como órgano intermedio-, asignó el año anterior un Presupuesto Institucional Modificado (PIM) para el sector de s/17,189.300, lo que representa un 3.31% en referencia al Producto Bruto Interno para el año 2012. Este porcentual es el aproximado a lo que se ha venido asignando en los últimos seis años (ver cuadro 01), sin embargo, en el mayor de los casos solo se ejecutan en un aproximado del 85%, lo que en realidad indica que el Presupuesto real en Educación sólo se ejecuta en 2.78%.

Gráfico 02: Evolución del Presupuesto en educación 2006-2012



Fuente: minedu.gob.pe. Consultado 20/02/2013

La UNESCO sugiere que para mejorar la calidad educativa en el mundo, cada país debe invertir no menos del 6% de su Producto Bruto Interno (PBI). El Perú, -según el informe de la Comisión económica para América Latina (CEPAL)-, es una de las naciones en Latinoamérica con menor presupuesto educativo. En el gráfico 03 puede observarse las líneas de tendencia entre PBI y presupuesto educativo: mientras el PBI indica crecimiento sostenido, en cambio el presupuesto educativo se ha mantenido en 3%. Diferentes gobiernos en Perú se comprometieron a cumplir con el incremento al 6% en el presupuesto general de la república en un plazo mediano, aún no se ha cumplido dicha meta presupuestal.

Gráfico 03:Evolución del presupuesto del sector educación respecto al PBI

FUENTE: minedu.gob.pe Datos extraídos. Informe a la Comisión de Presupuesto
 y Cuenta General de la República del Congreso de la República.
Consultado 20/02/2013.

El exiguo presupuesto también se refleja en el salario de los educadores. A excepción del gobierno de Alejandro Toledo, quien duplicó el sueldo, los demás gobiernos han supeditado los incrementos salariales al condicionamiento de una ley magisterial aprobada recientemente.

El salario de los educadores en Perú es diferenciado, (cuadro 01) varía según el tipo y nivel  y la jornada laboral, es decir, existe un salario escalonado en el educador de nivel superior en cualquiera de sus formas, así como en educadores de Educación Básica Regular (EBR). Teniendo en cuenta que los educadores de EBR representan el mayor porcentaje laboral en nuestro país (ver cuadro) no existe pirámide salarial, sino una base muy ancha respecto a renumeración privilegiada que perciben un porcentaje muy bajo de educadores.

Cuadro 01:Escala salarial de los educadores peruanos

Fuente: elaboración de los autores en base a información disponible.
Bajo la nueva ley de educación los docentes de Educación Básica Regular en el primer nivel y con una jornada laboral de 24 horas perciben un salario promedio de 1,243.39 soles (478.22 USD), la cual va ascendiendo paulatinamente en un promedio de 100, 150 y 200 soles hasta el octavo nivel. Este sueldo resulta reducido comparado con el monto oficial de la canasta básica familiar que es de 2,240.00 soles (861.54 USD). Este salario es percibido por la mayoría de educadores y representa sólo el 55.50% de la canasta básica, muestra la insuficiente capacidad adquisitiva de un educador. Además, si se agrega el gran porcentaje de educadores que laboran en el sector privado y sus salarios representan sólo el 31.25 % de la dicha canasta familiar.

Ante tal situación salarial, las huelgas magisteriales son frecuentes y reiteran una justa demanda por el incremento salarial. Los reclamos de los educadores son tratados por cada gobernante como “conflictos superables” que se aplacan con pequeñas dádivas, -usualmente bonos económicos,- como pago por única vez. Desencadenada una huelga esta es aprovechada por gobernantes y funcionarios de educación para culpar a los educadores por la baja calidad educativa o por las consecuencias de dichas huelgas, donde se perjudica a los discentes.

A fin de atenuar necesidades vitales y obtener una mejor calidad de vida, los educadores optan por nuevas opciones laborales; trabajos a medio tiempo que puedan realizar fuera de sus horarios laborales, perdiendo la función de exclusividad al trabajo docente que se requiere. Esto deja entrever una interrogante ¿En qué momento este educador prepara y planifica sus clases? Es obvio que un educador estará concentrado en solucionar primero sus necesidades básicas y después se abocará a la planificación de lecciones en el aula. Esto constituye un indicador notorio y preciso que nos permite comprender que el desenvolvimiento docente, ya sea en el aula o en la sociedad, dependerá en gran medida de una mejora de sus capacidades adquisitivas.

INDICADORES DEL DESEMPEÑO EN EL AULA

El trabajo profesional de un educador requiere una especialización que no aporta ninguna otra carrera profesional: la formación de habilidades, destrezas y virtudes para educar a sus discentes, logrando a través de ello, fines educativos que involucran factores exógenos y endógenos. El producto más delicado y con potencialidad que forma es el ser humano, su educación no puede quedar en manos de improvisados que consideran la profesión del educador como la última opción laboral.

Esto requiere evaluar la calidad del desempeño docente, de sus cualidades como educador y de los productos que va forjando en las aulas. ¿Cómo se evalúa este desempeño docente? Los resultados se observan en los procesos adecuados de aprendizajes eficientes que realiza en el aula y por sus productos que obtiene después de un proceso prolongado de formación con valores y conocimientos.

Para el primer caso, los procesos adecuados de aprendizajes eficientes se reflejan en el discente como producto de un proceso planificado desde el currículo, en su desarrollo óptimo deberá existir un compromiso dual entre educadores y discentes o sus padres, el compromiso por aprender necesita predisposición y preparación y, sobre todo, contar con condiciones materiales favorables para lograr éxito.

Existen muchos indicadores para evaluar el desempeño docente, una de ellas es el dominio profesional. La característica que evalúa es la información teórica que posee el educador, mide la capacidad informativa y de conocimientos pedagógicos, el nivel académico, y la capacidad resolutiva. Este tipo de indicador no evidencia la experiencia acumulada respecto a las destrezas personales y la estrategia didáctica que posee el educador en su desempeño dentro del aula.

Un indicador de percepción y opinión de los discentes sobre el trabajo del educador en el aula suele ser relativo al momento de aplicarse, requiere de un nuevo modelo educativo, una práctica de libertad participativa y madurez del discente. Sus criterios evaluativos resultarían objetivos si tuvieran un adecuado manejo de los instrumentos de evaluación. Siempre existe riesgo que las evaluaciones de los discentes respecto a los educadores prevalezcan factores subjetivos y surjan condicionamientos de diversa índole.

La autoevaluación proveniente del educador es un indicador de conciencia frente a los resultados de su desempeño en el aula, resulta interesante saber como considera cada uno los avatares del propio desempeño en el aula y sus planes de mejora que debería realizar para superar los obstáculos surgidos. Esta autoevaluación debe indicarnos la situación de la planificación de contenidos a desarrollarse en el aula, requiere que un educador cuente con documentación adecuada y controle los logros obtenidos.

Un indicador que sirve para percibir el desempeño óptimo de un educador es a través de la opinión de autoridades educativas, aunque es notorio en muchos casos se superponen factores ajenos y criterios subjetivos a la hora de aplicar un óptimo criterio evaluativo.

No tenemos cifras exactas para estos indicadores a nivel nacional. El único documento de referencia oficial es el ENEDU 2010, publicado por el Instituto Nacional de Estadística e Investigación (INEI) en convenio con el Ministerio de Economía y Finanzas (MEF), para seguimiento del presupuesto público 2010. Este documento presenta una muestra de 5,457 instituciones educativas y 13,189 fue el número de educadores participantes de inicial, primer y segundo año de EBR, representando el 4% respecto al número total de educadores de dicho año. La estadística no incluye los departamentos de Tumbes, Lambayeque, Ica, Arequipa, Moquegua y Tacna, por lo que sus resultados podrían variar significativamente.

De acuerdo a los resultados de ENEDU 2010, se percibe un incremento de grados académicos de alto nivel entre los educadores hasta el año 2010. Es necesario tener en cuenta que el proceso del perfeccionamiento para estudio de maestría y doctorado son cubiertos por los mismos educadores, -salvo el caso excepcional de la Región Callao-, los gastos que demanda este tipo de perfeccionamiento son muy altos respecto a la escala salarial de los educadores.

Cuadro N° 02: Educadores de primer y segundo grado de primaria por grado académico más alto alcanzado o título obtenido según región y área geográfica.

Fuente: INEI-MEF, ENEDU 2010, p. 74
Observando estos resultados es necesario preguntarse como logran los educadores con exiguos salarios obtener grados académicos que sólo se reconoce con un pago aproximado de 46.15 $USD y que la nueva ley magisterial ya no reconoce como bonificación.

Para mejor idea del desempeño de los educadores de inicial, primer y segundo grado de EBR, ENEDU 2010 muestra un análisis de indicadores de acompañamiento pedagógico en el marco del Programa Estratégico Logros de Aprendizaje (PELA). El concepto de “acompañamiento pedagógico” es definido como: “brindar retroalimentación y soporte técnico, promueve su reflexión continua y la mejora permanente de sus desempeños, construyendo vínculos afectivos de cooperación mutua, apoyo solidario y estableciendo relaciones amistosas, de respeto y confianza entre acompañante y acompañado”. Esta definición indica que los aspectos pedagógicos tratados durante el acompañamiento han sido: Programación curricular, Clima en el aula, estrategias de enseñanza–aprendizaje de Comunicación, estrategias de enseñanza–aprendizaje de Matemática.

Cuadro N° 03: Educadores de primer y segundo grado de primaria por aspectos pedagógicos que fueron tratados durante el proceso de acompañamiento, según región y área geográfica.

Fuente: INEI-MEF, ENEDU, 2010. Pág. 175.
Esta pequeña muestra indica que existe disposición de los educadores peruanos en mejorar la calidad del desempeño profesional, lo que sugiere que el problema de la calidad educativa en Perú no se origina en ellos sino en las políticas educativas que se aplican equivocadamente desde el Estado.


SOBRE ACREDITACIÓN EN EDUCACIÓN SUPERIOR Y UNIVERSITARIA

Carlos  Aparcana   Aquije
César Díaz Salcedo
Cecilio Ascona Mendoza
Máximo Huamani  Licas

Según el índice de competitividad global 2011–2012, Perú ocupa el primer lugar en el control de inflación, en facilidad de acceso al crédito está entre los 25 primeros de 142 países, sin embargo el sistema educativo, se ubica en la ubicación 128 y en innovación ocupamos el puesto 113.

En Perú sólo se invierte 0.1% para investigación y desarrollo, en países asiáticos se invierte mucho más: China 2.1%, Singapur 2.2%, Corea Del Sur 2.8%. Como sabemos, la investigación es el centro de la vida universitaria y es uno de los indicadores más importantes para medir la calidad en el sistema universitario.

Si bien la Universidad en el Perú se inauguró en mayo de 1551, con la fundación de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, su evolución durante la dominación colonial hispana y posteriormente en la República, ha permitido expandir los estudios universitarios con la fundación de otras universidades; el criterio de calidad se percibía por el prestigio y antigüedad que ellas poseían.

Desde 1996, mediante el Decreto Legislativo 882, se abrió las puertas para la fundación de universidades privadas, permitiendo la masificación de los estudios universitarios, aunque la calidad de los servicios que ofrecen presenta deficiencias y la mayor parte de sus egresados muestran débil formación profesional. En los últimos años hay una excesiva creación de Universidades privadas y públicas que no acreditan como tal, sin embargo, el organismo encargado sigue otorgando autorización de funcionamiento fuera de los estándares de calidad.

Hay necesidad de instalar una cultura de calidad en el sistema universitario peruano: un conjunto de mejores prácticas que se traduzcan en evidencias reales, que expresen efectivamente una institución de calidad. Debemos preguntarnos: ¿La calidad consiste en solo tener planes curriculares modernos o suficientes recursos audiovisuales o reglamentos y normas rígidas y una infraestructura enorme? Se ha instalado la creencia que la calidad en el sistema universitario es el cumplimiento de requerimientos burocráticos formales o la eficiencia en el gasto presupuestal.

¿Cuál es la finalidad por adquirir calidad en la formación profesional que brinda una institución universitaria?

La real fuente de calidad es el sujeto que es formado en su carrera profesional. La calidad personal debe relacionarse con la práctica de una calidad de vida moralmente equilibrada. Un sujeto profesionalizado deberá estar también formado en valores y moral, promoverá el respeto, la cooperación y comprensión, una actitud abierta y de tolerancia, así como del servicio para el bienestar común. Un profesional que enfrenta un mundo sin valores y moral, donde la corrupción campea en diferentes instancias, será subsumido y formará parte del engranaje de un sistema para el que no fue formado.

La formación profesional de los sujetos universitarios requiere de calidad personal, la que no figura en ningún currículo, reglamento o partida presupuestal.

La carrera por acreditar

El 19 de Mayo del 2006, mediante Ley Nº 28740 se crea el sistema nacional de evaluación, acreditación y certificación de la calidad educativa (SINEACE) y el 09 de julio de año 2007 se aprueba su reglamento mediante D. S. nº 018 – 2007. El 30 de noviembre del 2007 se instala el directorio del consejo de evaluación, acreditación y certificación de la calidad de la educación superior universitaria (CONEAU). A través de la dirección de evaluación y acreditación (DEA) se elaboró el modelo de calidad para la acreditación de las carreras profesionales universitarias. A partir de un estudio comparativo sobre diferentes modelos nacionales e internacionales.

De acuerdo ley 28740 se define acreditación como: “El reconocimiento público y temporal de la institución educativa, área, programa o carrera profesional que voluntariamente ha participado en un proceso de evaluación de su gestión pedagógica institucional y administrativa”

Aunque no hay un acuerdo sobre lo que es calidad, esta se mide sobre dos aspectos: (a) Formación de las personas que terminan el programa y, (b) capacidad de la institución universitaria para producir cambios que mejoren esa formación –y la finalización de este cambio– así como la operativización de estrategias para el cambio institucional.

Según la UNESCO (1998) la calidad es la adecuación a una proyección a su desarrollo futuro y de los planes y programas que de ello se desprenden. El cumplimiento de estos planes y programas son evaluados en cuanto a su pertinencia; el funcionamiento eficiente es evaluado en términos de logros y resultados. Según CONEAU-DEA acreditación de una carrera profesional implica: “la condición en que se encuentra la institución superior y sus carreras profesionales para responder a las exigencias de las demandas de una sociedad que busca la mejora continua de su bienestar y está definida por el cumplimiento de tales exigencias.”

Aun no contamos con indicadores en Perú de Universidades públicas o privadas que hayan alcanzado la acreditación de todas sus carreras profesionales ofrecidas, a lo sumo ellas propagandizan que alguna que otra Facultad ha logrado con alguna Institución evaluadora la acreditación provisional. Además entre los mismos claustros universitarios surge la interrogante: ¿cuál acreditar, la Facultad o la carrera profesional? ¿Cuál estándar contiene mayor prioridad y define una real acreditación? ¿Cuál es el periodo temporal más adecuado para acreditarse?

Es obvio que en Perú que muchos gobiernos universitarios hacen mal uso del concepto de acreditación. Exigen estándares que no pueden cumplir por carencia de presupuesto o por ruptura de las normas de calidad en la admisión a la docencia universitaria. Es evidente que hay problemas de gobierno en muchas universidades, sin embargo, muchas figuran con Facultades acreditadas.
Este problema no sólo acaece en Perú, más al sur, en Chile nos topamos con las mismas críticas y observaciones al proceso de acreditación. Gonzalo Vial, docente de la Universidad Católica, en su artículo “Quien acredita a los acreditadores” al cuestionar los criterios de acreditación utilizados, menciona que muchas universidades chilenas para asegurar su “calidad” recurren al papeleo burocrático en el que: “acreditan la absoluta inutilidad e irrelevancia de hallarse acreditadas.” Y es que dicha palabra funciona como una etiqueta comercial que permite reconocerle instantáneamente eficiencia.

La universidad peruana aún se halla a mucha distancia de engarzarse con el desarrollo nacional; como dijimos la investigación científica no engarza con ella, los protocolos de eficiencia aún distan de hacerse realidad por la ausencia de reglas transparentes en su aplicación. La “cultura de calidad” resulta un eslogan que tiene poca utilidad cuando se evalúa el éxito de cada egresado que ha alcanzado una plaza laboral en la carrera que fue formado. Las páginas de diarios que ofrecen oportunidades laborales tienen un mensaje contundente: “sólo se admite postulantes y/o egresados de determinada universidad particular.” Entonces uno termina preguntándose para qué un plan de mejoras y altos estándares en las universidades cuando la oportunidad laboral de sus egresados no coincide con los requerimientos de empresas privadas o públicas. Se hace necesaria regular la oferta laboral con la formación profesional de cada egresado universitario, quizás realmente signifique algo estar “acreditado”.