Caratula Revista Reflexión y crítica, Editado por la Facultad de Letras de la UNMSM.
Un problema tan común en esta última década, caracterizada por el rápido desarrollo de la ciencia en general y del trabajo científico en particular, es tratar de imponer los lineamientos éticos del trabajo científico. Se hace necesario contar con una ética epistémica, bajo la cual, el trabajo científico resulte moralmente válido. Establecer los límites y alcances de la conducta científica que se rija de acuerdo con normas de bienestar con el fin de preservar toda forma de vida en nuestro planeta. Considerando que la preservación y la defensa de la vida humana es una alta forma moral de aplicar la ciencia.
Asistimos a un gran desarrollo de las ciencias experimentales aplicadas al campo de la industria. Todas las naciones que denominamos "potencias" han invertido e invierten ingentes sumas de dinero para desarrollar la parte más estratégica de sus industrias: lo que hoy denominamos "tecnología de punta". Cada monto invertido ha requerido del estudio de potenciales consumidores y de ventajas de mercado; por otro lado de posibles productores de las materias primas a quienes, finalmente, se les venderán dichos productos.
La globalización de la economía mundial ha concentrado todas las potencialidades científicas del recurso humano en beneficio de naciones "desarrolladas". Los investigadores de naciones "en desarrollo" son atraídos por naciones desarrolladas porque las condiciones de su trabajo científico no pueden ser atendidas por sus países de origen. Generalmente sufren de privaciones y carencias, lo cual dificulta el desarrollo de su labor científica.
Toda política de Estado debe planificar el crecimiento de su comunidad científica; debe considerar la estrategia de su crecimiento económico, debe considerar que la formación de tal comunidad requiere de inversión prioritaria en educación. Es difícil hablar de la formación de una comunidad científica y de desarrollo de la ciencia en nuestro país si no se observan las condiciones siguientes:
1) Potencialización de los gastos de investigación en las universidades e instituciones científicas, lo que implica; financiación de grandes, medianos y pequeños proyectos científicos. Deben coincidir las investigaciones que se realizan con las necesidades sociales, pueden ser inmediatas o de largo plazo. Puede ser tan urgente investigar sobre la aplicación de sustancias que contengan endorfinas en pacientes con enfermedades terminales, como también conveniente investigar sobre la generación del 50 en la literatura peruana del siglo XX.
2) Integración efectiva de las instituciones científicas con la producción industrial. En el Perú no contamos con grandes industrias que puedan canalizar las iniciativas de investigación científica; los propietarios de dichas industrias, aún débiles, muestran preferencia por exportar "tecnología de punta", antes de crearla en nuestro país. Nuestra potencialidad industrial está reducida a la producción de materias primas que no necesariamente significan desarrollo nacional. Carecemos de industrias que produzcan más industrias, esto limita el desarrollo del trabajo científico
3) Una política educativa que contemple una formación científica integral de las nuevas generaciones, que provea de las capacidades e instrumentos que posibiliten la participación de los mismos en todo proyecto científico. Constatamos una desarticulación del proceso educativo con respecto a la formación de futuros científicos; nos caracterizamos por ser "consumidores de conocimientos científicos"; existe poco interés por ser "productores" de dichos conocimientos. Salir de esta situación requiere necesariamente de políticas de Estado; de abandonar el prejuicio de "nación atrasada". De considerar la educación como sinónimo de innecesaria pérdida del erario nacional; es indispensable concebir la educación como inversión. Comparativamente las naciones "desarrolladas" emplean un buen porcentaje de su presupuesto público en educación, sobre todo en el rubro de investigación científica. Consideran que adquirir un conocimiento o una tecnología de punta, equivale a obtener cierto poder en la información, lo que a su vez, indica poder económico.
El trabajo científico debe, pues, reunir las condiciones necesarias para su desarrollo, obviar esto significa construir utopías sobre el desarrollo de la ciencia en una nación.
HACIA UNA ETICA EN EL USO DE LA CIENCIA
Los factores de moralidad del trabajo científico están sujetos a la aceptación de determinados principios éticos, los cuales deben adscribirse a determinada orientación filosófica. Cada día se incrementan cuestionamientos sobre la calidad ética consecuentes de la aplicación inmediata de conocimientos científicos en la vida social. Se hace necesario e imperativo contar con una ética en el trabajo científico, lo moral puede resultar vital para salvar la especie, resulta peligroso construir un trabajo científico sin principios éticos, pues el fin supremo de toda ciencia consiste en poner como alta prioridad la vida misma. Todo trabajo científico debe adoptar una filosofía que no pierda de vista el beneficio global de la humanidad. Una ética epistémica que deba contemplar las condiciones de la aplicación social de un determinado conocimiento científico, es sabido que una conducta moral no necesariamente inválida la construcción y el desarrollo de una ciencia, pero si puede prevenirnos de los posibles malos usos de aquélla. Todo esto hace necesario plantear un código moral del trabajo científico, que convencionalmente sea aceptada y practicada por toda la comunidad científica de nuestro planeta y vigilada por cualquier ciudadano del mundo.
Un error es sobrevalorar los logros que hemos alcanzado con la ciencia, el desarrollo de determinadas tecnologías "de punta", los cuales podrían considerarse beneficiosos. En cambio, se hace difícil justificar su incorrecta aplicación. Carl Sagan indica: "los descubrimientos científicos se glorifican, pero sus errores se encubren". Una sanción moral resulta válida cuando toda colectividad social busca garantizar su existencia, renunciando a los posibles beneficios que años más tarde puedan perjudicarle. En nuestros países, el problema no es tan grave como se plantea en Norteamérica o Europa, el debate sobre una ética de la ciencia ha puesto en debate el uso de la energía nuclear para producir electricidad. Las probabilidades que un individuo pueda adquirir una enfermedad o mutabilidad genética a causa de una prolongada exposición a la radiactividad, resultan ser elevadas, esto fue estudiado por Schrader-Frechette quien objetó los supuestos éticos que plantearon las corporaciones de electricidad por fisión atómica y el gobierno norteamericano:
"Quizás el supuesto ético más básico en las actuales regulaciones de radiación sea que los beneficios económicos y tecnológicos obtenidos al permitir que se disperse algo de radiactividad en el entorno bien valen un aumento en prejuicios genéticos y cancerígenos. Al suponer que este intercambio es en realidad moral, los autores de la actual política [de energía] están siguiendo de una manera clara una ética utilitarista en vez de igualitaria. (Están guiados por un principio de maximización de la cantidad de bien para el mayor número de personas, en vez de estar guiados por el principio de garantizar igual justicia para todos." (1993: 44)
Esta ética utilitarista, es tomada por muchos gobiernos que utilizan energía atómica, como fundamento de sus normas jurídicas en lo que respecta a medioambiente y ecología; sin embargo, se ve cuestionada por la comunidad mundial, los cuales son perjudicados en sus derechos; aquellos gobiernos practican una ética de abuso y conveniencia. El uso de la energía nuclear, parecía reducirse a problemas internos de cada nación desarrollada, pero la propagación deliberada de radiactividad en todo el planeta parece no importarle a los gobiernos que la poseen; pero sí a quienes somos afectados por tales actos. Cuando un país realiza pruebas atómicas fuera de su territorio y luego afirma que no afectará a ninguna población, no sólo miente, sino que asesina premeditadamente. Los intereses económicos se superponen muchas veces al interés común, y conducen a un abierto conflicto entre ética y comercio, se pretextan y justifican la fabricación de productos que atentan contra la humanidad misma. Por citar un ejemplo, muchas compañías transnacionales fabrican productos halo carbónicos que continúan dañando la ozonósfera, y se justifican dicho daño alegando que dejarían de fabricarla si las conclusiones de aquella "teoría" fuesen probadas experimentalmente. Es decir, ¡cuando ya se haya destruido la ozonósfera y en la tierra no quede nadie vivo! No sólo es condenable éticamente hablando, sino va contra todo principio de racionalidad científica. Estos hechos son justificados por una supuesta moral de maximización del bienestar. La maximización del bienestar debe ir acompañada por las consiguientes obligaciones morales que permitan el equilibrio entre el beneficio humano y la conservación del medio natural en que se desarrolla.
El "principio de la utilidad" (o utilitarismo de la ciencia), postula como fin moral que en todas las acciones humanas, la de mayor preponderancia posible debe ser de la maximización del bien sobre el mal. El fin moral supremo debe ser maximizar el bien, sacrificando muchas veces los derechos individuales y los de justicia. Esta ética utilitarista permite justificar el atropello y la cancelación del bien sobre la población mundial. Entonces el fin moral no es maximizar el bien para toda la humanidad, sino para una parte de ella. Determinados países "desarrollados" justificando un incorrecto uso de la ciencia llegan a la conclusión errónea de hacer indispensable el sacrificio de la salud mundial en favor de los supuestos beneficios científicos y tecnológicos.
Se hace necesario adoptar una ética en el trabajo científico que integre el progreso-beneficio, que trae la aplicación de la ciencia, con un sistema de valores científicos que respete el proceso de beneficio-desarrollo de la humanidad y en consecuencia permita conservar la integridad medio-ambiental.
La deóntica científica contemporánea debe advertir el principio moral válido para todo trabajo científico: Es mejor hacer un poco de bien que mucho daño; debe aplicarse en todos los casos. Sí una política gubernamental afecta el bienestar de una gran colectividad humana, o una corporación industrial afecta y daña un determinado ecosistema, o determinados intereses económicos se superponen a la preservación de la vida misma, deben sancionarse moral y materialmente; por consiguiente es válidamente moral negarse a adquirir productos que contengan compuestos halo carbónicos; oponerse a los ensayos nucleares; impedir la contaminación de ríos, lagos y mares, impedir la construcción de complejos químicos que atenten contra la población, y toda forma de incorrecto uso de la ciencia). Los científicos deben considerar el alcance de la acción positiva de su ética epistémica, y en esta no debe existir conflicto entre el trabajo científico que desarrolla y el beneficio inmediato de la humanidad. Debe considerar siempre los alcances de su trabajo científico y de como se utiliza por el Estado, corporación o industria, no deberá aceptar Video Meliora, proboque, deteriora sequor (Veo lo mejor, y lo aplaudo, práctico lo peor).
Si bien en el Perú no tenemos latente el peligro de un desastre de una central nuclear, sufrimos en cambio los estragos del inescrupuloso utilitarismo de las grandes transnacionales, sean estos laboratorios bioquímicos o industrias. Aprovechan al máximo los recursos de nuestro país, pero guardan celosamente la información sobre las innovaciones tecnológicas que han obtenido, las cuales más tarde nos venderán bajo el rubro de "transferencia tecnológica". Generalmente los científicos del país afectado no conocen o participan de aquellos proyectos, pues la información se oculta para estos casos. Las especies Fito-andinas-amazónicas vienen siendo investigadas e industrializadas mundialmente, pero somos marginados de gozar de productos que nuestros antepasados han conquistado. Una ética epistémica posible para nuestro país debe indicar una ética igualitarista, por las condiciones antes mencionadas, los niveles del trabajo científico se deben - y pueden- ser compartidos en beneficios y producción.
Nos consideramos el mercado donde circulan los productos que las naciones desarrolladas han vetado por los altos niveles cancerígenos que dañan el organismo humano; nuestros investigadores bioquímicos tienen la obligación moral de comunicarlo abiertamente y prevenirnos constantemente sobre los daños que dichos productos causan. Autorizar la venta de un producto que genere enfermedades terminales puede causar un escándalo en altos niveles de gobierno de cualquier país desarrollado, en el Perú no pasa de ser simple incidente.
Consideramos que dicha ética igualitaria debe observar la solución de problemas que alteran todo el medioambiente. Nuestra comunidad científica y la sociedad en su conjunto, debe presionar por encontrar medios, métodos y legislación global para evitar la destrucción de nuestro medio. Los indicadores que están aconteciendo son: a) incremento de los niveles de contaminación de nuestros ríos. Los relaves mineros son echados a sus aguas, lo que indica mayor índice de presencia de plomo, aluminio, mercurio, sustancias sulfatosas y otras los cuales inciden en el incremento de enfermedades terminales. b) Propagación de hongos fusarium que atacan a la hoja de coca, pero también a toda especie fito de nuestra Amazonía. A esto se agrega la destrucción de todo el bosque amazónico, por la tala indiscriminada y la contaminación de sus ríos por efectos del procesamiento de derivados de la cocaína. c) Destrucción de ecosistemas marinos por efectos de los desechos residuales de las industrias pesqueras en todo el mar peruano, el derrame de petróleo y la sedimentación de los ríos contaminados. Y, d) La aplicación de productos químicos en la agricultura (pesticidas, abonos y otros), las cuales atacan el organismo humano.
Si de algo nos hemos caracterizado los peruanos, es del uso indiscriminado del olvido en cuestiones medioambientales, pues, el tema que hoy nos ha tocado tratar no es nuevo, ni novedoso. En 1924, los campesinos del valle del Mantaro, fueron perjudicados por "los humos de la fundición de la Oroya", un factor que alteró toda forma de vida, fue avalada por el gobierno de aquella época, oponiendo los beneficios económicos de la Cerro de Pasco Copper Corporation, en detrimento de la población que defendió la conservación del medio ecológico y la vida misma. Aquellos campesinos sufrieron los estragos de una industrialización basada en una ética utilitarista, encontramos pues la primera conciencia ecológica peruana, que resultó demasiado temprana para que la comunidad científica mundial y nacional planteara la necesidad de una ética derivada de los problemas de la aplicación de la ciencia. En el sur del país, minería y contaminación ambiental, son temas tan actuales, como el caso de los campesinos del valle del Mantaro.
Debemos considerar como propuesta los siguientes lineamientos para considerar una ética epistémica, ya que el tema expuesto trata de la posibilidad de que el investigador científico adopte una acción ética bajo las cuales realice su trabajo científico. Estas pueden ser:
1) Todo investigador debe aceptar que su trabajo científico puede y debe contribuir al desarrollo de su nación, cualesquiera sea la política del Estado. Su trabajo necesariamente debe orientarse a beneficiar la población de manera inmediata, tratando de alcanzar soluciones concretas a dichos problemas.
2) Deberá aceptar que su trabajo de investigación tendrá uso social, la comunidad social acogerá las aplicaciones inmediatas de su descubrimiento o innovación. Su trabajo se orientará para servir de beneficio común a toda la humanidad
3) Aceptará que cada descubrimiento científico que realice, resultará siendo producto de las condiciones históricas de su época. La forma de su conocimiento científico indicará aporte a la ciencia; y deberá aceptar que en cierta medida sus aportes no resulten producto del azahar.
4) En el caso de las ciencias que estudia la sociedad, propenderá que el lenguaje científico se unifique mediante su adhesión a corriente filosófica, ideología o política que no resulte siendo limitación o impedimento para la construcción y el desarrollo de una determinada ciencia social.
5) Tenderá a solucionar problemas humanos concretos, sin oponer prejuicios de credo, raza, religión o diferencias políticas o de diversa índole. Su humanismo se opondrá a todo tipo de trabajo de investigación que atente contra la vida; renunciará a continuar su trabajo científico cuando sus resultados atenten contra la humanidad.
6) No deberá producir conocimientos, tratando de aprovechar posibles beneficios económicos, en detrimento de todo el conjunto social; debe aceptar que sus descubrimientos integran la cultura universal y su patrimonio deberá pertenecer a la humanidad.
7) El derecho de patente es un acto de defensa de su trabajo científico, en lo posible deberá evitar plagiar información que no le corresponda. En todo caso, tendrá la honradez de indicar la procedencia de la información que ha recogido o desarrollado.
8) No permitirá que se destruyan evidencias, registros o toda forma de pérdida de información que sirva a futuras generaciones de científicos. La pérdida u ocultamiento de vestigios o de información equivalen a destruir de alguna forma el beneficio de la humanidad.
9) Todo su trabajo científico deberá estar regido a patrones de conservación de nuestro medio ecológico; debe renunciar abiertamente a toda práctica que se oriente a la destrucción de la naturaleza; si esto pone en riesgo su relación laboral con algún organismo público o privado debe decidir entre el beneficio de la humanidad o el beneficio personal.
10) Deberá guardar modestia por los logros de su sabiduría, pero deberá ser implacable con quienes realizan seudo-ciencia o ataquen la razón científica. La reafirmación del conocimiento científico, no admite alguna forma de irracionalismo; el fin supremo de toda ciencia es beneficiar a la humanidad, no justificar la destrucción de ésta.
11) No acogerá ningún dogma. Deberá guardar tolerancia con la diversidad de opiniones que fundamenten sus razones sobre puntos divergentes en la materia científica que investiga. La intolerancia sólo puede catalogarse como signo de carencia de racionalidad científica.
12) Como científico deberá ser progresivo y progresista. Entendiendo que la ciencia, es un sistema en desarrollo y parte de dicho desarrollo puede estar en sus manos. Abrirá su espíritu a las nuevas ideas y a las nuevas propuestas. No se opondrá a la juventud científica, su madurez como científico depende de los frutos de su trabajo.
13) En lo posible debe formar nuevos cuadros científicos. Volcar toda su experiencia en las nuevas generaciones formados con un estilo y una forma de abordar el trabajo científico, que merezca ser un paradigma.
14) Deberá construir una ciencia que resulte armónica en forma y contenido con la realidad, con sentido de belleza estética. De manera tal, que pueda ser entendida por cualquier persona que no participe del trabajo científico. La estética de las ciencias es un amplio campo aún por desarrollar, en lo posible debe ser un divulgador científico.
15) No se puede imponer en el proceso de la investigación teorías que no coincidan con la realidad. Si un investigador imbuido por su espíritu ideológico trata de demostrar un hecho, un descubrimiento; no puede alterar los alcances de sus conclusiones, aún así estos, le conduzca a replantear sus principios ideológicos. La ideología puede servir como una guía en el trabajo de investigación. Ningún ser humano carece de ideología. La ideología forma parte de nuestra existencia. Pero confundir ideología y ciencia equivale a negar los niveles del conocimiento científico. Si un conocimiento afirma, desarrolla y cancela alguna forma de ideología, requiere pues de la respectiva honestidad para aceptarla y progresar en nuestro conocimiento del universo y de nosotros mismos.
16) La honestidad científica debe reconocer los límites de la sabiduría científica y aceptar la ignorancia sobre tópicos que no se conocen, no debe emitirse opinión o juicio sobre lo que se desconoce.
17) En el caso del investigador científico en Ciencias Sociales deberá éste guardar los niveles de su práctica política, sabiendo que determinados estudios sociales pueden salirse de los lineamientos que el modelo teórico le indica. El fenómeno siempre resulta más rico que la teoría. La política que adopte deba ser tomada como acción referente de su conciencia, no como los principios determinantes del estudio científico; caso contrario se corre el riesgo de caer fuera de la ciencia y transitar por caminos que ataquen la razón científica.
La construcción de una conciencia moral del trabajo científico, va unida a la condición de observar los límites que nuestras necesidades han empujado a los científicos a lograr resultados satisfactorios en la solución de determinados problemas, pero, esto no debe orientarnos a destruir la vida en nuestro planeta o a atentar contra nosotros mismos, aún estamos a tiempo de lograr una convencionalidad ética del trabajo científico que evite tales resultados.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
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* Ponencia sustentada en el V Coloquio Nacional de Filosofía, Lima, 1997, Organizado por el Departamento Académico de Filosofía y la Escuela Académico Profesional de Filosofía. Universidad Nacional Mayor de San Marcos.
Publicado en: Reflexión y crítica. Año 1, N° 01, noviembre 1997. Fondo Editorial de la Facultad de Letras y Ciencias Humanas de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. pp. 315-32
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