Este artículo fue publicado en la revista electrónica Runa Yachachiy, que dirige el Dr. Alfredo Alberdi, docente de la Freie Universiät Berlín.
Ante el inicial entusiasmo por la edición del manuscrito titulado: Exsul Immeritus Blas Valera Populo Suo llegamos a la conclusión de que se trata de un documento altamente sospechoso de fraude. El resultado se desprende de un detallado análisis de dicha publicación y la comparación con otras crónicas de los siglos XVI y XVII. Hay presencia de palabras que no corresponden al universo lingüístico de estos siglos, por ejemplo "genocidium" que empezó a emplearse después de la segunda guerra mundial. Hay la afirmación de que el verdadero autor de la Nueva Crónica y Buen Gobierno sería el jesuita Blas Valera, audaz pero falsa, esta información que se desprende del manuscrito napolitano, se derrumba bajo criterios comparativos con otros documentos coloniales que demuestran que Felipe Guamán Poma de Ayala sí fue el autor de la Nueva Crónica y Buen Gobierno.
Ha habido investigadores que nos han antecedido que llegaron a las mismas conclusiones en su estudio del manuscrito, entre ellos Juan CarlosEstenssoro (1996); Rolena Adorno (1998); Xavier Albó (1998) entre otros; cada uno publicó sus estudios por la web y sus conclusiones son contundentes. Sobre el rastro de Guamán Poma en Huamanga la publicación de Prado y Prado (1991) sobre los juicios de tierra y los estudios de Alfredo Alberdi (2010) en archivos coloniales de Huamanga aclaran sobre el traslado de la obra de Guamán Poma a España, por parte de un curaca de la región. La defensa del manuscrito napolitano por parte de Laurencich y Miccinelli sigue el argumento que la Nueva Crónica y Buen Gobierno sería el resultado de una trama conspirativa de jesuitas mestizos. Esta débil argumentación se ve interferida por un argumento ad hominen esgrimido por Laurencich, quien al revelar la noticia que la Nueva Crónica y Buen Gobierno sería autoría de Blas Valera, sobre el cual constaría un “contrato”, noticia que al divulgarse en Perú “podría ser para mi peligroso (…) ni en que avispero me iba a meter” (2009:11), sostiene Laurencich que fue amenazada de muerte “por haber matado a Guamán Poma”. Si bien esto causa risa por lo absurdo y débil para la defensa de la autenticidad de un documento colonial, preferimos aunarnos al pedido de toda la comunidad científica: que se someta a pruebas más precisas dicho documento por parte de un laboratorio independiente. Dejo a mi público lector el artículo en referencia.
Ante el inicial entusiasmo por la edición del manuscrito titulado: Exsul Immeritus Blas Valera Populo Suo llegamos a la conclusión de que se trata de un documento altamente sospechoso de fraude. El resultado se desprende de un detallado análisis de dicha publicación y la comparación con otras crónicas de los siglos XVI y XVII. Hay presencia de palabras que no corresponden al universo lingüístico de estos siglos, por ejemplo "genocidium" que empezó a emplearse después de la segunda guerra mundial. Hay la afirmación de que el verdadero autor de la Nueva Crónica y Buen Gobierno sería el jesuita Blas Valera, audaz pero falsa, esta información que se desprende del manuscrito napolitano, se derrumba bajo criterios comparativos con otros documentos coloniales que demuestran que Felipe Guamán Poma de Ayala sí fue el autor de la Nueva Crónica y Buen Gobierno.
Ha habido investigadores que nos han antecedido que llegaron a las mismas conclusiones en su estudio del manuscrito, entre ellos Juan CarlosEstenssoro (1996); Rolena Adorno (1998); Xavier Albó (1998) entre otros; cada uno publicó sus estudios por la web y sus conclusiones son contundentes. Sobre el rastro de Guamán Poma en Huamanga la publicación de Prado y Prado (1991) sobre los juicios de tierra y los estudios de Alfredo Alberdi (2010) en archivos coloniales de Huamanga aclaran sobre el traslado de la obra de Guamán Poma a España, por parte de un curaca de la región. La defensa del manuscrito napolitano por parte de Laurencich y Miccinelli sigue el argumento que la Nueva Crónica y Buen Gobierno sería el resultado de una trama conspirativa de jesuitas mestizos. Esta débil argumentación se ve interferida por un argumento ad hominen esgrimido por Laurencich, quien al revelar la noticia que la Nueva Crónica y Buen Gobierno sería autoría de Blas Valera, sobre el cual constaría un “contrato”, noticia que al divulgarse en Perú “podría ser para mi peligroso (…) ni en que avispero me iba a meter” (2009:11), sostiene Laurencich que fue amenazada de muerte “por haber matado a Guamán Poma”. Si bien esto causa risa por lo absurdo y débil para la defensa de la autenticidad de un documento colonial, preferimos aunarnos al pedido de toda la comunidad científica: que se someta a pruebas más precisas dicho documento por parte de un laboratorio independiente. Dejo a mi público lector el artículo en referencia.
Sobre alteridad y conciencia de historicidad en un Manuscrito Napolitano atribuido a Blas Valera.
Víctor Mazzi Huaycucho*.
RESUMEN
Este artículo propone revisar criterios legitimadores sobre la confiabilidad de fuentes manuscritas acerca de la historia inca, provenientes del documento denominado Exsul inmmeritus Blas Valera Populo suo y Historia et rudimenta linguae piruanorum. El primero, de aparente autoría del jesuíta Blas Valera y el segundo, asignado a Anello Oliva. Ambos manuscritos provienen del archivo familiar de Clara Miccinelli. Laura Laurencich los publicó en Italia (2005) y Perú (2009). En adelante nos referiremos a ambos documentos como: “manuscrito napolitano”, en referencia a la ciudad de su origen.
Desde la edición en Perú del manuscrito napolitano (2009), nos propusimos estudiarlo utilizando criterios interpretativos para explicarnos las reiteradas alusiones sobre historicidad, alteridad y conciencia histórica que se infieren de lo que se muestra en dicho documento.
El manuscrito napolitano ha originado un intenso debate sobre la confiabilidad de las fuentes manuscritas coloniales del siglo XVII. La discusión se ha centrado en la sorprendente afirmación que Blas Valera sea señalado como autor de la Nueva Crónica y Buen Gobierno, sosteniéndose que en su redacción Guamán Poma de Ayala actuó como testaferro. Este argumento parte de la idea que los jesuitas actuaron como agentes sublevantes durante el dominio colonial hispano, reemplazando a curacas y a los quipucamayuq que aún subsistían en el siglo XVII.
Para el análisis de la estructura discursiva del manuscrito napolitano, recurrimos a la comparación de grafías en la versión facsimilar, centrándonos en la puntuación, los usos lingüísticos del español y del runasimi del siglo XVII y la calidad de la información histórica aportada.
PALABRAS CLAVES
Historicidad, Alteridad, conciencia histórica, discurso histórico, identidad, mestizaje, pertenencia lingüística, jesuitas, autenticidad, fraude histórico.
INTRODUCCIÓN
El año 2010, durante el desarrollo de la investigación anual en la Universidad Nacional de Educación Enrique Guzmán y Valle (Lima-Perú), decidimos acometer el análisis del manuscrito “Exsul Immeritus Blas Valera Populo Suo” editado en el Perú por la Municipalidad de Chachapoyas, debido a los debates que ya se habían generado sobre la probable afirmación de que el autor de la Nueva Crónica y Buen Gobierno sería Blas Valera en complicidad con otros religiosos jesuitas. Nos propusimos indagar las conjeturas de que se trataría de un documento apócrifo, hipótesis que ya antes habían señalado Estenssoro (1996; 1997), Albó (1998) y Adorno (1998).
Al realizar un detallado análisis y comparando con las crónicas de los siglos XVI- XVII, encontramos una gran cantidad de conflictos que hacen posible indicios de un fraude muy elaborado. Constatamos presencia de anacronismos lingüísticos, la presencia de palabras que no corresponden al universo lingüístico del siglo XVII.
Sobre la afirmación que Blas Valera fuera el autor de la Nueva Crónica y Buen Gobierno, dos publicaciones reafirman la autoría de la misma perteneciente a Guamán Poma: la edición de Prado y Prado: Y no hay remedio (1991) que trata sobre los juicios de tierra que sostuviera en Huamanga y los estudios de archivos coloniales de Huamanga publicada por Alberdi Vallejo: El mundo al revés: Guamán Poma anticolonialista (2010); ambas reafirman la autoría del cronista nativo sobre este importante documento colonial.
Laurencich y Miccinelli (2009) persisten en el argumento que la elaboración de la Nueva Crónica y Buen Gobierno sería el resultado de una trama conspirativa de jesuitas mestizos inconformes con el dominio colonial hispano y por los abusos que estos cometían contra la población nativa. Sostener que los jesuitas actuaron como defensores de una causa anticolonialista es absurda y carece de objetividad: baste leer al jesuita Pablo José de Arriaga: Extirpación de la idolatría del Piru (1620), para darnos cuenta que los jesuitas actuaron como eficientes represores del sistema colonial occidental para eliminar la religiosidad nativa.
Fig. 1 Carátula de libro Y no hay remedio, donde se detalla el juicio de tierras que libró Guamán Poma de Ayala en Huamanga. |
Esta débil argumentación, de jesuitas como agentes de sublevación anticolonial, se ve alimentada por una falacia ad hominen sostenida por Laurencich (2009:11), afirmando que al divulgar el manuscrito napolitano en el Perú “podría ser (…) peligroso, [no sabía] ni en que avispero me iba a meter”. Argumenta que fue amenazada de muerte “por haber matado a Guamán Poma” (sic). Si bien esto causa hilaridad por lo absurdo y grotesco de la trama a que se apela para la defensa del manuscrito napolitano, es necesario que la propietaria del manuscrito permita al peritaje especializado independiente, para someterla a pruebas más exhaustivas y precisas.
Estudiar los contextos interpretativos de la obra de Blas Valera continúa siendo una tarea fragmentaria e incompleta. De su obra sólo se conoce por las citas que hizo el Inca Garcilaso de la Vega en sus Comentarios Reales de los incas y por su probable autoría de la Relación anónima: Costumbres antiguas del Perú. Anello Oliva (1998: f. 82r) menciona que existía un Vocabulario antiguo “de mano” que pertenecía a Valera. No existe corpus de su obra completa, ésta aún se halla extraviada.
En torno a la publicación del manuscrito napolitano nos hemos formulado las siguientes interrogantes: ¿Cuál es la finalidad por presentarnos una visión extrínseca del pasado inca? ¿Está invalidado Felipe Guamán Poma de Ayala como autor de la Nueva Crónica y Buen Gobierno? ¿Existe adulteración histórica en el manuscrito napolitano?
Nuestras hipótesis iniciales fueron: 1) Contiene tópicos discursivos muy modernos sobre alteridad y conciencia histórica; 2) Los conceptos de historicidad que se infieren del documento inducen a sospechar de un fraude histórico.
MATERIAL Y METODO
Para nuestro estudio sólo hemos utilizado el texto editado por la Municipalidad de Chachapoyas en el año 2009, que muestra algunas partes facsimilares de la grafía con que fue escrita.
El análisis de la autenticidad del manuscrito perteneciente al archivo particular de Clara Miccinelli, sólo muestra información unilateral. En el manuscrito napolitano se informa del fechado en carbono 14 de elementos textiles, metal y papel. Las fechas obtenidas son: 1450, 1533 y 1600, esto no prueba la autenticidad de los textiles y metales, considerando que estos elementos pudieron haber sido sacados del Perú en diferentes fechas y llevados a Nápoles. Sobre la datación del papel se señala que pudieron haberse utilizado sobrantes de fechas cercanas al año 1600. Ante esta duda, es necesario tomar en cuenta la solicitud de Juan Carlos Estenssoro para realizarse distintas pruebas de autenticidad en laboratorios independientes.
La metodología interpretativa mediante el análisis documental sirvió para confrontar las diversas crónicas de la época con el manuscrito napolitano. La observación minuciosa y la revisión de la grafía, la puntuación y semántica del discurso, nos permitió contextualizar el discurso histórico.
El desmontaje de ideas ubicando lo diacrónico y sincrónico del discurso histórico contenido en el manuscrito napolitano se asoció con la crítica de las ideas relacionadas a la interpretación del texto histórico.
Recurrimos a técnicas de análisis documental: el análisis contextual detallado de datos históricos que aportan al estudio, la comparación de datos que se recogen en otros documentos coloniales, y, la comparación de las traducciones y definiciones del runasimi de los siglos XVI y XVII.
RESULTADOS
Sostener que bajo el dominio colonial hispano hubo ideas sobre historicidad resulta polémico, ya que no existe fuente manuscrita que evidencie dicha conjetura. La idea de historicidad refiere a la condición que toma el ser dentro de la línea de acontecimientos, incluye la cotidianeidad misma como presencia inmediata del “estar-ahí”. Su definición ontológica se asocia a una condición de temporalidad, la cual describe una línea de sucesos que sólo puede percibirse tomando como referencia la evolución del ser dentro de su propia condición de existencia. Mandelbaum, citado por Ferrater (2004: 1663), indica que el historicismo es una creencia sobre la posibilidad de comprensión acerca de la naturaleza de un fenómeno y del logro de un juicio de valor en términos del lugar ocupado y su importancia en el proceso mismo. Esta idea puede percibirse en el manuscrito napolitano; existen elementos culturales y pensamientos que describen conciencia de historicidad, las cuales conducen a una versión distorsionada de la historia del Tawantinsuyu.
En el manuscrito napolitano hay descripción del funcionamiento de quipus que se denominan “quipus regales”, cuya arquitectura no coincide con ninguno de los ya conocidos. Se sostiene que la información sobre el pasado inca provendría de dichos quipus, cuya decodificación fue un “arte secreto”. El autor o autores del manuscrito napolitano indican haberlos interpretado y revelado sus secretos, labor destinada sólo a los audaces. En (2009: 163) resalta: “Por eso te he contado tu verdadera historia, tu verdadera cultura encerrada en quipus reales, tus verdaderas leyendas sin oropeles y también tu verdadera e infame destrucción perpetrada con engaño.” Condición que induce a suponer que hubo una historia oculta y que el autor tiene intención de develar. En (2009: 136) el autor escribe: “...yo mismo escribí estos papeles, en los que refiero la sabiduría de un pueblo”. La idea de conciencia histórica (2009: 139) puede leerse en el siguiente párrafo:
No debe causar sorpresa si me atrevo a revelar algo tan sagrado; de otra manera, con la destrucción de los quipus reales o de huacas, llevada a cabo por los frailes, y por sacerdotes de templos y tumbas, no quedaría nada de una cultura digna de pasar también al umbral de la historia.
A lo largo del manuscrito napolitano se percibe un razonamiento en tercera persona de la propia condición histórica, -una alteridad que refiere a “ellos, los indios”- muy distinta a cualquier crónica escrita por mestizos o nativos, baste con leer lo siguiente (2009:158) “Escribid vuestra historia para que todo el mundo os entienda, con el fin de que [a propósito, el “dequeísmo” es propio en uso del español latinoamericano a partir de la independencia] sirva como ejemplo a quienes vendrán en los siglos futuros.” Un criterio de conciencia histórica que trasciende fronteras temporales para afirmar una sabiduría que aún no es reconocida como yachay. Esto nos lleva a la idea sobre el “yo histórico” como identidad y el reconocimiento de “los otros”, quienes aún no han logrado un proceso de afirmación histórica.
La idea de alteridad implica la construcción del sí mismo, necesariamente supone el reconocimiento de la existencia de "otros" en un doble sentido. Los otros, son aquellos cuyas opiniones acerca de nosotros, internalizamos. Pero también son aquellos con respecto a los cuales el “sí mismo” se diferencia, y adquiere su carácter distintivo y específico. El primer sentido significa que nuestra autoimagen total implica nuestras relaciones con otras personas y su evaluación entre nosotros. El contexto de su pertinencia se asocia a la condición de dominadores o dominados. En el manuscrito es evidente la presencia de contextos de alteridad cultural en la construcción del discurso narrativo histórico sobre el pasado inca, lo narra un sujeto que afirma ser Chachapoya, pero que presenta elementos culturales propios de la Costa Central del Perú.
Hay presencia de elementos culturales extraños en el manuscrito, sobre todo en la arquitectura de los “quipus regales” y de significados asignados al tocapu. Aparte de señalar una arquitectura silábica propia del castellano para los quipus, propone un tipo de tocapu denominado ticcisimi, que operan como palabras-fundamentos en la composición comunicativa de la simbología inca. No se ha podido demostrar que funcionen de dicha manera, si esto fuera cierto, ya se hubieran traducido bajo dicho sistema distintos tocapu que aparecen en ceramios, textiles y queros de época inca.
En el manuscrito (2009:164) se propone que existió una escritura muy distinta al sistema occidental. Señala que existió manipulación de la información sobre la arquitectura del quipu. Se escribe:
Los dominadores [españoles] pretenden que [nosotros] pasemos a la historia como un pueblo inculto y sin escritura, es decir, sin cultura. En cambio los ticcisimi y símbolos de los quipus reales anudados en los cordeles eran una auténtica escritura secreta capaz de plasmar las frases, los pensamientos, la inspiración y el artem ocultam. Te los he devuelto violando sus secretos.
Esta afirmación se acompaña con textos que no pertenecen a la tradición inca, sino provienen de la provincia de Huarochirí, cuyos sistemas culturales y religiosos son diferentes a los cuzqueños.
El manuscrito (2009:172) presenta conflictos de verosimilitud que generan serias dudas sobre su autenticidad. Puede leerse la afirmación de un supuesto Blas Valera sosteniendo ser el verdadero autor de la Nueva Crónica y Buen Gobierno y que Guamán Poma sería sólo un testaferro, quién prestó su nombre para esconder a sus “verdaderos autores”: religiosos de la orden jesuita. Esta condición quedaba prescrita mediante un contrato (2009: 235) suscrito entre Valera y el cronista de Lucanas. El texto del supuesto contrato es el siguiente:
Cuando volví de España a mi tierra, encontré al Hermano G.R., a quien revelé mi intención de escribir una obra bajo otro nombre. Él me habló del antes mencionado indio Guamán Poma como posible testaferro; me dijo también que él le había hecho unos dibujos para ciertas controversias jurídicas suyas. El hermano G. lo contactó y él aceptó la propuesta a cambio de una carreta con caballo. Pero su índole se manifestó pronto: de hecho Guamán le pidió al Hermano G., a cambio de silencio, que realizará numerosas acuarelas para que él pudiese pasarlas como suyas a un discípulo de Pedro Nolasco. El Hermano G. lo contentó, pero como las exigencias del indio, además vanaglorioso y causídico, se repitieron y fueron de todo tipo decidió posteriormente que suscribiera un contrato, que yo he guardado en un pequeño lugar secreto.
Un contrato de índole privada es posible en 1616, pero señalar que un acuerdo de voluntades para guardar el anonimato de una carta-crónica, que acusa de los abusos a la burocracia colonial ante el rey de España y que luego será sometida a la inminente censura, es un absurdo que genera muchas dudas sobre la supuesta autoría de religiosos. Se caricaturiza a Guamán Poma como incapaz de escribir y dibujar sus propias visiones del Tawantinsuyu y sus testimonios de los abusos que se cometían bajo el yugo colonial hispano. Por tomar un ejemplo de la originalidad de lo que escribe Guamán Poma, está su descripción de las cuatro “edades de indios” (1980:41-61) detalla la secuencia temporal: Wari Wiracocha runa, Wari runa, Purun runa y Auca runa, hitos que describían la organización social y política antes del Tawantinsuyu en la provincia de Huamanga, la que quedó registrada en pinturas de iglesias de la región.
Al culminar un detallado análisis lingüístico de palabras mostradas en la segunda parte del manuscrito, inmediatamente notamos presencia de asincronía histórica, hay palabras impropias para el uso normal del siglo XVII. Señalamos las siguientes: a) «Vírgenes del Sol» (261); «genocidium» (265); «jeroglífico» (264, 269); «Tartaria» (266); «lana alpacae» (264), «puñado de blancos» (268); «adictos a la coca» (268); «auqui-señor» (261), «clítoris» (268). [la misma voz “dominadores”, es de un uso político impropio del s. XVII] [la frase “controversias jurídicas”, no es parte del lenguaje jurídico de la época]
Como sabemos, «genocidium» apareció después de 1945, ésta no aparece registrada en ningún texto latín escrito entre los siglos XVI-XVII. «Clítoris» tiene un uso moderno, cercano a Freud, ya que en el siglo XVII se le señalaba como partes “pudendas”; no se utilizó el término alpaca sino hasta mediados del siglo XIX, los hispanos se referían a ellas como “carneros de tierra” y los cuzqueños para distinguirla como un tipo especial de camélido, la nombraban como “paco”. En el caso de “adicción” a la coca, no guarda relación con las costumbres antiguas, de consumirla ceremonialmente y sólo en ciertas ocasiones especiales, no era una hoja de consumo constante, la idea de “adicción” es relativamente contemporánea.
MATERIAL Y METODO
Para nuestro estudio sólo hemos utilizado el texto editado por la Municipalidad de Chachapoyas en el año 2009, que muestra algunas partes facsimilares de la grafía con que fue escrita.
El análisis de la autenticidad del manuscrito perteneciente al archivo particular de Clara Miccinelli, sólo muestra información unilateral. En el manuscrito napolitano se informa del fechado en carbono 14 de elementos textiles, metal y papel. Las fechas obtenidas son: 1450, 1533 y 1600, esto no prueba la autenticidad de los textiles y metales, considerando que estos elementos pudieron haber sido sacados del Perú en diferentes fechas y llevados a Nápoles. Sobre la datación del papel se señala que pudieron haberse utilizado sobrantes de fechas cercanas al año 1600. Ante esta duda, es necesario tomar en cuenta la solicitud de Juan Carlos Estenssoro para realizarse distintas pruebas de autenticidad en laboratorios independientes.
La metodología interpretativa mediante el análisis documental sirvió para confrontar las diversas crónicas de la época con el manuscrito napolitano. La observación minuciosa y la revisión de la grafía, la puntuación y semántica del discurso, nos permitió contextualizar el discurso histórico.
El desmontaje de ideas ubicando lo diacrónico y sincrónico del discurso histórico contenido en el manuscrito napolitano se asoció con la crítica de las ideas relacionadas a la interpretación del texto histórico.
Recurrimos a técnicas de análisis documental: el análisis contextual detallado de datos históricos que aportan al estudio, la comparación de datos que se recogen en otros documentos coloniales, y, la comparación de las traducciones y definiciones del runasimi de los siglos XVI y XVII.
Fig. 2. Caratulas del manuscrito napolitano. |
Sostener que bajo el dominio colonial hispano hubo ideas sobre historicidad resulta polémico, ya que no existe fuente manuscrita que evidencie dicha conjetura. La idea de historicidad refiere a la condición que toma el ser dentro de la línea de acontecimientos, incluye la cotidianeidad misma como presencia inmediata del “estar-ahí”. Su definición ontológica se asocia a una condición de temporalidad, la cual describe una línea de sucesos que sólo puede percibirse tomando como referencia la evolución del ser dentro de su propia condición de existencia. Mandelbaum, citado por Ferrater (2004: 1663), indica que el historicismo es una creencia sobre la posibilidad de comprensión acerca de la naturaleza de un fenómeno y del logro de un juicio de valor en términos del lugar ocupado y su importancia en el proceso mismo. Esta idea puede percibirse en el manuscrito napolitano; existen elementos culturales y pensamientos que describen conciencia de historicidad, las cuales conducen a una versión distorsionada de la historia del Tawantinsuyu.
En el manuscrito napolitano hay descripción del funcionamiento de quipus que se denominan “quipus regales”, cuya arquitectura no coincide con ninguno de los ya conocidos. Se sostiene que la información sobre el pasado inca provendría de dichos quipus, cuya decodificación fue un “arte secreto”. El autor o autores del manuscrito napolitano indican haberlos interpretado y revelado sus secretos, labor destinada sólo a los audaces. En (2009: 163) resalta: “Por eso te he contado tu verdadera historia, tu verdadera cultura encerrada en quipus reales, tus verdaderas leyendas sin oropeles y también tu verdadera e infame destrucción perpetrada con engaño.” Condición que induce a suponer que hubo una historia oculta y que el autor tiene intención de develar. En (2009: 136) el autor escribe: “...yo mismo escribí estos papeles, en los que refiero la sabiduría de un pueblo”. La idea de conciencia histórica (2009: 139) puede leerse en el siguiente párrafo:
No debe causar sorpresa si me atrevo a revelar algo tan sagrado; de otra manera, con la destrucción de los quipus reales o de huacas, llevada a cabo por los frailes, y por sacerdotes de templos y tumbas, no quedaría nada de una cultura digna de pasar también al umbral de la historia.
A lo largo del manuscrito napolitano se percibe un razonamiento en tercera persona de la propia condición histórica, -una alteridad que refiere a “ellos, los indios”- muy distinta a cualquier crónica escrita por mestizos o nativos, baste con leer lo siguiente (2009:158) “Escribid vuestra historia para que todo el mundo os entienda, con el fin de que [a propósito, el “dequeísmo” es propio en uso del español latinoamericano a partir de la independencia] sirva como ejemplo a quienes vendrán en los siglos futuros.” Un criterio de conciencia histórica que trasciende fronteras temporales para afirmar una sabiduría que aún no es reconocida como yachay. Esto nos lleva a la idea sobre el “yo histórico” como identidad y el reconocimiento de “los otros”, quienes aún no han logrado un proceso de afirmación histórica.
La idea de alteridad implica la construcción del sí mismo, necesariamente supone el reconocimiento de la existencia de "otros" en un doble sentido. Los otros, son aquellos cuyas opiniones acerca de nosotros, internalizamos. Pero también son aquellos con respecto a los cuales el “sí mismo” se diferencia, y adquiere su carácter distintivo y específico. El primer sentido significa que nuestra autoimagen total implica nuestras relaciones con otras personas y su evaluación entre nosotros. El contexto de su pertinencia se asocia a la condición de dominadores o dominados. En el manuscrito es evidente la presencia de contextos de alteridad cultural en la construcción del discurso narrativo histórico sobre el pasado inca, lo narra un sujeto que afirma ser Chachapoya, pero que presenta elementos culturales propios de la Costa Central del Perú.
Hay presencia de elementos culturales extraños en el manuscrito, sobre todo en la arquitectura de los “quipus regales” y de significados asignados al tocapu. Aparte de señalar una arquitectura silábica propia del castellano para los quipus, propone un tipo de tocapu denominado ticcisimi, que operan como palabras-fundamentos en la composición comunicativa de la simbología inca. No se ha podido demostrar que funcionen de dicha manera, si esto fuera cierto, ya se hubieran traducido bajo dicho sistema distintos tocapu que aparecen en ceramios, textiles y queros de época inca.
En el manuscrito (2009:164) se propone que existió una escritura muy distinta al sistema occidental. Señala que existió manipulación de la información sobre la arquitectura del quipu. Se escribe:
Los dominadores [españoles] pretenden que [nosotros] pasemos a la historia como un pueblo inculto y sin escritura, es decir, sin cultura. En cambio los ticcisimi y símbolos de los quipus reales anudados en los cordeles eran una auténtica escritura secreta capaz de plasmar las frases, los pensamientos, la inspiración y el artem ocultam. Te los he devuelto violando sus secretos.
Esta afirmación se acompaña con textos que no pertenecen a la tradición inca, sino provienen de la provincia de Huarochirí, cuyos sistemas culturales y religiosos son diferentes a los cuzqueños.
Fig. 3. Dos facsimilares del manuscrito napolitano, en ellas se presentan “quipus-tocapu” que son distintas a los hallados en la iconografía inca. |
Cuando volví de España a mi tierra, encontré al Hermano G.R., a quien revelé mi intención de escribir una obra bajo otro nombre. Él me habló del antes mencionado indio Guamán Poma como posible testaferro; me dijo también que él le había hecho unos dibujos para ciertas controversias jurídicas suyas. El hermano G. lo contactó y él aceptó la propuesta a cambio de una carreta con caballo. Pero su índole se manifestó pronto: de hecho Guamán le pidió al Hermano G., a cambio de silencio, que realizará numerosas acuarelas para que él pudiese pasarlas como suyas a un discípulo de Pedro Nolasco. El Hermano G. lo contentó, pero como las exigencias del indio, además vanaglorioso y causídico, se repitieron y fueron de todo tipo decidió posteriormente que suscribiera un contrato, que yo he guardado en un pequeño lugar secreto.
Un contrato de índole privada es posible en 1616, pero señalar que un acuerdo de voluntades para guardar el anonimato de una carta-crónica, que acusa de los abusos a la burocracia colonial ante el rey de España y que luego será sometida a la inminente censura, es un absurdo que genera muchas dudas sobre la supuesta autoría de religiosos. Se caricaturiza a Guamán Poma como incapaz de escribir y dibujar sus propias visiones del Tawantinsuyu y sus testimonios de los abusos que se cometían bajo el yugo colonial hispano. Por tomar un ejemplo de la originalidad de lo que escribe Guamán Poma, está su descripción de las cuatro “edades de indios” (1980:41-61) detalla la secuencia temporal: Wari Wiracocha runa, Wari runa, Purun runa y Auca runa, hitos que describían la organización social y política antes del Tawantinsuyu en la provincia de Huamanga, la que quedó registrada en pinturas de iglesias de la región.
Al culminar un detallado análisis lingüístico de palabras mostradas en la segunda parte del manuscrito, inmediatamente notamos presencia de asincronía histórica, hay palabras impropias para el uso normal del siglo XVII. Señalamos las siguientes: a) «Vírgenes del Sol» (261); «genocidium» (265); «jeroglífico» (264, 269); «Tartaria» (266); «lana alpacae» (264), «puñado de blancos» (268); «adictos a la coca» (268); «auqui-señor» (261), «clítoris» (268). [la misma voz “dominadores”, es de un uso político impropio del s. XVII] [la frase “controversias jurídicas”, no es parte del lenguaje jurídico de la época]
Como sabemos, «genocidium» apareció después de 1945, ésta no aparece registrada en ningún texto latín escrito entre los siglos XVI-XVII. «Clítoris» tiene un uso moderno, cercano a Freud, ya que en el siglo XVII se le señalaba como partes “pudendas”; no se utilizó el término alpaca sino hasta mediados del siglo XIX, los hispanos se referían a ellas como “carneros de tierra” y los cuzqueños para distinguirla como un tipo especial de camélido, la nombraban como “paco”. En el caso de “adicción” a la coca, no guarda relación con las costumbres antiguas, de consumirla ceremonialmente y sólo en ciertas ocasiones especiales, no era una hoja de consumo constante, la idea de “adicción” es relativamente contemporánea.
Hay presencia de anacronismos caligráficos y estilísticos en el uso de puntos, comas y comillas que no pertenecen a la escritura del siglo XVII. Se resalta que la sintaxis del runasimi fue escrita por alguien que ignoraba las reglas de composición de las palabras y su estructura en la frase, se denota usos idiomáticos propios de la costa central del Perú. Estenssoro (1998:575) certeramente sostiene que el manuscrito napolitano está construido a la medida de las expectativas contemporáneas, una característica muy típica de quienes adulteran documentos antiguos.
Hay presencia de anacronismos caligráficos y estilísticos en el uso de puntos, comas y comillas que no pertenecen a la escritura del siglo XVII. Se resalta que la sintaxis del runasimi fue escrita por alguien que ignoraba las reglas de composición de las palabras y su estructura en la frase, se denota usos idiomáticos propios de la costa central del Perú. Estenssoro (1998:575) certeramente sostiene que el manuscrito napolitano está construido a la medida de las expectativas contemporáneas, una característica muy típica de quienes adulteran documentos antiguos.
DISCUSION DE RESULTADOS
No hay aceptación de autenticidad del manuscrito napolitano atribuido a Blas Valera y Anello Oliva. Estenssoro (1996); Adorno (1998) y Albó (1998) entre otros, consideran este manuscrito como un fraude, habida cuenta que proviene de un archivo familiar y no se ha sujetado a pruebas exhaustivas por peritos independientes.
Existe gran cantidad de conflictos al compararse con otras crónicas de los siglos XVI y XVII. Empecemos por el análisis de los textos en runasimi, los cuales no guardan relación con la estructura elemental de su composición gramatical, hay demasiada controversia en los significados que alude o construye.
Hay controversia respecto a la pretendida autoría de la Nueva Crónica y Buen Gobierno por Blas Valera. Si Valera fuera el autor, aparecerían las huellas idiomáticas del Aymará, y éstas serían más de Cochabamba, donde supuestamente residió antes de su muerte sucedida en Cádiz el año 1597, rastros lingüísticos que no se observan en el manuscrito. Además, los datos etnográficos que se mencionan en el manuscrito no provienen del Cuzco –donde también residió Valera-, sino de Huarochirí. En favor de la autoría de Guamán Poma está la huella de un fuerte «localismo» de lugares como Huamanga y Lucanas, las cuales desbaratan la hipótesis de una «mano externa jesuita» en la redacción de la Nueva Crónica y Buen Gobierno.
Se ha determinado que los dibujos y textos en la Nueva Crónica y Buen Gobierno se hicieron entre 1590 a 1610, Valera había fallecido en 1597. Si fue una “muerte ficticia” como alegan Laurencich y Miccinelli, Valera no conocía los dibujos e información que elaboró Guamán Poma en dichos años, sobre todo, hay certeza que los dibujos fueron elaborados antes de cada texto. En cada explicación de los dibujos se percibe una “lógica nativa” que difiere con lo que se sabe de Valera, por lo demás, es imposible probar la autoría de los mismos a los jesuitas Gonzalo Ruiz y Juan Antonio Cumis. A esto se agrega que hay más coincidencias entre los dibujos y acuarelas que se muestran en la crónica de Martín de Murúa (1590) (códice Galvín), las cuales tienen una fuerte presencia del trazo de Guamán Poma, la organización discursiva y sus representaciones gráficas coinciden con las de Nueva Crónica y Buen Gobierno.
Fig. 4. Detalle de dibujo de Guamán Poma que señala los “mojones” de propiedad de su familia en Huamanga. |
Los documentos hallados en archivos coloniales de Huamanga (1664) estudiados por Alberdi Vallejo (2010), revelan que los curacas Venito Ramos, Juan Crisóstomo Chilingano Atagualpa Inca y Tomas Atauge Topa Yupanqui Ynga, siguieron el mismo tenor del reclamo del cronista de Lucanas, y se desprende que tuvieron en propiedad la Nueva Crónica y Buen Gobierno, la que fue llevada a España probablemente por Tomas Atauge. Aquí sólo podemos conjeturar la llegada de la Nueva Crónica y Buen Gobierno a España, no sabemos quien o quienes tuvieron su custodia hasta su descubrimiento en 1908 por Richard Pietschmann, en la Biblioteca Real de Copenhague. Quién redactó el manuscrito napolitano debió tener conocimiento de esta obra, ya que en 1936 Paul Rivet había patrocinado una edición facsimilar.
El manuscrito napolitano presenta un discurso narrativo distorsionado sobre el pasado inca, cuyo trasfondo aún está por absolverse. Es necesario descartar la hipótesis de una conspiración anticolonial dirigida por un grupo de jesuitas mestizos que redactó un documento que pretende invalidar la visión etnográfica e historia del Tawantinsuyu, escrita por uno de los peruanos más importantes del siglo XVI.
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* Docente Escuela de Posgrado de la Universidad San Luis Gonzaga (Ica) y Universidad Nacional de Educación (Lima). Perú.
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RUNA YACHACHIY
BERLÍN, 2012
2 comentarios:
¿Sublevando el Virreinato?: Jesuitas italianos en el Virreinato del Perú del Siglo XVII. Gerónimo Pallas (S.I.), Documentos contestatarios a la historiografía tradicional del Perú colonial. Laura Laurencich Minelli y Paulina Numhauser (eds.). — Quito, Ediciones Abya-Yala, 2007, 467 p. y 1 CD Rom. ISBN 978-9978-22-706-0
Saludos estimado A. Skromnitsky: La bibliografía que sugieres ya está consultada y figura al final de este artículo (año 2007). Aunque dicho texto tampoco prueba la autenticidad del manuscrito napolitano, sólo da información sobre la participación de los jesuitas durante la dominación colonial hispana (CD Gerónimo Pallas). Un texto que va en sentido contrario a la idea de los jesuitas como "sublevadores" es del jesuita Pablo José de Arriaga, Extirpación de la idolatria del Piru (sic). Gracias por tu comentario. Víctor Mazzi H.
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