Por: Jesús Cabel.
El Boletín de la Academia Peruana de la
Lengua recientemente ha publicado estas tres cartas halladas por Jesús Cabel en el archivo Luis E. Valcárcel. La difícil situación que nuestro vate vivió en París, muestran sin embargo, su optimismo por lo que se desarrollaba política y culturalmente en el Perú del siglo pasado.
Si nos preguntáramos por el concepto del Perú y los peruanos que tenía César Vallejo, en París, vamos a constatar a lo largo de su correspondencia, que la respuesta no es tan alentadora como quisiéramos, pues palpita en él un resentimiento a flor de labios. Sin embargo, en la comunicación que sostendrá con los poetas y escritores peruanos, a propósito de la edición de los libros de aquéllos, se opera en él un cambio total; hay un tono celebratorio, fraternal y de adhesión espiritual permanentes. Así puede advertirse en las cartas dirigidas a los poetas: José María Eguren (al único que le escribe desde Trujillo, durante su estancia en el Perú), Emilio Armaza, Rafael Méndez Dorich y Juan Luis Velásquez; así como a los escritores: Antenor Orrego, José Carlos Mariátegui y Luis Alberto Sánchez.
Se
ha escrito con justeza[1],
que a partir de estas cartas puede hallarse las claves de los criterios
poéticos y estéticos de Vallejo, que devendrán luego en la posición de éste acerca del compromiso del escritor. Precisamente, el año
de 1926, que lo sorprende enfermo[2],
co-edita con Juan Larrea la revista Favorables,
París, Poema y empieza a interesarse por la política, a partir del proyecto
de edición de la revista Foro. Este
es el año que va a contactarse epistolarmente con los poetas: Alejandro
Peralta, Alcides Spelucín y Emilio Armaza.
Alejandro
Peralta fue uno de los ejes centrales al lado del talentoso Gamaliel Churata[3]
(o Arturo Peralta, su hermano) del movimiento cultural Orkopata, en cuyo trajinar lo encontramos vinculado a los primeros
voceros indigenistas: Boletín Kuntur
y Vórtice (Sicuani), Atusparia (Huaraz), Chiripu y Waraka
(Arequipa), Inty (Huancayo), La Sierra y La Región (Lima),
Puna (Ayaviri) y Boletín Titikaka (Puno), alentados por la célebre revista Amauta de José Carlos Mariátegui.
Referente a Ande de Peralta, hallamos que el indio en su poesía no es un
personaje novelesco ni de ficción, es el autor de un drama cuyo discurrir tiene
como telón de fondo la realidad violenta
y heterogénea del medio, donde hasta la esperanza, como señalara en cierta
oportunidad Manuel González Prada, se le está extirpando. Por eso, Vallejo le escribe: "Siga usted por su vía. Puede estar seguro de
que sus poemas quedarán. Son ellos de los versos que andan y viven. Lo demás
está en los estantes y eso nos tiene sin cuidado". [4]. Por
cierto que no se equivocó.
Su libro Falo responde a esta exigencia fundamental de la vida y del arte. Fuera de este mérito verdaderamente excepcional en estos tiempos, sus versos respiran peruanidad, es decir, humanidad, por anchos y salubres pulmones titikakas. La paja de la jalca vibra en Falo, contra el ventisquero y a favor de la dicha de cancha y cal domésticas. ¡Qué bellas estrofas que revientan blanco, blanco! [5]
A
Spelucín[6]
que no sólo es el compañero integrante de ese movimiento norteño tan importante
e injustamente silenciado, llamado Grupo Norte -del que él
también es uno de sus más ilustres integrantes- , sino del que guarda la
hermandad más sincera y solidaria, le escribe refiriéndose a El libro de la
Nave Dorada:
Tu libro es un libro maestro, que servirá de guía espiritual a los mozos de América. Creo que no hay precedente en el continente de una obra primigenia de tanto dominio en la técnica y de tan acabada maestría verbal. Tu libro es una obra clásica en el sentido de perfección de la palabra [7].
En
febrero de 1928 escribe a Rafael Méndez Dorich: "He leído tus poemas y sé que hay en ti un poeta
cazador de tiempo y poesía limpia. Insiste, persiste y verás que las palabras
llegan cuando se les llama muy temprano..." [8]
En
ese mismo año, envía una carta a José Varallanos, desde Moscú disculpándose de no haberlo hecho
antes, pues ha estado fuera de París. Escribe: "Ahora lo hago felicitándolo por el coraje de su
estética y por los reales granos de buena poesía, que hay en su obra." [9]
Expresiones
de esta naturaleza, vamos a encontrar en la misiva dirigida a Nazario Chávez
Aliaga, en relación a su libro Parábolas del Ande.
No sé la edad civil en que usted ha escrito sus poemas, que denuncian una edad espiritual verdaderamente madura. Reposada cesura de periodo, desarrollo procesional y tranquilo de la alegría y del dolor, discurso doctrinal sin disgresión ni aparato, solidez casi clásica del espinazo que ama y odia y del carpo que avanza y permanece. Proclama de bastos, arenga de copas, cada poema suyo emborracha y aporrea, tunde en la historia, apasiona en el instante[10]
De
estas misivas dirigidas expresamente a los poetas, hay que rescatar no sólo la
cordialidad de Vallejo para responder u opinar, sino también su preocupación
por dar a conocer en París lo que éstos producían, convirtiéndose así en el
difusor y promotor secreto de los poetas peruanos y
sus libros. Como puede
apreciarse, no adopta posturas para alentarlos a que continúen escribiendo ni
escatima esfuerzos para mostrar su admiración por ellos. Vallejo es
transparente, humano, sensible y sobre todo, poeta.
Otro
de los grandes amigos de César Vallejo, fue indiscutiblemente el poeta Juan
Luis Velásquez[11], el inolvidable autor de El
perfil de frente (1924), quien desde su llegada a París en los primeros
días de febrero de 1927, es recibido por Vallejo con la fraternidad del hermano
mayor, considerando que éste era 11 años mayor que aquél. En una de las cartas,
específicamente la de 1936, que es cuando Velásquez se encuentra nuevamente en
Lima, Vallejo muestra en reiteradas oportunidades su preocupación por la vida
política y cultural del país, así como su deseo de «volver cuanto antes al Perú»[12],
y en la última carta que le escribiera a Juan Luis, del 31 de mayo de 1937, le
confirma: "He leído tus poemas con el fraternal interés
que todo lo que haces me despierta. Ardo en ganas de ver el conjunto de tu producto
intelectual." En
esa misma carta, Vallejo sostendrá: "A mi modo de ver, todo el secreto del destino
social del escritor sobre todo, está en eso: en saber a ciencia cierta lo que
quiere y puede hacer. Definido este enunciado previo, lo demás viene por
añadidura".[13]
Gran
parte de estas preocupaciones, que tiene que ver, incluso, con su decisión
personal como poeta, en cuanto a la publicación de sus poemas, pueden
encontrarse también en las cartas dirigidas a Luis Alberto Sánchez. En una de
ellas, le escribe:
Me admira de veras su tenaz e inteligente actividad. He leído y leo siempre, con el cariño más fraternal, cuanto escribe usted: sus libros, sus crónicas y ensayos. Palpita en todos ellos una creciente inquietud y una capacidad visual y reflexiva extraordinaria en el Perú. [14]
En
otra misiva, le expresará a Sánchez, que es lamentable que no asista al «Segundo
Congreso Internacional de Escritores para la Defensa de la Cultura», pero «...
tu nombre queda siempre vinculado a los trabajos y a las conclusiones del
Congreso. Sabemos que estás con la causa
mundial de la cultura, viejo
defensor como eres de sus más puros destinos en nuestra América»[15]; y
en una última carta del 10 de enero de 1938, le manifiesta que de acuerdo a las
instrucciones de Orrego y Spelucín, «hemos iniciado aquí los trabajos
encaminados al desarrollo de una enérgica campaña por las libertades en el Perú».[16]
Es
conveniente, por otro lado, tener una idea de lo que sucedía en nuestro país en
el lapso epistolar de Vallejo con los poetas peruanos. Empezó entonces –escribe el maestro Estuardo Núñez- una
etapa desoladora en la cultura del país, una especie de colapso cultural.
Además de que no aparecían revistas culturales y los periódicos habían
suprimido suplementos de esa índole, estaban cerradas las salas de
conferencias, las instituciones asimismo en crisis, no funcionaban galerías de
arte o salas de conciertos, y entre otras realidades como la restricción de la
importación de libros, se habían clausurado varias universidades del Estado.
Sólo subsistía en Lima una universidad
particular. La depresión era general y la vida intelectual paralizada.
Como podrá deducirse, entre la etapa convulsa
europea que soportaba Vallejo y la anárquica que se imponía en nuestro medio
¿qué esperaba? «En
el alma de Vallejo –continúa el maestro Núñez- se
abría otro frente de angustia y desazón. El Perú y España se habían convertido
en dos campos divergentes dentro de
la inquietud social
de Vallejo. El poeta quedaba sin asidero en su normalidad
anímica. Antiguos proyectos de seguir viviendo en España o regresar al Perú
dejaban de tener sentido.[17]
Estas
misivas, concluimos, no sólo prueban el gran respeto que Vallejo sentía por la
obra de los poetas y escritores peruanos –las cartas a Orrego y Mariátegui son
pruebas irrefutables-, su evolución como poeta inmerso ya en problemas
políticos, adscrito al partido Comunista, sino también y fundamentalmente, su
gran preocupación y solidaridad[18]
por nuestro país, del que sin duda, sintió, padeció y vivió en lo más hondo de
su vida y de su obra, tal como lo ha señalado Américo Ferrari: «Tres criterios
podrían servir de hilos conductores para rastrear la presencia del Perú en esta
poesía: el lenguaje del poeta, la temática nuclear de cierto número de poemas,
y las alusiones o referencias al Perú o a aspectos, gentes y cosas de la tierra
dispersa a todo lo largo de la obra, que no constituyen forzosamente el tema central de un poema, pero que por eso mismo,
por incrustarse sorpresivamente en un texto que a veces habla de otra cosa, como fragmentos de
nostalgia, de pesadumbre o de esperanza proyectados desde
lejos, poseen un
fuerte valor referencial», para concluir: «El Perú es ya
totalmente del mundo y su presencia en esta poesía es realmente universal».[19]
En estas tres cartas inéditas a la fecha, Vallejo se dirige al insigne
historiador Luis E. Valcárcel, autor no solo de la Historia del Perú Antiguo sino de la Ruta cultural del Perú, libro tan leído como Siete ensayos de interpretación
de la realidad peruana de José Carlos Mariátegui, el editor también de su Tempestad en los andes, obras que son
claves para entender mejor al Perú de ayer y de siempre. En estas cartas,
Vallejo reafirma su fe «por los trances, pasados y presentes, de mi raza» que
están ligados a la arqueología e historia, solidarizándose «plenamente con sus
esfuerzos al servicio de los valores y derroteros indígenas de nuestro pueblo».
Si consideramos que la última misiva escrita por Vallejo fue dirigida a
Luis José de Orbegoso, el 15 de marzo de 1938 y que posteriormente no se
conocen otras de fechas posteriores, la dirigida a Luis E. Valcárcel el 2 de
febrero de 1938 es la penúltima que en vida redactó el poeta. Aquí se vuelve al
viejo tema del regreso al Perú, tantas veces frustrado por diferentes
circunstancias, en este caso resulta revelador que él mismo concluya: «a juzgar
por el fracaso de la persona encargada de gestionar mi pasaje», presentándose
como alternativa el nuevo proyecto de publicar una revista «sin esperar mi
llegada a Lima». Proyecto que, finalmente, no se realizará por la inexplicable
desaparición física del poeta pero que nos deja una gran lección de amor,
vocación y solidaridad con el Perú, los peruanos y su historia.
Carta 01
París, 15 Marzo 1936
Querido compañero:
Correspondo a sus noticias de 6 de Enero último, y le agradezco
inmensamente los folletos y revistas que se ha servido usted enviarme.
Me
doy cuenta de la lucha que debe usted sostener allí con las tinieblas y
concupiscencia criollas, para llevar a cabo la empresa nacionalista de verdad
en que está usted empeñado. Todos los légamos de que me habla usted, los
conozco. Admiro, por eso, su tesón y su energía, para no huir para siempre,
como usted dice, de ese mundo emponzoñado. ¡Y estoy seguro de que no huirá
usted! Yo me solidarizo plenamente con sus esfuerzos al servicio de los valores
y derroteros indígenas de nuestro pueblo. El interés que siento por un tal
empeño procede de una convicción tanto más entrañablemente humana, cuanto que
ésta se apoya, me
parece, sobre conclusiones científicas de
curso universal y corriente en nuestros días y que ya solo unos pocos
reaccionarios recalcitrantes o interesados, continúan negando o discutiendo.
Mándeme su próximo libro y todo cuanto cree usted que puede interesarme
sobre nuestra historia y nuestra raza. Pienso dar algunas cosas suyas al
francés, pero hacen falta fotos para los periódicos. Trate de enviarme todas
las que pueda.
Las
dos manos cordiales de su amigo.
César Vallejo.
Carta 02
París, 7 diciembre 1935
Querido compañero:
Sigo con un cordial y vivo interés su labor a
la cabeza del Museo Nacional de Lima, de sus penetrantes artículos y
comentarios sobre nuestra arqueología y nuestra historia. Alguna vez he citado
su nombre en algún artículo mío publicado en un periódico de París. En fin, me intereso
entrañablemente por los trances, pasados y presentes, de mi raza: demás está
decirle que me siento ligado, también
entrañablemente, a los esfuerzos de recreación nacional de todos los que, como
usted, ven en nuestra tradición secular y en la carne viva de los Andes, uno de
los principales trampolines de un Perú que vendrá.
Mándeme sus artículos. Mándeme su revista del
Museo. Mándeme lo que estime y me pueda hacer aquí la propaganda de nuestra
historia y arqueología. Yo haré aquí lo que pueda, coordinándome con ustedes.
Puede usted dirigir sus cartas a la Legación del Perú en París.
Un apretón de manos.
César Vallejo
Me olvidaba: mándeme noticias, documentos, fotos y estudios traducibles al francés.
Carta 03
París, 2 de febrero 1938
Querido compañero:
Con ansiedad esperaba sus noticias, que, al fin, he recibido hace tres
días.
Le agradezco cuanto me comunica en lo que toca a mí proyectado viaje al Perú, viaje que, a juzgar por el fracaso de la persona encargada de gestionar mi pasaje, creo que se verá postergado por algunos meses.
Lo felicito por su viaje al Uruguay. De todos modos, él le proporciona ocasión de propagar los valores vernáculos de nuestra historia, que es la historia de América. Los ajetreos y cansancios de la travesía están compensados con el precioso fin de ese cursillo.
Tomo nota de lo que me dice usted sobre la situación peruana en orden a
la coyuntura internacional. Sus informes me han despejado más de una incógnita
al respecto.
En lo que concierne a nuestra revista en perspectiva, sus noticias son,
igualmente, muy estimulantes. A este propósito, me parece que, dada la
dificultad que por ahora se presenta para realizar mi viaje, convendría
afrontar la publicación de la revista inmediatamente y sin esperar mi llegada a
Lima. Es decir, creo que usted y Barrantes Castro podrían publicarla de acuerdo
con los grandes lineamientos planeados con usted aquí y sobre la base de mi
cooperación desde aquí. Más aún: de París, podría yo colaborar con ustedes en
forma, en cierto modo más útil, sirviéndonos del correo aéreo. Un material
enorme, fresco y bien escogido tendría de esta manera, la revista. En suma, este
procedimiento me parece, en principio, por ahora, susceptible de ser, por lo
menos, estudiado. Contésteme lo que ustedes piensan, pero cuanto antes.
Hablando con Tristan Tzara, se me ocurre que un viaje de este amigo a
América, podría sernos útil, desde el punto de vista de las ideas universales
que nos son comunes. Le ruego, por eso, tentar con la dirección de la
Universidad de Montevideo, que Tzara sea invitado para un ciclo de conferencias
en ese claustro, De allí, Tzara pasaría a Buenos Aires y luego a Chile, al
Perú, Ecuador, Colombia y Cuba.
Naturalmente, la gestión personal de usted habría que hacerla aprovechando su permanencia en Montevideo, a fin de ganar tiempo. Ojalá me conteste usted pronto sobre el particular y con buenas noticias. Sobre la personalidad de Tzara, creo que sería obvio que usted insista cerca de la Universidad uruguaya, dado que se trata de uno de los escritores de mayor irradiación mundial en estos momentos.
Naturalmente, la gestión personal de usted habría que hacerla aprovechando su permanencia en Montevideo, a fin de ganar tiempo. Ojalá me conteste usted pronto sobre el particular y con buenas noticias. Sobre la personalidad de Tzara, creo que sería obvio que usted insista cerca de la Universidad uruguaya, dado que se trata de uno de los escritores de mayor irradiación mundial en estos momentos.
Me promete usted escribirme de Buenos Aires. Espero estas noticias con
vivo interés. Yo volveré a escribirle ya a Lima.
En cuanto a lo que le digo sobre la revista, todo es cuestión de ponerse
de acuerdo. Esto, mientras se posibilite mi viaje, desde luego.
Cumplí con su encargo para González.
Si ve usted a Muelle, dele muchos recuerdos de mi parte.
¿Qué
piensa Beltroy sobre todas las cuestiones que nos interesan y de las cuales
hemos hablado en París?
Mi señora corresponde afectuosamente sus atentos saludos y, en espera de
sus nuevas cartas, le abraza fraternalmente su amigo y compañero.
César Vallejo
NOTAS
[1] David Sobrevilla. César Vallejo
poeta nacional y universal y otros trabajos vallejianos. Lima, Amaru Editores,
1994. p. 207. Revísese su utilísimo
libro: Introducción Bibliográfica a César Vallejo. Lima: Amaru Editores,
1995. 143 p.
[2] COYNÉ, André. César Vallejo. Buenos Aires: Ediciones Nueva
Visión, 1968. p. 275. Revísese su: Medio Siglo con Vallejo. Lima:
Pontificia Universidad Católica del Perú, 1999. 728 p.
[3] Gamaliel Churata no sólo fue el organizador del movimiento cultural Orkopata; sino también el director de Editorial Titikaka/Boletín; su órgano de expresión, en el que puede verificarse la gran
acogida que tuviera el libro Ande de Alejandro Peralta.
[4] «Editorial Titikaka / Boletín». Puno, setiembre, 1926. pp. 12-13. En
1997 Dante Cúneo y Juan Alberto Osorio han realizado una edición facsimilar de
este Boletín, que comprende los 24 primeros números.
[6] Alcides Spelucín le ha dedicado el libro: Contribución al
conocimiento de César Vallejo. (Trujillo: Ediciones SEA, 1989. 106 pp.),
cuyo texto apareció en «Aula Vallejo». II, 2,3-4. Córdoba, Argentina, 1963.
[9] Correspondencia completa/ p. 307. Vallejo se refiere al libro: El
hombre del Ande que asesinó su esperanza.
[10] CHÁVEZ ALIAGA, Nazario. Autobiografía. Lima: Talleres Gráficos
de la Librería Editorial Minerva. 1973. p. 402.
[11] Léase el
excelente libro: «Juan Luis: el poeta incomunicado. (Lima: Edición de la Asociación
Cultural El Ultimo Jueves», 1995, 89 pp.), escrito por el poeta,
ensayista y maestro universitario Manuel Velásquez Rojas, hijo del insigne poeta piurano.
[15] Ibid, p. 463.
[16] Ibídem, p. 464.
[17] NUÑEZ, Estuardo. “Vallejo y el Perú: los difíciles años treinta”. En: Intensidad
y altura de César Vallejo. Lima: Pontificia Universidad Católica del Perú,
1993. pp. 59-61.[Ricardo González Vigil Editor]
[18] Nadia
Podleskis Feiss en: La solidaridad en la poesía de César Vallejo; postula que la solidaridad plena implica una idea de comunidad; y que esta posición que asume Vallejo es cuando ya había asumido la ideología comunista; (p. 127). En: César Vallejo/
Varios. Lima: Universidad Ricardo Palma, 1994. 163 pp.
[19] Américo Ferrari: «El
Perú en la poesía de César Vallejo» pp.
77-86. En: César Vallejo / Vida y obra. Lima: Amaru Editores, 1924. 211 pp. (Roland Forgues Editor)
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