Víctor Mazzi Huaycucho y el Hamut’ay-yachay, la filosofía en el Tawantisuyo.
El profesor universitario Víctor Mazzi Huaycucho se ha dado
la difícil tarea de dar respuesta a la inquietud que se tenía por el
raciocinio, la reflexión epistémica, a veces se mencionaba un pensamiento pre
hispánico. Antes había publicado ya sus primeros textos donde muestra a un
pensador narrado por el cronista indio Waman Puma (Mazzi, 1994); luego pondría
a discusión el tema del mito y la racionalidad en el Manuscrito de Huarochirí
(Mazzi, 1995), donde menciona que entre los mitos del manuscrito Dioses y Hombres de Huarochirí
-traducción de J. M. Arguedas- se hallan más que atisbos de pensamiento
racional, por ejemplo unidades reflexivas en el diálogo entre zorros, hipótesis
que presenta en diversos congresos de filosofía latinoamericana y/o pensamiento
andino.
Así, a lo largo de varios lustros, en un trabajo incesante
ha ido cuajando, macerando, fabricando las cerca de cuatrocientas páginas de su
libro cuyo título lo explica en síntesis, INKAS
Y FILÓSOFOS. Posturas, teorías, estudio de fuentes y reinterpretación.
Lima. Ediciones Autor-editor, 2016.
Sin temor afirmamos que resulta un libro importante porque,
primero, desbroza y muestra a la vez el camino y las huellas existentes de un
filosofar distinto a la tradición griega (paradigma del pensamiento
predominante); segundo, confirma la existencia de un pensamiento racional y
reflexivo que se generó en el mismo Tawantisuyu.
El libro tiene cerca de 400 páginas, caracteres de 10
puntos, es longo y no alongado, a 12 puntos superaría las 500 páginas; consta
de cuatro partes: posturas, teorías, estudio de fuentes y reinterpretación,
señaladas en el subtítulo de la portada; y contiene pusaq -ocho- capítulos, un epílogo, y una detallada relación de
fuentes consultadas. Y como bien dice Gustavo Flores Quelopana, en su
crítica al libro, si éste no dijera cosas de sumo interés sería factible de ser
abandonada su lectura en los primeros capítulos, lo cual no sucede con los que
ya lo hemos leído.
Desde la introducción, el autor nos da a entender que este
volumen resulta sólo un resumen para fundamentar la existencia de filosofía en
el Tawantisuyu “enfocado desde la perspectiva de alteridad como posible
filosofía intercultural”. Además, se afirma que las evidencias de cultores y de
fragmentos del ejercicio del pensar en tiempo de los incas han quedado
registradas en los khipu, no en cualquiera, en una clase de khipu que el autor
denomina narrativos.
Ello nos lleva a entender que la tipificación de los khipu
es diferente al común conocido. Entonces, ¿de qué nos habla Mazzi? ¿Qué son los
khipu? ¿Artefactos capaces de contener registro de textos narrativos, de
discursos temáticos, de ideas base para entender el mundo conocido de la época,
y no sólo un mero registro cuantitativo? La lectura de esta obra nos hará notar
que la decodificación de los khipu permite conocer en su soporte de cuerdas un registro
de canciones, descripciones diversas, hechos históricos e historias de vida de
los Inkas.
Luego, la decodificación implica una lectura (valga el
redunde) de códigos que nos descifrará cierta información. Y si podemos decodificar
información, sin duda que estaríamos haciendo algo similar a leer. ¿Leyendo? En
verdad se estaría interpretando, entonces es obvio que el autor está afirmando
que los Khipus son un sistema comunicativo y registral diferente de la
escritura alfabética conocida, más sin duda alguna cumple dicho rol. Flores
Quelopana coincide que es “comunicación tridimensional”. Este es el primer gran
aporte de la obra Inkas y Filósofos.
La sustentación de la existencia de un sistema de comunicación que permitió
preservar información diversa obtenida de modo objetivo y subjetivo, en un
medio y soporte no convencionales a la tinta y el papel sino compuesto de
cuerdas y colores, resulta un gran hallazgo, sistema que estuvo complementado
por las quillqa y tukapu.
¿Qué lleva a Mazzi a toparse con este peculiar y diferente
sistema comunicativo y registral? Simple, la necesidad de sustentar la existencia
de la filosofía en el Tawantisuyo. Uno, era necesario ubicar las fuentes donde
encontrar los textos que evidencien el ejercicio del filosofar en tiempo del
Inka, el testimonio de los cronistas no bastaba, se requería sustentar lo que
aquellos decían. Dos, los académicos y los rigores de la Academia de la
filosofía exigen no sólo activación y adecuación de un idioma propicio, también
plantean el requisito de un sistema de escritura sólido que permita preservar
las nociones reflexivas y su correspondiente divulgación, sin divulgar no es
posible conocerlas, no se daría la confrontación de las dichas nociones epistémicas,
gnoseológicas etc. El autor supo del runasimi pero no de lo que se debía
conocer como su escritura, por ello ante una propuesta del ejercicio de
filosofar con código diferente a lo establecido por los griegos, en un idioma no
autorizado, con muestras reales de avanzada tecnología desconocida en occidente
como la hidráulica, la de construcción, las del agro, etc.; se motivó a buscar
un sistema comunicativo distinto que resultó ser el de los Khipu con soporte de
cuerdas y signos de colores y nudos.
El otro aporte, el medular, es la fundamentación de la
evidente existencia de una filosofía en el tawantisuyo, cuya “legitimidad del
yachay de los hamut’aq resultó negada desde una premisa de superioridad de la
cultura occidental”, según dice el autor en la introducción, refiriéndose al
veto impuesto por las instituciones del estado colonial. Negación que se mantuvo
en la República y mantuvo hasta el pasado siglo XX, aduciendo que el único
canon legitimo es la perspectiva heredada desde los griegos.
Justo, Mazzi aporta con lograr esa legitimación de la acción
reflexiva de los hamut’aq al margen del canon filosófico occidental, mediante una
investigación y una aceptación acerca de la proposición medular rigurosa y
profunda que, para resolverlas, le ha implicado al autor formularse diversidad
de interrogantes y variedad de contra proposiciones, las mismas que se hacen y harán
sus lectores, tanto el especialista en filosofía como el lector lego e inquieto
por lo mismo. Nuestra respuesta no es fácil de aceptar, pero el autor se
plantea todo ese tipo de interrogantes necesarias para la fundamentación de sus
hipótesis, no obvia una sola posibilidad de indagación hermenéutica. Y, sobre
todo, tampoco deja a dichos lectores respuestas pendientes, de allí la labor
acuciosa de su ensayo. Y aquello que debe continuarse y ajustarse para ser
trabajado, no lo obvia, lo deja bien marcado.
Es decir, establece nociones que, mediante la criba de la
confrontación de ideas con el procedimiento de comparabilidad, le llevan a afirmar acerca de semejanza de familias
reflexivas las cuales “refieren la constitución de una unidad de pensamiento”
manifestado a través de unidades de reflexión, ambas conexas y dialécticas.
Pensamiento autóctono que tuvo cultores destacados como Sinchi Ruqa, el Inka
Pachakuti y posterior al tawantisuyu Juan Yunpa, cuyas disquisiciones adquirían
solidez a partir de la tradición
sapiencial, cuyos “logros alcanzados permiten establecer la presencia de un
tipo de pensamiento reflexivo autóctono” en el Tawantisuyo, el mismo que se
encontró, también con otro recurso procedimental, el de la traducibilidad. Y ahí, en todo lo anterior dicho, reside el interés
de esta obra cuyo aporte es, hoy, esencial al espectro filosófico peruano.
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