domingo, 5 de mayo de 2019

Testimonio por primero de mayo




Miguel Angel Ahumada Alanis (Argentina)


Allá por los años 30´, duros años de la guerra civil española, mi padre, con una cuadrilla de obreros, colocaba los "durmientes" de las vías férreas que unirían Argentina y Chile, camino al Pacífico. Los obreros vivían en las montañas, durante semanas y luego serían reemplazados por otros, conviviendo con el frío, la escasa comida, las explosiones de dinamita y la lógica peligrosidad de las altas montañas de los Andes...papá tenía 17 o 18 años. Mamá trabajaba en la limpieza general del casco de estancia de unos ingleses en la rica llanura de la provincia de Buenos Aires. Joven, como cientos o miles de muchachas del "interior" del país que llegaban con el dorado sueño que allí la vida, tendría un rostro más digno. No tenía estudios, arriesgó todo y aterrizó en el "servicio doméstico". Sus hermanos fueron tentados por el mar haciendo realidad, valientes y duras historias que supe escuchar de niño. Mi abuelo, papá de mi madre, solía hacer pan y con su carro y su caballo, lo vendía no en los pueblos sino en solitarias y alejadas viviendas del monte salteño. Tía Aurelia, la hermana menor de mi madre, es un capítulo aparte y amargo de la historia, porque desde su condición de muchacha humilde de aquel ignorado norte, dedicó su vida, en Buenos Aires, a una ascendiente familia devenida en oligarca; crió sus hijos, lavó sus ropas, limpió sus mansiones, acompañaba a la familia a sus vacaciones porque "la necesitaban", preparó sus comidas, enseñó a sus niños a no tener miedo de noche y junto a otras personas de la "servidumbre", terminó sus días sin mañana. Otros parientes, frecuentaron en penosas jornadas, los ingenios azucareros de Jujuy, allí en la frontera con Bolivia. Otros condujeron camiones, fueron obreras y obreros en las fábricas o simplemente construyeron su propio camino a pura lucha y resistencia contra la exclusión y la falta de dignidad.

Pretendo aproximarme, en forma muy subjetiva, con estas evocaciones, al permanente y complejo proceso que denominamos TRABAJO; en la primera mitad del siglo XX, en Argentina, experimentamos hechos (me atrevo a decir semejantes en toda América Latina...), que nos marcan fuertemente. Los campesinos sin tierra, ( mis abuelos y mis padres...), los obreros de las nacientes fábricas de las décadas del 30´, del 40´, del 50´, la oligarquía con sus demandas de trabajo esclavo, la explotación indiscriminada de los restos de pueblos originarios luego del genocidio de fines del siglo XIX, los peones de campo o "peones golondrinas", que junto a toda su familia viajaba de cosecha en cosecha por todo el país en condiciones paupérrimas...podría caracterizar cientos de argentinos cuyo trabajo fue y sigue siendo un jirón de injusticia signado por la condición de la miseria. El tiempo supo transformar algunas realidades en luchas sindicales, en organización, en pensamiento político, en políticas públicas y también en mejores aspiraciones, en capacitación, en estudio...pero, la lucha continúa!

Veo en los más humildes trabajadores de mi continente a mis padres, a mis abuelos, a todos aquellos que desde su humilde condición, trabajan, sueñan y se esfuerzan, al igual que todo el mundo, en una vida más digna para sus hijos, donde el VALOR DEL TRABAJO, TENGA LA RECOMPENSA QUE LE CORRESPONDA. Por todo esto, mi mayor respeto a TODOS LOS TRABAJADORES DEL MUNDO...POR TODO ESTO, LA LUCHA CONTINÚA, COMPAÑERAS Y COMPAÑEROS...!!!!

jueves, 2 de mayo de 2019

Presentación Tantas primaveras de Arturo Palomino



e es grato presentar este libro de poesía editado por Donald Jaimes y prologado por Marco Martos. Este libro nos presenta un viejo pero actual tema: El amor. Motivo de publicación y estreno del novel poeta.

Debo confesar que después de una lectura analítica y conversación con el autor de sus motivos de inspiración, interpreto que en cada poema se halla presente como un tema central la muestra de reciprocidad mutua entre amor y música teniendo como elemento de sustento la naturaleza.
El ritmo poético de la escritura refleja una cadencia interior a medida que va redactando el poema, la expectativa de encontrar la melodía sutil en cada encuentro amoroso. Si bien la secuencia de poemas no termina con la derrota que implica el compromiso amoroso y todas las reglas de obligación que ella trae, sin embargo, el primer poema advierte ya de esa posibilidad: “porque mis manos serán las tuyas/un verano eterno”; “tuyos serán mis poemas”. La posibilidad del compromiso muta hacia un legado.

El tema central del libro es el amor mostrado como una ejecución musical. Si Antonio Vivaldi con Las cuatro estaciones retrata la vida como una época determinada, el amor en versos de Arturo Palomino representa la condición musical de cada instante de vida, la cual debe detenerse en una estación perenne: La primavera.

La mayor parte de los poemas «des-oculta» una cadencia rítmica interior, que mucho se asemeja a dos magníficos jazzistas: John Coltrane con su ejecución «Naima» y Miles Davis en Kind of blue, sobre todo en la ejecución de «Blue in Green”. Leer los poemas de Arturo Palomino bajo el ritmo de ambos temas «desenmascara» la estructura rítmica del jazz y los giros que representa cada ejecución, es tan variable como el amor que inspira al autor. «Sintiendo ese silbo melódico, / suave y ligero de la brisa del mar/ cálido también como este verano/ que es tuyo y nuestro, /que se perfecciona».

La reciprocidad amor-música concatena otros elementos concurrentes: naturaleza, lluvia, verano, primavera, sol. La naturaleza que impacta en lo cotidiano: «para empezar este día, / el naciente sol, / hará que brille, en tus ojos, el amor». La relación día-naciente sol-tus ojos-el amor invita la evocación de la necesidad melódica: «creará en nuestras vidas una nueva canción».

Cada melodía que advoca el autor en una cadencia de palabras interrumpidas sólo por palabras exquisitas: «nemorosa», «sinalefa», «alongadas», «mentiras fatuas» constituyen el silencio impuesto en el límite entre melodías, tal como se aprecia en el poema concierto, donde se resume el trasfondo teleológico del mensaje mediante la ejecución musical: «Notas sublimes bajadas del cielo/que iluminan el corazón/ cuerdas y sonidos, / vientos y sonidos, sonidos y ecos». Apartando el ritmo del ansiado coro de serafines, que proveen color a la melodía, el poeta encuentra, una cadencia interna muy terrenal, las notas musicales del poema, un sinfín de combinaciones que se confrontan entre fe y razón, la exultación de lágrimas al lograr las notas perfectas. Los ritmos conflictivos entre razón y metáfora hace necesaria ser recorrida por «las sendas transparentes de la razón».

La búsqueda de la felicidad a través del amor, como un antiguo anhelo, confronta la dualidad amor-dolor. El autor busca rescatar en las vertientes peruanas de la música vernácula, la melodía autóctona, ese ansiado ritmo melódico interior que conjugue con el amor. Se menciona «huayno», «Santiago», «yaravíes», «mulisas», «comparsas» y «pasacalles». Aunque no se aproxima claramente a la asunción de la poética de Guamán Poma en el pasado, o poemas de Killku Waraqa y Kusi Pawkar recientemente, aún esa melodía amorosa, aun próximo del estro colectivo autóctono, se encuentra más cercana a José María Eguren y quizás en algunos autores españoles.

Culmino esta presentación señalando que Tantas primaveras puede resumirse en un verso: “Tu silencio es el silbo del aire”.

Casa de la Literatura, martes 30 de abril 2019.