Miguel Angel Ahumada Alanis
(Argentina)
Allá por los años 30´, duros
años de la guerra civil española, mi padre, con una cuadrilla de obreros,
colocaba los "durmientes" de las vías férreas que unirían Argentina
y Chile, camino al Pacífico. Los obreros vivían en las montañas, durante
semanas y luego serían reemplazados por otros, conviviendo con el frío, la
escasa comida, las explosiones de dinamita y la lógica peligrosidad de las
altas montañas de los Andes...papá tenía 17 o 18 años. Mamá trabajaba en la
limpieza general del casco de estancia de unos ingleses en la rica llanura de
la provincia de Buenos Aires. Joven, como cientos o miles de muchachas del
"interior" del país que llegaban con el dorado sueño que allí la
vida, tendría un rostro más digno. No tenía estudios, arriesgó todo y aterrizó
en el "servicio doméstico". Sus hermanos fueron tentados por el mar
haciendo realidad, valientes y duras historias que supe escuchar de niño. Mi
abuelo, papá de mi madre, solía hacer pan y con su carro y su caballo, lo
vendía no en los pueblos sino en solitarias y alejadas viviendas del monte
salteño. Tía Aurelia, la hermana menor de mi madre, es un capítulo aparte y
amargo de la historia, porque desde su condición de muchacha humilde de aquel
ignorado norte, dedicó su vida, en Buenos Aires, a una ascendiente familia
devenida en oligarca; crió sus hijos, lavó sus ropas, limpió sus mansiones,
acompañaba a la familia a sus vacaciones porque "la necesitaban",
preparó sus comidas, enseñó a sus niños a no tener miedo de noche y junto a
otras personas de la "servidumbre", terminó sus días sin mañana.
Otros parientes, frecuentaron en penosas jornadas, los ingenios azucareros de
Jujuy, allí en la frontera con Bolivia. Otros condujeron camiones, fueron
obreras y obreros en las fábricas o simplemente construyeron su propio camino a
pura lucha y resistencia contra la exclusión y la falta de dignidad.
Pretendo aproximarme, en forma muy subjetiva, con estas evocaciones, al permanente y complejo proceso que denominamos TRABAJO; en la primera mitad del siglo XX, en Argentina, experimentamos hechos (me atrevo a decir semejantes en toda América Latina...), que nos marcan fuertemente. Los campesinos sin tierra, ( mis abuelos y mis padres...), los obreros de las nacientes fábricas de las décadas del 30´, del 40´, del 50´, la oligarquía con sus demandas de trabajo esclavo, la explotación indiscriminada de los restos de pueblos originarios luego del genocidio de fines del siglo XIX, los peones de campo o "peones golondrinas", que junto a toda su familia viajaba de cosecha en cosecha por todo el país en condiciones paupérrimas...podría caracterizar cientos de argentinos cuyo trabajo fue y sigue siendo un jirón de injusticia signado por la condición de la miseria. El tiempo supo transformar algunas realidades en luchas sindicales, en organización, en pensamiento político, en políticas públicas y también en mejores aspiraciones, en capacitación, en estudio...pero, la lucha continúa!
Veo en los más humildes trabajadores de mi continente a mis padres, a mis abuelos, a todos aquellos que desde su humilde condición, trabajan, sueñan y se esfuerzan, al igual que todo el mundo, en una vida más digna para sus hijos, donde el VALOR DEL TRABAJO, TENGA LA RECOMPENSA QUE LE CORRESPONDA. Por todo esto, mi mayor respeto a TODOS LOS TRABAJADORES DEL MUNDO...POR TODO ESTO, LA LUCHA CONTINÚA, COMPAÑERAS Y COMPAÑEROS...!!!!
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