CHosica, además de ser una bonita palabra, es la
denominación de una localidad cercana a la ciudad de Lima, pero diferenciada de
ésta por un saludable clima de sierra. El lugar se torna aún más saludable, porque
en una de sus casas humildes vive un verdadero poeta, Víctor Mazzi Trujillo.
Seguramente, cuando se escriba la historia de la poesía latinoamericana
de este siglo, se ignore este nombre, como ya ha sucedido en varias antologías
de poetas del Perú; pero los que tuvimos la oportunidad de conocerlo sabemos de
la fidelidad a la poesía, que por muchos años han manifestado Víctor y el grupo
intelectual "Primero de Mayo" del cual es cofundador.
El grupo mencionado cumplió en julio pasado nada menos que
veinte años de existencia en las
letras. Está formado casi en su totalidad por obreros, que dedican el poco
tiempo libre del que disponen a la
poesía. Uno de ellos es Víctor, poeta y albañil, aunque últimamente por razone
de salud se ha dedicado a la venta de libros en la Universidad Nacional de La
Cantuta, que alberga en su gran mayoría a estudiantes provenientes del campesinado
peruano.
"Primero de Mayo" no sólo ostenta el hecho de la continuidad
en la literatura, sino la característica de haberse desarrollado y ampliado a
través de la creación de filiales de provincias en lugares como Talara, Huancayo
y Piura, entre otros. Las publicaciones también han proliferado en revistas como
"liberación", "Honda tierra" y "Papeles del payador";
y en forma de cuadernos de poesía y prosa, entre los que se destacaron "Prólogo del alba", ''Perú, es tu hora",
"Columna de luz" y "Canto y seña".
La poesía de Mazzi nos hace recordar los versos de otro poeta
latinoamericano, Oscar R. F. García, obrero en una fábrica de cartón corrugado.
Se expresa en un lenguaje claro y exprime los hechos en la búsqueda del
mensaje. Como alguna vez escribiera este poeta argentino, "la luz se
construye a martillazos". Estos versos han sido recreados en toda la obra (aún
inédita) de Víctor, que no canta para la gente, sino que su canto emerge desde la
gente una tarea decididamente vital.
Ha dicho alguna vez el poeta peruano Alejandro Romualdo: "Víctor
Mazzi, se ha elevado en sus poemas como en un andamiaje sólido y necesario; él ha
arribado a una altura humana difícil de
alcanzar, se ha aferrado a una cornisa celeste como un náufrago del cielo (...)
Mazzi ha abandonado las alturas de su profesión de albañil, recuperándolas inmediatamente
por las de su profesión de poeta (...) Cuando
comprobé la aparición de este
poeta que viene a combatir
al lado nuestro por ley natural, lo vi como un desagravio
a todos los que en el Perú
sufrimos la dicha de ser escritores
fieles a nuestra extracción
popular".
Son también significativas las palabras de otro gran
intelectual peruano sobre Víctor. El ya desaparecido poeta Sebastián Salazar
Bondy escribió: "Un porte sencillo, unas manos duras, una mirada limpia,
son algunos de los rasgos de su persona que de inmediato se imponen (…) Hay una
clase de escritor que no es el ilustrado, el cultivado de las disciplinas
intelectuales con el rigor del estudio y la aplicación sin pausa. Es el
escritor dueño de una facultad expresiva innata”. Creo que no caben más
apreciaciones que aquellos versos de otro poeta obrero, Oscar R. F. García: “Hoy
la poesía es un reclamo/ una rebelde obstinación obrera/ una pared pintada/ un
cartelón donde escribimos fábrica tomada”.
Algunos poemas de Víctor Mazzi T.
PROFESIÓN Y FE
Nueve mil lunas hace
que he pasado noches como ésta
en que escribo versos
como un procedimiento
de decirle ¡no! a la puerca muerte
y así darme el lindo trabajo
de pulsar el teclado
tan parecido
a un piano
sin recordar la cara
que nos muestra el hambre.
EPINITICA
rendido
por hastío
permítame ofrecerle un homenaje
a la inmensa madre del cordero
que no
nos deja
ni a sol ni a sombra
con estos versos sin resuello
ROSSETA, HUGO STRASSER Y YO
Rosseta es una muchacha morena y lista
con un claro olor a heno de los campos
que baña el Mississippi
según va
explicando Hugo Strasser
con el cromo de
su saxo alto
y/o con su
obscuro clarinete
en tanto yo
suspendido en
el andamio
cumplo peligrosamente con ganarme el pan
y trato de algún modo de mirar el horizonte
y bajar pronto para hallarme a Rosseta
y hacer estallar el grito ¡viva la revolución!
ELEGÍA A UN CIUDADANO DESCONOCIDO
No sé si alguna vez tuvo certeza
de su origen, su terrón y su trabajo,
sí en otra hora amó, luchó y enarboló
el sudor de sus coyunturas,
si anduvo con los suyos
destruyendo falacias y musarañas,
si algún tiempo le disgustó el pan
compartido en pedacitos.
Pero cierto es que ahora está
Besando el crucero del duro pavimento.
—¿Cuándo
se forma el grupo intelectual" Primero de Mayo" y cuáles son sus
objetivos?
—El
grupo nace en julio del 56 en la ciudad de Lima. Lo fundamos con otros
escritores como Guerra Peñaloza, Carlos
Loayza y Leoncio Bueno. A este primer grupo se van a ir uniendo otros poetas.
En su mayoría el grupo estaba integrado por obreros. Loayza era albañil de
Piura; Leoncio Bueno era electricista de Casagrande; Guerra Peñaloza era
ferroviario de Huancavelica; Pérez Contreras era campesino de Jauja y yo era
albañil de Morococha. En esa época publicamos el primer libro de poemas entre
todos; se llamó “Prólogo del alba”. Los seleccionados éramos trece trabajadores
peruanos. En 1957 sacamos nuestra declaración de principios, donde propugnábamos
por una literatura que emerja de la clase trabajadora y promueva sus valores
auténticos.
Después del primer libro, que respondía a nuestro entender la necesidad histórica de ese momento, exponemos, nutridos de una cultura idealista y metafísica, los problemas colectivos, evolucionando progresivamente hacia formas del arte más cuidadas.
—¿Cómo
es el lenguaje de esa poesía?
—El lenguaje es duro, protestatario y rebelde. Se desechan las reglas en pos de un lenguaje propio y de una manera particular de expresión.
—¿Habría
entonces un sacrificio del lenguaje eminentemente poético por la búsqueda del
mensaje?
—Eso exactamente ha venido ocurriendo hasta nuestros días.
-¿Qué pasaría si la literatura del grupo "Primero de
Mayo" dejara de serlo como prioridad?
-Quedaría, en ese caso, como el testimonio de una clase en determinada época, como ocurrió con los poetas franceses de 1830 a 1871, o sea de la Comuna de París. Toda esa poesía no es una gran poesía, pero tiene una formulación histórica innegable.
—¿Por
qué la mayoría de tus trabajos se mantienen
inéditos?
—Sucedió que al ganar algunos concursos de poesía, donde se establecía como premio la edición, quedé a la espera. Lo cierto es que dicha publicación, por diversos factores, nunca se hizo. Mis poemas constan en antologías como la de "Poemas a Mariátegui" (1959); “Antología de la poesía revolucionaria" (1966); la "Antología de la literatura de Junín" (1975); Y la que este año ha editado la Biblioteca Universitaria y que yo mismo he preparado, sobre la "Poesía proletaria del Perú" (1976).
—
¡Qué sucede con la poesía de las nuevas generaciones, digamos del 60 en
adelante, y específicamente cómo se manifiestan los jóvenes dentro del grupo?
—Pienso que la generación del 60, en el Perú, no es una generación homogénea; está dividida en dos tendencias. Una de comunicación con las mayorías, con la que encuentro más afinidad y entre los que sobresalen Marco Martos e Hildebrando Pérez. Y la otra que la creo cercana al existencialismo, llevada adelante por poetas como Hinostroza, Elqui Burgos y Garayar entre otros. Estos poetas desarrollan una poesía vital y esperanzada, que se opone de algún modo a la de Ramírez Ruíz, por ejemplo, que trata de imponer una corriente intelectualista. Entre los jóvenes poetas con que cuenta el grupo se encuentran Artidoro Velapatiño, que muestra en sus trabajos un lineamiento acorde con su sensibilidad literaria, por medio de una sintaxis de tipo quechua; Julio Carmona, quien desarrolla una intensa búsqueda hacia nuevas formas dentro de una poesía testimonial; Alberto Alarcón, con un intenso lirismo cargado de humor y de ironía; y Eduardo Ibarra, con una poesía clara y contundente.
— ¿A
qué poetas latinoamericanos sentís cercana tu obra?
— Por la circunstancia en que vivo, con [César] Vallejo, por la actitud y conducta literaria apoyada en una conducta vivencial; con Marco Martos por reflejar una realidad social; y con el argentino Oscar R. F. García en el sentido de mantener la tonalidad proletaria en su poesía.
—
Tu opinión breve sobre tres momentos diferentes de la poesía peruana:
Alejandro Romualdo, Antonio Cisneros y
Enrique Verastegui.
— Romualdo
es el mayor poeta de la generación del 50; Cisneros es el poeta de más alto
vuelo de la década siguiente; y Verástegui es una revelación fulgurante.
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