«Ya no hay poetas, solo periodistas. Al sistema no le interesa la poesía. Eres inteligente, sabes escribir, tienes vocación, ¿qué haces? vas a un periódico. Y con tu talento, el talento de que generalmente está dotado el poeta, te conviertes fácilmente en periodista. El sistema utiliza a los creativos con fines comerciales. Toda la vida los ha utilizado, desde la época de Homero.» En un viaje de hace unos meses a Perú nuestro corresponsal y amigo, Gian P. Codarlupo cumplió la misión secreta de entrevistar al poeta leoncio, bueno, en exclusiva por el Suplemento Cultural.
Por: Gian P. Codarlupo
01 de junio de 2025
Tomado de: https://www.abc.com.py/edicion-impresa/suplementos/cultural/2025/06/01/leoncio-bueno-los-verdaderos-poetas-son-los-que-no-han-podido-cumplir-sus-suenos/
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El poeta Leoncio Bueno en su casa de la Tablada de Lurín, Lima, 11 de agosto de 2024 |
Leoncio Bulmaro Bueno Barrantes nació el 2 de enero de 1920 en la Hacienda La Constancia, en el distrito de Chocope, departamento de La Libertad. Su recorrido vital incluye la fundación de revistas como Marka (1975) y diarios como El diario de Marka (1980), la militancia política, la cárcel y principalmente la poesía. Ha sido mensajero desde niño de dirigentes anarquistas, peón, periodista, actor de cine, etc. Entre sus libros más importantes tenemos Al pie del yunque (1966), Pastor de truenos (1968), Invasión poderosa (1970), Rebuzno propio (1976) y, La guerra de los runas (1980). A sus 105 años, el maestro, más lúcido que nunca, tuvo la amabilidad de recibirnos en su casa de la Tablada de Lurín, Lima, donde tuvimos esta conversación en exclusiva para El Suplemento Cultural.
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El poeta Leoncio Bueno en su taller El Tungar en el distrito de Breña, Lima. |
Quisiera empezar esta entrevista preguntándole por su relación con Víctor Mazzi Trujillo y la fundación del grupo intelectual Primero de Mayo
Eso yo lo fundé en mi taller El Túngar, cuando
salí de la cárcel. Estuve condenado cinco años en El Frontón. Teníamos un grupo
de intelectuales y dirigentes obreros y fundamos un equipo de basketball. Había
comunistas, apristas y trotskistas. Yo estaba en el grupo trotskista. Entonces,
cuando salí de la cárcel quise continuar, porque ya me había olvidado de la
poesía. Yo ya no leía poesía, me dedicaba a mi trabajo de hacer baterías, las
baterías de Túngar Battery Company, que era mi compañía. El taller lo convertí
en el lugar del Grupo Intelectual Primero de Mayo. Saqué varias revistas con mi
plata. Ahí les sacaba sus poemas a todos los amigos, hasta que me cansé, y
entonces mi compadre, ―yo he sido padrino de sus hijos― Víctor Mazzi Trujillo tomó el mando. Volvió
a su tierra, ahí tenía su casa, su chacra, sus hijos, alquilaba cuartos. Vivía
muy pobremente. Pero le dieron una oportunidad en la universidad para que
vendiera libros de segunda mano. Y los vendía en el suelo. Hasta que llegó uno
de los grandes empresarios y dijo: «¿Cómo puede estar el poeta ahí con sus
libros en el suelo? No puede ser. Hay que darle un sitio y hay que pagarle».
Y entonces lo acomodaron y pudo resistir hasta que se murió, pero su hijo vivió.
Él quedó con el recuerdo del padre, pero tuvo mala suerte, se desbordó el río y
se llevó casi todas sus cosas. Mandamos dos o tres periodistas ahí para
intervenir y ayudarlo. Esa es la historia con el compadre Mazzi.
¿En los años 60 participó en la
expropiación de bancos?
No, yo no participé. En lo que yo participé
fue en la fuga de los ladrones que me dijeron que venían de Cuba y que los
perseguían. Entonces les dije: «yo lo llevo al Cuzco para que se junten
como Hugo Blanco».
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El guerrillero y líder campesino peruano de filiación trotskista Hugo Blanco Galdós (Cuzco, 15 de noviembre de 1934 Upsala, 25 de junio de 2023 |
Nació en la Hacienda La Constancia. ¿Cuáles son los recuerdos de esos años con su madre?
Yo sí
recuerdo la infancia. En primer lugar, que era un niño lleno de enfermedades. Cuando
tenía dos años me dio una fiebre perniciosa. Casi me muero. Y me curó mi abuela,
que era curandera.
¿Cómo? Mi abuelo fue y cazó un pajarito, y me dijeron que comiera ese pajarito
ya tostado y después que jalará un plátano con una soga de noche. Me pasearon
por toda la frontera de la única cuadra que tenía la hacienda La Constancia. Está
hacienda, La Constancia tenía un lote grande que se llamaba Casablanca donde
había mucho pino y algarrobo. Y Casa Grande siempre necesitaba madera y leña
especial sabe Dios para qué. Entonces mis padres y mi tío, que también llevaba
su mujercita, se fueron huyendo ahí a trabajar cortando leña para la Hacienda
Casa Grande. Cuando yo nací, como mi mamá no tenía leche, creían que era ya un
chico muerto. Entonces empezaron a excavar un pozo para enterrarme. Esta
historia es real. Pero de repente dio a luz mi mamá Carmen, la chica que había
llevado mi padrino Segundo Barrantes, una hermosa cajamarquina. Eso me salvó,
porque si no, claro, ahí me enterraban. Esa chica fue mi nodriza porque mi mamá
no tenía leche, ni una gota.
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Leoncio Bueno: “Rebuzno propio” (1976). |
¿En qué momento llegó la poesía? Sé que su abuela compraba revistas.
La poesía llega a mí porque mi abuelo era poeta y se encontraba
con mi papá, que era guitarrista. Y los dos se hicieron muy amigos en esas
fiestas que hay en las haciendas y los pueblos. Mi abuelo tocaba el acordeón. Mi
papá tocaba la guitarra y cantaba los versos de la época, como ese que dice: «Cuando
era joven, nunca me olvido, vivía en un rancho, bajo el sauzal»,
etcétera, etcétera. Eso cantaba mi papá. Y era un gran bailarín. Bailaba
marinera con una botella de chicha en la cabeza. Y hubo un enganche, una
presión de emoción de lo que eran estos dos compañeros que se habían convertido
en amigos. Mi papá no tenía más que 20 años, ni siquiera tenía papeles, porque
en esa época los papeles te los daban a los 21. También era amansador de
caballos, igual que mi abuelo. Los dos amansaban caballos y andaban en yeguas,
con reloj y con guitarra y todo. Por eso huyeron de la hacienda La Constancia a
Casablanca porque mi abuela la curandera tenía mal genio y se metió una chaira
en el pecho y comenzó a buscar a mi papá para tirarle unos cuantos cortes. No
digamos para matarlo, pero si malograrle la cara. Mi abuela era jodida.
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Leoncio Bueno: “La guerra de los runas” (1980). |
¿Cómo se siente que su vínculo con los jóvenes poetas del Perú?
¿De ahora? No tengo ningún vínculo. Yo soy de
una generación muy antigua, de la generación del 40. Después viene la
generación del 50 y luego vienen los muchachos que hicieron Hora Zero. Ahora ya
no hay poetas, hay periodistas. Un famoso escritor español dijo eso hace poco. Es
una manera de joder, pero es cierto. Todas las universidades tienen la carrera
de periodismo. Antes el periodista se hacía en la calle, igual que el poeta. El
poeta se hacía solo. No había una carrera para poetas, ni ahora tampoco. Pero
para ser periodistas
si hay. Este mundo… Este mundo se está haciendo polvo con el cambio climático.
No creo que dure mucho. En fin, usted sí va a llegar, porque todavía está joven
¿Y cómo era en sus tiempos?
En mis tiempos sí había poetas. Yo he conocido
a poetas antiguos que son inmortales. Vallejo es mi paisano, de un pueblito del
departamento de La Libertad. Eso es una señal. También en Lima había poetas muy
buenos que se dedicaban a la poesía. Después vino la política. Don Víctor Raúl Haya
de la Torre metió a todos los poetas en su partido, ya no son poetas, son
periodistas, son cualquier cosa: oradores, luchadores, pero no poetas. Es muy
difícil ahora, viendo cómo está el mundo y cómo está el Perú que haya una
generación como la generación del 50, la generación del 40. No lo creo, ya no. Esas
generaciones se han perdido.
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El poeta en una escena del cortometraje “Cien años de Leoncio Bueno” (2019) del cineasta hispanoamericano Javier Corcuera. |
¿Porque
sucede eso?
Porque al sistema no le interesa la poesía. La
gente lo que quiere es plata. Tú eres inteligente, sabes escribir, tienes
vocación, ¿qué haces? Vas a un periódico o agarras la carrera de periodista. Y
con tu talento, el talento del que generalmente está dotado el poeta, te conviertes
fácilmente en periodista. El sistema utiliza a los creativos con fines
comerciales. Toda la vida los ha utilizado, desde la época de Homero.
Usted conoció a Werner Herzog y participó en algunos cortometrajes
Claro,
claro. Yo he hecho varias películas en el Perú. Cuando llegó Herzog hubo grandes
artistas que se ofrecían gratis. Y él dijo: «No, yo
quiero uno que no sea actor.» Y fue entonces que le dijeron: «El
hombre que usted busca es Leoncio Bueno». Eran mis amigos, trabajaban y proveían
en el sector intelectual de la cultura. Fue así que conocí a Herzog,
conversamos y me dijo que estaba contratado.
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Foto 7: De izquierda derecha poetas Enrique Verástegui, Carmen Oye y Leoncio Bueno en algún lugar del siglo XX. |
No, nunca he creído en una utopía. Yo siempre
he sido realizador, por eso he estado preso un montón de veces. He sido luchador,
he sido obrero textil. Mira mi primera prisión fue porque insulté al presidente
de la República. Dije que era un sirviente de imperialismo yanqui y me metieron preso.
¿Te das cuenta? Y después vino Odría. Estuve seis meses en prisión. Esa es mi
vida. A cada rato preso. Por eso yo, por ejemplo, acá estoy feliz. Mi hija me
dice que ya no debo salir ni a la esquina, sobre todo porque pueden cargar
conmigo los rateros y asaltantes. Dice que soy un hombre ya de edad, que ya no
tengo la fuerza que tenía antes y que me pueden asaltar creyendo que tengo
plata. Y yo digo, bueno, mejor para mí, porque como yo soy un pensador, un
escritor, como yo soy un soñador, me pone mi televisión, me pone mi radio. ¿Para
qué quiero más? Estoy feliz de la vida.
¿Sigue escribiendo maestro?
Yo todos los días escribo. Ven, mira, este es
mi cuaderno. Aquí está el poema que le he escrito a Carlos Germán Belli,
que murió ayer.* Uno de los grandes poetas latinoamericanos.
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El poeta peruano Carlos Germán Belli, Lima 15 de septiembre de 1927 - surquillo 10 de agosto de 2024 |
¿Por qué seguir creyendo en la fuerza de la poesía?
La poesía no tiene fuerza. La poesía tiene
dulzura. La poesía entra con dulce. ¿Te das cuenta? Después, una vez que estás
adentro y quieres digerir, te amarras. Así es la poesía, es triste. Los
verdaderos poetas son los que no han podido cumplir sus sueños. Como no han
podido llevarlos a la realidad, agarran su cuaderno y comienzan a escribir. Siempre
están soñando, porque el poeta nace. Eso de querer ser poeta, esas son huevadas.
El poeta nace del cuerpo. Todo viene en su cerebro preparado para aportar al
idioma, a la creación, a las palabras, darles otro sentido, un nuevo sentido a
las palabras. De eso está hecho el poeta. Por eso es que la mayoría de los
poetas no llegan, porque de poesía no se vive. Se vuelven periodistas, se
vuelven escritores. Yo te digo una cosa, por ejemplo. Escucha, pon bien paradas
tus orejas: «Sucedía en Megara, arrabal de Cartago, en los jardines de Amílcar.» Es
el principio de Salambó de Flaubert. Un escritor que nunca hizo versos, pero
mira cómo escribía. Y yo lo tengo en la memoria, así como tantas cosas. Pero la
poesía no paga; para que sea buena, tienes que entregarte.
¿Piensa que todavía le queda algo por hacer?
Tú dirás, eso yo no lo voy a decir. tú me
estás viendo, me estás oyendo. Puedes contestarte a ti mismo. ¿Soy un huevón o
un hombre que sabe vivir su vida? Pero tú eres un buen muchacho, carajo; ya
tienes algo que contar.
(Tablada de Lurín, Lima 11 de agosto de 2024)
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Leoncio Bueno, “Pastor de truenos” (1968). |
Notas
* Carlos Germán Belli de la Torre. Poeta
traductor y periodista peruano de la generación del 50. Falleció el 10 de
agosto de 2024 poco antes de cumplir 97 años.
Gian P.
Codarlupo Alvarado (Paita 1997) es licenciado en Lengua y Literatura por la
Universidad Nacional de Piura, escritor, periodista y miembro del equipo
editorial de la revista cultural chilena Mal de ojo y de la editorial Conunhueno,
de Valparaíso y corresponsal extranjero de El Suplemento Cultural. Ha publicado
el libro de poemas Caída de un pájaro en el mar (Universidad Nacional de
Piura, 2018). Actualmente, vive en Madrid.
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El poeta Leoncio Bueno y el autor de esta entrevista. Lima 11 de agosto de 2024. |