viernes, 16 de septiembre de 2011

DERECHO CANÓNICO

Por: Jorge Rendón Vásquez.

Hace unos días, mientras conversaba con varios colegas de la Facultad de Derecho de la Universidad de San Marcos —de la que soy profesor emérito— tocamos el conflicto entre el Cardenal y nuestra vecina, la Pontificia Universidad Católica. Estuvimos de acuerdo en que esta universidad se rige por la ley peruana, que excluye la voluntad del Cardenal. Uno de ellos adujo, sin embargo, que los católicos que la integran están obligados a acatar su voluntad por disponerlo así el Derecho Canónico. Me extrañó que lo dijera, y le pregunté si, a su criterio, el Derecho Canónico es vinculante en el Perú, es decir de cumplimiento obligatorio. Vaciló en contestarme, pero tuvo que admitir que sólo tiene significación espiritual para los creyentes católicos. Mis colegas abandonaron aliviados su sorpresa, puesto que en la enseñanza del derecho es algo elemental que las normas legales se diferencian de las morales y religiosas en que aquéllas son obligatorias y pueden ser aplicadas compulsivamente, en tanto que éstas no lo son. Ningún tribunal de justicia peruano podría jamás disponer la aplicación de una norma religiosa. En esto, la separación del Estado peruano de cualquier religión es absoluta.

El Derecho Canónico es el conjunto de reglas de la Iglesia Católica rectoras de la celebración de sus sacramentos, liturgia, organización de su vida religiosa, obligaciones y derechos de sus adeptos, administración de sus propiedades, etc. Su fuente son los concilios, decretos papales y otras disposiciones de menor jerarquía; y, su campo de aplicación, las relaciones con los miembros de los cleros regular y secular (monjes y curas, respectivamente), vinculados con sus jerarcas por sus votos de obediencia y castidad, establecidos en el Concilio de Nicea de 325, convocado por el emperador romano Constantino. Son votos o juramentos a perpetuidad. En otros términos, el que entra allí ya no puede salir, salvo por un procedimiento muy complicado y largo. A este derecho se le conoce también como Corpus Iuris Canonici (del griego kanon que significa regla o norma). Ha sido compilado varias veces y, la última, por disposición del papa Juan Pablo II, el 5 de enero de 1983, como Código de Derecho Canónico.

Para este Código, los creyentes católicos, llamados fieles, están también sujetos a sus disposiciones y a obedecer a “los pastores sagrados, en cuanto representantes de Cristo” (Canon 212,1), y a proveer el sustento de éstos y el mantenimiento de la Iglesia Católica (Canon 212,2).

Estas disposiciones son irrelevantes para la ley peruana.

Primero, porque, según la Constitución Política, toda persona tiene derecho “a la libertad de conciencia y de religión, en forma individual o asociada. No hay persecución por razón de ideas o creencias. No hay delito de opinión. El ejercicio público de todas las confesiones es libre, siempre que no ofenda la moral ni altere el orden público.” (artículo 2º-3°). Por lo tanto, una persona, incluso si se vinculó a una iglesia por algún juramento, puede creer en lo que quiera y cambiar de creencia cuantas veces quiera; y no debe obediencia a los jerarcas de cualquier religión. Si lo desea, podría seguir sus consejos, siempre y cuando no vayan contra la ley peruana, ni ofendan la moral ni alteren el orden público.

Segundo, porque el Derecho Canónico es el derecho del Vaticano, cabeza de la Iglesia Católica, un Estado extranjero, del cual nuestro país no es súbdito. Las relaciones entre este Estado y el Peruano se sujetan al Acuerdo suscrito entre la Santa Sede y la República del Perú el 19 de julio de 1980, ratificado por el Decreto Ley 23211, del 24 de julio de 1980, que crea obligaciones precisas, sobre todo para el pago por el Estado de sueldos a los prelados católicos y para el establecimiento de centros de enseñanza sujetos a la ley peruana. Sin mencionarlo, se ha excluido la aplicación del Derecho Canónico en nuestro territorio. Algo extraño sucedió con este Acuerdo. Se le tramitó en secreto, se le firmó a pocos días de la entrega del mando del entonces Presidente Francisco Morales Bermúdez al Presidente electo (28 de julio de 1980), y se le publicó en una edición especial del diario oficial El Peruano de unos doscientos ejemplares que no fueron vendidos al público.

Hasta la abolición de la Inquisición por las Cortes de Cádiz el 22 de febrero de 1813, la Iglesia Católica, por su Derecho Canónico, mandaba a las autoridades laicas en España y sus colonias de América, y tenía el poder de juzgar, torturar y condenar a muerte, casi siempre en la hoguera, a cualquier persona, por herejías y otras imputaciones similares. Pero, los jerarcas católicos no se resignaron a perder este derecho y persistieron en aplicarlo luego de aquella decisión, alegando vacíos legales. En 1826 ejecutaron en Valencia a un buen señor librepensador, llamado Cayetano Ripoll, acusándolo de hereje y tiraron su cadáver al río Turia. Por supuesto, la Iglesia Católica podía también hacer volver a palos a los monjes y monjas que fugaban de los conventos y monasterios.

Recuerdo una anécdota que me contó un tío mío. Sucedió en algún momento de la década del veinte del siglo pasado. Una delegación de monjes mercedarios enviada al pueblo de Viraco había convencido a dos de mis tíos y a un primo suyo, adolescentes, para incorporarse a su orden como novicios. Los muchachos, ilusionados, hicieron el viaje de seis días a caballo a Arequipa, y fueron internados en el convento. Dos semanas después, se produjo una gresca descomunal en el patio del convento entre los tres muchachos y los monjes, porque uno de éstos le había metido la mano en el traste al menor de aquéllos. (¿Derecho Canónico, también?) El mayor de mis tíos, que tenía unos brazos y puños como los de Popeye y pegaba duro, noqueó a varios monjes. Ellos querían irse del convento, pero no los dejaban, y la pelea seguía, hasta que, corriendo por un pasadizo, llegaron a la iglesia que estaba abierta, y por allí ganaron la calle.

Observando a la grey católica, se puede constatar que su inmensa mayoría está tan lejos del Derecho Canónico como la Tierra de Saturno y sus deletéreos anillos.

Con la celebración ad portas del bicentenario de nuestra independencia, debería procederse a la separación total del Estado de cualquier iglesia. Los ciudadanos no católicos no están obligados a financiar o ayudar a la Iglesia Católica por la vía de egresos presupuestarios o de cualquier otra ventaja concedida por el Estado, violando la igualdad ante la ley y la libertad de conciencia.
(14/9/2011)

miércoles, 14 de septiembre de 2011

LA UNIVERSIDAD EN EL PERÚ: SITUACIÓN Y PERSPECTIVAS.*

Por: Zenón DEPAZ TOLEDO





El lugar de la universidad
Todas las sociedades han contado con gente capaz de otear horizontes mayores que el común de los sujetos, tanto por la intensidad de la mirada, capaz de penetrar más allá de las apariencias que colman a los demás, como por la extensión espacial y temporal que suelen abarcar. Se les ha denominado sabios, y así se los ha apreciado, intuyendo que su función permitía la pervivencia del conjunto al dotarle de metas mayores y hondas raíces ancladas en la memoria, que también se ocuparon en cultivar. En la moderna sociedad secularizada se espera encontrarlos en la universidad, institución cuyo encargo es precisamente superar las estrechas miras de la existencia cotidiana abrumada por las urgencias inmediatas, para abarcar el horizonte tanto contemporáneo como histórico, y señalar la posición que ocupa la colectividad a la que sirve, proponiéndole los rumbos a seguir. Tal encargo esencial adquiere dramático significado en un país empobrecido como el nuestro, cuyo destino decidimos en un mundo marcado por profundas asimetrías en las correlaciones de poder, así como por tendencias estructurales a la exclusión de las mayorías y las colectividades débiles.

En su condición de institución que cultiva el saber, con vocación universal, la universidad es un espacio en el que sujetos diversos, que reconocen y producen saberes igualmente diversos, se comunican sobre la base de una asunción que está en los orígenes mismos de la racionalidad académica, consistente en suponer que la diversidad halla un terreno común en el diálogo, es decir en la circulación del logos (que es lenguaje y razón), a través del discurso argumentativo, que exige demostración y prueba de lo que se dice, de tal manera que cualquiera de los participantes del diálogo pueda, partiendo de las premisas establecidas y siguiendo la lógica argumentativa, corroborar las conclusiones o descartarlas.

La función reflexiva que asume la comunidad universitaria, deberá pues promover el diálogo, la discusión racional, sobre su propia condición y posición, siguiendo ese viejo mandato de “conócete a ti mismo”, fuente de toda sabiduría, atendiendo a la vez a la marcha del mundo en que vivimos. Es decir, deberá atender tanto al entorno hoy en acelerado y constante cambio, como a la propia condición de la universidad, a fin de garantizar un posicionamiento pertinente a ese entorno, como comunidad que tiene el encargo de cultivar la racionalidad crítica, una perspectiva de aliento universal y el diálogo fecundo de discursos y perspectivas diversas, tarea esta de honda repercusión en nuestras posibilidades de desarrollo como comunidad multicultural.

La universidad moderna, regida por la idea kantiana de razón y la noción humboldtiana de cultura, produjo elites y conocimiento (los dos grandes aportes que espera de ella la sociedad a la que sirve) en marcos ontológicos (idea de su ser) y epistemológicos (noción del conocimiento) relativamente estables. En el umbral del Siglo XXI, la revolución tecno científica que la universidad contribuyó a generar, ha dislocado su posicionamiento espacio temporal, tornando compleja la comprensión de lo que ella es, en tanto experimenta un acelerado proceso de masificación y creciente heterogeneidad institucional, acompañado de la irrupción de la dimensión virtual como soporte y contenido educativo. Asimismo, la explosión del conocimiento, de los paradigmas en que discurre, y con ello de la noción misma de verdad, presiona en dirección de un radical replanteamiento del sentido de los procesos y estructuras académicas universitarias. Así desprovista de anclajes ontológicos y epistemológicos estables, la universidad experimenta además el impacto decisivo de la noción técnico-burocrática de excelencia y rendimiento, que hoy la impregna contribuyendo a su mayor complejidad y situándola en una encrucijada en cuanto a la comprensión de su propia naturaleza.

La estructura institucional de la universidad, así como sus mecanismos de gestión, no son parámetros inconmovibles que haya que evaluar en sí mismos como si se tratara de fines; ellos son estrictamente instrumentales, es decir tienen la condición de medios, y como tales son enteramente modificables en función del cumplimiento de los fines académicos que legitiman socialmente a la universidad.

Pues bien, la revolución tecno científica contemporánea plantea un conjunto de retos a la universidad peruana, tanto en lo que respecta a sus relaciones con el entorno como en lo que se refiere a sus funciones sustantivas de docencia, formación profesional e investigación. La universidad ha perdido su condición de institución que monopoliza el saber científico. Ella funciona ahora en un contexto saturado de información, lo cual exige replantear su estructura académico institucional de raigambre positivista, rígidamente compartimentalizada en áreas de saber que se mantienen separadas, con tendencia a la atomización; así como los términos de la formación que imparte, ya sea en lo relativo a perfiles curriculares como a modalidades de certificación.

En cuanto a su gestión y organización institucional, la universidad en el Perú arrastra aún la pesada herencia de un alto grado de dispersión, patente en la tendencia a la multiplicación y atomización de facultades, muchas de las cuales albergan una sola especialidad, en una lógica de virtual autarquía académica que acentúa el ensimismamiento que ella padece, debilitando la posibilidad de un trabajo académico coordinado, ubicándonos así a contracorriente de las tendencias epistémicas contemporáneas, que exigen interdisciplinariedad y flexibilidad, en una perspectiva holística, integradora.

Hoy en día se necesita esquemas institucionales y curriculares integradores y flexibles, que permitan una formación integral, que abarque tanto competencias académicas, personales y de desarrollo social, como competencias emprendedoras. Igualmente es preciso tomar en cuenta una creciente demanda de educación permanente y constante actualización que el mundo del trabajo y el saber siempre cambiante traen consigo, lo cual repercutirá en una mayor diversificación de certificaciones y en el incremento de la importancia cualitativa y cuantitativa de los postgrados. Del mismo modo, la necesidad de insertarnos con autonomía en las fronteras del conocimiento avanzado exige incorporar las nuevas tecnologías de información y, sobre todo, otorgar absoluta prioridad a la investigación como función clave de la universidad de hoy.

Todo ello plantea la necesidad de establecer instancias de aseguramiento y promoción de la calidad académica como política de Estado, que permita remontar el deterioro que su ausencia ha producido. La perspectiva holística, transdisciplinaria, en la formación académica, el fortalecimiento de los postgrados en un lógica de educación permanente, la exploración de modalidades educativas alternativas posibilitadas por la informática, el trabajo de investigación interdisciplinario y la diversificación de opciones de cualificación, deberán ser atendidos en términos prospectivos como orientaciones estratégicas para la definición de políticas de Estado en la educación superior, a fin de asegurar su calidad.

Por otra parte, en la definición de las políticas de aseguramiento de la calidad académica, es preciso tener clara conciencia de que la importancia adquirida por la tecno ciencia como factor de poder en el mundo moderno, presiona por la introducción en el ámbito universitario de los criterios de rendimiento y eficacia como patrones de calidad con pretensiones sustantivas. Términos como adaptación, competitividad, supervivencia, logro y rendimiento, provenientes del mundo militar y empresarial, han sido incorporados, frecuentemente de modo acrítico, en el vocabulario universitario, induciendo al fortalecimiento de una visión estrechamente tecnocrática de las tareas universitarias, perdiendo de vista que tales nociones operatorias adquieren su orientación y predominio desde un horizonte político cultural -y en última instancia valorativo- que es preciso reconocer para evaluar en qué medida su imposición favorece el desarrollo de nuestras potencialidades como colectividad. A la universidad le corresponde también aquella tarea de tematizar con sentido crítico los horizontes de sentido en que discurre la acción. Se trata de una tarea de importancia capital para definir las condiciones de posibilidad de nuestra posición autónoma en el mundo contemporáneo.

Desde la década pasada, hay, de hecho, una visible presión sobre los decisores de política en las universidades, en el sentido de una evaluación permanente de la calidad académica y de la gestión. Se trata de una tendencia proveniente de espacios mayores a los del ámbito nacional. Una tendencia manifiesta como parte del proceso de globalización que se ha acentuado en las últimas tres décadas sobre la base de la entrada en escena de nuevas tecnologías de manejo de la información y las comunicaciones que dan acceso a información abundante en tiempo real.

Tratándose de una tendencia internacional, la evaluación de la calidad académica y de la gestión como soporte de ella se efectúa atendiendo a algunos estándares igualmente compartidos por la comunidad académica internacional, los mismos que se operativizan en un proceso denominado acreditación. Es de notar que esta es una tendencia que habiendo tomado cuerpo en la esfera de la producción actualmente se manifiesta en todos los ámbitos de la acción social.

Vivimos en una época caracterizada por la tendencia a la conversión de todo lo disponible en recurso. Así, la modernidad ha convertido la naturaleza en “recursos naturales”, dispuestos para ser explotados. En esa perspectiva el propio ser humano se ha convertido en un recurso, cuyo empleo debe ser “optimizado”; se habla así de “recursos humanos”. Teniendo enfrente recursos se supone que lo que corresponde es emplearlos con el mayor grado de eficiencia, de modo que puedan rendir lo más posible. Es la lógica del sistema, que algunos reproducen sin percatarse de ello. Como se sabe, la eficiencia se suele definir como el logro de ciertos objetivos con el menor número de recursos posible. Lo cual permite hablar de la “productividad” de aquellos recursos; la misma que debe ser evaluada de continuo. En esa lógica, los conocimientos también constituyen recursos. Más aún: constituyen el principal recurso; aquel cuya aplicación permite mejorar la productividad de los otros recursos.

Se trata, por tanto, de una tendencia que no podemos ignorar; de exigencias y retos que no podemos dejar de afrontar. Lo que sí nos corresponde como comunidad universitaria, es afrontar estas exigencias de manera crítica, con definiciones propias de las variables a elegir para evaluar la calidad académica. Tomar prestadas definiciones producidas sobre este tema en otros países, sin haber evaluado su pertinencia al nuestro, revelaría una inaceptable incomprensión de lo que está en juego en este terreno.

Inevitablemente, alguien debe definir los criterios con los cuales juzgar la calidad académica. Si no lo hiciéramos nosotros, lo harán otros, imponiéndonos sus términos, que bien podrían no ser del todo adecuados para construir la universidad que queremos. Por tanto, es (o debería ser) obvio que la definición de los criterios de calidad académica que serán aplicados en una universidad suponen una discusión detenida de qué tipo de universidad queremos, lo cual, a su vez, implica definiciones básicas de qué tipo de país queremos construir, sobre la base de una comprensión lúcida de en qué mundo vivimos y cuáles son sus tendencias fundamentales.

Al procesar una discusión de ese tipo, lo que estaríamos haciendo es enjuiciar críticamente la calidad de las orientaciones y procesos académicos, así como los de la gestión académica, tomando como criterio cuán pertinentes son, para la construcción del país que queremos; es decir, atendiendo a su impacto social; a la medida en que permiten fortalecer capacidades productivas, estructuras sociales y patrones culturales inclusivos, condiciones básicas para alcanzar mejores condiciones de vida para todos los peruanos. Procediendo así, actuamos con autonomía. Siguiendo definiciones trazadas por otros, hacemos sacrificio de nuestra autonomía y renunciamos a definir por cuenta propia qué tipo de universidad y sociedad queremos construir.

La universidad y los retos del mundo contemporáneo

El modelo civilizatorio de la modernidad, sobre cuyos alcances hoy se procesa un intenso debate, estableció desde sus inicios una estrecha correlación entre saber y poder, produciendo una revolución epistémica que trajo consigo un tipo de ciencia esencialmente vinculado con la tecnología y la búsqueda del rendimiento. Siguiendo el designio de aquel patrón civilizatorio que se ha extendido a escala planetaria, efectivamente el saber se ha convertido en clave de poder: En la escena contemporánea los países tienen un margen de juego directamente proporcional a su capacidad de producir ciencia y tecnología. Por tanto, en un mundo marcado por tendencias estructurales a la exclusión, las colectividades que no cuentan con una elite académica científica competente, con capacidad de producir saber riguroso y tematizar con autonomía los horizontes de vida en que discurre la acción, están en grave riesgo en cuanto a su viabilidad. Por ello, la educación superior pasa objetivamente a ser un delicado tema social y, su inclusión, un inobjetable indicador de seriedad de cualquier discurso o agenda de política nacional.

Se atribuye a Francis Bacon, filósofo inglés del Siglo XVII, haber sentenciado: “Saber es poder”. Se trata de un apotegma que caracteriza inmejorablemente el espíritu que anima a la ciencia, referente decisivo del horizonte de sentido que sostiene a la modernidad. En efecto, la ciencia moderna, a diferencia de los tipos de saber predominantes hasta entonces, se concibe ante todo como un saber cuyo valor se define por su rendimiento, por su capacidad de proveer el control de la naturaleza, convertida en un arsenal de recursos, estableciendo los procesos conducentes a ello.

Premunida de aquella voluntad, la ciencia moderna mostró desde sus orígenes una esencial dimensión tecnológica, vinculada al aumento de la productividad como objetivo de la acción. A estas alturas de la historia el imperio global de aquel tipo de saber constituye un hecho decisivo en la definición de las posibilidades de vida que afrontan los seres humanos, aún para aquellas que aspiran a proyectar horizontes de sentido alternativos para la acción.

En tal sentido, es preciso comprender que, en la denominada “sociedad del conocimiento”, la ausencia de políticas de Estado que promuevan el desarrollo de una base científico tecnológico propio constituye la más seria amenaza a la viabilidad de una comunidad política.

Corroborando la estrecha vinculación entre el poder y la capacidad de producir saber, los rankings universitarios mundiales elaborados con el inicio de este siglo, reproducen el mapa del poder en el escenario global. La participación de América Latina es de escasa relevancia. En el ranking de la Universidad de Jiao Tong, de Sanghai, apenas siete universidades aparecen entre las 500 primeras. Europa y América del Norte ubican alrededor de 400 universidades, ratificando el predominio global de su potencial científico tecnológico. Es también de interés que los países emergentes de Asia Pacífico, cuentan en ese ranking con algo más de 90 universidades. Se trata de países que, partiendo de una situación económica en promedio más precaria que la de los países latinoamericanos, decidieron invertir con prioridad en la educación superior para dotarse de una base científico tecnológica que les permitiera aprovechar los cambios que traía consigo el advenimiento de la sociedad del conocimiento, sustentando su desarrollo económico en la incorporación de alto valor agregado a su oferta de bienes y servicios. Nuestro camino ha sido inverso: desmontamos el aparato productivo que alcanzamos a constituir en la década de los setenta, la universidad pública sufrió un continuo deterioro de su calidad y nuestra economía viró hacia una reprimarización, tendencia marcada por el mayor volumen de inversión en extracción minera.

En ese contexto, la posición de nuestro país es extremadamente precaria. Nuestra producción hoy reprimarizada, proyecta un espejismo de cifras macroeconómicas basadas en el alto volumen de exportación de materia prima no renovable, que no debe impedirnos comprender que tal condición es insostenible a mediano plazo, si no incorporamos valor agregado a nuestra producción, tarea para la cual la universidad es una institución imprescindible.

En tal sentido, un buen criterio para evaluar la seriedad y consistencia de los programas políticos de alcance nacional y de los discursos y acciones en que se traducen, es atender a si cuentan con definiciones de qué hacer para dotarnos de aquel soporte científico tecnológico, qué hacer para desarrollar instituciones de educación superior de alta calidad, condición de posibilidad de nuestro bienestar colectivo.

Las tendencias a considerar

Notables cambios han ocurrido en los patrones de vida y expectativas de la gente durante las últimas décadas. Tales cambios que abarcan las relaciones interhumanas -especialmente en el mundo del trabajo-, las del hombre con la naturaleza, así como el campo del saber, no tienen parangón en la historia previa. Ellos han sido desencadenados por mutaciones ocurridas en la base tecno científica de la sociedad contemporánea, las cuales tienden a producirse con una celeridad cada vez mayor.

El campo del saber cambia y crece vertiginosamente: Las revistas especializadas científicas han pasado de 10 mil en 1900 a más de 100 mil en la actualidad. Refiere Joaquín Brunner que tan sólo en matemáticas se publica anualmente alrededor de 200 mil nuevos teoremas y que desde los años 90 más de un millón de artículos aparecen en las revistas especializadas de química. Considerado en su conjunto, se calcula que el saber especializado logró duplicarse, desde inicios de nuestra era, recién a mediados del Siglo XVIII, precisamente cuando tomaba cuerpo la ciencia moderna. Volvió a duplicarse 150 años después; luego en 50 años y ahora se calcula que ocurre cada cinco años. De continuar las actuales tendencias que muestran oleadas tecnológicas de ritmo y lapso de recurrencia cada vez más acelerados, se calcula que alrededor del año 2020 se duplicará cada 73 días. Estamos pues en carrera contra el tiempo para encarar los retos que tal situación nos plantea. Si queremos evitar el destino de sociedad debilitada, descartable y colapsada, necesitamos repensar radicalmente la universidad peruana, su estructura, funciones y prioridades en el ámbito nacional.

Los peruanos necesitamos volver a pensar el país y su lugar en el mundo. Requerimos instituciones capaces de apropiarse de aquel saber, seleccionarlo, interpretarlo, asimilarlo y participar con prioridades propias en su producción, instituciones de educación superior con capacidad de producir conocimiento pertinente y de óptima calidad. En ello se juega nuestro destino. Para eso necesitamos evaluar cuidadosamente, sin mistificaciones, la actual situación de la universidad, apreciando con objetividad sus debilidades y potencialidades.

No es posible pensar un desarrollo social sustentable sin el concurso de la universidad, tanto para la formación de elites nacionales y regionales rigurosamente calificadas que conduzcan aquel proceso, como para la producción de saberes del más alto nivel que incorporen valor agregado a nuestra producción hoy reprimarizada. Por ello, es vital para los peruanos contar con universidades capaces de asimilar el saber contemporáneo y adaptarlo a las necesidades del país y sus regiones, estableciendo nexos con la práctica social -en particular la producción material y simbólica- y nuestras raíces culturales.

La universidad pública tiene importancia decisiva para el desarrollo del país: No sólo porque contribuye a su democratización, promoviendo ascenso social mediante la formación de cuadros calificados, sin otra condición que su competencia académica, sino porque genera conocimiento en áreas de valor estratégico, que frecuentemente exigen alta inversión en capacitación y logística, como las ciencias básicas y las tecnologías, a las que la lógica cortoplacista del lucro con que en nuestro medio se tiende a fijar las prioridades en la inversión privada no podría atender.

En una sociedad caracterizada aún por una injusta distribución de la riqueza, con contrastes sociales muy marcados y un grueso sector de la población en situación de pobreza o de pobreza extrema, la universidad pública facilita el ascenso social de los sectores menos favorecidos, al hacer posible su acceso a la educación superior sin otra condición que sus méritos y capacidad intelectual, con lo cual también permite un más amplio desarrollo de las potencialidades humanas con que cuenta el país. Conviene también tomar en cuenta que el retorno de la educación superior en términos de empleabilidad es aproximadamente el triple del de la educación secundaria, lo cual ciertamente da cuenta de la existencia en la base de un severo problema en la distribución del ingreso, pero al mismo tiempo corrobora que la educación universitaria abre mayores posibilidades de saldar aquellas brechas para los que acceden a ella.

En tal sentido, la función democratizadora de la universidad pública pasa ahora de manera decisiva por el cuidado de su calidad académica, la cual está hoy en relación directa con el desarrollo de la investigación y la capacidad de producir conocimiento.

La situación en que nos hallamos

La estructura de la educación superior en el Perú es vetusta: Atendiendo a los dramáticos cambios ocurridos en el mundo (en cuya base está la revolución tecno científica) todos los países del área han renovado su legislación para afrontar los retos de la calidad académica. Nuestra Ley Universitaria, promulgada en 1983, muestra un sensible retraso, que su orientación acentúa más aún, pues fue diseñada siguiendo el modelo reformista de Córdoba, de la segunda década del siglo pasado.

La Ley Universitaria N° 23733 de 1983, inspirada por Luis Alberto Sánchez. Ley que marcó el rumbo de la universidad peruana plasmando con retraso un programa anti oligárquico, que entendía la democratización de la universidad, en primer lugar como resguardo de su autonomía para definir los términos de su desarrollo, y, por otro lado, como promoción de la participación de los estamentos universitarios en un gobierno sustentado en mecanismos de decisión asambleísticos. Dicha ley no prestaba mayor atención al tema de la calidad académica, precisamente cuando por la irrupción de la denominada sociedad del conocimiento pasaba a ser el eje de definición del alcance democrático de la universidad, y en particular de la universidad pública. Aquella ausencia fue fatal para el posterior curso de la universidad en nuestro país.

Aquella ley sufrió luego múltiples modificaciones parciales (ver Anexo) para ser acomodada a la presión de las circunstancias, cuando no de los intereses políticos en juego. Ello sólo consiguió ahondar su incoherencia. La disposición legal de mayor efecto en tal sentido fue el Decreto Ley N° 882, emitido por Fujimori en 1996 para facilitar la apertura de universidades privadas sobre la base de incentivar el lucro. En ausencia de mecanismos mínimos de garantía pública de la calidad de la oferta educativa, aquella norma ahondó los efectos negativos del modo en que la Ley Nº 23733 definió la autonomía universitaria, convirtiéndola en una suerte de patente de corso que condujo a la proliferación de una oferta educativa universitaria deleznable que hoy inunda el país.

Se trata por tanto de un marco legal inadecuado para resolver los problemas más saltantes que afronta hoy la universidad peruana, afectado además de una incoherencia crónica. Por ello, su renovación es una tarea urgente.

Hay 112 universidades en el Perú (36 públicas y 76 privadas), otras 22 (4 públicas y 18 privadas) están en proceso de implementación. Algunas otras han sido creadas recientemente por Ley. Además, hay 38 filiales reconocidas (de grandes dimensiones) y muchas más funcionando informalmente. (1) Todas las regiones cuentan con universidades públicas (en varias hay 2 o más), y en todas hay muchas privadas e incontables filiales. Por tanto, el problema principal no es de cobertura sino de calidad. (2)

Los sucesivos gobiernos, en las últimas tres décadas, han ahondado la crisis de la Universidad Pública creando, demagógicamente, nuevas universidades de ese tipo (3), en condiciones deleznables y con consecuencias tan lamentables como las tres muertes registradas en Huancavelica en protestas de la población por la mutilación de la universidad pública allí existente, para crear otra nueva en Tayacaja. (4)

Los grados (incluyendo postgrados) y títulos, en todas las universidades y sus filiales, se otorgan “a nombre de la Nación”, sin garantía alguna de su confiabilidad, configurándose así, en la mayoría de los casos (sobre todo en las universidades privadas “con fines de lucro”) una situación de estafa a gran escala, con grave daño del país.

La universidad pública se halla igualmente afectada por la mercantilización de sus funciones (tendencia favorecida por el bajo presupuesto que recibe del Tesoro Público), que abarca desde la institucionalización de los “Centros Preuniversitarios” (con detrimento del principio de equidad en el acceso) hasta la comercialización de títulos y postgrados (con menoscabo de su nivel académico).

Esa situación, favorecida por el desinterés del Estado, ha conducido a su captura por grupos corruptos y académicamente mediocres, de interés clientelar, sin proyecto de universidad ni de país, que basan su acceso al poder en la corrupción sistemática de los representantes estudiantiles que los eligen. Se trata de una situación que escasas excepciones confirman como generalizada.

La universidad en el Perú se halla en crisis, mercantilizada y, en el caso de las universidades públicas, en una suerte de autismo paralizante, copada por redes de interés corporativista y clientelar, sin capacidad de redefinir su estructura y sus funciones, para incidir de manera activa en el curso de la sociedad circundante.

En esas condiciones, la investigación científica tiene escaso -y frecuentemente nulo- desarrollo, y el nivel académico de docentes y estudiantes tiende al deterioro, con resultados como los que muestran los docentes de la Educación Básica, egresados de universidades.

La crisis de la universidad en el Perú es, pues, severa y tiene a la base la carencia de políticas de estado para su desarrollo. No obstante, si pensamos seriamente en el desarrollo nacional, el concurso de las universidades (sobre todo las públicas) es esencial. Lo confirma la experiencia de todos los países que han logrado desarrollarse, pues ello es imposible sin producción de ciencia y tecnología, y formación de una elite dirigente del más alto nivel, funciones que corresponden a la universidad.

Desde mediados de los años 70 el país siguió un curso de inserción en la economía mundial, con subordinación a los ejes de poder global, asumiendo el papel de proveedor de materias primas y mano de obra barata, reprimarizando su aparato productivo. Es en esas condiciones que la Universidad perdió toda relevancia.

El nuevo escenario

Se ha abierto la posibilidad de un cambio en las orientaciones básicas de las políticas de estado en el Perú. Han sido propuestos como ejes de política estatal: 1) la redistribución de la riqueza, con mayor impulso de las políticas sociales, y 2) la reorientación del aparato productivo, en el sentido de una incorporación progresiva de valor agregado en la producción. Ambas orientaciones confluyen en la necesidad de introducir cambios en la Universidad, institución que favorece mayores grados de equidad social (pues promueve el ascenso social y es el nivel educativo con mayor tasa de retorno económico) y a la que corresponde producir el conocimiento que incorpore valor agregado a nuestra producción.

Se ha abierto, por tanto, la posibilidad de una reforma de la Universidad, que debería traducirse en un nuevo marco legal para ella, que reemplace al actual que ha devenido obsoleto y perjudicial para su desarrollo.

Elementos para una agenda de Reforma Universitaria

En el caso de las universidades públicas, (5) la reforma supone: A) Definición de políticas de estado para el impulso de la Educación Superior y B) pleno apoyo estatal para el cumplimiento de sus funciones.(6) Exige también pensar estas instituciones a escala nacional, generando C) un sistema universitario nacional,(7) articulado por macro regiones, con liderazgo de universidades de carácter emblemático, donde se dé prioridad a la investigación y los posgrados. Deberá también D) rediseñar sus mecanismos de representación y gestión, favoreciendo la más amplia participación de la comunidad universitaria, así como E) una gestión transparente y por resultados, con indicadores de eficiencia y rendición de cuentas al país.

Se ha abierto la posibilidad de una renovación de la Educación Superior peruana, con liderazgo de las universidades públicas. De no concretarse pronto, su crisis se ahondará, con efectos de largo plazo, afectando también las posibilidades de desarrollo del país. La comunidad universitaria nacional deberá promover esa renovación, constituyendo un movimiento universitario (con docentes y estudiantes), con un programa de cambio y voluntad política para llevarlo adelante.

                                                                                                           Chaclaq ayllu, Setiembre, 2011

Notas Finales

* Disertación realizada en la Facultad de Ciencias Sociales y Humanidades. Universidad Nacional de Educación Enrique Guzmán y Valle. 5 de septiembre del 2011. Publicada con autorización del autor.

(1) Si sumamos a las 112 universidades ya reconocidas, las 22 a las que eufemísticamente CONAFU denomina “en proceso de implementación” y las 38 filiales (la mayoría de ellas con dimensiones de ciudad universitaria), tenemos 172 instituciones universitarias funcionando efectivamente en el país. Si tomamos en cuenta que 11 más se hallan en trámite de autorización y otras 9 en espera, la situación adquiere dimensiones de catástrofe nacional en términos de cuidado de la calidad académica. Además, CONAFU registra 5 universidades cuya autorización fue cancelada y otros 25 proyectos de universidad admitidos, a los que denomina “en abandono”.
(2) Este es un punto nodal de las definiciones que hay que tomar sobre la universidad, pues cambia por completo las prioridades de la agenda universitaria.
(3) En casi todos los casos siguiendo el “modelo” perverso de convertir una sede universitaria en funcionamiento, como la de la UNT en Huamachuco, la de la UNAMBA en Andahuaylas, la de la UNSAAC en La Convención, la de la UNDAC en Oxapampa, la de la UNAP en Sullana, la de la UNC en Jaén, la de la UNSCH en Huanta o la de San Marcos en San Juan de Lurigancho. Es decir, desmontando lo que debía fortalecerse: que la principal universidad pública de cada región establezca sedes en sus provincias, con especialidades apropiadas a las necesidades del desarrollo de esa zona.
(4) No obstante, el nuevo gobierno ha reincidido, de inicio, en esta tendencia, creando una nueva universidad pública en Chincha.
(5) Es importante centrar la atención en las universidades públicas, no sólo por razones de orden táctico (de viabilidad política de la reforma universitaria), pues no hay que perder de vista que la aprobación de la ley que establecía la elección de las autoridades universitarias por voto universal y directo de la comunidad universitaria fue bloqueada por presiones de los dueños de universidades privadas, muy vinculados a las altas esferas del poder político en el país, sino también porque es preciso no perder de vista que lo decisivo es reformar la Universidad Pública, directamente dependiente del Estado y de valor estratégico para el desarrollo del país. Para el caso de las universidades privadas, bastará, en primera instancia, con que el sistema de acreditación funcione efectivamente, cortando la estafa educativa.
(6) Obviamente, ello supone un mayor financiamiento y decidido apoyo a la investigación.

(7) Es decir, la autonomía deberá replantearse, siendo condición del sistema universitario, no de cada universidad en particular. No hay otro modo de terminar con el autismo universitario que ha conducido a duplicar innecesariamente la oferta de formación profesional en una misma región o a implementar programas que no guardan pertinencia con las necesidades del desarrollo de la sociedad circundante. Ello supone también contar con alguna instancia de alcance nacional y algunas otras de alcance macrorregional que coordinen la actividad universitaria en el sector público.

martes, 28 de junio de 2011

OLVIDO QUE NUNCA LLEGAS


Artidoro Velapatiño acaba de publicar su poemario: Olvido que nunca llegas (Cuadernos del Sur, 2011). Siguiendo una tendencia reflexiva nos plantea la comunión entre poesía y música, como momento discursivo del recuerdo de sus seres más queridos, los que ya no habitan este mundo. La memoria tiene como punto de partida y llegada a diversos géneros musicales, que van desde Jazz, tango, folk popular y telúrica del Perú profundo.

Los motivos del poeta parten de la necesidad del testimonio surgido de una experiencia personal muy profunda que ha sabido comunicar el sobrecogimiento de sucesos luctuosos tanto en su natal Huamanga, como la muerte de sus más apreciados amigos y familiares, momento que transige la soledad y su entrelazamiento en su universalidad como acto humano.

Olvido que nunca llegas trae a mi recuerdo las noches de tertulia que Velapatiño compartió con mi padre y los poetas del GIPM. Los autores y temas musicales que menciona son los que acompañaban las conversaciones sobre tópicos diversos; la emoción y el clima que creaba el ambiente musical, son momentos que el poeta ha sabido recrear y mostrarnos en el poema Ricardo III. El recuerdo, la rememoración del pasado son el motivo para rendir homenaje y mostrarnos que el poema puede señalarnos caminos insospechados donde lo testimonial se eleva en un acto tan humano y universal, que puede incluir contextos culturales tan distintos, creando una unidad de existencia.

Inserto además, un extracto de valoración del texto poético escrita por Gabriela Caballero Delgado.

Olvido que nunca llegas

Entre recuerdo y recuerdo
mato una ilusión.
Ilusión que a mí me mata
mientras más ilusión hay
¡Ay!, olvido que nunca llegas.

Walter Humala Lema.


Ricardo III

Now is the winter of our discontent
My kindong for a horse!

Ahora en el invierno de nuestro descontento
más allá de en medio del camino de esta quimera
la camanchaca agita granos de arena en el viento
y otra vez es la soledad oscura golondrina que no hace verano


ENTRE RUMAS DE DISCOS LIBROS DISEMINADOS Y POLVO
SUENA SILENTE “COOL BLUES”
              Y CHARLIE BIRD
ES ROCÍO EN LA NIEBLA
LEÑITA PRENDIDA EN LA TARDE GRIS


Ahora que no son las cinco en punto de la tarde
Ignacio sigue dibujando preludios de muerte
              sin sol ni arena
y nosotros
           sumando hechos que no suman hecho
           haciendo cuentas y son puros cuentos


SIGUE CHARLIE SONANDO SILENTE DESDE
                                       RECÓNDITOS ABISMOS
ENTRE LAS CASCADAS DE ERROL
                           Y FUERTE VIBRATO
En qué creer
en quien creer
ahora que este frío nos sacude
y mañana no es otro día
y nada es como creíamos antes de ayer
ni como decíamos ayer
y preferiríamos entonces
                  no hacer
                  no decir
                  no escribir


¡Oh Bartleby!
Ahora que sentires y decires van camino hacía Utopía
y nuestros sueños se estrellan
contra la incomparable realidad


AHORA ES “SO WHAT”
Y ESA ANGUSTIOSA SENSACIÓN DE ESTAR TAN LEJOS Y TAN CERCA
DE LO QUE SE BUSCA Y NO SE HALLA
MILES DAVIS: TROMPETA Y LÍDER
              LUZ Y SOMBRA           RÍO Y PIEDRA
               SOL Y ARENA             HUELLA Y VACÍO
                              ABSURDA PUREZA
                      MARAVILLOSA IMPERFECCIÓN
JOHN COLTRANE: SAXO TENOR
                  MULTITUD Y SOLEDAD
                  VUELO INFINITO ENTRE EL ÉTER Y LA NADA
BILL EVANS: PIANO
               RUMOR DE PUQUIAL EN LONTANANZA
               REBOTANDO ENTRE LAS PIEDRAS DEL CAMINO
PAUL CHAMBERS: BAJO
                SILENTE HUELLA DEL VENADO
                ENTRE EL FULGOR DE RAYOS QUE NO CESAN
JAMES COBB: BATERIA
              TRUENO ANTES Y DESPUÉS DEL ARCO IRIS
              TEMPESTAD EN LA ABSURDA CALMA


Ahora que las palabras se quiebran
y las doctrinas estallan gota a gota en océanos inmensos
y las parábolas emulan sólo ficciones
y los predicadores predican en el desierto
y los sembradores cosechan vacíos y silencios
¡Que hacer! ¿Qué decir?


JOAN BAEZ
            ENTRE DIAMANTES Y MUSGOS
            ES LLANTO DE OJOS AZULES EN MEDIO DE LA LLUVIA
            SONRISA EN LA CERRAZON DE AGOSTO


La mediocridad es piel de zapa que viste de cuerpo entero
y sólo la rutina hace labor de hormiga
y no son las cinco en punto y Salieri absuelve a los mediocres del mundo
y nada cambia y sin embargo cambian los vientos la lluvia los caminos
y somos los desterrados en territorios de nadie


SINFONÍA 25 EN SOL MENOR
                          ¡WOLFGANG AMADEUS!
                           ESCÚCHALO Y BASTA


Y ahora es entonces que nos ahoga el humo de los recuerdos
Hernán y Rosa
que se fueron como se van los días en silencio
simplemente
dibujando auroras en algún rincón de este inmenso territorio
                                                                                 [que somos
y su presencia es gotita de rocío en las retamas
que amarillan amarillando los caminos
y ya no hay ausencias ni olvido


KIRWAYO
           EN LA OSCURIDAD DE LA NOCHE
                            ENDULZANDO EL AMARGO
           CON LA CRECIENTE TERNURA DE SU TRINO
              EN LA ENCORDADA
                ES BICHITO DE LUZ
                  EN ESTE ANCHO CAMINO


Y nuevamente entonces es cuando a luz de luna
¡Oh viejo maestro!, vienen otra vez las interminables noches entre
                                                                              [tangos
de Tita o blues de Bessie
63 o más variaciones de eternos dados y caña la de las buenas
tu voz tronando entre las hojas de cipreses versos de Gelman o
Elvio y
ese rumor del Rímac tan cerca y tan cerca
y dicen Víctor los que dicen que te has ido
así de simple
que te has ido


BESSIE
       TRÉMULA ANUNCIA
           EXTRAÑO FRUTO
                     QUE CUELGA
                           DEL ARBOL
                     DESPUÉS DE LOS CHACALES
                             Y ESA SED DE SANGRE
                        ENTRE BORRASCAS Y CUMBRES
                             AMARGAS DULZURAS
EN ESTA INMENSA SOLEDAD DE GUITARRAS Y AGUACERO


Y no hay tristezas viejo amigo ni partidas
poeta
otra vez en el rescoldo de nuestro fogón
tejeremos esperanza tras esperanza
buscando quimeras
y ese asalto al cielo
que un día soñamos al pie de la vida


JULIO SOSA
             RETUMBA ENTRE ESTAS PAREDES
                          Y MAÑANA IREMOS TEMPRANO
                                SIN FLORES NI AMARGURAS
                                   CON EL SOL ENTRE LAS MANOS
                                                  Y ESA VOZ
                                                  Y ESA VOZ
Y AHORA ES GARDEL EL MOROCHO
NO MÁS SOLEDAD NI SILENCIO ESTA NOCHE


Y entonces
otra vez es la soledad un ancho río
y tú
sólo tú
eres frescura de trébol en esta inconmensurable sed
aura en los amaneceres o mediodías
luz de agosto
en esta desesperada espera
venadita de silente y suave huella
en estas infinitas alturas donde sólo florecen cactus
y blanca y dura tierra


………………………………………


Walpurgis Nacht


                                                         Si yo pudiera unirme
                                                         a un vuelo de palomas
                                                         y atravesando lomas
                                                         dejar mi pueblo atrás,
                                                         juró por lo que fui
                                                         que yo me iría de aquí;
                                                         pero los muertos
                                                         están en cautiverio
                                                         y no nos dejan salir
                                                         del cementerio.
                                                        Joan Manuel Serrat
TRES


Es la noche no habrá más luna ni en mayo ni en octubre
cierra las puertas las ventanas cierra hora es de los cadáveres redivivos
que tu sangre nuestra sangre acechan y rondando están tu esquina
convocando está el Conde a sus lobos sus vampiros sus arpías
infestan de ratas cada rincón de tu casa
pon oídos sordos a cantos de sirena no sea que seas tú elegido
y mañana sólo seas recuerdo.


Afuera sopla el viento y aquí adentro quién sabe si esperamos
o desesperamos
noche de brujas noche de diablos de aparecidos o desaparecidos
quien duda


ayer la guitarra                       hoy rumor de balas
ayer el canto                            hoy gritos y susurros
ayer la siembra                       hoy pastos incendiados
ayer el sueño                           hoy la eterna angustia
ayer la vida                              hoy la muerte por doquier


       tiempos otros de luz y de sombra y era la poesía
       hoy es la poesía tiempos sombríos y qué lejos el alba
                 tierra mía qué te han hecho
                 qué nos han hecho amada mía.


Es la noche y no hay ya consejas en la penumbra
sólo se aguardan historias terribles o utopías que iluminados
                                                                         [profetas anuncian
Los más queridos entre los queridos
acaso no están más entre nosotros
y mañana seguiremos huellas que no serán ni rastro
juntaremos cadáveres con nuestros perros de guía.


Qué tiempos estos que sólo despojos cosechamos
que no hallamos sino lagos de Estigia o barcas de Caronte
sin ofrendas que ofrecer a nuestros viajeros
es la noche aúllan lobos y pronto llegarán sicarios
que no dejarán piedra sobre piedra
y harapientas viejas como ratas barrerán con lo que queda
o recogedores de carniceros que anuncian glorias inmarcesibles
con la guadaña de lanza y la palabra divina por escudo
te arrancarán los últimos frutos de tu simiente
o la vida misma en nombre del pueblo y de altos principios.


Es la noche tiemblan las ramas en el viento
y mañana sabremos qué fue de nosotros y de los otros.


SEIS
                                                                                            (A Carlos Falconi)


Préstame tu canto wauqechay tu canto préstame
ahora que nos faltan las palabras y los decires nos sobran
y tanto viento malo arrecia wauqechay
y hasta los puquiales en sangre revientan
y en llanto se desangran las paqarinas
qué decir wauqechay
y qué no decir
préstame tu canto.



                 Huamanga tierra que duele
                 grandiosa en tu desgracia


Tantos que se fueron dónde estarán
no nos queda ni tiempo para contar los días con sus noches
wauqechay
ahora que el olvido nunca nos llega
cuando las pesadillas ahuyentan nuestro sueño
qué hacer wauqechay
ahora que esta espera nos desespera
y qué no hacer wauqechay
habiendo tanto que hacer como decía el Cholo wauqechay
y sin embargo
hay que vivir y ponerse el cuerpo todos los días
en esta tierra que es nuestra tierra
donde tantos muertos nos nacen wauqechay.


              La libertad es tu gloria
              tus himnos hacen la historia


Qué lejos las noches de luna cuando a la pacapaca jugábamos
eran nuestros gritos quebrando el silencio
era nuestra la alegría la misma de la plaza de Tambo
qué lejos wauqechay y tan cerca sin embargo
con ese frío tan intenso y ese rumor del agua lejano
y ese temblor de molles y alisos en el viento
y ahora cunanqa wauqechay
imataq kay willaykuway wauqechay
qué noches son estas hermanito
noche de cuchillos largos
cuando los muertos son asesinados y los cadáveres degollados.


           Taytachas rikchapakuchkan
           chakinsi paskarikuchkan


Y aquí no ha pasado nada dirán
tal vez sea como en Macondo sólo cuento de locos o borrachos dirán
wauqechay
donde los muertos son sombras de tiempos que nunca fueron
así dirán hermanito así dirán


Y ayer íbamos a los ríos atarraya al hombro
buscando truchas donde había y donde no había también
juntábamos guindas duraznos nísperos peras capulís
y no eran de viento nuestros molinos de cabuya eran
¿te acuerdas? wauqechay
ahora sólo despojos y llanto y no más diáfanas lluvias
ni arco anunciando el iris colores de la vida
qué juntar sino cuerpos aún tibios
qué juntar sino wawas sin padre ni madre
sólo recuerdos wauqechay sólo recuerdos
¡ay! Olvido que nunca llegas.


            Sonqonsi rauray raurachkan
            ñawinsi kausaypakachkan


Cada guitarra canta
no te acobardes en la puerta
las noches son largas wauqechay
pero terminan hermanito al canto del gallo terminan
otra vez buscaremos truchas en el río
y serán los peces multiplicados
sacaremos papas de la pachamanca como flores que en el río flotan
bajaremos nuevamente por las curvas infinitas
a Tambo y juntaremos lo que juntar debemos.


             Ñaqañas qatarimunga
                manañas waqay kanqachu


Templa tus cuerdas wauqechay
alista tu canto
mañana de mañanitas habremos nuevamente que cantar
y serán las trillas regresadas y abriremos nuevas sequías
y habrá que cortarse árboles otra vez como siempre
y para nosotros habrá también mañana
y habrá cuándo
y ya no serán las dichas de contrabando.


          Llakitas paywan tanqasun
               intilla lloqsemunanpaq


Todavía llora el Torobamba
y cómo no wauqechay
tantos que se han ido hermanito
que nunca habrá para ellos ni pequeña sombra de olvido
todos están en el aire en el árbol en el lucero en la retama
Rasuwillka con su eterna nieve
testigo es de tanto sombrío tiempo
de tantos huesos en la tierra esparcidos
y aún habremos de cosechar tanta tristeza.


              Lamarpis supay llamkaschkan
                  Huantapis sonqolla rauran


La oscuridad de la noche es triste, es verdad
en esa oscuridad vivimos
pero del llanto viene el agua purita
y de la sangre crecen frutos
wauqechay
Incarry juntará sus miembros mutilados
éstate seguro hermanito
hablarán los Wamanis
y los Apus nos escucharán como antes.


                       Cuerpollas qoñilla kaptin
                       manañas qanra kanqachu


Cuando estemos todos juntos wauqechay
como antes ¿te acuerdas? hermanito
como antes cuando juntos todos estemos
y regresen nuestros muertos y con ellos nosotros
wauqechay abriremos nuevos surcos.


                        Takllata qapiykullaspas
                            allpata wuachachillanqa


Nuestro cielo limpio como agua de paqarina
será nuestro como antes
cuskam takisun wauqechay llapanchik kuska
hermanito
kusi yachachiq kallpa wiñachik qatun takiwan
wauqechay.


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Artidoro Velapatiño Castilla (Ayacucho, 1947). Es profesor en matemáticas por la Universidad Nacional de Educación Enrique Guzmán y Valle (La Cantuta). Magíster en Matemática por la Pontificia Universidad Católica del Perú. Fue catedrático de la UNJBG de Tacna hasta 1995, año en que se jubila. Actualmente es docente en el Instituto de Telecomunicaciones e Informática (ITEL).
Fue miembro destacado del Grupo Intelectual Primero de Mayo. Desde su llegada a Tacna se integró al movimiento literario, publicando en revistas y diarios tacneños. Y es, sin duda, una figura fundamental de la generación del 70. Asimismo, dirige hasta la actualidad el cine club Orson Welles, desarrollando diversos ciclos de proyección fílmica en la ciudad.
Codirigió las revistas La Cossa Nostra y Canto y Seña, y es parte del comité editorial de Parásito & Huésped. Ha publicado los poemarios A tiempo completo; De entre los muertos; y las plaquetas Comandante Che Guevara, presente; al otro lado del camino.


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EL PAPEL DE LA MÚSICA COMO ESPÍRITU QUE CONDUCE A LOS RECUERDOS EN RICARDO III.

                                                                         Gabriela Caballero Delgado.


En “Ricardo III”, poema-metáfora, aparece una polifonía musical que va tornándose en protagonista de los versos, además de ser un diálogo general con la angustia y las nostalgias de épocas y amigos anteriores. El texto poético está estructurado en tres partes:

1. La condición y naturaleza del poeta frente al mundo.

2. Evocación a través de la música de los seres arrebatados por la muerte.

3. Desesperanza final del yo poético que anuncia su propia muerte como una necesidad de renuncia ante el fracaso de sus sueños.

El poeta situado más allá de la mitad de su vida, apremiado por el desconcierto y la soledad, en un mundo que no es regido más por certezas y tiempos cronológicos, habrá de refugiarse en la soledad y la música que le permiten el quiebre de las estructuras lógicas universales –aludiendo a la naturaleza efímera e inexistente de todo orden temporal: ‹‹ahora que no son las cinco en punto›› -. El tiempo será recogido entonces, por los hechos interiores del yo poético en el viaje retrospectivo de la memoria. La música se aproxima al alma del hombre que parece desistir de toda esperanza. La ausencia del cambio es dolorosamente evidente y el mañana no anuncia nuevos días. En medio de todo, el poeta se reconoce como un ser que prefiere no hacer más ni decir tampoco –Bartleby1−, revelando su condición humana desposeída de sueños, rehusando seguir adelante porque sabe lo inútil de su lucha. Ante el mundo, el yo poético es consciente de su soledad e incomunicación y permanece refugiado entre libros y discos diseminados. Ha elegido su soledad y exclusión ante lo inexorable de la destrucción, la nada y la mediocridad del mundo. Aguardando sólo la muerte o el olvido. Oponiéndose a toda esperanza, porque el que sueña y todavía espera, terminará estrellándose irremediablemente contra el bloque duro de la realidad: límite de todo idealismo y concepción pesimista de la vida. La música expresa la lucha interna del poeta, refleja su gusto por la antítesis, transmite imágenes sensoriales, se hace portadora de significados2. La melodía es un signo tan válido como las palabras e incluso con mayor capacidad evocadora. En ella se encuentra el espectáculo de la naturaleza. En las invenciones de su técnica poética, el poema entero se descubre como la concepción rítmica que el poeta tiene del cosmos. La naturaleza será despertada a través del canto. La música es esencia creadora más que recurso, superior a las palabras que ahora sólo se quiebran, porque estas no siempre nombran realidades, no siempre designan verdades o trasmiten enseñanzas. En un mundo en que la labor creadora del hombre –incluso a través de la palabra- es anulada, en que la mediocridad se eterniza y se hace cotidiana la búsqueda de ayuda externa a lo que debería ser el esfuerzo personal, en que pretendemos disfrazar nuestra imperfección con piel de zapa; en un ámbito en que se niega la armonía y el equilibrio, persistiendo la violencia, el desorden y la confusión; aparece el poeta inmerso en su soledad y retraimiento, rodeado de libros, discos y polvo, huyendo de los hombres vulgares y del vacío del mundo. Es este el espacio en que se halla al poeta, él es conocedor del lugar en donde está: los dominios del hombre connotan su angustia. La música lo abstrae de esta realidad y lo conduce por el viaje del recuerdo. Se convierte en el espíritu semejante a sí mismo, análogo a su alma, que aparece con distintas voces. Por eso escucha al quinteto más importante de jazz, integrado por figuras claves de la música del siglo XX, músicos de vanguardia que buscaron nuevas formas de interpretación, llevando la música hacia nuevos territorios armónicos, en la interacción de los instrumentos: trompeta, saxo, piano, bajo, batería. Miles Davis, John Coltrane, Bill Evans, Paul Chambers, James Cobb. Tienen la fuerza musical de evocar a los elementos de la naturaleza, su interpretación recrea el mundo: Luz y sombra, río y piedra, sol y arena, multitud y soledad, rumor de puquial en lontananza, silente huella del venado entre el fulgor de rayos, trueno antes y después del arco iris. En su angustia e impotencia frente a la insustancialidad de los hombres, el yo poético se encuentra en el canto de Joan Baez, se identifica con su música de protesta, con ella y con su búsqueda de un estilo personal; para el autor, ella es “…llanto de ojos azules en medio de la lluvia / sonrisa en la cerrazón de agosto”. Se hace evidente la preferencia del poeta por músicos que renuevan y transforman situándose en la vanguardia. La genialidad de Mozart y su desbordante capacidad de imaginación, lo conmueven. El dulce canto de Kirwayo es dulzura que lo emociona: “Kirwayo / en la oscuridad de la noche / endulzando el amargo / con la creciente ternura de su trino” El blues de Bessie Smith, el tango de Tita Merello están asociados a la expresión del pueblo, a la naturaleza social del poeta. El canto, la música de Serrat, Chopin, Rubén Blades, Manuelcha Prado, García Zárate… van tomándolo de la mano secuencialmente permitiéndole la evocación de seres que han desaparecido.

En torno al poeta, sólo seres humanos ausentes y esta nueva ausencia de la muerte asumirá entonces una doble naturaleza: Por un lado, es una muerte cotidiana; por otro, insondable extravío.


LA MUERTE COTIDIANA, ANUNCIADORA DEL REENCUENTRO CON LOS MUERTOS.

Los amigos y maestros, si bien se han marchado cuando menos lo esperaba el poeta, no han dejado de ser. Continúan existiendo como parte de la naturaleza. Mutaron sus formas. Se fundieron con el paisaje, retornando a una existencia anterior, a la comunión primigenia entre el hombre y la naturaleza. Aquí, el yo poético evoca a sus maestros y amigos, entre ellos: Víctor Mazzi, el Gringo Viejo, Percycha. Y ante su partida, sólo puede reclamarles afectuosamente por la repentina muerte. Víctor es el recuerdo permanente de las reuniones nocturnas en su casa, la bohemia, el blues, el tango mientras leían poetas de vanguardia social como Juan Gelman y Elvio Romero. La música y la poesía son explicación del entorno ideológico-social del yo poético, expresión de sus mismas inquietudes y búsquedas, capacidad de asombro. Los versos de Gelman cargados de ternura, ironia y violencia. La poesía de Elvio, invadida por la contradicción entre la naturaleza y el ser humano, el bien y el mal. La casa y el recuerdo del maestro están unidos a la naturaleza rural de Lima: cipreses, rumor del río. El afecto al amigo, el poder de la evocación y la nostalgia del pasado, han tornado inexistente a la muerte. Esta es sólo el decir, la suposición –nueva alusión al proceso de desmaterialización que la propia palabra connota-. La partida, por ser imposible de comprobar, es ilusoria. Negándose así, la anulación que significaba la muerte misma y preservando la existencia. El poeta le asigna una nueva naturaleza en comunión con la vida, fortaleciéndose la presencia del hombre. La existencia que se afirma a través de la memoria.

El Gringo Viejo, quien parece haber olvidado su compromiso de inmortalidad en el vino –elixir de la vida-, se ha marchado a otros espacios metafísicos. El maestro que multiplica amistades con la sola referencia de su nombre y supo ser amigo de las causas justas se ha ido, ¿dónde estará? - se pregunta el poeta. Seguramente continúa luchando por las utopías, distanciándose de los bárbaros, con toda su ciencia y su grandeza. La evocación de los amigos es entrañable, colmada de afecto y admiración. El poeta sabe que los grandes hombres no pueden irse, sólo se vuelven uno con el paisaje, como Percy y su libertad absoluta en la naturaleza. El poema revela entonces una concepción animista del mundo: HOMBRE-MUNDO-VIDA. La cosmovisión del poeta le permite creer en la transfiguración de formas, en la conservación de la esencia en la naturaleza. La comunión del hombre con el mundo, la tierra, el paisaje y todo cuanto lo rodea, son parte del yo poético. Ocupamos nuevos espacios tras la muerte. En esta parte del libro, la muerte es sólo el tránsito apacible hacia nuevas formas de existencia. Únicamente aguardamos el reencuentro para dar continuidad a los sueños y esperanza.”


NOTAS

1 Bartleby, personaje del cuento del mismo nombre, de Herman Melville.

2 “No hay colores ni sones en sí, desprovistos de significación: tocados por la mano del hombre, cambian de naturaleza y penetran en el mundo de las obras. Y todas las obras desembocan en la significación; lo que el hombre roza, se tiñe de intencionalidad, es un ir hacia… el mundo del hombre es el mundo del sentido.” Paz, O. (2005): El arco y la lira. México, FCE, p.19.