Gustavo Flores Quelopana
Sociedad Peruana de Filosofía
Tomado de:
ecía Ganivet, el Nietzsche español, que un libro
voluminoso tiene la obligación de ser bueno, de lo contrario nadie lo vuelve a
leer. Este difícil objetivo ha sido cumplido en la reciente obra de nuestro
amigo el filósofo Víctor Mazzi. Pero además se añade otro mérito más. Y es que
el tema de la filosofía andina es tabú y marginado por la cátedra universitaria
que en el Perú se aferra al dogma eurocéntrico de filosofía. Por tanto, dedicar
tantas valiosas páginas al tema y hacer frente al prejuicio académico exige el
coraje de un Cid Campeador, o mejor, el arrojo de un Túpac Yupanqui que
descubrió Oceanía. Y estos no son elogios superlativos ni inmerecidos. Porque
el libro no sólo está bien escrito, con un estilo sobrio y claro, sino también
con una documentación soberbia y un esfuerzo de varios años digno de
admiración.
¿Hubo Filosofía en el Tawantinsuyu? ¿Se puede
llamar filosofía a la sabiduría de los incas? ¿Es Grecia la medida de toda
filosofía posible? ¿El universalismo eurocéntrico puede seguir negando la
capacidad filosófica de los antiguos peruanos? ¿Ofrecen los manuscritos
coloniales información sobre la filosofía de los amautas? ¿Se puede hablar de
un corpus filosófico valedero en el Tawantinsuyu? ¿Si el
pensar filosófico está unido a la escritura entonces tuvieron escritura los
inkas? ¿Qué clase de escritura permitió ejercitar la reflexión filosófica entre
los inkas? ¿En la filosofía del Tawantinsuyu estuvo separado el Mytho y
el Logos como en la filosofía griega? ¿La existencia de la
filosofía tawantinsuyana exige una nueva definición de filosofía? Todas estas preguntas,
que tienen una larga discusión en la filosofía peruana y mundial, tratan de ser
respondidas con solvencia y rigor científico en el flamante libro del amigo y
pensador Víctor Mazzi.
Como se conoce la discusión sobre la existencia de
la tradición filosófica en el Perú es de larga data. En los cronistas hay
menciones explícitas (Cieza, Murúa, Polo, Betanzos, Inca Garcilaso, Guamán
Poma, entre otros). Pero desde el siglo diecisiete el etnocentrismo
eurocéntrico terminó por negar su existencia imponiendo la hegemonía de la
tradición occidental. Tan fuerte fue el desarraigo de lo nuestro que hasta
comienzos del siglo veinte recién se levantaron voces disidentes a partir de
Luis E. Valcárcel. Y esto sucedía gracias al impulso peruanista dado por la generación
del 900 y la generación del 20. Riva Agüero, Julio C. Tello, Víctor Andrés
Belaunde, J. C. Mariátegui, Luis Alberto Sánchez, entre otros, cumplieron un
rol promotor. Pero la inquietud y el debate sobre la existencia de una
filosofía inka cobra impulso recién desde el Congreso del Cusco de 1965 gracias
a Antero Peralta. No obstante, fue el propio historiador de las ideas y
filósofo de la liberación, Augusto Salazar Bondy, quien negó la existencia de
filosofía en el Perú prehispánico. Aun cuando en sus últimas obras replantea la
visión eurocéntrica y postura anatópica, sin embargo fue su primera postura la
que predominó en el mundo académico. Y hasta el día de hoy en ninguna
universidad del Perú se enseña filosofía precolombina. No obstante, el enfoque autoctonista
siguió sobreviviendo y cobró nuevo impulso desde fines del siglo veinte (Díaz
Guzmán, Mazzi, Flores Quelopana, Pacheco Farfán). Y nuevamente cobró impulso
con el enfoque intercultural que exponía Estermann.
Es en este contexto en el que aparece el profesor
Víctor Mazzi Huaycucho, doctor, magister en Educación y profesor principal en
la Universidad La Cantuta, con su reciente libro Inkas y Filósofos.
Posturas, teorías, estudio de fuentes y reinterpretación (2016). El
cual es un verdadero vademécum erudito sobre la filosofía inca. Difícilmente la
discusión y el estudio de la filosofía ancestral peruana podrán continuar sin
consultar esta valiosa obra de Mazzi. El material que proporciona es
invalorable.
Su libro ofrece un estudio científico, pormenorizado
y escrupuloso de las posturas, teorías y fuentes que demostrarían la existencia
de un corpussólido sobre la filosofía inka. Además, contiene una
reinterpretación que prolonga el carácter polémico sobre la filosofía inka y
ancestral. El libro está divido en cuatro partes y ocho capítulos. Y su enfoque
es etnofilosófico intercultural. No obstante, y a diferencia del
interculturalismo de Josef Estermann (Filosofía andina. Estudio
intercultural de la sabiduría autóctona andina, 1998), está muy lejos de
reducir la filosofía en la cosmovisión y en el runa común. Por el contrario
identifica nítidamente como filósofos a los amautas y a algunos gobernantes
incas. Es por ello que su libro en vez de “Inkas y filósofos” debió llamarse
“Inkas y Amautas filósofos”.
En primer lugar hay que destacar que penetra con
mucha agudeza en el problema de la filosofía inka ancestral con el patrón
comparativo hermenéutico de tres categorías: traducibilidad, comparabilidad e
inconmensurabilidad. Es decir, su herramienta metodológica implica una síntesis
entre hermenéutica y epistemología. La pregunta que se deriva de esta postura
metodológica es ¿Por qué es posible y necesaria esta síntesis en el estudio de
la filosofía inka? Este es un punto a esclarecer en su libro.
La Primera Parte de su obra sostiene que mientras
el “universalismo asuntivo” niega la existencia de la filosofía inka porque es
eurocéntrico, el “autoctonismo afirmativo” afirma su existencia porque acepta
un enfoque “etnofilosófico” y la no separación entre Mytho y Logos.
¿Significa esto que la comprensión del filosofar ancestral implica una nueva
teoría de la razón donde exista un diálogo permanente entre logos y mytho?
Esta parece ser la tarea pendiente de los investigadores de la filosofía
ancestral.
La Segunda Parte de su libro aborda las Teorías
existentes. Y concluye que el “universalismo occidental” no es el único
universalismo válido. Sobre la base de este monoculturalismo se invalidó el
saber inka como mítico y prefilosófico. Entonces ¿Se rechaza la pretensión de
validez universal de la filosofía griega sobre la base de un polimorfismo
cultural? Si es así debemos suponer que la filosofía ancestral peruana es más
antigua que los incas y se retrotrae mucho más atrás en el tiempo.
En la Tercera Parte se aboca al estudio de las
Fuentes. Los Manuscritos e impresos coloniales los considera adulterados
ideológicamente para favorecer la dominación colonial. Al Kipu le reconoce la
condición de escritura tridimensional. Y al Tocapu lo considera como un registro
bidimensional pictogramático geométrico. Con ello busca rebatir la objeción de
que sin escritura no hay reflexión abstracta y por tanto filosófica. ¿Acaso su
argumentación no constituye la demostración de que es posible la filosofía
simbólica? Es decir, que se puede filosofar no sólo con formas conceptuales
sino también estéticas? Ya Mariano Iberico había discurrido sobre el asunto.
Que es posible hacer filosofía no sólo a través del concepto puro de la lógica
sino también por el concepto imagen del símbolo, la metáfora y la analogía. Que
el hombre ancestral filosofó no a través de la abstracción conceptual sino por
medio de la abstracción simbólica.
En la Cuarta Parte final ofrece la
Reinterpretación. Allí reconoce en el Amauta la presencia del filósofo, incluso
que hubo reyes incas filósofos (Sinchi Roca, Pachacútec). Muestra la existencia
de pensamientos reflexivos comunes con la tradición filosófica occidental. Y
recoge una tradición sapiencial que muestra al filósofo incaico como un sabio
con protección real. Se debe entender por Filosofía a un saber unido a la
tradición. Entonces, ¿Qué es Filosofía en la sabiduría ancestral y en sentido
no occidental? Quizá la respuesta clara a esta pregunta sea la parte que
adolece su texto.
El libro pone énfasis en lo “comparable” de la
filosofía inca con la filosofía occidental, sobre todo presocrática, la cual
todavía no estaba subyugada al imperio conceptolátrico identitario
parmenídeo-aristotélico. Pero podemos preguntarnos si se puede señalar lo “no
comparable” en el impulso metafísico frente a la tradición occidental. Si
Grecia se debatió en torno al problema del devenir, o sea cómo salvar la Verdad
de las apariencias, ¿en torno a qué se debatió la filosofía ancestral inka? La
respuesta a esta pregunta tampoco queda nítidamente esclarecida.
Finalmente, su postura etnofilosófica no
eurocéntrica abre nuevos sentidos para la comprensión de la filosofía
ancestral. Pero si no existe definición monocultural de filosofía ¿cómo debe se
debe entender metafilosóficamente a la filosofía misma? Esta última
interrogante es la gran batalla a la que debe enfrentarse todo investigador de
la filosofía ancestral y de la filosofía andina.
Lima, Salamanca 2 de Junio 2016
5 comentarios:
INKAS Y FILÒSOFOS
Màs allà de una versiòn eurocentrista de la
filosofìa, tiene validez el esfuerzo intelectual
del amigo Vìctor Mazzi para rescatar nuestra
Identidad y nuestro propio pensar filòsofico en
sus fuentes.En los amautas en los hamutaj del
Tawantinsuyo. Como sostiene Gustavo Flores
Quelopana es una documentación soberbia y
un esfuerzo de varios años digno de admiración.
(1ra. ediciòn mayo 2016 / 423 pàginas).
Estimado profesor, estoy muy interesado en comunicarme con usted. Soy argentino, profesor de filosofía indagando en la sabiduría de nuestros pueblos originarios americanos, en la línea del pensamiento de Rodolfo Kusch. Quería saber cómo puedo adquirir sus libros en Argentina. Le envío un abrazo! Matías Ahumada.
Un saludo a la distancia. Sobre el libro su edición es para diciembre.
Estimado Profesor, me he interesado por su investigación y sobre todo por la cosmología y el pensar filosófico de nuestros pueblos originarios. Me gustaría poder obtener su libro, más no se donde podría encontrarlo.
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