martes, 2 de agosto de 2016

TRES MUJERES EN LA HISTORIA REPUBLICANA


Manuel Lasso


os entusiasmó mucho leer el nuevo libro de Sara Beatriz Guardia, Dominga, Francisca, Flora. Soy una fugitiva, una profana, una paria. Editorial UNSA de la Universidad Nacional de San Agustín de Arequipa. Arequipa, Perú. Primera edición. 2016.

En esta obra se describe con gran detalle la época siguiente a la Independencia de España cuando la manera de gobernar y la ideología política no estaban consolidadas y el funcionamiento de una república estaba todavía por conocerse y por madurar. Un período en que las ambiciones personales de los gestores de la lucha armada independentista influyeron mucho en la manera como el gobierno del nuevo país se llevó a cabo.


Descrita con una prosa ágil y muy impresionante, de la que ya nos ha dado muestras en publicaciones anteriores, nos enteramos de la forma de vida de esta nueva sociedad peruana de nuevo nombre; pero de larga duración. Los pormenores son tan abundantes que por momentos nos parece estar viendo en persona lo que le está sucediendo a esta gente. Nos da una visión muy detallada de los seres que existieron en esas casas, de lo que hicieron dentro y fuera de sus alcobas y de la forma como vivieron y condujeron sus conductas. Es como ver en carne y hueso a los habitantes de la alta clase social del virreynato tardío y de la temprana república, de la época de Manuelita Sáenz, tal como realmente fueron. Despierta un genuino interés por saber más acerca de lo que fueron estos hombres y mujeres. Ellos también disfrutaron de las paltas, las chirimoyas y las naranjas de sus huertas tal como las disfrutamos hoy en día; pero sus fundamentos éticos y sus reglas morales fueron diferentes.

Es un hecho aceptado que durante el virreynato la condición de la mujer fue muy pobre y trágica. Prácticamente no tuvo ningún poder. Durante la época del dominio peninsular, de virreyes, oidores e inquisidores, para la mujer española y para la criolla sólo existían dos alternativas en la vida: el santo matrimonio o el convento. Si ocurría algún divorcio o separación sólo quedaban la prostitución o la casa de recogidas. Para la mujer nativa fue peor porque para ella solo existió la posibilidad del amancebamiento, del vasallaje o de la servidumbre. Trágicamente, para la mujer esclava no hubo ninguna opción. Luego de la Independencia de España la situación continuó en idénticas condiciones.

Aunque los soldados de Fernando VII, cargando al hombro sus fusiles de infantería con bayonetas, se retiraron a la península ibérica para guardar sus armas en los arsenales reales, el idioma, la mentalidad y la manera de ser de la población de la anterior Nueva Castilla, a nivel individual o a nivel de sociedad, continuaron siendo españolas. La afición por las corridas de toros, las suertes de banderillas y la estocada final continuaron vigentes. Todo esto no podía cambiar. Las supersticiones, costumbres y creencias siguieron siendo iguales.

En este libro se nos cuenta lo que ocurría cuando la mujer a pesar de tener un buen soporte económico de su familia, optaba por seguir el sendero religioso en el caso de una decepción amorosa. Nos hace ver lo que hacían las religiosas dentro de las paredes de un convento. Nos describe la condición de la mujer y la opresión que existió sobre ella cuando se comprometía a ingresar a una orden religiosa. Por otro lado también nos enteramos de que las mujeres llevaban en sus casas una vida de infelicidad y austeridad espiritual teniendo como acto usual y cotidiano la procreación de una prole numerosa.

Sara Beatriz Guardia nos narra la vida de Dominga Gutiérrez de Cossío, quien tras un misterioso desengaño amoroso causado por un irresponsable médico caza fortunas, decide entrar a un convento. Con este propósito se describe la vida dentro del claustro con todas las características de esa época: la hipocresía, el racismo, el clasismo, el fanatismo y todos los defectos de una sociedad ya decadente y destinada a desaparecer.

A pesar de que al principio el personaje parece adaptarse a la austeridad y a la dureza de la vida conventual luego de unos años llega a hartarse y decide abandonar la vida religiosa; pero las reglas de la época no lo permiten. Prácticamente el ser que entraba a una orden religiosa se convertía en la propiedad permanente de ese convento.

Para conseguir su libertad decide escapar, causa un incendio e introduce un cadáver dentro de su celda lo cual produce una gran aversión en el mundo religioso y en toda la población de la ciudad de Arequipa. De este modo Dominga se convierte en un alma en fuga constante por el resto de su vida. Hasta su familia actúa en contra de ella y es obligada a llevar una existencia atormentada e infeliz.

Ulteriormente el personaje conoce en un barco a Flora Tristán quien escucha su historia. Flora no pudo recobrar una parte de la herencia que le correspondía en la ciudad de Arequipa por ciertas dificultades sociales de esos tiempos y regresa a Francia. Antes de hacerlo conoce a una tercera mujer celebre, de carácter masculino, que también vive su propia tragedia y desgracia. Francisca Zubiaga, la Mariscala, esposa del difunto presidente don Agustín Gamarra. Este tipo de lideresa aparece también en la literatura y el cine mexicanos del siglo XX cuando una mujer se convierte en jefa de los revolucionarios, siendo la actriz María Félix la quien hace una buena interpretación de ese personaje y lo convierte en un rol clásico para la mujer mexicana. Francisca también le cuenta su tragedia a Flora Tristán. Posteriormente la Mariscala fallece de tuberculosis, la enfermedad del siglo XIX y así termina su recorrido por las páginas de la historia.

Descrita con una prosa madura y moderna la autora de esta obra nos hace conocer con maestría lo que la gente de la época post-independentista pensaba y hacía. Nos da una muestra de la alarmante situación de la mujer dentro de una orden religiosa y dentro de la población civil de esa época.



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