martes, 11 de octubre de 2016

Antonio Melis, In memoriam

Lima, 1994. Simposio Internacional José Carlos Mariátegui. Roland Forges, Antonio Melis y Sara Beatriz Guardia.


Antonio Rengifo Balarezo
  rengifoantonio@gmail.com


ntonio Melis (1942-2016), crítico literario y profesor de literatura hispanoamericana de la universidad de Siena, fue quien consagró a nuestro Mariátegui como el primer marxista de América en su ensayo «J. C. Mariátegui primo marxista  d'America», publicado en Crítica Marxista, revista teórica del Partido Comunista Italiano, marzo-abril de 1967.

Desde aquella fecha, el mismo, consagró varias décadas de su existencia a la investigación y difusión de la obra mariateguiana.  Sus contribuciones son fundamentales. Así como Melis en Italia, hay mariateguistas en todas partes, hasta en la China; pero, de todos ellos, emerge la figura de Antonio Melis como el primer mariateguista extranjero del mundo.  Esto me permito afirmarlo porque él ya no está entre nosotros y no hubiera sido de su agrado. Pues, era un hombre de una sencillez elegante.  (Valga el oxímoron).

Un infarto cardiaco segó la vida de Antonio Melis el domingo 7 de agosto en La Paz, Bolivia, víspera de la inauguración de las XII Jornadas Andinas de Literatura Latinoamericana (JALLA).

¿Quién le presentó a Mariátegui?


Ahora es oportuno saber cómo se produjo el acercamiento de Melis hacia Mariátegui o, mejor dicho, quién se lo presentó. El propio Melis nos informa, fue el poeta peruano Xavier Abril de Vivero (1905-1990), autor de Poesía soñada. Xavier sabía que la obra y la vida de Mariátegui seducen a las personas sensibles; más aún a un jovencito como Melis. Tal vez le auguró una relación entrañable con Mariátegui diciéndole: Mariátegui será  más amigo tuyo que mío.
Melis había contraído una «deuda inmensa» con Xavier Abril hasta que por fin decidió liberarse.  Pongamos atención a lo que dijo:

Escuché por primera vez sus palabras en los Sesenta, cuando era estudiante en la Universidad de Padova y mi profesor de Literatura Hispanoamericana, el conocido vallejista Giovanni Meo Zilio, lo invitó a dar una charla a sus alumnos. De 1965 a 1967 tuve el privilegio de trabajar a su lado en el IstitutoIspanico de la Universidad de Firenze, dirigido por el gran hispanista OresteMacrí, junto con el ya recordado Meo Zilio, con el traductor de Vallejo, Eguren y Belli, Roberto Paoli, y con Giuseppe D’Angelo, quien más tarde fue un excelente agregado cultural de Italia en el Perú, durante el gobierno presidido por Velasco Alvarado.(http://www.pacarinadelsur.com/home/brisas/1047-el-enigma-de-xavier-abril-un-caso-de-damnatio-memoriaehttps://hawansuyo.com/2016/08/17/el-enigma-de-xavier-abril-un-caso-de-damnatio-memoriae-antonio-melis/)

La «deuda inmensa» de Melis con Xavier Abril no fue únicamente por haberle presentado a Mariátegui; sino también por haberse encontrado con el mismo Xavier Abril; poeta de su aprecio y silenciado en el Perú, a pesar de su gran calidad estética. Le dedicó un esclarecedor estudio; que, por lo valioso, es ejemplo de cómo se hace una crítica literaria.

Aparte de Xavier Abril y de la propia sensibilidad personal de Melis, el otro influjo fue el contexto histórico que le tocó vivir; ya que estuvo envuelto por la atmósfera de sensibilización y expectativa ocasionada por la Revolución Cubana en la década del 60, la rebelión juvenil de los universitarios parisinos del año 1968 y por la Revolución nacionalista del Perú en la década del 70.

Melis llega al Perú


Melis llega al Perú por primera vez en el año 1970.  Otros italianos también fueron atraídos al Perú: el diplomático Giuseppe D’Angelo, como ya lo mencionó Melis y la napolitana Laura González del Castillo. Laura había pertenecido al partido comunista italiano y era traductora de la editorial Feltrinelli; la versión italiana de los textos del Che Guevara es obra suya. 

Melis en el Perú fue un enamorado afortunado de José Carlos; puesto que fue un enamorado consentido por la familia.  Estableció una relación fraterna con su paisana Anita Chiappe Vda. de Mariátegui y con sus hijos.  En sus estancias limeñas se alojaba en casa de Javier Mariátegui.  La familia puso a su disposición el archivo personal de José Carlos y su editorial.

Melis asumió la tarea  de organizar, anotar y prologar la correspondencia de Mariátegui.  En dos viajes a Lima culminó su loable tarea.  A la compilación de cartas habían contribuido varias personas y, por supuesto, la familia.  En los finales de su trabajo, Melis se había detenido; no encontraba datos referidos a Néstor Martos para la sección Noticias bio-bibliográficas.  Estaba algo agotado del esfuerzo, quería terminar cuanto antes; pero no podía y, como última instancia, me pregunta: «tocayo, ¿tú sabes algo?»  Sonriendo, le respondo: «la solución está al alcance de tu mano. ¡Es el papá del poeta Marco Martos!» En septiembre de 1984 ocurrió el alumbramiento de Correspondencia de José Carlos Mariátegui en dos tomos, bajo el sello de la Empresa Editora Amauta S.A.

Melis en Lima estableció una cordial relación con otro antiguo e insigne enamorado de Mariátegui: Guillermo Rouillon Duharte (1917-1978).  Como sabemos, Rouillon, pese a sus limitaciones económica, se consagró a elaborar su monumental biografía de Mariátegui.  Con todo derecho, Rouillon es el biógrafo de Mariátegui por antonomasia.  Sin embargo, no ha tenido en nuestro país el debido reconocimiento.  Para suplir la calamitosa omisión, Melis desde Italia le envía una nota el año 1992 a la señora Armida Picón Vda. de Rouillon:
A casi treinta años de su primera aparición, La Bio-bibliografía de José Carlos Mariátegui  de Guillermo Rouillon, sigue representando un punto de referencia imprescindible para los mariateguistas de todo el mundo.  Cuando en 1989 apareció el N°1 del Anuario Mariateguiano, la redacción se propuso, entre otras cosas, reanudar ese inestimable trabajo.  Pero sería injusto olvidar su monumental biografía de Mariátegui. Guillermo llegó a ver impresa, por su desaparición prematura, solamente el I tomo de su empresa.  Ya he expresado, en su momento, mi apreciación por esta tarea inspirada por su profunda adhesión a la figura de José Carlos.  En esta oportunidad quiero destacar sobre todo la larga correspondencia con su autor durante la elaboración del II tomo.  Sus cartas de esos años, dirigidas a conseguir toda la información posible sobre los personajes conocidos por Mariátegui durante su estadía en Italia, son un testimonio de su estilo de trabajo acucioso.  Restituir al público de los investigadores de la obra mariateguiana el fruto de su indagación larga y amorosa, no es sólo un aporte a los estudios.  Es, en primer lugar, un acto de justicia hacia un intelectual lejano de las modas y del oficialismo y animado por una búsqueda apasionada de la verdad. (Mariátegui, suscitador de peruanidad.   Guillermo Rouillon Duharte.  Prólogo, selección y notas: Guillermo Yucra Moreno. Lima: Fondo editorial de Universidad Nacional Mayor de San Marcos, julio del 2013, p. 239).

Para Guillermo Rouillon no pasó desapercibido el libro de Melis, José Carlos Mariátegui: vanguardia política y vanguardia artística. Se publicó en Milán el año 1975. La reseña de Rouillon apareció en la página editorial del diario El Comercio de Lima el 19 de noviembre de 1975. Entresacamos un párrafo: 

(…) Esta selección viene precedida de un medular y básico prólogo, en el cual el autor hace un profundo y original análisis de la evolución artística y literaria de Mariátegui que, desde luego, se halla íntimamente vinculada con el desarrollo de su vocación ideopolítica (…)

He obviado el itinerario mariateguiano de Melis; pero, quien quisiera seguirlo puede consultar el ensayo del sociólogo peruano y sanmarquino, Carlos Arroyo: La parábola mariateguiana de Antonio Melis. 

Antonio, concluyo este breve recordatorio con un brindis, música y una frase tuya. Como tú sabes, a principios del presente año, te envié una nota en la que te decía: «si alguna vez fuera a Italia quisiera hacer un brindis contigo con el vino que le gustaba a Mariátegui: el dulce y rubio vino de Frascati». Me respondiste: «disculpa tocayo que te desilusione; pero no es de los mejores vinos».  Ahora, con tu respuesta, entiendo más a Mariátegui; ¡en esa época estaba enamorado y todo para él tenía sabor a Gloria!  Tocayo, te digo que estando contigo cualquier vino tiene sabor a Gloria!  Escuchemos el cassette que me obsequiaste —en tus primeras venidas a Lima— para que apreciara tu hijo, integrante de una banda de rock.  Finalmente, la frase muy tuya y rotunda: la cultura siempre es roja.

¡Hasta luego, tocayo!

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