Por: Steven Navarrete Cardona/ Ciudad de México
Tomado de: El Espectador.
El filósofo Enrique Dussel explica la apuesta a la descolonización del conocimiento en América Latina como una salida a la crisis medioambiental actual.
Enrique Dussel es profesor en el Departamento de Filosofía en la
Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) de Iztapalapa (ciudad de México) y
licenciado en filosofía de la Universidad Nacional de Cuyo, Mendoza
(Argentina), país del cual tuvo que salir exiliado en 1975.
También
cuenta con un doctorado en filosofía de la Universidad Complutense de Madrid,
un doctorado en historia en La Sorbonne de París y una licencia en teología en
París y Münster.
En
entrevista con El Espectador, en Ciudad de México, habló de cómo la tecnología
no ha podido encontrar una salida concreta a la crisis ambiental.
Hablemos
de lo que significa descolonizar el pensamiento, una idea que usted y el
Grupo de investigación modernidad/colonialidad han venido impulsando en las
academias de América Latina y el mundo.
Ahora
tiene más actualidad que nunca lo que comencé a escribir hace 40 años. Pero al
mismo tiempo, gracias a Aníbal Quijano y a otro grupo de profesores en Estados
Unidos y en otros países, este tema de la descolonización epistemológica ha
tomado mucha fuerza. Creo que nuestra problemática empieza a tocar eso que se
llama ‘pensamiento universal’, que es el eurocentrismo pero ahora globalizado.
Hemos empezado a poner nuestras preguntas a un nivel mundial, lo que nunca
había acontecido, éramos una periferia intelectual de segunda. Nuestros
filósofos de la U. Nacional y sobre todo de la universidad de los Andes siguen
repitiendo a los europeos como Heidegger y Habermas. Yo conozco y conocí
personalmente a muchos de estos filósofos europeos que hemos endiosado en las
academias, pero en la actualidad pensamos más allá que ellos y planteamos
problemas que no pueden dimensionar porque no tienen la experiencia y porque se
han encapsulado en un provincialismo que ya debe quedar en el pasado.
¿Por
qué cree que la apuesta por la descolonización del conocimiento está tomando fuerza
en las academias de filosofía del mundo y está quitándole terreno a la
filosofía analítica y otras tendencias?
La
filosofía analítica es una filosofía del lenguaje, formalista. La misma escuela
de Frankfurt ya habían realizado una fuerte crítica a su repetición de lo real
pero fetichizado, moviéndose hacia un pensamiento abstracto que puede ser dicho
en cualquier lugar y no vale para ninguno en concreto, lo que resulta en una
generalización. Leer el trabajo de Karl-Otto Apel me permitió hacer una crítica
a la filosofía analítica. Ha sido un diálogo largo con él, maestro de
Habermas. Allí capté muchas cosas que me faltaban y ese diálogo me resultó muy
provechoso. De igual forma ellos ya habían caído en un cierto formalismo
eurocéntrico del cual no han salido, mientras que nosotros hemos avanzado
mucho más en en diversos temas.
Entonces,
¿la apuesta de la descolonización epistemológica está tomando fuerza debido a
que se da cuenta de la realidad práctica ?
Hacia
1969 e inicios de 1970 Salazar Bondy hizo una pregunta crucial ¿es posible una
filosofía en América Latina? y respondía ‘no, porque somos colonia’. A ello se
le sumó la respuesta del mexicano Leopoldo Zea quien dijo; ‘no, porque la
filosofía es universal y siempre se practicó’. En este debate terció la
Filosofía de la Liberación que afirma que desde luego siempre existió una
filosofía latinoamericana, pero nunca fue reconocida mundialmente y los
filósofos latinoamericanos en muchos casos no aparecen en la historia de la
filosofía universal. La filosofía Europea no es universal. Empezar a pensar en
estas condiciones y cómo librarnos de esa situación de periferia, -para usar
los términos de aquellos años de centro periferia de la teoría de la
Dependencia- es empezar a pensar de otra manera.
¿Cuál
es la finalidad de la apuesta por la descolonización epistemológica?
La
crítica al eurocentrismo va a ser que los europeos se descubran a sí mismos. No
sólo que descubran el ‘Sur’, sino que examinen el papel que ha cumplido Europa
en la modernidad. También va a impulsarles a tomar conciencia de que muchos de
sus inventos vienen de Asia y Oriente. Ellos quieren ayudar a los países que
fueron sus colonias y que hoy están en crisis pero invierten el 1% y sacan el
99% en el intercambio desigual del capitalismo. La tasa de ganancia tiene que
dejar de ser el criterio de racionalidad, tenemos que pasar a criterios
cualitativos, a criterios tales como si las personas viven mejor. Esa ‘no
conciencia’ de ser el sujeto de dominación junto a grandes descubrimientos tecnológicos
de la modernidad que también tocan su límite ecológico, están liquidando a la
humanidad. Por eso Walter Benjamín habla de la necesidad de usar el ‘freno de
emergencia’, pero no hay freno, ni siquiera la tecnología lo ha descubierto
porque el capitalismo no tiene freno, el aumento en la tasa de ganancia es
infinito, además los que acumulan capital nunca estarán saciados.
Háblenos
un poco más de la modernidad…
La
modernidad está llegando a su límite de destrucción de la vida en la tierra y
generando una desigualdad gigantesca. Eso es eurocentrismo porque creen que han
construido una gran civilización. En parte sí, pero fue algo que empezó en
China y en el mundo Árabe, como lo evidencian las matemáticas y los vestigios
de revolución industrial en China mucho antes que en Inglaterra. Además, los
europeos dependen de Asia y no lo reconocen. Por supuesto en Asía también hay
otras formas que están aniquilando el mundo, como el estanilismo chino que ha
superado en producción a los Estados Unidos causando igual o más daños
ecológicos con su modelo de producción.
¿Por
qué nunca usa el concepto de ‘posmodernidad’?
La
crítica es a la modernidad. La posmodernidad es una etapa última de la
modernidad. Desde que surgió la idea de lo posmoderno, yo realicé una fuerte crítica
pues es una apuesta eurocéntrica. El mundo nunca vivirá ‘la condición
posmoderna’ porque desapareceríamos antes por situaciones ecológicas, si
viviéramos el mismo estilo de vida de Europa necesitaríamos otro planeta para
sustentar nuestro estilo de vida. De lo que se trata es de ir más allá de la
modernidad, en una nueva edad del mundo, que va a ser poscapitalista y
ecológica. El pensamiento decolonial va a redescubrir Europa, por ello hay que
pensar en una nueva sociedad, la palabra socialismo le queda muy chica.
Entonces,
¿qué modelo propone?
Una
nueva edad a la que quizá la palabra socialismo le queda muy chica, ya que
hemos visto que también es antiecológica y no contempla la liberación de la
mujer ni la naturaleza, ni el respeto a los ancianos. Marx sí, pero no el
socialismo. Debemos construir una nueva visión y a eso le llamo
‘transmodernidad’, no posmodernidad. Se trata de un debate que dio Bolívar
Echeverría quien decía que teníamos que impulsar una modernidad sin
capitalismo. Pienso que tenemos que ir más allá de la modernidad y del
capitalismo que es la economía de la modernidad. No se puede ir más allá del
capitalismo sin ir más allá de la modernidad, el marco categorial moderno es el
problema, ya que sustenta una economía devastadora.
Algunos
de los gobiernos latinoamericanos se encuentran en un tremendo dilema: ahogarse
en los préstamos internacionales o crecer económicamente usando los recursos
naturales que existen en sus territorios ¿cuál es su opinión?
En
mi último libro ‘16 Tesis de Economía Política’,- publicado por la editorial
Siglo XXI Editores- lo que muestro es que no una hay alternativa sino que
existen muchas. El capitalismo va a terminar porque nada es eterno, pero no hay
que señalar de inmediato qué alternativa ya concluida y fija se tiene a la
mano. El capitalismo surgió contra el feudalismo y ni siquiera sabían lo que
estaban haciendo. Nunca una alternativa tiene un sistema explícito, ni siquiera
el socialismo, puesto que como vimos, era mucho más racional que el capitalismo
y quería producir mucho más deformando las ideas de Marx. Por supuesto el
mercado tampoco es la solución.
Algunos
críticos han señalado que buscar en siglos pasados la solución al presente en
otras realidades sería algo contradictorio a la apuesta de la descolonización.
¿Usted qué piensa?
La
teoría surge de la praxis, y la praxis va por tanteos. Sí voy por una calle y
si no tiene salida. La vida fue evolucionando sin un proyecto, no era
teleológica sino que construía criterios. No ha habido un proyecto teleológico
implícito en las macromoléculas del universo para producir la vida. Todo ello
fue pasando. Lo que sí puedo hacer es criticar con vehemencia al
sistema actual y sus límites que se han vuelto peligrosos porque van hacia la
extinción de la especie humana. En ese sentido Bolivia es el país más
interesante hoy, porque las comunidades indígenas no han perdido sus
tradiciones, estuvieron antes de la modernidad, durante y estarán después de la
modernidad. Tienen criterios ejemplares como el respeto a la naturaleza, que es
una actitud metafísica y ética que hay que recuperar.
Europa
tiene en su mismo corazón grandes pensadores críticos, y la crítica decolonial
no se trata de rechazar lo que hicieron en Europa sino saber quiénes
hicieron la crítica a la modernidad, cómo se transforma en pertinente, y cómo
puedo desarrollarla. No es descartar todo lo logrado por Europa. De cada
civilización tomemos lo fuerte, lo interesante, lo crítico y lo desarrollaremos
en la situación actual.
¿Desde
qué época se puede rastrear la crítica a la modernidad y la filosofía
Latinoamericana en nuestro continente?
Por
ejemplo en el año 1514, Bartolomé de las Casas realizó una fuerte crítica
a la violencia contra los indígenas, lo que se convierte en una crítica a la
modernidad misma, un siglo antes de la producción filosófica de Hobbes y Hume.
De las Casas es tan sólo uno de los ejemplos de los hombres que ya sentaban su
pensamiento en el siglo XVI y que se anticipaban a la modernidad. Lo que pasa
es que este siglo desapareció de la historia que se ha hecho hegemónica con las
obras de Hobbes, Hume y Kant, y lo que paso en el siglo XVI no se
estudia.
Entonces,
la primera tarea epistemológica es repensar el largo siglo XVI cuyo centro fue
España y la primera experiencia fue América Latina, esto quiere decir que
nosotros somos la otra cara de la modernidad desde hace cinco siglos.
¿Pero,
incluir y aceptar en pleno esas categorías ‘impuestas’ no sería desconocer la
variedad de modos de producción que conviven en América Latina en una misma
espacialidad y temporalidad?
En
América Latina hay una elite criolla y moderna, además racista como dice Aníbal
Quijano, pero colonial de todas formas. Bolívar en la Carta de Jamaica se
pregunta ¿quiénes somos? y no sabe responder porque él es blanco criollo. Sí
usted le hace esa misma pregunta a un indígena, sí sabe que responderle porque
ha estado desde hace miles de años siempre. Bolívar pertenece a una elite,
modernizada blanca y colonial, entonces lucha contra la colonialidad a medias,
políticamente crea el estado y los demás aparatos pero no se da cuenta de todo
lo que hay que descolonizar como la ciencia, la ideología, la economía. El
pensamiento latinoamericano ha puesto grandes preguntas de significación
mundial, nuestros libros han sido traducidos a todas las lenguas, ahora pensamos
y ya cuando decimos algo nos miran con respeto.
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