Tomado de: Diario UNO 29/4/18. Pág. 12
on ocasión de la liberación de dos dirigentes senderistas,
luego de haber cumplido sus penas, acabamos de ver a la democracia peruana tal
como es: una caricatura. Para el coro de ángeles que anida en los medios de
comunicación tan sólidamente cómplices de la verdad oficial, terroristas son
solo los senderistas y, demócratas, los militares, fujimoristas, apristas,
acciopopulistas, y demás beneficiarios de las elecciones cada cinco años.
Punto. Nada más.
Nadie dice una palabra sobre el modo democrático de
gobernar, porque los jefes, caudillos, y cabecillas de bandas para delinquir
que dirigen los llamados partidos y las coaliciones electorales no aprendieron
nunca a ser demócratas, y tienen poco o nada que enseñarnos sobre la
democracia.
Lo mismo ocurre con los dueños de empresas grandes medianas
y pequeñas de todo tipo, también con los rectores de universidades directores
de colegios de secundaria y primaria, salvo algunas raras excepciones.
Si la democracia es solo el fruto de las elecciones, se
trata de una democracia incipiente, raquítica, y llenen ustedes lectoras y
lectores el mismo casillero con otros adjetivos calificativos como “de baja
intensidad”, “precaria”, etc. Como ejemplo lejano, piensen en los países
nórdicos (Suecia, Noruega, Finlandia), aunque la comparación nos duela y
avergüence.
1. Terroristas son los que matan a personas inocentes
haciendo explotar bombas, disparando a mansalva, para sembrar el terror y que
todos tengan miedo del peligro que corren si se oponen a los cobardes
disfrazados de valientes. Terroristas han sido los senderistas, por supuesto, sin
duda alguna. También Alberto Fujimori y su gemelo Montesinos, y los oficiales y
soldados de las fuerzas armadas que llenaron tumbas abiertas con centenares de
cadáveres de indígenas en Huanta. Basta ver el Informe final de la Comisión de
la Verdad y el libro de Ricardo Uceda Muerte
en el Pentagonito para tener las pruebas de lo que afirmo. Hay, pues un
terrorismo de Estado, oficial y otro, de las organizaciones políticas que en su
desamparo de imaginación apelan a la violencia indiscriminada como recurso para
tratar de lograr sus objetivos. De los viejos y heroicos guerrilleros del
tiempo del Che no queda nada.
2. Los militares están convencidos de que todo lo que
hicieron fue para defender a la democracia. Ni la Constitución, ni ley peruana
alguna autorizan a degollar, torturar, violar y matar a peruanos y peruanas
para defender la democracia. Recuerden a Alberto Fujimori caminando feliz entre
los cadáveres de los emerretistas muertos. Uno de los integrantes del Comando
militar que liberó a los rehenes de la residencia del embajador japonés,
declaró que le gustaría que los peruanos viéramos a los miembros de ese comando
como a “héroes de la democracia”. Galarreta, el Presidente del Congreso
fujimorista pidió desde su extraordinaria ignorancia una ley para borrar los
juicios que se sigue a los militares por sus crímenes y delitos.
3. Si la democracia supone el respeto del llamado Estado de
Derecho, o mundo de las leyes, debiéramos aceptar que los presos salgan de la
cárcel al cumplir sus condenas, sean quienes sean. Si los falsos demócratas
piden que mueran en la cárcel, es porque solo creen en la ley del embudo.
4. Alberto Fujimori, uno de los grandes terroristas del
país, anunció el año 2,000 la derrota de sendero y reclamó para sí el mérito de
esa derrota. Desde ese mismo año, todo el Perú oficial muestra su miedo por el “temible”
y “posible” “renacimiento de los senderistas”, que no tiene por dónde aparecer.
(Viene desde 1532 el histórico miedo limeño, y peruano por extensión).
El ejército dejó unas columnas senderistas en Viscatán para
reclamar después más dinero, armas y normas legales favorables para
combatirlos. Los senderistas ya no ponen bombas, no destruyen hidroeléctricas
ni convocan a paros armados, solo aparecen de vez en cuando a través del
llamado MOVADEF para pedir la libertad de Abimael Guzmán, una ley de amnistía
general y su deseo de participar en elecciones.
5. Los senderistas no vieron ni quisieron ver en 1980 que
las tomas de tierras de 1962 y las reformas agrarias posteriores le habían roto
ya el espinazo a los terratenientes y gamonales. Tampoco se dieron cuenta que
prohibir a los campesinos e indígenas llevar sus productos a la feria de Lirio
en Huanta era un error monumental, lo mismo que creer que la comunidad
campesina era parte del Estado burgués y que por eso estaría atravesada por la
lucha de clases, lo que los condujo a asesinar a campesinos por haber sido nombrados
gobernadores, tenientes gobernadores, alcaldes o tenientes alcaldes. El
resultado fue muy simple: sus iniciales colaboradores se convirtieron en
enemigos.
6. El MOVADEF no aprende ninguna de las lecciones que dio la
realidad a Sendero Luminoso. Mantuvo el llamado “pensamiento Gonzalo” como
línea política inamovible al mismo tiempo que Abimael Guzmán no creía más en la
guerra y anunció que lo nuevo y fundamental sería su libertad personal y la
amnistía política general. Cree que puede participar en las elecciones sin
reconocer su derrota. En Colombia los guerrilleros de las FARC entregaron sus
armas, pidieron perdón y ahora buscan votos.
7. La lucha ideológica contra Sendero comenzó antes que
aquel comité regional de Bandera Roja en Ayacucho se convirtiera en Sendero
Luminoso, en 1971. Sería útil que los servicios de inteligencia revisen sus
archivos. En 1971, cuando fui invitado a la Universidad de Huamanga a presentar
mi libro A propósito de la economía predominantemente capitalista del Perú, los
senderistas amenazaron colgarme en la higuera del patio, me calificaron como
revisionista agente del imperialismo, cobarde y pequeño burgués, por el
atrevimiento de sostener en una tesis doctoral de Antropología en San Marcos,
que todas las organizaciones maoístas de la izquierda peruana así el Partido
Comunista y el “MIR cuarta” no habían investigado la realidad y repetían sin
prueba alguna el viejo discurso del Perú feudal o semi feudal. En algunas
reuniones de base del SUTEP se llegó al extremo de aprobar el carácter feudal
del país por mayoría de votos. Hoy, a nadie se le ocurre repetir que el
feudalismo es más importante que el capitalismo.
8. Si se aprendiese las lecciones de la realidad, se tendría
menos miedo, y se asumiría una batalla en serio por la democracia. Pero estamos
muy lejos aún de contar con un mínimo de madurez. Lo que es plenamente vigente
ahora es el pensamiento fujimorista, que consiste en haber despojado a la
política de todo componente ético posible.
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