jueves, 3 de mayo de 2018

Terrorismos, democracia y debate de ideas


Tomado de: Diario UNO 29/4/18. Pág. 12

on ocasión de la liberación de dos dirigentes senderistas, luego de haber cumplido sus penas, acabamos de ver a la democracia peruana tal como es: una caricatura. Para el coro de ángeles que anida en los medios de comunicación tan sólidamente cómplices de la verdad oficial, terroristas son solo los senderistas y, demócratas, los militares, fujimoristas, apristas, acciopopulistas, y demás beneficiarios de las elecciones cada cinco años. Punto. Nada más.

Nadie dice una palabra sobre el modo democrático de gobernar, porque los jefes, caudillos, y cabecillas de bandas para delinquir que dirigen los llamados partidos y las coaliciones electorales no aprendieron nunca a ser demócratas, y tienen poco o nada que enseñarnos sobre la democracia.

Lo mismo ocurre con los dueños de empresas grandes medianas y pequeñas de todo tipo, también con los rectores de universidades directores de colegios de secundaria y primaria, salvo algunas raras excepciones.

Si la democracia es solo el fruto de las elecciones, se trata de una democracia incipiente, raquítica, y llenen ustedes lectoras y lectores el mismo casillero con otros adjetivos calificativos como “de baja intensidad”, “precaria”, etc. Como ejemplo lejano, piensen en los países nórdicos (Suecia, Noruega, Finlandia), aunque la comparación nos duela y avergüence.

1. Terroristas son los que matan a personas inocentes haciendo explotar bombas, disparando a mansalva, para sembrar el terror y que todos tengan miedo del peligro que corren si se oponen a los cobardes disfrazados de valientes. Terroristas han sido los senderistas, por supuesto, sin duda alguna. También Alberto Fujimori y su gemelo Montesinos, y los oficiales y soldados de las fuerzas armadas que llenaron tumbas abiertas con centenares de cadáveres de indígenas en Huanta. Basta ver el Informe final de la Comisión de la Verdad y el libro de Ricardo Uceda Muerte en el Pentagonito para tener las pruebas de lo que afirmo. Hay, pues un terrorismo de Estado, oficial y otro, de las organizaciones políticas que en su desamparo de imaginación apelan a la violencia indiscriminada como recurso para tratar de lograr sus objetivos. De los viejos y heroicos guerrilleros del tiempo del Che no queda nada.

2. Los militares están convencidos de que todo lo que hicieron fue para defender a la democracia. Ni la Constitución, ni ley peruana alguna autorizan a degollar, torturar, violar y matar a peruanos y peruanas para defender la democracia. Recuerden a Alberto Fujimori caminando feliz entre los cadáveres de los emerretistas muertos. Uno de los integrantes del Comando militar que liberó a los rehenes de la residencia del embajador japonés, declaró que le gustaría que los peruanos viéramos a los miembros de ese comando como a “héroes de la democracia”. Galarreta, el Presidente del Congreso fujimorista pidió desde su extraordinaria ignorancia una ley para borrar los juicios que se sigue a los militares por sus crímenes y delitos.
3. Si la democracia supone el respeto del llamado Estado de Derecho, o mundo de las leyes, debiéramos aceptar que los presos salgan de la cárcel al cumplir sus condenas, sean quienes sean. Si los falsos demócratas piden que mueran en la cárcel, es porque solo creen en la ley del embudo.

4. Alberto Fujimori, uno de los grandes terroristas del país, anunció el año 2,000 la derrota de sendero y reclamó para sí el mérito de esa derrota. Desde ese mismo año, todo el Perú oficial muestra su miedo por el “temible” y “posible” “renacimiento de los senderistas”, que no tiene por dónde aparecer. (Viene desde 1532 el histórico miedo limeño, y peruano por extensión).

El ejército dejó unas columnas senderistas en Viscatán para reclamar después más dinero, armas y normas legales favorables para combatirlos. Los senderistas ya no ponen bombas, no destruyen hidroeléctricas ni convocan a paros armados, solo aparecen de vez en cuando a través del llamado MOVADEF para pedir la libertad de Abimael Guzmán, una ley de amnistía general y su deseo de participar en elecciones.

5. Los senderistas no vieron ni quisieron ver en 1980 que las tomas de tierras de 1962 y las reformas agrarias posteriores le habían roto ya el espinazo a los terratenientes y gamonales. Tampoco se dieron cuenta que prohibir a los campesinos e indígenas llevar sus productos a la feria de Lirio en Huanta era un error monumental, lo mismo que creer que la comunidad campesina era parte del Estado burgués y que por eso estaría atravesada por la lucha de clases, lo que los condujo a asesinar a campesinos por haber sido nombrados gobernadores, tenientes gobernadores, alcaldes o tenientes alcaldes. El resultado fue muy simple: sus iniciales colaboradores se convirtieron en enemigos.

6. El MOVADEF no aprende ninguna de las lecciones que dio la realidad a Sendero Luminoso. Mantuvo el llamado “pensamiento Gonzalo” como línea política inamovible al mismo tiempo que Abimael Guzmán no creía más en la guerra y anunció que lo nuevo y fundamental sería su libertad personal y la amnistía política general. Cree que puede participar en las elecciones sin reconocer su derrota. En Colombia los guerrilleros de las FARC entregaron sus armas, pidieron perdón y ahora buscan votos.

7. La lucha ideológica contra Sendero comenzó antes que aquel comité regional de Bandera Roja en Ayacucho se convirtiera en Sendero Luminoso, en 1971. Sería útil que los servicios de inteligencia revisen sus archivos. En 1971, cuando fui invitado a la Universidad de Huamanga a presentar mi libro A propósito de la economía predominantemente capitalista del Perú, los senderistas amenazaron colgarme en la higuera del patio, me calificaron como revisionista agente del imperialismo, cobarde y pequeño burgués, por el atrevimiento de sostener en una tesis doctoral de Antropología en San Marcos, que todas las organizaciones maoístas de la izquierda peruana así el Partido Comunista y el “MIR cuarta” no habían investigado la realidad y repetían sin prueba alguna el viejo discurso del Perú feudal o semi feudal. En algunas reuniones de base del SUTEP se llegó al extremo de aprobar el carácter feudal del país por mayoría de votos. Hoy, a nadie se le ocurre repetir que el feudalismo es más importante que el capitalismo.

8. Si se aprendiese las lecciones de la realidad, se tendría menos miedo, y se asumiría una batalla en serio por la democracia. Pero estamos muy lejos aún de contar con un mínimo de madurez. Lo que es plenamente vigente ahora es el pensamiento fujimorista, que consiste en haber despojado a la política de todo componente ético posible.

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