lunes, 23 de marzo de 2020

LOS LAPSOS CRÍTICOS: UNA EXPLICACIÓN DESDE LA HISTORIA

Elías Toledo Espinoza, bajo la sombra de amauta huasi de Acopaya, marzo del 2020.

En estos momentos nuestra preocupación central está, cómo afrontar esta pandemía denominada Coronavirus.

Moseley (1981) llamó la atención al plantear la “alteración generalizada de la naturaleza” y Lorenzo Huertas (1997) denominó Lapsos Críticos “a los tiempos convulsos que alteran el desarrollo de los pueblos y son fenómenos milenarios y recurrentes”. Estos se manifiestan a través de: epidemias, pestes, epizootias, terremotos, erupciones volcánicas, fenómenos del Niño, sequías, friajes, calenturas entre otros.

Son milenarios porque se dan desde la existencia misma de la humanidad, en la lengua de los incas (Gonzales de Holguín, 1989) encontramos términos: Huañuy hatun vnccoy (enfermedad mortal grande), unu pachacuti (lluvias torrenciales), llocllas (aluviones), chaqui pachacuti (sequía), hatun pachamcuyum (sismo, terremoto). Son recurrentes o cíclicos, porque se dan cada cierto tiempo y se seguirán dando, por eso el pueblo debe tener conciencia del problema y, el Estado, implementar políticas públicas, para soluciones permanentes. A manera de ejemplos veamos algunos Lapsos críticos en nuestra historia:

1.- Miguel Cabello de Valboa (1586), escribió que la desobediencia de Fempallec destruyó Lambayeque, “llovió por 30 días y sus noches” y luego siguió años de mucha esterilidad, hambre y epidemias.

2.- Luis G. Lumbreras (1987), planteó que la destrucción de la ciudad Wari, en Ayacucho,  se debió a serios cambios climáticos.

3.- Rebeca Carrión Cachot (1914),  señaló que el fin de Chavin fue por lluvias torrenciales e inundaciones.

4.- Guamán Poma de Ayala (1616), nos ilustra que en tiempo de Pachacutec, había mortandad de indios  “y había hambre y sed y pestilencia y castigo de Dios, que no llovió de 7 a 10 años, y había tempestades… llovía fuego, se reventaban las piedras”Sin embargo el hombre Andino respondía positivamente, se sobreponía a estas “injurias de los dioses”. Los incas  tuvieron mucho sentido de previsión, solo así se explica la construcción de grandes collcas llenas de alimentos y avituallas.

5.- Lorenzo Huertas (1987), en base  a los documentos llamados Probanzas nos detalla sobre el Fenómeno del Niño de 1578 que asoló el norte del país. El clérigo de Lambayeque Roque Cezuela declara “… cayó un aguacero tan terrible que parecía que se derramaban cántaros de agua… los ríos se salían de sus madres y las acequias se quebraron”. También informa que el río Piura cambió de curso y se formó una gran laguna en Sechura, los indios decían “que el mar se extendía”. Era tanta la humedad que los animales  perdían hasta sus cascos. El testigo concluye señalando “que las semillas de las chacras se comían los grillos, langostas  y otros que negros que se criaban de la putrefacción de la tierra a causa de dichas lluvias… se enfermaron y murieron muchos indios de todas las edades, al pie de mil almas”. Los estudios recientes señalan que dichas enfermedades fueron diarreas, salpullidos, el cólera, la uta y plagas de ratas que concluyó con la peste bubónica llamada popularmente “María la Huevona”. 
"Indio con viruela", Acuarela de Martínez Compañon






















6.- Thérese Bouysse-Cassagne (1988), estudia el Lapso crítico producido por la erupción del volcán Huaynaputina (volcán joven) producido el 16 de febrero de 1600, basados como fuentes en las Cartas Anuas y la crónica de Martín de Murúa, señala que fue el más violento que se haya registrado en los Andes centrales, “precedido de 200 sacudones”, el cielo se puso de color negro, los materiales expulsados alcanzaron varios kilómetros de altura, todo ello fue acompañado de lluvias y temblores. Las cenizas llegaron hasta Chuquiabo (La Paz), Cuzco e Ica. El pueblo de Quinististacas fue sepultado. Además  se produjo epidemias de las llamadas calenturas. La reacción fue: los encomenderos hacían donaciones a conventos e iglesias, muchos se casaron por religioso; procesiones de rodillas, un confesor tuvo 200 penitentes por día. Los hechiceros andinos sacrificaban carneros al volcán.

7.- Carlos Carcelén Reluz (2011), nos detalla sobre el terremoto  del 28 de octubre de 1746 en Lima, el tsunami en el Callao, la mortandad y la epidemia. En Lima causó 1,200 muertos y en el Callao 3800, en las calles los muertos eran devorados por los animales. Luego vino la epidemia del tabardillo, pleura y disentería por la escasez de agua. “Puertas abiertas de las pestes, llave maestra de la enfermedad”, (Pérez-Mallaína: 2001).

LIMA: LIBRE DEL VIRREY, ESCLAVA DE LA ENFERMEDAD.

Lima, en el contexto de la guerra de la independencia, según las memorias del general patriota Álvarez de Arenales se hallaba reducida a la más triste y calamitosa situación, entraba en la época  más crítica de su historia, a una etapa de: luto, miseria, hambre, enfermedad y guerra; es decir, un verdadero lapso crítico. Esto afectaba tanto al ejército patriota como a los realistas y, principalmente a la población civil en los diversos estratos sociales.

Hacia 1817, la primavera limeña “fue un verdadero invierno”, seguido de un verano fuertemente caluroso, fue este el detonante de una epidemia, que según Lastras (1954) se trató de una hepatitis infecciosa, acompañado de una fiebre catarral.

En Huaura, el ejército patriota, en las afirmaciones de Susy Sánchez (2001), fue presa de una “mortífera pestilencia, causado por la malaria o paludismo, fiebres intestinales y la disentería” incluso San Martín cayó enfermo: “mi salud está abatida, pronto daré a tierra”. Las filas del ejército parecían sombras de muertos. La Quina fue la salvación.
San Martín en noviembre de 1819 contaba en sus hospitales de campaña nada menos que 2800 enfermos.

Las tropas realistas en Aznapuquio (manantial hediondo) con olores de miasmas causaban estragos, fue una de las causas para abandonar Lima y no perecer de hambre, enfermedad y deserción. 
Por otro lado, señala Leguía y Martínez (1972), cerradas las vías de los diversos valles costaneros y, en fin cerradas todas las quebradas y sierras occidentales por las guerrillas, el comercio se volvió nulo,  empezaron a escasear y encarecer víveres y bastimentos. “pronto hubo de comer carne de yegua, de mulo y de borrico y aún éstas tomaban más valor”. Se señala que los precios subieron en 1800 %, principalmente el arroz y el trigo. Fue esta la situación antes y después de la proclamación de la independencia el 28 de julio de 1821.

EFECTOS DE LOS LAPSOS CRÍTICOS

1.- Desacumulación de la economía. Afecta a todos los sectores productivos, puesto que se produce un estancamiento de las fuerzas productivas. Las clases dominantes no acumulan riqueza y los sectores populares entran en un proceso de pauperización.

2.- Disturbación social. En primer lugar afecta el crecimiento poblacional. Desplazamientos forzados en forma masiva. Se aceleran los procesos de diferenciación social. En el caso de la población Andina surgen movimientos mesiánicos.

3.- Reacomodos políticos. El Estado a través de los gobernantes implanta nuevos planes y programas para afrontar estas coyunturas. Se aceleran las contradicciones “entre los de arriba”.

4.- Revitalización de las ideologías nativas. Para la cosmovisión Andina son “injuria de los dioses”, significa la presencia de Pachacuti que según Gonzáles de Holguín  es fin del mundo, gran destrucción, pestilencia y ruina. La respuesta, “ofrendas y sacrificios”.

Colofón: Fernando Rosas (2009) precisa que si hablamos de lapsos críticos no debemos olvidar los óptimos climáticos, pues en estas dos constantes pendulares y cíclicas se desarrollan la vida de los núcleos humanos comprometidos.

Hoy nos afecta  esta epidemia globalizada, hay mucho que  discutir y deslindar, sobre causas y efectos. Tenemos información incompleta. Como señaló Jorge Basadre “hacer historia solo en base a información periodística es simplista y temerario”. Nos espera nuevos retos y afrontaremos con nuevas respuestas.

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