Elías Toledo Espinoza, bajo la sombra de amauta huasi de Acopaya, marzo del 2020.
En estos momentos nuestra preocupación central
está, cómo afrontar esta pandemía denominada Coronavirus.
Moseley (1981) llamó la atención al plantear la “alteración
generalizada de la naturaleza” y Lorenzo Huertas (1997) denominó Lapsos Críticos “a los tiempos convulsos
que alteran el desarrollo de los pueblos y son fenómenos milenarios y
recurrentes”. Estos se manifiestan a través de: epidemias, pestes, epizootias,
terremotos, erupciones volcánicas, fenómenos del Niño, sequías, friajes,
calenturas entre otros.
Son milenarios porque se dan desde la existencia misma de la
humanidad, en la lengua de los incas (Gonzales de Holguín, 1989) encontramos
términos: Huañuy hatun vnccoy (enfermedad mortal grande), unu pachacuti
(lluvias torrenciales), llocllas (aluviones), chaqui pachacuti (sequía), hatun
pachamcuyum (sismo, terremoto). Son recurrentes o cíclicos, porque se dan cada
cierto tiempo y se seguirán dando, por eso el pueblo debe tener conciencia del
problema y, el Estado, implementar políticas públicas, para soluciones
permanentes. A manera de ejemplos veamos algunos Lapsos críticos en nuestra
historia:
1.- Miguel Cabello de Valboa (1586), escribió que la desobediencia
de Fempallec destruyó Lambayeque, “llovió por 30 días y sus noches” y luego
siguió años de mucha esterilidad, hambre y epidemias.
2.- Luis G. Lumbreras (1987), planteó que la destrucción de la
ciudad Wari, en Ayacucho, se
debió a serios cambios climáticos.
3.- Rebeca Carrión Cachot (1914), señaló
que el fin de Chavin fue por lluvias torrenciales e inundaciones.
4.- Guamán Poma de Ayala (1616), nos ilustra que en tiempo de
Pachacutec, había mortandad de indios “y
había hambre y sed y pestilencia y castigo de Dios, que no llovió de 7 a 10
años, y había tempestades… llovía fuego, se reventaban las piedras”. Sin embargo el hombre Andino respondía positivamente, se
sobreponía a estas “injurias de los dioses”. Los incas tuvieron
mucho sentido de previsión, solo así se explica la construcción de grandes
collcas llenas de alimentos y avituallas.
5.- Lorenzo Huertas (1987), en base a
los documentos llamados Probanzas nos detalla sobre el Fenómeno del Niño de
1578 que asoló el norte del país. El clérigo de Lambayeque Roque Cezuela
declara “… cayó un aguacero tan terrible que parecía que se derramaban cántaros
de agua… los ríos se salían de sus madres y las acequias se quebraron”. También
informa que el río Piura cambió de curso y se formó una gran laguna en Sechura,
los indios decían “que el mar se extendía”. Era tanta la humedad que los
animales perdían hasta sus
cascos. El testigo concluye señalando “que las semillas de las chacras se
comían los grillos, langostas y
otros que negros que se criaban de la putrefacción de la tierra a causa de
dichas lluvias… se enfermaron y murieron muchos indios de todas las edades, al
pie de mil almas”. Los estudios recientes señalan que dichas enfermedades
fueron diarreas, salpullidos, el cólera, la uta y plagas de ratas que concluyó
con la peste bubónica llamada popularmente “María la Huevona”.
6.- Thérese Bouysse-Cassagne (1988), estudia el Lapso crítico producido por la erupción del volcán Huaynaputina (volcán joven) producido el 16 de febrero de 1600, basados como fuentes en las Cartas Anuas y la crónica de Martín de Murúa, señala que fue el más violento que se haya registrado en los Andes centrales, “precedido de 200 sacudones”, el cielo se puso de color negro, los materiales expulsados alcanzaron varios kilómetros de altura, todo ello fue acompañado de lluvias y temblores. Las cenizas llegaron hasta Chuquiabo (La Paz), Cuzco e Ica. El pueblo de Quinististacas fue sepultado. Además se produjo epidemias de las llamadas calenturas. La reacción fue: los encomenderos hacían donaciones a conventos e iglesias, muchos se casaron por religioso; procesiones de rodillas, un confesor tuvo 200 penitentes por día. Los hechiceros andinos sacrificaban carneros al volcán.
7.- Carlos Carcelén Reluz (2011), nos detalla sobre el terremoto del 28 de octubre de 1746 en Lima, el
tsunami en el Callao, la mortandad y la epidemia. En Lima causó 1,200 muertos y
en el Callao 3800, en las calles los muertos eran devorados por los animales.
Luego vino la epidemia del tabardillo, pleura y disentería por la escasez de
agua. “Puertas abiertas de las pestes, llave maestra de la enfermedad”,
(Pérez-Mallaína: 2001).
LIMA: LIBRE DEL VIRREY, ESCLAVA DE LA ENFERMEDAD.
Lima, en el contexto de la guerra de la independencia, según las
memorias del general patriota Álvarez de Arenales se hallaba reducida a la más
triste y calamitosa situación, entraba en la época más
crítica de su historia, a una etapa de: luto, miseria, hambre, enfermedad y
guerra; es decir, un verdadero lapso crítico. Esto afectaba tanto al ejército
patriota como a los realistas y, principalmente a la población civil en los
diversos estratos sociales.
Hacia 1817, la primavera limeña “fue un verdadero invierno”,
seguido de un verano fuertemente caluroso, fue este el detonante de una
epidemia, que según Lastras (1954) se trató de una hepatitis infecciosa,
acompañado de una fiebre catarral.
En Huaura, el ejército patriota, en las afirmaciones de Susy
Sánchez (2001), fue presa de una “mortífera pestilencia, causado por la malaria
o paludismo, fiebres intestinales y la disentería” incluso San Martín cayó
enfermo: “mi salud está abatida, pronto daré a tierra”. Las filas del ejército
parecían sombras de muertos. La Quina fue la salvación.
San Martín en noviembre de 1819 contaba en sus hospitales de
campaña nada menos que 2800 enfermos.
Las tropas realistas en Aznapuquio (manantial hediondo) con olores
de miasmas causaban estragos, fue una de las causas para abandonar Lima y no
perecer de hambre, enfermedad y deserción.
Por otro lado, señala Leguía y Martínez (1972), cerradas las vías
de los diversos valles costaneros y, en fin cerradas todas las quebradas y
sierras occidentales por las guerrillas, el comercio se volvió nulo, empezaron a escasear y encarecer víveres
y bastimentos. “pronto hubo de comer carne de yegua, de mulo y de borrico y aún
éstas tomaban más valor”. Se señala que los precios subieron en 1800 %,
principalmente el arroz y el trigo. Fue esta la situación antes y después de la
proclamación de la independencia el 28 de julio de 1821.
EFECTOS DE LOS LAPSOS CRÍTICOS
1.- Desacumulación de la economía. Afecta a todos los sectores
productivos, puesto que se produce un estancamiento de las fuerzas productivas.
Las clases dominantes no acumulan riqueza y los sectores populares entran en un
proceso de pauperización.
2.- Disturbación social. En primer lugar afecta el
crecimiento poblacional. Desplazamientos forzados en forma masiva. Se aceleran los
procesos de diferenciación social. En el caso de la población Andina surgen
movimientos mesiánicos.
3.- Reacomodos políticos. El Estado a través de los gobernantes
implanta nuevos planes y programas para afrontar estas coyunturas. Se aceleran
las contradicciones “entre los de arriba”.
4.- Revitalización de las ideologías nativas. Para la cosmovisión
Andina son “injuria de los dioses”, significa la presencia de Pachacuti que
según Gonzáles de Holguín es fin
del mundo, gran destrucción, pestilencia y ruina. La respuesta, “ofrendas y
sacrificios”.
Colofón: Fernando Rosas (2009) precisa que si hablamos de lapsos
críticos no debemos olvidar los óptimos climáticos, pues en estas dos
constantes pendulares y cíclicas se desarrollan la vida de los núcleos humanos
comprometidos.
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