Pablo Quintanilla*
Tomado de: Quipu virtual. Boletín de Cultura Peruana-Ministerio de Relaciones Exteriores N° 93 11/3/2022Se publica con la autorización del autor.
EN BUSCA DE UN PENSAMIENTO FILOSÓFICO PERUANO DE RAÍZ NO OCCIDENTAL
Brus Rubio Churay. El gran viaje cultural. Acrílico sobre llanchama, 2016. Colección privada. |
La filosofía occidental, impregnada de teología católica, llegó de manera sistemática al Perú a mediados del siglo XVI, con la creación de la Universidad de San Marcos. Su desarrollo e influjo posteriores incitan también a inquirir por las perspectivas filosóficas conservadas o contenidas en las lenguas indígenas.
Vocabulario quechua del jesuita
Gonzales Holguin, 1608
Lo más probable, sin embargo, es que en todas las
sociedades humanas haya habido grupos que se hayan planteado interrogantes que
Occidente llama «éticas», «epistemológicas», «ontológicas», «existenciales»,
etc., incluso si no han dado lugar a una tradición transgeneracional. Es casi
seguro que en toda comunidad hay gente que se pregunta cómo debe uno vivir, qué
puede conocerse y qué no, qué es comprender a una persona, qué existe y qué
significa que algo exista, cómo se pueden justificar nuestras creencias, etc.
Muchas de estas preguntas abstractas no son solo consecuencia de otras más
concretas, sino que tienen una importancia para la supervivencia. ¿Cómo podría
sobrevivir, por ejemplo, alguien que no tuviera ningún criterio para determinar
quién dice la verdad y quién miente, al menos en una serie de planos prácticos
o utilitarios? Es de suponer que en toda sociedad se plantea dualidades entre
representaciones del mundo confiables y no confiables, experimentables y no
experimentables, reales y aparentes, existentes o no.
En la mayor parte de casos, empero, no ha quedado
registro de tales
cavilaciones, como sí ocurrió
en Grecia y,
a partir de su influjo, en la tradición occidental. En efecto, la cultura griega dio lugar a una tradición
escrita que permitió la integración de los debates de generación en generación,
mediante refinadas
argumentaciones racionales que iban precisándose a lo largo
del tiempo, con los distintos interlocutores
involucrados. Más aún, esta tradición no solo tematizó problemas que consideramos centrales a todo
ser humano, sino deliberó
sobre las posibilidades y límites de tales
cuestionamientos. Es decir, no
solo creó una tradición de reflexión, sino una de re- flexión sobre la naturaleza de la reflexión.
Muchos de esos rasgos no están presentes
en las culturas no influidas por la
griega, a pesar de que lo más probable es que sí hubiera comunidades que
se plantearan algunas preguntas
que hoy llamamos filosóficas.
Pero,
incluso si esas preguntas no hubiesen sido formuladas explícitamente por alguien
en particular o, de haberlo sido, se hayan
perdido en la noche de los tiempos, sí hay intuiciones o presupuestos filosóficos contenidos
en las cosmovisiones humanas que, a su vez, están condensados y densificados en los conceptos que habitan en sus lenguas.
Así, por ejemplo, yachay es una palabra quechua que normalmente traduciríamos por «conocimiento» e inevitablemente
tiene presupuestos
que llamaríamos epistémicos, es decir, que contienen tesis implícitas acerca de qué
es conocer algo. Yachay se usa para
significar que alguien tiene información
(producto de la experiencia sistemática) que le permite realizar una actividad práctica, como cosechar el campo, domesticar un
animal, hablar una lengua, techar una casa, etc. Hasta ahí hay
cierta
diferencia
con los conceptos para conocimiento
en griego o latín (episteme y cognitio, respectivamente), pues
estos tienen un carácter
más teórico y representacional, mientras que yachay
es eminentemente práctico. De hecho, los conceptos epistémicos
occidentales suelen proceder de verbos asociados
a la visión, es decir, que connotan la
posibilidad de representar la realidad, mientras que los conceptos epistémicos
quechua -y en especial yachay-
inciden en la posibilidad de hacer algo,
más que en solo percibirlo. Pero es interesante notar que, en los diccionarios
virreinales, aquellos que
registran usos menos influidos
por el castellano, se consigna como sentidos
adicionales para yachay residir[1],
vivir, morar, soler hacer algo, acostumbrarse a algo o hacer algo y tener querencia en algún
lugar. Así, entonces, a diferencia del castellano «conocer», yachay connota familiaridad o comodidad con cierta
actividad que no es algo teórico, sino fundamentalmente
práctico. El diccionario de González Holguin[2]
añade los sentidos de crear, criar, hacer o hacer crecer. César Itier[3],
por su parte, afirma que
en el pre-proto-quechua, la raíz
de yachay significa alcanzar algo con la mano, siendo
un verbo de movimiento[4].
En español, como en la mayor parte de lenguas occidentales, hay una relación establecida entre «conocimiento», «verdad» y «justificación». ¿Pero la habrá igualmente en quechua o en otras lenguas indígenas peruanas? ¿Qué relaciones tienen las palabras traducibles por lo que llamamos «verdad» o «justificación»? Podríamos intentar reconstruir los presupuestos epistémicos de los conceptos de lenguas menos influidas por el español y por las prácticas sociales occidentales. Esa tarea no sería de interés únicamente para lingüistas y antropólogos, sino también para filósofos, psicólogos y neurocientíficos porque nos conduciría a preguntarnos si hay elementos epistémicos universales, compartidos en todas las lenguas y culturas. De ser así, tendríamos que averiguar si se trata de contenidos innatos, producto de la evolución del cerebro o si son solo rasgos semánticos generados por las necesidades de supervivencia de las comunidades. Por ejemplo, dado que todas las sociedades necesitan distinguir entre información confiable y no confiable, sería de esperar que tengan conceptos para lo que llamamos «conocimiento», «verdad», «justificación», etc., y que estos estén de alguna manera conectados entre sí. Pero podría ser que esas conexiones fueran muy diferentes a las que estamos acostumbrados o que estén asociadas a conceptos propios de sus cosmovisiones, que no encontramos en las nuestras.
En todos esos países, y en comunidades de tradiciones o raíces no occidentales muy variadas, se está aplicando pruebas estandarizadas para medir las intuiciones que sus hablantes tendrían ante preguntas sobre temas epistemológicos. De esta manera se intenta reconstruir, en las distintas lenguas, qué relaciones hay entre conocimiento, verdad y justificación, qué se entiende por comprender algo o a alguien, qué rasgos suelen tener las personas a las que se llamaría sabias, entre otras cuestiones de naturaleza filosófica.
En el caso del Perú,
el trabajo lo realiza el Grupo Interdisciplinario de Investigación Mente
y Lenguaje, de la Pontificia Universidad Católica
del Perú, y se viene trabajando con lenguas quechua de Andahuaylas, shipibo de Pucallpa, urarina del Valle del Chambira (en el norte
de Loreto) y castellano
de la costa central, como grupo de control.
A fines de 2022, se terminará el
trabajo de campo y se comenzará a comparar los hallazgos de los distintos equipos de las diversas partes del mundo.
Brus Rubio Churay. monilla ámena.
Árbol de abundancia. Acrílico sobre lienzo,
2016.
* Profesor principal de filosofía en la Pontificia Universidad Católica del Perú. PhD, por la Universidad de Virginia y M.A. por la Universidad de Londres, King’s College.
[1] Anónimo. Arte y Vocabulario en la
Lengua General del Perú. Ed. por Rodolfo Cerrón Palomino. Lima: PUCP, 2014 [1586].
Este diccionario es atribuido a un equipo liderado por Blas Valera.
[2] Diego
González Holguín. Vocabulario de la lengua general de todo el Perú llamada
qquichua o del inca. Lima: UNMSM, 1989 [1607]).
[3] César
Itier. Estudio y comentario lingüístico, en Joan de Santa Cruz Pachacuti Yamqui
Salcamaygua. Relación de antigüedades deste reyno del Pirú. Lima:
Instituto Francés de Estudios Andinos y Centro de Estudios Regionales Andinos
«Bartolomé de Las Casas», 1993.
[4] Para
profundizar en este tema puede verse: Zenón Depaz Toledo. La cosmovisión
andina en el Manuscrito de Huarochirí. Lima: Ediciones vicio perpetuo,
2015; Jospeh Estermann. Filosofía andina. Estudio intercultural de la
sabiduría autóctona andina. Lima: Ediciones Paulinas, 1998; Víctor Mazzi
Huaycucho. Inkas y filósofos. Posturas, teorías, estudios de fuentes y
reinterpretación. Lima: Edición del autor, 2016; Luis Mujica Bermúdez. Pachamama
kawsan: hacia una ecología andina. Lima: PUCP, 2017; Pablo Quintanilla,
Clark Barrett, Michael Cepak, Emanuele Fabiano, Edouard Machery (editores). Epistemologías
andinas y amazónicas. Conceptos indígenas de conocimiento, sabiduría y
comprensión (en preparación).
No hay comentarios:
Publicar un comentario