Escribe: Gustavo Flores Quelopana
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Revista peruana de Filosofía dedicada a los temas de
metafísica, ontología, antropología filosófica, ética y política con especial
énfasis en las categorías de lo anético, mitocrático, hermenéutica remitizante
e hiperimperialismo. Contacto: gus_floque@yahoo.com
Foto: Cortesía Rolando Gutiérrez Chamorro
Anoche pude sentir los ojos ensangrentados y ahítos de
esperanza y sed de justicia cuando los oyentes sentían en su pecho el orgullo
de sentirse hijos de una historia rica en ideas y tradiciones de una añeja
civilización.
Anoche pude percibir toda la ira contenida de un pueblo que
espera su hora decisiva para proclamar su verdadera libertad e independencia.
Todos estos sentimientos encontrados estaban en el aire
mientras disertaba en la presentación del libro del filósofo y amigo Víctor
Mazzi “Huellas de reflexión originaria. Caita yuyachihuay hamutachihuay” que se
llevó a cabo en la Biblioteca de la Municipalidad de Miraflores. Participábamos
como presentadores Rubén Quiroz, actual presidente de la Sociedad Peruana de Filosofía,
y mi persona, los cuales flanqueábamos al autor Víctor Mazzi.
Y es que nosotros somos parte de la Tercera Ola afirmativa
de la filosofía nacional. La Primera Ola tuvo lugar apenas a los 65 años de
producida la Hecatombe de la Conquista que destruyó la cultura de la
civilización ancestral y tuvo como protagonistas de un mestizaje cultural
reivindicativo al Inca Garcilaso, Guamán Poma de Ayala y Juan Santacruz
Pachacuti. Todos ellos, y cada uno en su estilo, hablaron de la existencia de
sabios y amautas filósofos en el Perú precolombino. Pero la discusión fue
sofocada durante todo el Virreinato de los Habsburgo y especialmente la Colonia
de los Borbones.
La República de los criollos tampoco modificó la situación y
en lugar de un país con dos naciones -españoles e indios, como fue bajo la
dominación hispánica- instauró el país de una sola nación, la de los blancos.
Prosperó el gamonalismo y la “justicia” de horca y cuchillo del señor gamonal.
No fue hasta 1965, en los estertores de la agotada república oligárquica
peruana, que vino la Segunda Ola con Antero Peralta y José Tamayo Herrera,
quienes en el Coloquio sobre la Cultura Peruana en el Cusco relanzaron la idea
de volver a discutir si hubo filosofía en el Perú ancestral. Lo que vino después
es consabido: vino el desastroso boicot parlamentario apro-odriísta contra el
débil gobierno liberal de Belaunde Terry, lo cual provocó el golpe militar del
Gobierno Revolucionario de la Fuerza Armada encabezado por el General Juan
Velasco Alvarado, cuyas reformas estructurales enviaron a la tumba para siempre
a la racista, clasista decrépita oligarquía peruana. Sin duda el Perú cambió,
aunque sea por un tiempo. Obsérvese a la distancia que se le rompió el espinazo
a la oligarquía, pero tras ella sobrevivió el clasismo y el racismo, que en la
segunda década del nuevo siglo veintiuno vuelve a levantar cabeza
ignominiosamente.
A esta segunda ola vino a suceder desde la segunda mitad de
los años 90 la Tercera Ola, caracterizada por las propuestas interpretativas.
El debate se encendía bajo el contexto histórico de la sedicente globalización
neoliberal de las megacorporaciones transnacionales que proclamaba la muerte de
las Patrias. En ese escenario se vieron enfrentadas dos posiciones: los
eurocéntricos cosmovisionales (David Sobrevilla y Rivara de Tuesta) y los
afirmativos nativistas (con toda una variedad de matices). A esta segunda
postura pertenecemos Víctor Mazzi, mi persona y otras figuras destacadas, como
Víctor Díaz Guzmán, Luis Alvizuri, Máximo Grillo, entre otros.
La Tercera Ola sigue viva y vigorosa dando frutos
intelectuales hasta el presente y al ritmo del auge del mundo multipolar,
mientras que al compás de la decadencia y degradación del hegemónico y
neocolonial mundo unipolar viene menguando la postura eurocéntrica
cosmovisional. A nivel interno vivimos una patria lastimada por la bota
imperialista, tras los recientes acontecimientos políticos que violentan la
voluntad popular. Son las horas de las exequias de la esclerótica burguesía
nacional e internacional del occidente liberal, que siente que se le acaba la
fiesta y por ello vuelve a mostrar los colmillos lobunos del racismo y del
clasismo. Pero en el presente terremoto geopolítico mundial avizoramos el
retorno de las patrias, del nacionalismo abierto al mundo, el llamado del
terruño, el florecimiento de la Pachamama, que sin mutilar nuestro lado
cosmopolita nos complementa con nuestra faz nacionalista.
Una última cosa y quizá la más importante. Lejos de tratarse
de un asunto baladí de mera reivindicación chauvinista estamos ante la
reinterpretación misma de la esencia de la filosofía, que deja de creer que
Grecia es la medida de toda filosofía posible. El asombro filosófico no es ni
fue nunca patrimonio de Occidente, y es propia de todas las culturas porque
atañe a la propia condición humana.
Miraflores, 21 de abril 2023
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