La filosofía latinoamericana está de duelo: El
filósofo Luis Villoro, destacado pensador mexicano, ha fallecido. Muy amigo del
Perú y de sus pensadores, Villoro es muy apreciado por sus posturas en favor de
lo que se ha denominado “indigenismo”. Desde este blog le rendimos homenaje por
su apreciable obra filosófica y sus reflexiones sobre Latinoamérica y México –su
patria adoptiva-. Insertamos este magnífico artículo escrito por Pablo de Llano,
desde México y publicado en El País.
Muere a los 91 años Luis Villoro, filósofo del indigenismo
PABLO DE LLANO. México. El País.
http://cultura.elpais.com/cultura/2014/03/06/actualidad/1394084712_254548.html
El pensador, nacido
en España y arraigado en México, se forjó en el existencialismo y pasa a la
historia de América Latina como un defensor clave de la integración democrática
de las etnias.
l filósofo Luis Villoro ha fallecido este
miércoles en la Ciudad de México a los 91 años. Su obra, su discurso teórico y
su compromiso político han sido una referencia clave del México contemporáneo.
Ligado en sus inicios a la escuela existencialista, Villoro, nacido en
Barcelona en 1922, fue un teórico de la historia de su país de adopción y un
crítico izquierdista del funcionamiento del poder, veta que en la fase final de
su vida se concretó en un marcado apoyo –teórico y práctico– al movimiento
zapatista en contra de la exclusión indígena.
La última aparición pública de Luis Villoro
fue el 25 de febrero en la ceremonia de ingreso de su hijo Juan en el Colegio
Nacional de México, del que él era miembro desde 1978. Del propio Juan Villoro,
escritor y periodista, es un perfil sobre su padre que profundiza en la
relación entre su desarraigo de partida (nació en España, estudió en Bélgica y
de ahí su familia escapó hacia México durante la Segunda Guerra Mundial) y su
apasionado vínculo final con el levantamiento indigenista: una insurgencia
telúrica para un hombre falto de raíces.
En el texto, Mi padre, el cartaginés, su hijo
cuenta una anécdota originaria de la búsqueda vital del filósofo. En el
internado jesuita en el que estudiaba en Bélgica, los alumnos ensayaban una
competición académica entre romanos y cartagineses. “Mi padre creció como
cartaginés, resistiendo contra el imperio, posponiendo el holocausto de la
ciudad sitiada. Estudiar, saber latín, significaba vencer a Roma. Aprendería a
no tener familia, ciudad, país concreto. Su guerra púnica sería abstracta,
intensa, sostenida”.
El chico que decidió en la escuela que su
bando sería el contrario al del que somete fue, décadas más tarde, un filósofo
que en su vejez encontró el mejor amigo para pensar en un guerrillero, el
subcomandante Marcos, con el que mantuvo un constante intercambio epistolar
–como si fuera uno de los Diálogos de Platón, pero con uno de los
interlocutores encapuchado y fumando en pipa en la selva Lacandona.
En otoño de 2011, con unas nuevas elecciones
presidenciales en el horizonte cercano, el guerrillero le escribía así al
intelectual, al que siempre se dirigía con un respetuoso don Luis: "Con
estos textos, ni usted ni nosotros buscamos votos, seguidores, feligreses.
Buscamos (y creo que encontramos) mentes críticas, alertas y abiertas. Ahora
arriba seguirá el estruendo, la esquizofrenia, el fanatismo, la intolerancia,
las claudicaciones disfrazadas de táctica política. Luego vendrá la resaca: la
rendición, el cinismo, la derrota. Abajo sigue el silencio y la resistencia.
Siempre la resistencia... Vale don Luis. Salud y que sean vidas las que las
muertes nos hereden. Desde las montañas del Sureste Mexicano. Subcomandante
Insurgente Marcos".
Licenciado en Filosofía y Letras en la UNAM,
Luis Villoro concibió en su tesis doctoral su primera gran obra, Los grandes
momentos del indigenismo en México. El antropólogo Roger Bartra, en entrevista
telefónica con este diario tras conocerse su fallecimiento, opinó que se trata
de un libro “fundamental” en el pensamiento filosófico mexicano, aunque su
autor, con el tiempo, acabase por "renegar" hasta cierto punto de ese
trabajo por su encuadre existencialista.
En aquel tiempo, Villoro formó parte del grupo
Hiperión, una corriente que nació bajo la tutela intelectual del filósofo
español exiliado José Gaos y que escarbó en la identidad mexicana con las
herramientas teóricas del existencialismo. De esa época es otro de los trabajos
de referencia de Luis Villoro, El proceso ideológico de la revolución de
independencia.
Villoro fue Premio Nacional de Ciencias
Sociales en 1986 y Premio Nacional en Investigación en Humanidades en 1989.
Hizo estudios de posgrado en la Universidad de La Sorbona y en la
Ludwiguniversität de Munich. Dio clases en la Universidad Nacional Autónoma de
México y en la Universidad Autónoma Metropolitana, y tradujo a autores como
Edmund Husserl y Gabriel Marcel.
De madre mexicana y padre español, Luis
Villoro pasa a la historia del pensamiento contemporáneo en América Latina como
un articulador del pluralismo indigenista, como una conciencia lúcida del
desarraigo poscolonial que pervive todavía en las democracias latinas del siglo
XXI. Un hombre que salió de Europa con su familia escapando de la guerra y que
al otro lado del océano Atlántico convirtió su vida en un esfuerzo intelectual
de búsqueda de la identidad.
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