Vidal Villanueva Chavez*
(Tomado del diario La República, 25/09/2016)
La educación intercultural bilingüe tiene el único propósito
de incorporar a las etnias al modelo occidental, cuyo inicio se dio con la
traducción de la biblia a las lenguas aborígenes para afianzar la dominación
mediante la religión. La educación impuesta por el Estado a las comunidades
indígenas responde a paradigmas ajenos a su cultura, a modelos propios de los
civilizadores: si antes creíamos en el dios Inti por ser fuente de vida, hoy
creemos en Jehová, que nos va a llevar al paraíso si nos portamos bien.
Los programas educativos se orientan a la consolidación del
Estado y la lenta desaparición de los pueblos minoritarios, por cuanto
únicamente se enseña la cultura occidental en lengua española, mas no en su
lengua nativa (se dice que hoy se necesitan 18 mil docentes para que
contribuyan al exterminio de las etnias). Es que se busca la inclusión de esos
pueblos a la modernidad, hoy, a la globalización, a la formación de un tipo de
ser humano homogéneo con modales y gustos comunes; y así, se van extinguiendo
las tradiciones, la visión del mundo del aborigen, la conservación del medio
ambiente: ¿con qué derecho?
Si somos un país pluricultural y multilingüe, entonces la
enseñanza debe estar basada en el respeto a la diversidad cultural; por ende,
se debe enseñar la cultura occidental en las lenguas de los aborígenes; es
decir, en quechua, en aimara, en awajún, en asháninka, y sin soslayar sus modos
de vida. ¿Cómo enseñar por ejemplo historia o biología o español tomando en
cuenta la cultura de esos pueblos?
Si se enseñara en las lenguas aborígenes recién se estaría
nivelando el criterio de la interculturalidad al buscar la igualdad de
condiciones en que deben estar los pueblos. No hay cultura mejor que otra:
todas son iguales, tienen su propia identidad, su propio yo, por lo que solo se
puede hablar de interculturalidad si hay intercambio de culturas para bienestar de ambos pueblos; pero esto no sucede porque los civilizadores no
adoptan como modo de vida los rasgos culturales de los aborígenes por considerarlos
atrasados, pero exigen que estos asuman los suyos.
Entonces, ¿qué enseñar para lograr la integración sobre la
base de las diferencias en un país tan desigual y diverso culturalmente, cómo
organizar los programas curriculares que reflejen los elementales principios de
convivencia humana, y así sentar las bases de una educación integral, cómo
mantener viva la pluriculturalidad bajo el principio de la igualdad, cómo
construir un país tolerante y solidario, donde se respete lo diferente? Estas
son cuestiones hasta hoy no resueltas.
(*) Profesor principal de la Universidad Nacional de
Educación Enrique Guzmán y Valle.
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