domingo, 9 de enero de 2022

Presentación del libro filósofos andinos de Hugo Chacón Málaga

 Víctor Mazzi Huaycucho

Muy buenas noches.

Saludando muy cordialmente a todo el público concurrente.

Agradeciendo la cordial invitación cursada por Hugo Chacón para comentar su último libro Filósofos Andinos.

 El libro exterioriza una visión panorámica sobre la filosofía andina, tomando como referentes tres autores de inicios del siglo XVII y uno del siglo XX. Dos tópicos debatibles cruzan el título: filosofía como categoría restrictiva en su uso y origen en la Grecia antigua, la que genera discusión si debe ser extendida a sociedades fuera de su origen y que, sin embargo, muestran equivalencias reflexivas. El debate sobre filosofía que denominaremos “originaria”, fue iniciada con la polémica del indigenismo en la segunda década del siglo XX. En la década del 50-60 se publicó La filosofía Nahualt estudiada desde sus fuentes, escrita por Miguel León Portilla (México, 1956), la que detonaría una segunda ola en el debate, que se reflejó en las siguientes publicaciones y eventos: Veta filosófica en el pensamiento inca, Antero Peralta (Arequipa, 1964), Coloquio sobre cultura y filosofía Incas (Cusco, 1965) y El pensamiento indígena y popular en América Rodolfo Kusch (México 1970, Buenos Aires 1977). Una tercera ola se inició en la década del 90 —y hasta hoy perdura—, en la hay autores que adscriben una postura anticolonial, insertando interdisciplinas en sus estudios. La influencia de la filosofía de la liberación y la postura decolonial marcan una influencia para visualizar los tópicos reflexivos originarios. Sin embargo, como habrá notado Hugo, en Europa la referencia sobre filosofía Inca fue inaugurada por el inca Garcilaso de la Vega al publicar Los comentarios reales de los incas (Lisboa, 1608) donde hace referencia a los Amautas como los filósofos del Inca y el yachay generado en el nuevo mundo.



La otra parte del título refiere a “andino”, de por sí discutible si recurre a los primeros
Lexicones de chinchaysimi se notará que “anti” refiere a una de las cuatro partes del Tawantinsuyo: el “antisuyu”, que representa a la región “amazónica”. Diego Goncales Holguin (1608) sitúa “anti” como “la tierra de los andes” y “antiruna” como “el ‘indio’ hombre de los andes”. Originalmente “Anti” no se refiere a la cordillera, sino a la región de la selva. “Andino” proviene de una imprecisa designación hispana, que aún hoy se repite.

El texto inicia con una glosa del Inca Garcilaso: su rechazo a los discursos imprecisos y falsos de su época cuando escriben sobre el Tawantinsuyo. En el afán colonial, los hispanos que llegaron a nuestras tierras no advertían lo peculiar y formidable que era nuestro mundo originario, incomprensión no solo por desconocimiento del universo de idiomas que se hablaban, sino del prejuicio de erigirse como “superiores” sobre nuestros pueblos originarios. Reclama Garcilaso que “sobre las cosas muy grandes” que había, los hispanos las escriben “tan cortamente” que las menosprecian, que él como cusqueño al leerlas “las entiende mal” por cuanto tales informaciones que no corresponden a los hechos que él ha vivido hasta los veinte años. Esto puede notarse en Juan de Betanzos cuando narra “Otras muchas cosas hubiéramos aquí escrito… si no por evitar prolijidad y grandes idolatrías y bestialidades no las puse…” (Las cursivas son mías). En sentido contrario hay valoración por Joseph de Acosta quien reconoció que “en todas las cosas que tenemos en Europa estos (pobladores originales) nos hacen grandes ventajas”.  Se escribió sobre el Tawantinsuyo a partir de la necesidad de consolidar la dominación colonial hispana.


Filósofos andinos cruza en todo aspecto el concepto de dominación colonial, que vista desde la filosofía de la liberación y la perspectiva decolonial, contribuye a forjar una visión crítica y opuesta al discurso colonizador que argumenta la destrucción de nuestra identidad y pertenencia como pueblo originario con el derecho de preservar y defender sus saberes, creencias y ritualidades. Si en otros países de la patria grande hubo programas de gobiernos republicanos para asesinar sistemáticamente a toda nuestra población originaria y poblar nuestras tierras con migrantes europeos, en Perú hubo grandes levantamientos y resistencias que impidieron tal designio y el legado siguió preservado en las siguientes generaciones.

Hugo Chacón sitúa como filósofos al Inca Garcilaso de la Vega, Felipe Guaman Poma de Ayala, Joan Santa Cruz yamqui Salcamaygua y José María Arguedas, tendiendo un puente entre el siglo XVII y el XX. El pasado está vigente en el presente de José María Arguedas. Sobre filósofos originarios, —como vimos anteriormente— se debate desde hace buen tiempo si se les puede otorgar categoría de legitimidad. Para un filósofo eurocéntrico peruano pensar sobre lo originario le genera discursos endofóbicos usualmente soliviantados con argumentos racistas y anacrónicos. Se argumenta “Ni Garcilaso ni Guaman Poma fueron filósofos, porque no conocieron la filosofía europea, por tanto, no certifican que lo sean”. Escriben sobre filosofía como si estuvieran en Europa y no en el Perú. Terminan siendo los “imitadores de los imitadores”, en su pretensión de hacer filosofía a la manera “occidental” pierden la perspectiva de representación e identidad.

Hugo Chacon con su propuesta basada en cuatro pensadores autóctonos vuelve a inflamar el debate. ¿Es posible hablar de una reflexión filosófica en nuestros pueblos originarios? ¿Cuáles son aquellos tópicos de reflexión filosófica? ¿Sus escritos son legítimos y representativos sobre nuestra reflexión originaria? Lo publicado no es literatura del agrado en muchos círculos intelectuales conservadores. La reivindicación de lo originario es seguir creando conciencia y reflexión de lo que somos como desarrollo histórico, hay que rebatir las tesis eurocéntricas acerca de la “superioridad cultural hispana” y legitimar otras filosofías.


El rescate de lo originario también es un rescate lingüístico, de preservar los significados más antiguos que hacen referencia a cada palabra y vocablo oriundo que se adopta en la escritura. El lenguaje no es neutro, detrás de cada significado se oculta una postura, la definición resultante es la intención con que se elabora un mensaje de dominio colonial. Referir conceptos, ideas y habla desde el idioma natural (chinchaysimi, aymara, puquina, jacaru entre otros) hace necesario filtrar las denominaciones de sentido colonial impuestas mediante catecismos cristianos, esto es indispensable para clarificar y obtener coherencia sobre los discursos originarios. Separar frases como “fundamentos indianos”, “indios”, indígenas”, “conquista”, son solo algunos términos que el autor a transcrito y es necesario identificarlos y deslindarlos dentro del discurso no-colonial. 

Transitar entre dos universos lingüísticos-culturales implica situar la condición desde donde se habla. José María Arguedas entendió perfectamente tal situación: se sentía como un diablo que hablaba el idioma originario y la lengua hispana. Dualidad que se ha denominado “mestizaje”, tanto el Inca Garcilaso como Arguedas transitaron entre las fronteras de la identidad sin perder lo propio.

Siento divergir con la tesis de Hugo Chacon sobre mestizaje y el “problema del indio”. Acusa a José Carlos Mariátegui de plantear lo originario como “un problema”. Evidentemente desde la revista Amauta se planteó una crítica y un programa sobre la condición de la población originaria y el tema de la propiedad de la tierra en lucha contra los feudos y terratenientes de su época. La reivindicación del ayllu y la denuncia de los atropellos contra nuestra población originaria ya procedían desde la Asociación Pro-indígena que dirigían Pedro Zulen, Dora Mayer y Joaquín Capelo, todos ellos siguiendo las propuestas del maestro Manuel Gonzales Prada. En su tesis contra Mariátegui, evidencia un sesgo que no se ajusta al análisis sincrónico de su época que le impide rescatar la importancia del pensamiento del amauta durante la polémica del indigenismo, confrontación con la élite intelectual conservadora que negaba la condición de Igualdad para nuestros pueblos originarios. Es Mariátegui quien reivindica y pone en agenda justamente la condición colonial en la que se nos seguía segregando aún durante la república. Y parte de esa agenda es la reivindicación de sus reflexiones y pensamientos filosóficos que se publicaron en la revista Amauta y el diario Labor. Sobre el aporte de Mariátegui y la revista Amauta al estudio de nuestra reflexión autóctona es indispensable revisar el texto Hacia una modernidad arcaica. Amauta, Mariátegui la querella en torno al indigenismo, escrita por Claudio Berrios.

La metodología de su escritura de plantea los contornos hermenéuticos sobre los cuatro autores que se alude como filósofos andinos. Se respalda en las interpretaciones de reconocidos investigadores, sus propuestas se orientan en la descripción del pensamiento de los cuatro autores aludidos, contextuar sus propuestas para explicarnos la mentalidad originaria que se conservaba durante la época, comprender el proceso histórico del siglo XVII que converge en la escritura de José María Arguedas.

 El estudio de las mentalidades de los pueblos originarios empieza a emerger con Guaman Poma, que ante la presencia de la administración colonial afirmaba que “el mundo está al revés”.  En cambio, el Inca Garcilaso expone el Tawantinsuyo que conoció en su entorno. Como bien apunta el autor, su formación filosófica se nutre de la tradición neoplatónica que conoció en la traducción y publicación de León Hebrero en los Diálogos de amor. Sin embargo, su pensamiento filosófico originario influyó en autores europeos, sobre todo, en la Enciclopedia francesa. Edgar Montiel ha publicado un magnífico estudio sobre el impacto de los Comentarios Reales de los Incas en la filosofía europea de los siglos XVII y XVIII. El socialismo francés toma la mención de Garcilaso, que el Inca salía a repartir la tierra, y su distribución dependía de la condición a quien se entregaba. Si tenía poca familia se le entregaba la necesaria para su sustento, si tenía mucha se le entregaba mucho más para que pudiera subsistir. A los europeos anclados aún en el feudalismo lo que escribe el Inca les parece “absurdo”, sin embargo, se le tomó como parte del argumento contra los terratenientes y la economía feudal.

En la Biblioteca Nacional de Madrid está preservado un conjunto de manuscritos que fueron uso del extirpador de idolatrías Francisco de Ávila, un index de textos prohibidos. Ahí se encuentran compilados manuscritos de Cristóbal de Molina Ritos y fábulas de los incas, del autor anónimo del Manuscrito de Huarochirí, La Relación de antigüedades deste reyno del Piru de Joan Santa Cruz Pachacuti, entre otros. Las referencias que ha tomado para su interpretación son interesantes, sobre todo las referencias que nos brinda sobre dualidad, yanatin y las oraciones en chinchaysimi del inca Manco Cápac, que descubren el universo de la mentalidad originaria.

Su análisis de la obra de Guaman Poma descubre nuevamente a los filósofos originarios que sobrevivían aún durante la administración colonial, un contemporáneo suyo: Juan Yunpa descrito en función de similitud a los filósofos europeos. Se ha afirmado que éste resultaba la solitaria referencia de un pensador originario, sin embargo, otros cronistas del siglo XVII reportan otros hamut’aq: Martín de Murúa describe a los Huacacue en 1616; Giovanni Anello Oliva nos refiere del “rey filosofo” Cápac Raymi/Amauta; o de Antonio de la Calancha (1638) cuando escribe sobre los amautas como filósofos y Fernando de Montesinos al enumerar distintos filósofos incas.

Finaliza filósofos andinos reivindicando el pensamiento de nuestro José María Arguedas, autor que en el Perú aún es una trama de rechazos y olvidos promovido por el conservadurismo más rancio y despótico, que condena su obra como “utopía arcaica”, eslogan que sitúan lo originario como contrario y excluyente entre modernidad y pensamiento “racional”, argumentos que denotan incomprensión y endofobia. El mundo de José María Arguedas es nuestra propia representación originaria. Recuérdese el magnífico testimonio que escribe cuando niño encontró un pequeño brote de maíz que brotaba en medio del árido desierto, prontamente le regó trayendo agua desde lejos para que sobreviviera, le cantó y bailó para que tomara fuerzas y creciera. Esta experiencia le fue contada a un familiar quien denostó tal actitud como “una tontería”, juzgaba con el prejuicio de un desarraigado en su propia tierra, no entendía el maravilloso mundo originario que Arguedas le mostraba. Detrás de lo narrado se mostraba la reflexión originaria en relación con las fuerzas de la naturaleza y su trato horizontal, la función del harariwa en su función de favorecer el desarrollo de las semillas de sara (maíz) antes de su siembra y del cuidado de su crecimiento en lugares propicios.

Mucho de lo que ha escrito Hugo Chacon merece ser reflexionado y tomado en cuenta. Felicito su emprendimiento en un campo del saber que se rechaza desde una perspectiva eurocéntrica, hay un largo camino por recorrer para reivindicar nuestro yachay originario.

Muchas gracias.

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